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Guadalupe Sánchez: "España es uno de los países más seguros para ser mujer"
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Guadalupe Sánchez: "España es uno de los países más seguros para ser mujer"

La abogada, articulista y tuitera española publica su primer libro: 'Populismo punitivo'

Foto: Guadalupe Sánchez Baena
Guadalupe Sánchez Baena

Guadalupe Sánchez ejerce como abogada y, desde hace unos años, también como articulista y tuitera (@Proserpinasb). Ha despertado interés por su postura abiertamente feminista y extremadamente crítica con lo que considera una desviación peligrosa: el identitarismo de género. Experta en el terreno judicial y legal, ha escrito un libro que alerta sobre los peligros del derecho penal de autor que proponen desde izquierda y derecha, al tiempo que hace pedagogía con lenguaje accesible sobre el funcionamiento real de la justicia. Se llama 'Populismo punitivo', viene prologado por John Muller y lo publica Deusto.

PREGUNTA: El populismo punitivo parece ser una tendencia, tanto en la izquierda como en la derecha. ¿Qué opinión crees que tienen en el mundo judicial sobre el trabajo de los legisladores?

RESPUESTA:. La principal crítica del mundo judicial respecto al legislador siempre ha sido, es y será sobre los intentos de interferir en la independencia del poder judicial. Eso habla bien de nuestros jueces y mal de nuestros legisladores.

P. Pero supongo que para muchos jueces tiene que ser bochornoso condenar según qué cosas. Algunos, por ejemplo, comentan en petit comité con pesadumbre según qué sentencias que se ven obligados a imponer por según qué leyes, como las llamadas mordazas.

R. Todos los jueces tienen ideología, faltarías más, y su propia opinión sobre las normas que emanan del Legislativo. Es cierto que están obligados a aplicarlas, pero también que el sistema establece mecanismos para que la judicatura pueda cuestionar ante instancias superiores normas cuyo encaje jurídico en el ordenamiento consideran dudoso: la cuestión de constitucionalidad o la cuestión prejudicial.

P. En este sentido, tu libro es claro: el sistema funciona bastante bien, por más que los populistas legislativos carguen contra él. Por ejemplo, señalas que no hizo falta reformar el concepto de violación en el Código Penal para que a la Manada le cayeran 15 años en el Supremo.

placeholder 'Populismo punitivo'
'Populismo punitivo'

R. La actual legislación penal en materia de delitos contra la libertad sexual es bastante clara y se ajusta a la perfección a las exigencias de los convenios internacionales suscritos por España, como el de Estambul. La sentencia de La Manada trataba un caso límite desde el punto de vista jurídico: la delgada línea que a veces separa los supuestos de agresión y abuso sexual. La polémica que se generó en torno a ella fue del todo artificiosa e interesada: altas personalidades del Estado, como el presidente del gobierno, dieron a entender que el tribunal no había creído a la víctima (recuero el famoso "hermana yo sí te creo"), cuando la realidad es que en las sentencias de todas las instancias se plasmó expresamente la confianza de los magistrados en su versión de los hechos.

P. No es la única mentira...

R. No. También se mintió y se sigue mintiendo sobre cómo trata nuestra legislación penal la ausencia de consentimiento en las relaciones sexuales. Se ha trasladado a la ciudadanía la idea de que en España el sexo no consentido no es delito, y eso no es cierto: es delito tanto cuando la negativa es expresa como cuando se infiere del comportamiento o actitud de la víctima. Ni siquiera es necesario que ésta se resista expresamente para el tribunal valore la ausencia de consentimiento, como sucedió en el caso de la Manada. Por eso resultaban vergonzosas manifestaciones como la de la actual ministra de Igualdad, Irene Montero, o la de Carmen Calvo, afirmando que el Supremo les había hecho caso. No sólo mintieron sino que fueron unas absolutas irresponsables dando a entender que sus presiones o cargos les confirieron ascendencia sobre el tribunal.

