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'Billy': el policía franquista que disfrutaba torturando y murió condecorado
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'Billy': el policía franquista que disfrutaba torturando y murió condecorado

Max Lemcke revisa los claroscuros de la Transición a través de los testimonios de las víctimas de Antonio González Pacheco, alias 'Billy el Niño'

Foto: Cartel promocional de 'Billy'. (Begin Again Films)
Cartel promocional de 'Billy'. (Begin Again Films)

Tuvo que ser la justicia argentina la que obligara a Antonio González Pacheco, más conocido como 'Billy el Niño', a presentarse por primera vez ante un tribunal. Después de que los juzgados españoles rechazaran reiteradamente las querellas presentadas por diversas víctimas de las torturas de este policía que actúo bajo el amparo del estado durante la dictadura y la transición, la magistrada María Romilda Servini solicitó su extradición para poder juzgarlo por crímenes de lesa humanidad en su país. Finalmente, la Audiencia Nacional, el organismo que heredó las funciones del antiguo Tribunal de Orden Público franquista, ordenó la comparecencia de González Pacheco. Pero acabó denegando la petición de Servini.

El director Max Lemcke inició el rodaje de 'Billy' cuando el torturador aún seguía vivo. Su documental lleva a cabo una panorámica por los claroscuros de la Transición a partir de dar voz a todas esas personas que sufrieron la violencia del entonces policía y del sistema que lo protegió hasta su fallecimiento a causa del covid-19 en mayo de 2020. Así, en lugar de ofrecer una biografía al uso de Billy el Niño, la película lo muestra a través de las vivencias de sus víctimas, todos ellos militantes en organizaciones políticas contrarias a la dictadura, en un proceso de reparación que se ha negado a efectuar la justicia española.

La película arranca con un sucinto repaso al escenario de militancia contra la dictadora que empezó a tomar fuerza sobre todo en la segunda mitad de los sesenta. A través de los testimonios, se perfilan una serie de rasgos comunes en estos activistas: la 'desarmante' juventud de la mayoría de ellos, la vinculación con una vida universitaria donde se aglutinaban buena parte de los esfuerzos de la lucha antifranquista, la disgregación de la extrema izquierda en múltiples grupúsculos (Grapo, FRAP, LCR, FLP, PCE, el antiguo PCE(i)...), y la naturaleza violenta de muchas de sus acciones entendida como única posibilidad para combatir la represión brutal del franquismo. Se agradece, por cierto, que Lemcke interpele a sus protagonistas de buen principio a propósito de este tema. La aportación más lúcida al respecto la aporta Josefa Rodríguez 'Asturias', militante del FRAP, cuando afirma que "en la lucha armada se sabe como se entra, pero nunca se sabe cómo se va a acabar". Es también Rodríguez quien ofrece el testimonio más conmovedor sobre las consecuencias de por vida de sentir que las torturas te habían doblegado.

"Los regímenes cambian, pero las policías permanecen", recuerda Javier Navascués

La interpretación política de la Transición como una etapa de continuidad y no de ruptura con el franquismo, en que se cambian los ropajes, pero se mantienen las mismas estructuras de poder, no es nueva. Pero aún desafía el discurso hegemónico oficial. En 'Billy', esta lectura se concentra en torno al caso paradigmático de González Pacheco, no solo por su papel como mano ejecutora de la violencia de estado. También por la protección e impunidad de la que gozó hasta su muerte por parte en una supuesta democracia. "Los regímenes cambian, pero las policías permanecen", recuerda Javier Navascués, militante de la LCR, que le dijo el propio interesado. Y parece que, en el caso de España, tenía razón.

Como apunta la ilustradora Roser Rius, activista también de la LCR que no quiere ser considerada una víctima, la singularización de Pacheco implica el peligro de presentarlo como una figura excepcional y no como un engranaje más en la violencia de estado ejercida por el franquismo. En este sentido, el filme recuerda también el papel de Roberto Conesa, "padre espiritual" del protagonista, como lo define Paco Rodríguez Veloso, y el de la tristemente famosa Brigada Político-Social. La película defiende el relato de como la democracia se instauró bajo la amenaza de la violencia de la extrema derecha, que así garantizó la impunidad de por vida de los responsables de los crímenes del franquismo al tiempo que desarticulaba la oposición de izquierdas más combativa.

Los testimonios coinciden en que, en estos contextos, los torturadores se dividen en dos tipos. Los que ejercen el sadismo desde una frialdad funcionarial, en una práctica de lo que Hannah Arendt definió como banalidad del mal; y los que disfrutan con ello, los psicópatas. Billy el Niño pertenecía al segundo grupo.

placeholder Fotograma de 'Billy'. (Begin Again Films)
Fotograma de 'Billy'. (Begin Again Films)

A partir del apodo del policía, la película juega con material de archivo sobre pistoleros legendarios: las adaptaciones al cine de los cómics de Lucky Luke, el 'spaguetti western' 'El hombre que mató a Billy el Niño', de Julio Buchs, pero también 'Siete días de enero', la película que rodó Juan Antonio Bardem sobre los asesinatos de los abogados laboristas de Atocha en que aparece González Pacheco como personaje. El propósito es vaciar de cualquier aura legendaria la figura del protagonista y poner en evidencia la vertiente grotesca de estos psicópatas que a menudo espejan sus delirios de grandeza en (anti)héroes de la ficción. Uno de los títulos de culto del documental reciente, 'The Act of Killing', de Joshua Oppenheimer y Christine Cynn, desarrollaba en buena parte esta tesis. Pero, quizá por el escaso número de fuentes documentales o las difíciles condiciones de producción, en 'Billy' queda esbozada de forma demasiado precaria.

Pone en evidencia las dificultades para sacar adelante una película que no comulga con el lavado de cara oficial

'Billy' se ha rodado sin subvenciones, lo que pone en evidencia las dificultades para sacar adelante una película que no comulga con el lavado de cara oficial de la monarquía que nos dio Franco, y que subraya hasta qué punto coinciden las posturas sobre la Transición del falangista Rodolfo Martín Villa, primer responsable como Ministro del Interior del clima de terror que se incentivó durante aquellos años, y de quien fue vicepresidente del Gobierno por el PSOE, Alfonso Guerra. La urgencia del filme se traduce en el hecho de que acabe incorporando dos muertes inesperadas que tuvieron lugar durante su rodaje. La del propio Antonio González Pacheco, y la de uno de los militantes antifranquistas que no se cansó de denunciarlo, José María 'Chato' Galante. Así, 'Billy' también acaba reflejando como en España la memoria histórica se construye con pocos medios, sobre la marcha y contrarreloj.

Foto: 'Dune'.
Foto: 'Calamity'. (La Aventura Audiovisual)

Tuvo que ser la justicia argentina la que obligara a Antonio González Pacheco, más conocido como 'Billy el Niño', a presentarse por primera vez ante un tribunal. Después de que los juzgados españoles rechazaran reiteradamente las querellas presentadas por diversas víctimas de las torturas de este policía que actúo bajo el amparo del estado durante la dictadura y la transición, la magistrada María Romilda Servini solicitó su extradición para poder juzgarlo por crímenes de lesa humanidad en su país. Finalmente, la Audiencia Nacional, el organismo que heredó las funciones del antiguo Tribunal de Orden Público franquista, ordenó la comparecencia de González Pacheco. Pero acabó denegando la petición de Servini.

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