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Fenómeno 'Bluey': la serie para niños que alucina a los padres y es una máquina de hacer dinero
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"Los padres también tienen resaca"

Fenómeno 'Bluey': la serie para niños que alucina a los padres y es una máquina de hacer dinero

Estos dibujos animados de origen australiano superan a los de Disney en su propia plataforma y ha conseguido que la BBC marque récords de beneficios. Su forma de mostrar la realidad familiar los ha vuelto una serie de culto

Foto: Tradicional desfile de Acción de Gracias en Nueva York con una figura gigante de Bluey. (Reuters/Andrew Kelly)
Tradicional desfile de Acción de Gracias en Nueva York con una figura gigante de Bluey. (Reuters/Andrew Kelly)

"Creo que lo mejor que tienen es que son una familia actual normal y no esconden los problemas cotidianos, incluso en algún capítulo los padres tienen resaca o se les ve sobrepasados por la situación". A Isabel, trabajadora social y madre de dos niños pequeños, no le sorprende que uno de los personajes más buscados en las jugueterías para esta Navidad sea Bluey, o que su marca facture millones. Porque en su casa, como en muchísimas otras, se han tragado de principio a fin la serie que protagonizan estos pastores australianos.

Tras nombres como Peppa Pig, Cocomelon o la Patrulla Canina, el jugoso y peleado negocio del contenido para niños vive en los últimos tiempos con una nueva familia estrella. En apenas 5 años, estos dibujos animados australianos, protagonizados por la familia Heeler, Bluey, su hermana Bingo y sus padres Bandit y Chilli, han pasado de ser una serie infantil más a un fenómeno de culto aclamado por su público. Sus capítulos se sitúan entre lo más visto de Disney+, la plataforma que sirve este título a nivel global y que ve cómo estos perros superan a su propia factoría. A día de hoy, según la web FlixPatrol (especializada en rastrear los contenidos más vistos de cada servicio) solo Anatomía de Grey es capaz de superar el tirón mundial de Bluey.

"Es una serie de culto. Tiene algunos capítulos, como uno llamado La Videollamada, que de verdad son geniales. Están muy por encima de otras como Peppa Pig", explica Carlos, otro de los padres consultados para el artículo. La opinión que comparten todos los que conocen el caso es bastante común. La serie es muy parecida a otras muchas en lo básico, son capítulos cortos, sencillos, coloridos, y con aprendizaje, pero tiene puntos diferenciales. "El ritmo es entretenido y rápido, y a los niños les encantan los juegos que cuentan, pero también muestra a padres presentes o abuelos con problemas con la tecnología. Dentro de ser algo infantil, trata temas actuales con una perspectiva diferente que te hace que te sientas identificado como adulto y que no sea lo de siempre", añade Isabel.

Ese aspecto, el de que los padres se vean reflejados, parece estar siendo la clave del éxito. Aunque no está claro que fuese algo premeditado, en una situación en la que ya casi todo se ve bajo demanda y por plataformas, que una serie para niños señale tanto a los adultos y los haga partícipe del contenido puede ser un punto crucial para que los destinatarios finales del contenido vean o no lo que les muestran. Lejos ya de la época en la que bastaba con poner un canal de dibujos y consumir lo que este ofrecía, ahora son los progenitores los que dan al play a un título o ponen la tarjeta de crédito para comprar un juguete o pagar la propia plataforma. Así que hay que tenerlos en cuenta.

Foto: Imagen promocional de 'La patrulla canina'.

Los resultados muestran que la apuesta funciona, aunque no llegue al éxito de la Patrulla Canina. La BBC (la cadena británica acabó quedándose con los derechos para mostrarla globalmente, generando incluso un gran debate en Australia) dio cifras récord en 2022, con unos ingresos de 2.700 millones de dólares, y en la presentación de cuentas que hizo la compañía en verano destacó el papel de Bluey como parte fundamental de ese récord. La rama de BBC Studios en la que se enmarca su negocio con la serie, obtuvo un 40% más de beneficios que en el ejercicio anterior y sus ingresos por merchandising crecieron un 10% gracias a Bluey, según la propia compañía.