Se ha trasladado a la ciudadanía la idea de que en España el sexo no consentido no es delito, y eso no es cierto

P. Otro "yo sí te creo" fue el de Juana Rivas. Ahora el caso se ha desmoronado, todas sus denuncias de Rivas han caído. Recuerdo aquel espectáculo en que las feministas se pusieron togas y escenificaron un juicio contra la prensa, por machismo, con Rivas en el público. ¿Era eso una expresión de lo que llamas identitarismo de género?

R. Sí. El feminismo es, y debe ser, igualdad ante la ley. Eso implica que hombres y mujeres seamos tratados por igual en un proceso penal al margen de nuestro sexo. Pretender que se subvierta la presunción de inocencia del acusado transformándola en una presunción de veracidad de la acusación, por el hecho de que quien acusa sea mujer, es intentar quebrar la igualdad ante la ley en favor del privilegio por razón de un rasgo identitario, el sexo. Y eso no es feminismo.

P. Sin embargo, ¿no es cierto que muchas mujeres han visto cómo los sesgos de unos jueces han dejado impunes a sus agresores? ¿De qué otra manera podría incentivarse la denuncia para que se sientan seguras de que se las creerá, en caso de que sí las hayan violado o agredido?

R. El sistema judicial no es infalible, claro que no, aunque no me consta que sea cierto que muchos jueces hayan dejado impunes a agresores sexuales, y menos que lo hayan hecho por su sesgo. Habrá casos, pero suelen magnificarse por el político de turno, que luego oculta que la sentencia ha sido revocada en una instancia superior. En cualquier caso, la protección y la mayor efectividad en la atención a las víctimas no debe conseguirse a costa de subvertir derechos humanos fundamentales, como la presunción de inocencia. Eso es una falsa dicotomía.

Se está intentando convertir al feminismo en un gueto ideológico en el que no caben matices

P. Me interesa esto de las falsas dicotomías, porque se ha convertido en la moneda de cambio corriente de los debates públicos. Explicas que el identitarismo de género ha logrado confundir la crítica contra sus ideas con ataques a las mujeres.

R. Exacto. Se está intentando convertir al feminismo en un gueto ideológico en el que no caben matices. Yo seguiré defendiendo que el feminismo debe tener carácter universal, y que dentro cabe cualquiera, ya sea hombre o mujer, que defienda la igualdad ante la ley. Hay gente que afirma que, como se trata de un derecho ya consagrado, no necesitamos el feminismo, pero yo creo que sí: no debemos confundir el reconocimiento legislativo con su efectividad práctica. A las mujeres nos queda mucho por recorrer en materia de conciliación maternal, por ejemplo.

P. Tus argumentos harían mucho bien, creo, a una parte de la izquierda. Sin embargo viene avalado por citas de, entre otros, Isabel Díaz Ayuso y Cayetana Álvarez de Toledo. ¿No temes que esto pueda alejar a lector de izquierdas? ¿Qué les dirías para que lean el libro?

R. Que me citen Díaz Ayuso o Cayetana para mí es un auténtico honor. Y que Isabel lo vaya a presentar, también. Para el que quiera ver en estas circunstancias connotaciones políticas, pues le invito a que el 26 de marzo acuda a la presentación del libro en la sede de CCOO, donde haré una segunda presentación acompañada de personalidades de la izquierda, que comparten algunas de mis inquietudes, que también son las de Isabel o Cayetana. Si hay algo que debe servir de eje de unión, es la presunción de inocencia.

Lo que pretende Irene Montero es que el hecho de ser mujer convierta nuestro testimonio en verdad indubitada

P. Esta mañana, Irene Montero ha criticado que "se siguen cuestionando los testimonios de las mujeres" y ha dicho que "desgraciadamente en nuestro sistema judicial falta perspectiva de género". Cuestionar una acusación, ¿no es una parte intrínseca de la justicia en un estado de derecho?

