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'Luca': la última de Pixar es superficial, encantadora y solo para niños
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'Luca': la última de Pixar es superficial, encantadora y solo para niños

La película, que se estrena exclusivamente en Disney+ y no pasará por las salas de cine, está más dirigida al público infantil que cualquiera otra de sus producciones recientes

Foto: Los protagonistas de 'Luca', la cinta de Pixar que se estrena directamente en Disney+.
Los protagonistas de 'Luca', la cinta de Pixar que se estrena directamente en Disney+.

El protagonista titular de ‘Luca’ es como tantos otros preadolescentes: tímido y algo retraído, pero ansioso por descubrir todo lo que hay más allá de su pequeño mundo doméstico, incluso si eso implica desobedecer a sus padres. Solo se sale de la norma por un detalle insignificante: el chico en realidad es una criatura marina anfibia de piel verde, pecas azules y una larga cola que, eso sí, se transforma en una versión humana de sí mismo en cuanto sale del agua y se seca. En Portorroso, un pueblo pesquero cercano, la especie a la que Luca y su familia pertenecen se ha convertido en asunto de leyenda. Sus habitantes viven obsesionados con capturar a uno de esos “monstruos del mar”, como ellos los llaman. Pese a ese riesgo y a las advertencias de sus padres —o, más bien, precisamente a causa de todo ello—, Luca no tarda en salir la tierra firme. Y allí conoce a Alberto, otro humanoide más o menos de su misma edad, que vive instalado en la superficie. En su búsqueda de aventuras, los dos muchachos no tardan en recalar en las calles de Portorroso, obligados a proteger su verdadera identidad a toda costa.

Como esa premisa permite adivinar, la nueva película de Pixar está más explícitamente dirigida al público infantil que cualquiera otra de sus producciones recientes; su estrategia cómica esencial es el ‘slapstick’ más blando, sus personajes son exageradas caricaturas, y su mensaje es tan sencillo como la necesidad de ser fiel a uno mismo y la importancia de tener un amigo que te entienda. Y el director, Enrico Casarosa —que debuta aquí como director de largometrajes tras obtener una nominación al Oscar gracias al corto ‘La Luna’ (2011)—, se las arregla para convertir esos ingredientes en una película tan agradable y refrescante como un trago de limonada recién exprimida en plena tarde veraniega.

placeholder Luca y Alberto son los protagonistas de 'Luca'. (Disney+)
Luca y Alberto son los protagonistas de 'Luca'. (Disney+)

Para ello, teje una peripecia argumental en la que participan los padres de Luca, que emprenden una incursión a Portorroso para rescatar a su hijo; una niña llamada Giulia, que entabla amistad con los chavales recién llegados pese a las suspicacias de su padre, un pescador manco, y una competición de triatlón en la que Luca y Alberto deciden participar con la esperanza de ganar el dinero suficiente para comprarse una Vespa —si los responsables de la marca no han puesto dinero por tan magnífica publicidad, al menos deberían mandar un lote de cajas de vino a las oficinas de Pixar en Navidad—, y en la que tendrán que demostrar sus habilidades en la práctica de la natación, el ciclismo y el arte de comer pasta. En medio de todo eso, por supuesto, el protagonismo recae sobre la amistad entre los dos niños anfibios. Luca es todo cautela y Alberto, en cambio, es descarado y propenso a correr riesgos, y eso significa que son complementarios. Alberto ayudará a su nuevo socio a salir de su caparazón, y a su vez aprenderá de él que la vida es mucho más que simple diversión.

Cuando el tráiler de ‘Luca’ vio la luz hace ya un tiempo, muchos se apresuraron a etiquetarla como primera película gay de Pixar, en buena medida porque su argumento —en una efervescente Italia pretérita, dos muchachos se conocen y experimentan una intensa relación veraniega mientras tratan de ocultar al resto del mundo quiénes son realmente— parecía ser bastante similar al de ‘Call Me By Yor Name’ (2017), de Luca (¡!) Guadagnino. Sin embargo, y como era de esperar, la relación entre Luca y Alberto no tiene nada de romántica. Aunque sentimentalmente honda y condicionada por celos y traiciones, en realidad no es muy distinta de la que, sin ir más lejos, comparten Woody y Buzz Lightyear. Y aunque el miedo al entorno que la pareja sufre a causa de su identidad puede funcionar como metáfora de una relación homosexual, también podría hacerlo como alegoría de los refugiados que llegan a las costas italianas y se topan con la hostilidad de los europeos, o como alusión a cualquier otro colectivo que sufre acoso por el mero hecho de ser diferente.

placeholder 'Luca' está ambientada en Portorroso, una localidad de la Riviera italiana. (Disney )
'Luca' está ambientada en Portorroso, una localidad de la Riviera italiana. (Disney )

De hecho, nada de lo que experimentan Luca y Alberto es especialmente sorprendente. Su periplo incluye escenas en las que la pareja descubre pequeños placeres consustanciales al mundo humano —el helado, los 'trenette al pesto'—, y varias otras en las que su secreto está a punto de ser descubierto; inevitablemente, llegado el momento, su amistad está a punto de romperse de forma irremediable. Todo en la película es previsible, pero eso no le resta carisma; Portorroso, por ejemplo, es retratado como un edén de ‘trattorie’, plazas con fuentes en el centro y sábanas blancas que cuelgan de los balcones, completamente estereotipado, pero tan sugerente que invita a teclear el nombre del pueblo en Airbnb.

Su apuesta por la superficialidad, eso sí, limita sus méritos. Todos los conflictos y motivaciones que componen la trama son trazados con brocha gorda y, pese a pertenecer al catálogo de la misma compañía que capturó la vida bajo el mar en todo su esplendor en ‘Buscando a Nemo’ (2003), el retrato que ‘Luca’ ofrece del mundo submarino es más bien ramplón. Y aunque Casarosa ha citado a Fellini y Miyazaki entre los referentes de la película, parece haberse contentado con tomar préstamos cosméticos de esos maestros. Nada de eso, decimos, impide a ‘Luca’ resultar absolutamente encantadora, pero, al mismo tiempo, su liviandad resulta algo decepcionante si se compara con la ambición conceptual de los mejores títulos de Pixar. Sumergirse en su mundo sin duda garantiza una experiencia placentera, pero, a diferencia de la que viven sus dos protagonistas, no especialmente memorable o reveladora.

El protagonista titular de ‘Luca’ es como tantos otros preadolescentes: tímido y algo retraído, pero ansioso por descubrir todo lo que hay más allá de su pequeño mundo doméstico, incluso si eso implica desobedecer a sus padres. Solo se sale de la norma por un detalle insignificante: el chico en realidad es una criatura marina anfibia de piel verde, pecas azules y una larga cola que, eso sí, se transforma en una versión humana de sí mismo en cuanto sale del agua y se seca. En Portorroso, un pueblo pesquero cercano, la especie a la que Luca y su familia pertenecen se ha convertido en asunto de leyenda. Sus habitantes viven obsesionados con capturar a uno de esos “monstruos del mar”, como ellos los llaman. Pese a ese riesgo y a las advertencias de sus padres —o, más bien, precisamente a causa de todo ello—, Luca no tarda en salir la tierra firme. Y allí conoce a Alberto, otro humanoide más o menos de su misma edad, que vive instalado en la superficie. En su búsqueda de aventuras, los dos muchachos no tardan en recalar en las calles de Portorroso, obligados a proteger su verdadera identidad a toda costa.

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