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'The Gentlemen. Los señores de la mafia': qué mal has envejecido, Guy Ritchie
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'The Gentlemen. Los señores de la mafia': qué mal has envejecido, Guy Ritchie

'The Gentlemen' transcurre esencialmente a la manera de una serie de confrontaciones en las que un hombre trata de vencer verbalmente o de intimidar a otro

Foto: 'The Gentlemen'.
'The Gentlemen'.

A decir verdad, no puede decirse que Guy Ritchie esté mayor, tan solo tiene 51 años. Es su cine, que se dio a conocer a finales de los noventa, el que ha envejecido mal. Recordemos que su carrera como cineasta despegó gracias a las comedias de acción 'Lock & Stock' (1998) y 'Snatch: cerdos y diamantes' (2000), que lo convirtieron en un émulo especialmente resultón de Quentin Tarantino y, gracias a ello, no solo le dieron carta blanca para seguir cultivando el género con resultados cada vez menos convincentes —'Revolver' (2005) y 'Rocknrolla' (2008) demuestran esa involución— sino que además generaron una patulea de imitadores. Vistas hoy, es cierto, ambas películas siguen resultando divertidas; pero son producto de su tiempo, y desde que las hizo, Ritchie no ha dado muestras de haber crecido como director; lo único que se ha incrementado en su cine son los presupuestos con los que cuenta y el caché de sus estrellas.

Sea como sea, tras adentrarse de forma más bien fallida en el cine de fantasía a través de la reciente 'Aladdin' (2019), después de la insoportable 'Rey Arturo: la leyenda de Excalibur' (2017) y de los dos aparatosos intentos de convertir a Robert Downey Jr. en Sherlock Holmes, el británico parece haber diseñado 'The Gentlemen' como una forma de revivir sus más tempranas glorias artísticas, demostrando en el proceso ser un estilista —un estilista hortera, pero estilista al fin y al cabo— al menos en igual medida que un narrador y que, de hecho, ser lo uno y lo otro no tiene por qué ser dos cosas tan distintas. La nueva película, dicho de otro modo, es un 'greatest hits' de las señas de identidad que en su día convirtieron a Ritchie en algo parecido a un autor: está habitada por una serie de crápulas que se cruzan los unos con los otros en una red de delincuencia cada vez más amplia, compuesta de secuencias llenas de diálogos rápidos y planos de corta duración y decorada con voces en 'off', diálogos extravagantes y tramas tan complicadas que haría falta un croquis para seguirlas, y con un deje racista que, en los tiempos que corren, resulta inequívocamente vetusto.

Aunque, eso sí, más allá de un par de vistosas persecuciones y de un par de tiroteos, en la nueva película se detecta una sorprendente falta de pirotecnia. Ritchie, en cambio, prefiere dar más protagonismo al tipo de diálogos floridos por los que siempre ha mostrado predilección, y en ese sentido proporciona a casi todos los miembros de su reparto una parte considerable del pastel. La enrevesada trama acompaña al barón de la marihuana Mickey Pearson (Matthew McConaughey) —uno de los temas de la película es la fina línea que separa a los aristócratas de los mafiosos— mientras trata de vender su imperio y para ello se enfrenta a gánsteres chinos, a boxeadores aficionados, a la prensa sensacionalista y a un extravagante investigador privado (Hugh Grant) que trata de chantajearlo con evidencias de sus chanchullos.

La narración no da giros suficientes para funcionar a modo de 'thriller', ni las virguerías necesarias para aspirar a ser cine de acción

En el proceso, 'The Gentlemen' transcurre esencialmente a la manera de una serie de confrontaciones en las que un hombre trata de vencer verbalmente o de intimidar a otro —ocasionalmente, esas situaciones incluyen a más de dos personajes—. Y en su avance, la narración no proporciona giros y enredos suficientes para funcionar a modo de 'thriller', ni las virguerías necesarias para aspirar a ser cine de acción ni la mínima cantidad de chistes habitual en una comedia; en ese aspecto, es necesario destacar la fijación de la película con los gags relacionados con el mundo del cine, y en concreto una alusión despectiva a 'La conversación' (1974), de Francis Ford Coppola, que resultaría más divertida si formara parte de una película menos tediosa que esta.

placeholder 'The Gentlemen'.
'The Gentlemen'.

En cualquier caso, 'The Gentlemen' mayormente hace depender su eficacia de las interpretaciones de sus actores, que en general ofrecen un resultado de lo más irregular: Hugh Grant y Colin Farrell cumplen, y Charlie Hunnam está mejor de lo que cabría esperar de él. Pero Jeremy Strong decepciona, aunque no tanto como McConaughey: su interpretación, solemne y grandiosa en el centro de la historia, establece un excesivo contraste con los 'cartoons' que rodean a su personaje y, como resultado, la capacidad cómica de las situaciones se resiente de forma evidente. Esa falta de sincronía sin duda contribuye a que, en última instancia, 'The Gentlemen' se perciba como un reflejo nítido de la situación en la que se encuentra su personaje principal: es el trabajo de alguien a quien no le queda nada que aportar al negocio pero que aun así no puede dejarlo atrás, la obra de un director ansioso por demostrar que sigue conectado con el público que le dio la fama pero que, en realidad, tan solo deja claro hasta qué punto ha perdido contacto con él.

Foto: Elisabeth Moss es Cecilia Kass en 'El hombre invisible'. (Universal)
Foto: 'Cuestión de justicia'.

A decir verdad, no puede decirse que Guy Ritchie esté mayor, tan solo tiene 51 años. Es su cine, que se dio a conocer a finales de los noventa, el que ha envejecido mal. Recordemos que su carrera como cineasta despegó gracias a las comedias de acción 'Lock & Stock' (1998) y 'Snatch: cerdos y diamantes' (2000), que lo convirtieron en un émulo especialmente resultón de Quentin Tarantino y, gracias a ello, no solo le dieron carta blanca para seguir cultivando el género con resultados cada vez menos convincentes —'Revolver' (2005) y 'Rocknrolla' (2008) demuestran esa involución— sino que además generaron una patulea de imitadores. Vistas hoy, es cierto, ambas películas siguen resultando divertidas; pero son producto de su tiempo, y desde que las hizo, Ritchie no ha dado muestras de haber crecido como director; lo único que se ha incrementado en su cine son los presupuestos con los que cuenta y el caché de sus estrellas.

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