R. Lo de Montero es un eufemismo. Lo llama "cuestionar", pero lo que subyace, lo que pretende, es que el hecho de ser mujer convierta nuestro testimonio en verdad indubitada. Es decir, que la presunción de inocencia ceda en detrimento de una presunción de veracidad. Y eso es poner en cuestión los cimientos del Estado de Derecho. Pero es que, además, miente. En el proceso penal español el sólo testimonio de la víctima puede ser prueba de cargo (la única) si cumple determinados requisitos. Además, estas declaraciones, exigiendo que se nos crea por el mero hecho de ser mujer, son extremadamente paternalistas. Pretenden excluirnos de tener que demostrar nada, a parte de nuestra condición biológica. Ni que fuésemos incapaces.

P. Estableces una analogía entre un populismo punitivo de izquierdas, que criminalizaría al hombre y victimizaría a la mujer, con un populismo punitivo de derechas, que criminaliza al extranjero y victimiza al español. ¿Puedes explicarlo?

R. Ambos utilizan el mismo discurso y los mismos métodos: la criminalización de un colectivo que redunda en la victimización de otro. Trasladan a la opinión pública la idea de que las personas que reúnen una determinada cualidad de carácter indisponible, como el sexo o la nacionalidad, son un riesgo para la seguridad. Ambos resucitan el infame derecho penal de autor, en el que no se castiga a una persona por los actos concretos cometidos, sino en función de cualidades de su personalidad.

El derecho penal de autor es peligroso, en primer lugar, porque determina la vulneración de derechos y libertades fundamentales

P. El derecho penal de autor, cuyo origen contemporáneo señalas en la URSS y la Alemania nazi, se opone al derecho penal de acto del estado democrático. ¿Podrías explicar por qué es tan peligroso el primero?

R. El derecho penal de autor es peligroso, en primer lugar, porque determina la vulneración de derechos y libertades fundamentales que conforman los cimientos de nuestro Estado de derecho, de las democracias liberales, en definitiva. Pero además porque implica una concepción utilitaria del derecho, en la que éste es un instrumento al servicio del poder. El repaso que hago en el libro a cómo el derecho penal se convirtió en una herramienta de represión a favor de los regímenes comunista y nazi es buen ejemplo de ello.

P. Cuando describes los juicios en la URSS y Alemania, sin abogado, o hasta con abogados dedicados a humillar al acusado, no he podido evitar pensar en el #MeToo.

R. Lo que sucedió en la URSS o en la Alemania nazi da una visión de hasta dónde se puede llegar cuando una sociedad asume, en pos de la seguridad, que sus derechos y libertades fundamentales son propiedad del Estado y que éste puede disponer de ellos en la medida que lo necesite porque lo importante es la derrota del "enemigo". El eslogan, además, lleva siendo el mismo durante siglos: si no has hecho nada malo no tienes de qué preocuparte.

P. Que se lo digan a Morgan Freeman.

R. Pues mira, él no hizo nada malo y ni eso lo libró del juicio y la condena social.

P. Por eso. Estoy verdaderamente asombrado con el poco recorrido jurídico que está teniendo el #MeToo. ¿Crees que hay propuestas que quieren acercar el sistema judicial a los juicios populares?

R. De una manera muy sibilina, sí. Por ejemplo, las declaraciones de Montero afirmando que a las mujeres hay que creerlas en el juicio solo por ser mujeres son un claro ejemplo de esa justicia popular a la que te refieres. Otras organizaciones feministas, en busca de mayor inmediatez, han decidido centrarse en los juicios sociales paralelos porque asumen que, a día de hoy, rige la presunción de inocencia en el ámbito penal.

Exigir la explicitación del consentimiento para que quede clara nuestra voluntad es un ejercicio de burocratización absurdo de nuestra vida sexual

P. ¿Solo sí es sí?

R. No, básicamente porque los seres humanos somos capaz de comunicarnos con lenguaje no verbal. Exigirnos la explicitación del consentimiento para que quede clara nuestra voluntad es un ejercicio de burocratización absurdo de nuestra vida sexual y una muestra de paternalismo hacia la mujer.

P. Criticas, entre las falsas dicotomías, la de libertad y seguridad. Sostienes que la libertad y la seguridad no son excluyentes. ¿Podrías explicarlo?

R. Claro: España es uno de los países más seguros del mundo para ser mujer con una legislación respetuosa con los derechos humanos, las libertades fundamentales y las garantías procesales. No se me ocurre mejor ejemplo de que libertad y seguridad pueden ir de la mano sin problema.

