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El palacio renacentista en medio de La Mancha que hace de doble del Vaticano en las películas
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El palacio renacentista en medio de La Mancha que hace de doble del Vaticano en las películas

En la provincia de Ciudad Real existe una pequeña joya que guarda la historia de la Marina desde 1784 hasta la Guerra Civil. Hoy se renueva el contrato con la Armada hasta 2088

Foto: Frescos en la bóveda del museo-archivo. (Instituto de Historia y Cultura Naval)
Frescos en la bóveda del museo-archivo. (Instituto de Historia y Cultura Naval)

"Aquí murió el niño de cinco años y sus desconsolados padres le lloran", reza una inscripción en la pared, que parece un grafiti. Si arrancásemos otras partes de la pared, quizás encontraríamos inscripciones similares, pero sería difícil hacerlo porque todo (desde las bóvedas al suelo, pasando por las mencionadas paredes) está lleno de arrebatadores frescos italianos.

Nos encontramos en lo que podría ser perfectamente un palacio napolitano, pero el grafiti de la pared demuestra que en otro tiempo también fue utilizado como hospital. Son solo algunos de los usos que se le dio al palacio mandado crear por don Álvaro de Bazán en el siglo XVI.

El Archivo-Museo Álvaro de Bazán (también Viso del Marqués) se encuentra en el pueblo del mismo nombre en la provincia de Ciudad Real, en una zona estratégica en su momento, cuando Álvaro de Bazán (en esta ocasión el padre), que venía de una familia de marinos que tras muchos periplos se había asentado en Granada, adquirió las tierras. Desde allí se podía pasar sin mucho problema a Toledo, Granada o Sevilla, y también se encuentra relativamente cerca de Madrid, los puertos de Cádiz y Cartagena e incluso Lisboa. Y para la familia todo aquello era, sin duda, una ventaja.

Del noble linaje de la familia hay mucho que hablar, pero por lo pronto se puede decir que el abuelo del protagonista de la historia, que también portaba el mismo nombre que el hijo y el nieto, sirvió a los Reyes Católicos. Que Álvaro de Bazán 'el viejo' (es decir, el padre) se asentó en Granada, fue favorito de Carlos I, que le nombró capitán general del Mar Océano y derrotó a los franceses en la batalla naval de Muros. Y que Álvaro de Bazán el hijo (1526-1588) y protagonista de esta historia es considerado por muchos el mejor marino de todos los tiempos.

Álvaro de Bazán vivió en Italia toda su vida, lo que le llevó a contratar a algunos de los mejores pintores renacentistas italianos para el palacio

Teniendo en cuenta que tomó el hábito de la Orden de Santiago con ocho años, que su primera batalla la ganó con 12 —en Cantabria, junto a su padre y contra los franceses. Carlos I no pudo menos que tomarle mucho cariño— y que jamás perdió una sola de las 22 batallas a las que se enfrentó en su vida, no parece que decir que fue el mejor marino sea un asunto baladí.

El título de marqués lo recibió en 1569 por parte de Felipe II, antes de combatir en Lepanto junto a otras grandes figuras de nuestra historia como Miguel de Cervantes (que llegó a decir que el lugar más seguro de una batalla se encontraba a bordo de una galera comandada por Bazán), y, como las tierras las había heredado de su padre, lo primero que decidió fue construir un increíble palacio donde asentarse en ellas.

placeholder Fuente: Instituto de Historia y Cultura Naval.
Fuente: Instituto de Historia y Cultura Naval.

El contraste mayor del Archivo-Museo Álvaro de Bazán se encuentra entre su sobrio exterior y su increíble interior. A primera vista, cuando nos acercamos a él, parece difícil creer que nos encontremos ante un palacio renacentista que rivaliza con los italianos. Eso se debe a que está inacabado, pues el marqués murió antes de ver finalizada su obra, y la parte exterior debería estar estucada. Quizá por ello la visita sorprenda más a cualquiera que lo pise: Álvaro de Bazán residió en Italia prácticamente toda su vida (en especial en Génova y Nápoles), y casi todos sus hijos nacieron ahí, por lo que no es de extrañar que contratase a algunos de los mejores artistas genoveses (Juan Bautista Castelo, Fabrizio Castelo, Maese Domingo...) para que decorasen el palacio al fresco.

El terremoto de Lisboa de 1755 destruyó las torres de un palacio que en otro tiempo tuvo que ser aún más impresionante. No se sustituyeron, pero lo que queda en las distintas salas que componen el museo (sala de Portugal, sala el Olimpo, Salón de honor, Sala Cuatro Estaciones...) es tan imponente que muchos directores de cine suelen elegir la localización para grabar escenas en las que se simula el mismísimo Vaticano.

Si no hubiese sido por el terremoto de Lisboa, contaríamos con 8.000 metros cuadrados de pintura al fresco repartidas por 70 habitaciones

Las escenas que los frescos muestran son de carácter mitológico y en muchas de ellas el protagonista es el propio Álvaro, caracterizado como Hércules, Perseo, Marte, dios de la guerra, o como Poseidón, dios de los mares. Son frecuentes también las escenas de batallas marinas, que representan la biografía de Álvaro de Bazán y suelen acompañarse de un texto de Mosquera de Figueroa excusándose por lo, quizá, poco fidedigno de las pinturas, puesto que los pintores no estuvieron ahí para observarlas con sus propios ojos.

