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'Le Mans '66': una carrera de coches que no pasa de segunda marcha
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'Le Mans '66': una carrera de coches que no pasa de segunda marcha

James Mangold, el director de 'Logan', vuelve con la historia de la lucha de Ford contra Ferrari por la hegemonía en la Fórmula 1 a mediados de los años sesenta

Foto: Christian Bale es Ken Miles en 'Le Mans '66'. (Fox)
Christian Bale es Ken Miles en 'Le Mans '66'. (Fox)

La nueva película de James Mangold —en su día director de 'Logan' (2017), una de las más aclamadas películas de superhéroes— no exige un conocimiento previo del mundo de la Formula 1 ni del significado de conceptos como 'pit stop' o 'pole position'. No requiere que sus espectadores tengan interés alguno en el automovilismo, del mismo modo que uno no necesita ser un fanático del boxeo para disfrutar de cualquiera de las andanzas de Rocky Balboa. En realidad, 'Le Mans ’66' es ante todo la historia del romance platónico entre dos hombres cuyo medio de expresión primordial es el volante, y que tratan de mantenerse fieles a su visión creativa mientras trabajan para una empresa cuyas únicas preocupaciones son su propia imagen pública y las ventas masivas de sus productos. Teniendo eso en cuenta, es irónico que sea una película tan formularia y predecible.

Matt Damon interpreta al ingeniero y expiloto Carrol Shelby, que en 1965 fue reclutado por los ejecutivos de la Ford Motor Company para que los ayudara a derrotar a la escudería Ferrari en las 24 horas de Le Mans, la carrera automovilística más famosa del planeta; se le pidió que reuniera su propio equipo de ingenieros y pilotos y que construyera el automóvil más rápido del mundo, todo en el espacio de 90 días. Para ello, Shelby, que en 1959 había ganado Le Mans al volante, contrató al mejor conductor que conocía, Ken Miles (Christian Bale), un antiguo héroe de guerra del ejército británico conocido por su mal carácter y por llevar los coches que pilotaba al límite.

Esa decisión inicialmente resultó problemática para los ejecutivos de Ford, que consideraban a Miles incompatible con la imagen de la compañía y querían que alguien más obediente se sentara al volante. "Necesitamos un piloto Ford en un automóvil Ford, ese es el estilo de Ford", le dice a su jefe el vicepresidente de la compañía, Leo Beebe, a quien encarna Josh Lucas sobreactuando como si le fuera la vida en ello.

Se pidió a Shelby que reuniera su propio equipo de ingenieros y pilotos para construir el automóvil más rápido del mundo, todo en el espacio de 90 días

'Le Mans ’66' posiciona a Shelby y Miles como encarnaciones mismas de la integridad, el trabajo honesto y la bondad misma: uno es el dueño del negocio que trabaja en estrecha colaboración con los mecánicos de su taller, y el otro es el loco del asfalto que mantiene sus impulsos bajo control a través del amor a su esposa y a su hijo. En la piel del primero, Damon exhibe relajado carisma; en la del segundo, Bale es una colección de tics. Fueron las innovaciones mecánicas introducidas en el coche por la pareja, en particular un revolucionario sistema de frenos, lo que condujo a Ford a la victoria que 'Le Mans ’66' recrea.

placeholder Matt Damon en otro momento de 'Le Mans '66'. (Fox)
Matt Damon en otro momento de 'Le Mans '66'. (Fox)

La película que transcurre en torno a ellos es agresivamente convencional y, decimos, del todo previsible incluso para quienes no hayan consultado en la Wikipedia la historia real en la que se basa. Entre los expertos del mundo del deporte se considera que lo que esos dos hombres lograron en tan poco tiempo fue titánico, y por eso es particularmente decepcionante que la recreación que Mangold hace de ello, y discúlpese el símil, no pase de la segunda marcha.

Todo es previsible incluso para quienes no hayan consultado la historia real en la que se basa

Uno de los motivos es que, en el fondo, es una película de 90 minutos estirada para que su duración alcance los 150; otro, más grave, es que resulta extremadamente difícil empatizar con ninguno de los dos personajes; y un tercero es el recurso a los estereotipos a la hora de retratar tanto a los italianos en general como sobre todo a la esposa de Miles, relegada al estatus de mujer florero; todo cuanto se requiere de ella es que mire con preocupación hacia el transistor mientras escucha por la radio la carrera de su marido.

placeholder Cartel de 'Le Mans '66'
Cartel de 'Le Mans '66'

A decir verdad, la película al menos cobra vida durante las escenas de las carreras, especialmente en los momentos en los que los competitivos pilotos se embisten los unos a los otros y entonces queda claro que, a diferencia de la mayoría del resto de deportes, el automovilismo es realmente peligroso y sobre todo lo era en los años 60. Y por eso cabe preguntarse, ¿qué es lo que empuja a los pilotos a jugarse la vida? ¿Por qué se expone Miles a dejar viuda a su amada esposa y huérfano a su crío? ¿Se trata de la búsqueda de la gloria? ¿Del derroche de adrenalina? ¿Del mero sentido del deber? 'Le Mans ‘66' no parece especialmente interesada en buscar la respuesta.

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Eulàlia Iglesias

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