No es algo demasiado extraño si se ve que la juguetera dueña de los derechos de los dibujos animados, Moose Toys, aumentó su facturación un 25% tras conseguir los derechos de la marca. Facturaron en 2021 800 millones de dólares australianos (algo menos de 500 millones de euros).

En España aun el fenómeno no ha pegado tan fuerte como en otras partes del mundo, pero las líneas de estos pastores australianos de fantasía empiezan a verse en todas partes. Y apunta a uno de los grandes éxitos navideños. En Amazon sus cuentos (bajo licencia de Penguin Random House) ya están entre los más vendidos, y lo mismo pasa con sus peluches o sus juguetes, distribuidos aquí por Giochi Preziosi. Inditex también ha entrado en el juego y tiene varios productos sobre Bluey en su rama de Zara Kids.

Lo curioso es que el creador de la serie, el australiano Joe Brumm, asegura que él nunca quiso enseñar nada con sus dibujos. "Solo me propuse hacer reír a los niños", explicó a The New Daily, "se trataba de mostrar mi experiencia como padre". Sin embargo, su idea funciona, y es que no es tan sencillo como lo cuenta. Antes de lanzarse, este guionista de 41 años, que pasó por varios estudios antes de lanzar su proyecto, consultó varios libros y expertos. Su enfoque era el llamado juego dramático y para atar su contenido se sirvió de las investigaciones de la psicóloga Sara Smilansky, autora de Facilitando el Juego (1990), y Vivian Paley, una maestra de guardería estadounidense e investigadora de educación infantil.

Además, aunque no lo explica tal cual, siempre pensó en la mirada del adulto. "Entre los 4 y los 6 años los juegos de los niños están muy influenciados por la fase social y emocional, es un momento muy divertido de observar y plasmar” detallaba Brumm. "Si Bluey tiene una intención fuera del mero humor es mostrarnos a los padres qué aprenden los niños mientras juegan en ese momento", añadía.

El éxito son los padres

Con esta mezcla de ingredientes, la producción, cofinanciada por la ABC y la BBC, ha sido capaz de conectar con su público y ganárselo. "Es verdad que los niños juegan a los juegos que les enseñan en Bluey. Pero la serie engancha por más cosas, el papel del padre, por ejemplo, es muy interesante. Eso sí, ahora mi hija me pide que juegue con ella como lo hace Bandit con sus hijas", comenta Miguel Ángel.

"También tiene enseñanzas para los progenitores. Por ejemplo, sobre cómo gestionar los conflictos familiares", añade. En los capítulos se habla de la relación entre los padres, de cómo gestionar saludablemente problemas como los de la propia pareja o los que enfrentan sus hijos. Lejos de las imágenes simplistas o idílicas de otras series para niños sobre el papel de los progenitores, Bluey muestra una familia compleja, con adultos casi protagonistas. Además, rompe la imagen del clásico padre trabajador que deja la crianza a la madre para intercambiar los papeles.

Todos estos pasos no han estado faltos de crítica, pues en Estados Unidos hay quien ha tildado la serie de woke. Incluso un grupo mediático conservador ha lanzado unos dibujos calcados a estos, pero con chinchillas en vez de perros y mostrando marcados roles clásicos. Sin embargo, Bluey de momento ha salido airoso de estas tiranteces.

En los dibujos australianos, Bandit es el que se encarga de muchas tareas del hogar y el que conecta más con las perritas. Pero también se muestran escenas en las que ninguno de los padres tiene fuerzas para atender a su descendencia o situaciones están superados y lo comunican abiertamente. Hay espacio para otros adultos como amigos, tíos o abuelos, y para sus problemas. Si se tiene en cuenta que la serie está dedicada a niños menos de 8 años, se ve claramente que todas esas escenas buscan conectar con otra parte del público. Uno que de momento responde, comparte imágenes de Bluey en redes sociales y anima a otros a verlo.

"Creo que lo mejor que tienen es que son una familia actual normal y no esconden los problemas cotidianos, incluso en algún capítulo los padres tienen resaca o se les ve sobrepasados por la situación". A Isabel, trabajadora social y madre de dos niños pequeños, no le sorprende que uno de los personajes más buscados en las jugueterías para esta Navidad sea Bluey, o que su marca facture millones. Porque en su casa, como en muchísimas otras, se han tragado de principio a fin la serie que protagonizan estos pastores australianos.

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