Los increíbles frescos superan a los italianos solo por el hecho de que las salas tienen trampantojos, lo que significa que, cuando se quitaban los tapices que colgaban de las paredes en invierno, las paredes no quedaban nunca desnudas, a diferencia de los palacios de Nápoles. Tanto es así que hasta la lumbre de la chimenea o cualquier otro sitio recóndito e inadvertido para nuestros ojos está pintado.

placeholder La mayor parte de las estatuas representan simbólicamente al propio Álvaro. (Instituto de Historia y Cultura Naval)
La mayor parte de las estatuas representan simbólicamente al propio Álvaro. (Instituto de Historia y Cultura Naval)

Escudos de la familia (que es un curioso ajedrez), retratos de Adriano, Trajano, Teodosio o Marco Aurelio, escenas del rapto de las Sabinas o de Rómulo y Remo... Allá donde el visitante pare la vista podrá encontrar algo. En una de las salas, incluso, se encuentra el único parto representado en la historia del Renacimiento y el primero en la historia de nuestro país.

El museo-archivo suele servir de localización cuando quieren grabarse escenas en las que se representa el Vaticano

Pero es que, si no hubiese sido por el terremoto de Lisboa, contaríamos con 8.000 metros cuadrados de pintura al fresco repartidas por 70 habitaciones. Lo que queda es un vestigio que, pese a tener más de cinco siglos, solo ha tenido que ser restaurado en una ocasión, entre 1954 y 1987. La tarea fue, sin duda, digna de uno de los trabajos de Hércules, puesto que buena parte de la suciedad de la bóveda se tuvo que limpiar con goma de borrar. Y si un terremoto no pudo con el palacio, tampoco pudieron los diferentes usos que se le ha dado a lo largo del tiempo: escuela, acuartelamiento durante las guerras carlistas y civil, cárcel, granero para el pueblo o —como decíamos al principio— hospital.

Una capilla y un bonito jardín renacentista que no es original —como tampoco lo es parte del mobiliario— componen el resto del palacio, que ahora pertenece a la Marina. En 1948, teniendo en cuenta la vinculación de la familia con la misma, cedieron en renta el palacio a la Armada por el simbólico alquiler de una peseta al año durante 90 años (cifra que hoy en día se conserva). La Armada decidió entonces restaurarlo y acondicionarlo como museo para albergar el Archivo General de la Marina, un archivo histórico que guarda 80.000 legajos con información relativa a su historia desde 1784 hasta la Guerra Civil. Como las propias fuentes del Archivo cuentan en conversación con El Confidencial: "En España lo archivamos todo, pese a la fama que tenemos. Guardamos auténticas maravillas, el problema es que no sabemos vendernos bien".

Aunque irónicamente no se encuentre cerca de ningún puerto, el clima seco de Ciudad Real favorece a la conservación del palacio y el archivo, lo que llevó a la Marina a elegir este punto estratégico para guardar sus preciados recuerdos. Y, en parte, porque el archivo en Madrid estaba colapsado.

El palacio ha tenido muchos usos: escuela, acuartelamiento durante las guerras, cárcel, granero para el pueblo e, incluso, hospital

Expedientes personales de grandes héroes de la Marina, cuadernos de Bitácora que son auténticas joyas, documentación del colegio de San Telmo... Cualquiera puede acceder a la información que se guarda en esta particular Biblioteca de Alejandría, donde escritores como Arturo Pérez Reverte han tenido que recabar información para algunas de sus obras ambientadas en el mar (Cabo Trafalgar o La carta esférica).

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Foto: Instituto de Historia y Cultura Naval.

Por ello mismo, hay una sala dedicada al almirante Julio Guillén, que llevó a cabo el traspaso para que el palacio pasase a manos de la Marina. Hoy, día 12, se renueva el contrato con la Armada hasta 2088, y es una buena excusa para hacerle una visita.

El palacio de Álvaro de Bazán es una pequeña joya en mitad de Castilla-La Mancha que poca gente conoce, en el que no pueden faltar las historias de fantasmas —varias personas aseguran oír ruidos o haber visto destacamentos de regulares, que efectivamente se establecieron en el palacio tras la posguerra para luchar contra los maquis—, y desde el que se ve todas las tierras que en otro tiempo pertenecieron al marqués. Porque, como suele decirse cuando la gente alza las cejas sorprendida al enterarse de que existe un palacio así en un pueblo perdido en Ciudad Real: "Hizo un palacio en el Viso porque pudo. Y porque quiso".

"Aquí murió el niño de cinco años y sus desconsolados padres le lloran", reza una inscripción en la pared, que parece un grafiti. Si arrancásemos otras partes de la pared, quizás encontraríamos inscripciones similares, pero sería difícil hacerlo porque todo (desde las bóvedas al suelo, pasando por las mencionadas paredes) está lleno de arrebatadores frescos italianos.

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