P. ¿Has tenido miedo yendo sola por la calle?

R. No le tengo miedo a la soledad, es inofensiva (risas).

P. Pregunto porque este sentimiento, creo que bastante generalizado en las mujeres, se usa como ariete legislativo.

R. El miedo es algo instintivo y hasta legítimo, pero dar a entender que criminalizar a todos los varones o poner en cuestión sus derechos fundamentales va a conseguir que nos sintamos más seguras, es falaz. El miedo es parte de nuestro instinto de supervivencia.

P. Pero el miedo parece el negocio más lucrativo del populismo. En la criminalización de los inmigrantes se actúa de la misma forma. Es interesante constatar cómo Vox va a rebufo del identitarismo de género y habla de las "manadas de extranjeros", mientras acusa a los medios de silenciar sus violaciones.

R. La seguridad es una necesidad atávica de las sociedades. Siempre se ha explotado desde el poder y ha sido la gran excusa para socavar derechos y libertades. Como ya he dicho antes, el identitarismo de género y el de corte nacionalista comparte métodos y, en consecuencia, resultados. Esto se apreció de forma cristalina en aquel caso en que unas muchachas norteamericanas denunciaron por agresión sexual a tres jóvenes afganos en Nochevieja.

El poder siempre se ha explotado desde el poder y ha sido la gran excusa para socavar derechos y libertades

P. ¿Por qué ese caso es tan sintomático?

R. Tanto desde las filas de la izquierda (Psoe y Podemos) como desde Vox se azuzó el alarmismo sobre la inseguridad. Los primeros, con los tantas veces cacareados eslóganes de "si violan a una nos violan a todas", "No es no", "el patriarcado violador etc". Los segundos, poniendo el foco sobre las manadas de extranjeros. Pero en este caso, apenas unos meses después, las investigaciones policiales han puesto de manifiesto que todo parece indicar que las muchachas lo inventaron todo para cobrar un seguro de viaje. Desde la política se está olvidando, conscientemente, que la presunción de inocencia tiene una vertiente social, consagrada en un Directiva Europea del año 2016, que conmina a las autoridades públicas a no referirse a alguien como culpable en tanto no sea condenado por sentencia firme. Esto no se está respetando, porque parece que abrir la veda contra el "enemigo" da votos.

P. ¿Existen las denuncias falsas en violencia de género o son un bulo de la ultraderecha?

R. Existen mucho antes de que Vox las usase para competir en la arena electoral. Es una realidad que se conoce en los juzgados y con la que convivimos los abogados. No entiendo por qué hay que silenciarlo o mentir al respecto. Es más, a mí me parece un error. Es otra de esas falsas dicotomías, porque tratar el tema de las denuncias falsas no es incompatible con mejorar la atención a las víctimas de violencia machista. De hecho, abordar el primer problema redundaría en mejorar la atención a las segundas.

P. ¿Qué esperas que aporte tu libro al debate público?

R. Me conformo con que ayude a la gente a identificar lo que subyace tras determinados discursos. Durante la crisis se habló mucho de la falta de conocimientos financieros, pero la actualidad está revelando que está manca en conocimientos jurídicos básicos. El Estado liberal y democrático de derecho es un tesoro y debemos ser capaces de reconocer a quienes pretenden cuestionar sus cimientos empleando cantos de sirena.

Guadalupe Sánchez ejerce como abogada y, desde hace unos años, también como articulista y tuitera (@Proserpinasb). Ha despertado interés por su postura abiertamente feminista y extremadamente crítica con lo que considera una desviación peligrosa: el identitarismo de género. Experta en el terreno judicial y legal, ha escrito un libro que alerta sobre los peligros del derecho penal de autor que proponen desde izquierda y derecha, al tiempo que hace pedagogía con lenguaje accesible sobre el funcionamiento real de la justicia. Se llama 'Populismo punitivo', viene prologado por John Muller y lo publica Deusto.

Ensayo Código Penal Irene Montero Cayetana Álvarez de Toledo