'¡Qué guapa soy!': no eres gorda, eres ancha de caderas
Amy Schumer protagoniza esta comedia que en teoría —y solo en teoría— pretende criticar lo inflexible del canon de belleza actual, pero que acaba sin creerse su propia tesis
'¡Qué guapa soy!' llega a España tras haber causado cierta controversia en Estados Unidos. Incluso antes de su estreno, numerosas mujeres expresaron públicamente su frustración por el hecho de que la película se sirviera de la actriz Amy Schumer para encarnar a una mujer tan poco agraciada que solo después de darse un golpe en la cabeza es capaz de sentirse hermosa. Y aunque en realidad lo que más le falta a la protagonista de esta comedia no es el atractivo sino la autoestima, esas críticas no iban del todo desencaminadas. En última instancia, eso sí, la película presenta problemas mucho más graves que su supuesta desconsideración con los atributos físicos de Schumer.
En concreto, '¡Qué guapa soy!' es la historia de Renee (Schumer), que trabaja como 'web manager' en una prestigiosa firma de cosméticos. Aunque su vida no es especialmente complicada, a diario recibe señales que avivan sus inseguridades acerca de su propio aspecto físico. Un día, mientras está de compras, una vendedora le hace saber que su talla solo está disponible 'online'; cuando se desviste por las noches, se siente horrorizada al examinar su cuerpo frente al espejo, y en su primera visita al gimnasio, no solo se siente abrumada por los cuerpos perfectos de las chicas que la rodean, sino que nada más ponerse a hacer 'spinning' rompe tanto la bicicleta como sus 'leggings'.
La idea de la película es reflejar con humor las presiones y ansiedades generadas por una cultura que recuerda constantemente a las mujeres que no son ni suficientemente delgadas ni suficientemente sexis. Y para ello, los directores Abby Kohn y Marc Silverstein echan mano de una premisa orgullosa de sus similitudes con las de comedias testarudamente ochenteras como 'De tal astilla… tal palo' (1987) o 'Big' (1988): después de expresar cuánto desearía ser bella durante una noche lluviosa, Renee sufre un accidente en el gimnasio que le provoca un radical cambio de actitud sobre su propia imagen: ahora, al mirarse al espejo, ve a la mujer más hermosa del mundo.
La película exhibe orgullosa sus similitudes con comedias testarudamente ochenteras como 'De tal astilla… tal palo' (1987) o 'Big' (1988)
Lo que viene después es una serie de situaciones en las que la protagonista, ahora rebosante de confianza —basada, eso sí, en una idea falsa sobre sí misma—, asume riesgos a los que nunca antes se habría atrevido: le da su número de teléfono a un hombre y lo invita a una cita, decide participar en un concurso de belleza en bikini, y se anima a solicitar el trabajo de sus sueños. El trabajo de sus sueños, por cierto, es ser recepcionista, porque para ser recepcionista hay que estar buena. Las intenciones cómicas de Kohn y Silverstein son nobles. En todas esas escenas, el chiste está no tanto en el aspecto real de Renee como en el bizarro comportamiento causado por su repentino exceso de narcisismo. El problema es que el chiste se agota con rapidez, en parte porque detrás de él no hay nada.
Dicho de otro modo: '¡Qué guapa soy!' es la historia de una joven que finalmente se da cuenta de que lo importante no es el aspecto externo sino lo que hay en el interior, pero la película en ningún momento se molesta en decirnos qué hay en el interior de esa joven, ni en desarrollar su personalidad más allá de sus deseos más superficiales. Renee es una persona que se define exclusivamente por su vanidad, el tipo de mujer que se siente halagada cuando cree que un albañil le lanza un silbido. Una película de otra categoría —de más categoría— usaría esos detalles para funcionar a modo de comentario sobre lo tóxica que resulta la industria de la belleza y el daño que puede infligir sobre quienes son víctimas de su influencia. Pero Kohn y Silverstein no hilan tan fino.
El que quizá sea el momento más embarazoso de la película se produce cuando Renee decide participar en el citado concurso de belleza y, rodeada de delgadas modelos semidesnudas, se abandona a un contoneo lleno de connotaciones sexuales. ¿Pretende la escena retratarla como una mujer liberada y encantada de no caber en una talla 34? ¿O se supone que debe parecernos gracioso que Renee —que, recordemos, en este momento cree tener el mismo aspecto que el resto de modelos— se ponga involuntariamente en ridículo? Probablemente Kohn y Silverstein están seguros de haber apostado por la primera opción; y tal vez si Renee hubiera ganado el concurso gracias a su exuberante personalidad, habrían resultado convincentes en ese sentido. Pero no: la ganadora resulta ser una mujer que parece directamente sacada de una portada de 'Sports Illustrated'. '¡Qué guapa soy!', pues, es una película que defiende el triunfo de la autoestima sobre la belleza física pero que no se cree su propia tesis; que por un lado quiere rechazar el tiránico sistema de jerarquías que la industria de la belleza impone pero por otro ridiculiza a quienes no tienen claro su lugar dentro de ese sistema.
'¡Qué guapa soy!' llega a España tras haber causado cierta controversia en Estados Unidos. Incluso antes de su estreno, numerosas mujeres expresaron públicamente su frustración por el hecho de que la película se sirviera de la actriz Amy Schumer para encarnar a una mujer tan poco agraciada que solo después de darse un golpe en la cabeza es capaz de sentirse hermosa. Y aunque en realidad lo que más le falta a la protagonista de esta comedia no es el atractivo sino la autoestima, esas críticas no iban del todo desencaminadas. En última instancia, eso sí, la película presenta problemas mucho más graves que su supuesta desconsideración con los atributos físicos de Schumer.
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