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La paradoja del torero: cada vez son más, aunque su trabajo le interesa a menos gente
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Los jóvenes rescatan la tauromaquia

La paradoja del torero: cada vez son más, aunque su trabajo le interesa a menos gente

En 20 años, el mundo del toro ha perdido peso e interés en la cultura española. Sin embargo, cada vez hay más matadores, banderilleros o novilleros. Así es ahora esta actividad

Foto: Corrida de toros mixta en Valencia. (EFE/Kai Forsterling)
Corrida de toros mixta en Valencia. (EFE/Kai Forsterling)
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Ya no son buenos tiempos para el toreo. Aunque llevan sin serlo unos 20 años. Desde principios de los 2000, este espectáculo en tierra amarilla ha perdido interés y reputación. Según los últimos datos publicados de la Estadística de asuntos taurinos, publicada por el Ministerio de Cultura y Deporte, en 2002 un 8,6% de la población acudió a algún festejo taurino mientras que en 2022 fueron un 1,9%.

"No se entiende al mundo de la tauromaquia, pero tiene su pasión", confirma Eduardo Ordóñez, presidente de la Asociación Andaluza de Escuelas Taurinas. En este organismo, llevan más de 20 años en el sector y saben que la realidad andaluza no es extrapolable al resto de España, pero mantiene que la vocación sigue presente.

Entre 2014 y 2015, según la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España, el porcentaje de españoles que no mostraban interés por este tipo de espectáculos superaba el 70%. En 2022, esta cifra asciende al 74,3% de la población, que valora el atractivo de la actividad por debajo del cinco en una escala del 1 a 10.

Pese a esta tendencia, el número de festejos este 2022 han sobrepasado ligeramente a los celebrados en 2019. Los últimos datos previos a la pandemia registraron 1.425 eventos taurinos, mientras en 2022 se llegaron a hacer 1.546.

Pero mientras la cifra de aficionados baja, cada vez son más los que quieren poner el alma en el ruedo. Desde el año 2012, el número de trabajadores inscritos en el Registro General de Profesionales Taurinos ha aumentado casi un 34%, pasando de 7.907 a 10.554.

"Veo que en las plazas hay más afluencia de público y mucha gente joven", confirma Francisco Benito, un novillero de 21 años que debutó el año pasado. Él se ha formado entre Madrid y Salamanca y recalca que en los últimos años ha notado un aumento del interés en la gente de su edad hacia el mundo del toreo. "Quiero ser torero desde que tengo uso de razón", asegura.

Desde la Asociación de Escuelas Taurinas lo confirman: "Sí que existe un interés", afirman en alusión a que cada vez se ven más jóvenes entre los asistentes. La pandemia descuadró las cifras, pero la recuperación del sector ha resultado una sorpresa entre los profesionales. Una idea que comparte la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (Anoet), que asegura haber registrado "una mayor asistencia de población joven".

Pero estos capotazos no son suficientes para rescatar a una industria en declive. El joven novillero sostiene una versión actualizada del mundo taurino y, aunque no se ve dedicando su vida a otra cosa, sabe que el toreo "no está tan bien como otros años". Benito es consciente de que los ingresos no le dan como para dedicarse únicamente a esto. El modelo de cobro por actuación, con el que convive, se queda corto al tener que repartir los beneficios entre matadores y cuadrilla.

De hecho, el novillero agradece la llegada de gente joven al sector y asume los principales retos de la industria, entre los que destaca la apertura de la actividad o la presencia en redes sociales. Cuando le preguntan sobre la diferencia entre hombres y mujeres, defiende que es otra visión que ha cambiado: "No depende del sexo, yo tengo compañeras tan buenas o mejores que yo". Aun así, sigue siendo un sector donde la mujer es minoría. Según la Estadística de asuntos taurinos, el 13,6% de profesionales en 2022 eran mujeres.

Aun siendo minoría, Francisco Benito no está solo. Un 2,5% de los jóvenes entre 15 y 19 años asistieron en 2022 a algún festejo, lo que sitúa a este grupo entre los que cuentan con porcentajes más altos de aficionados. En el caso de la población entre 20 y 24, la afición es del 1,6%.

Andalucía, el último aliento

En paralelo al aumento de profesionales, han proliferado las escuelas en el panorama. Estas se crean para la formación, apoyo y promoción de la actividad. A veces, son producto de la voluntad de profesionales retirados que quieren formar a nuevas generaciones, mientras que en otras ocasiones es la demanda de alumnos en un área concreta la que impulsa la creación del centro.

En este sentido, destaca el caso de Andalucía, que ha pasado de 21 escuelas a 34 en cuestión de 10 años. Según el Reglamento de Escuelas Taurinas, para crear una escuela, esta ha de contar de inicio con un mínimo de 10 alumnos. "Somos unas 30 escuelas y 500 alumnos", asegura el presidente de la Asociación de Escuelas de Toreo andaluza.

Así, la última esperanza del sector se concentra en Andalucía, siendo de las zonas que más profesionales acumula y manteniendo, además, ciertos niveles de audiencia en las retransmisiones. Tanto es así que, este año, programas como Toros para todos alcanzaron un 15,1% de audiencia. "Canal Sur apuesta por los toros justamente porque hay un interés", cuenta el presidente de la Asociación de Escuelas Taurinas. Con todo, para la Anoet, uno de los frentes del sector es la falta de presencia en los medios.

A esto se suma el incremento de alumnos en las escuelas: "La inscripción es gratuita y los profesionales que imparten clase son como voluntarios", aclara Ordóñez. El toreo, al menos en esta región, se financia por medio de presupuestos, contrataciones y subvenciones. De hecho, desde 2019 se han otorgado en España al menos 3 millones de euros en ayudas al mundo del toreo, según la información de la Base de Datos Nacional de Subvenciones de todas las convocatorias donde figuraban las palabras "toros", "taurinos" o "tauromaquia".

Pero en esta búsqueda por conceptos escapan algunas ayudas directas que ya fueron noticia, como las de la Comunidad de Madrid, que entre 2020 y 2021 concedió 7,5 millones de euros para los ganaderos del toro de lidia.

Foto: Una capea universitaria. (Colegio mayor Santillana/Flickr)

Eso sí, los últimos datos facilitados por la Anoet, de 2018, cifran el impacto de la tauromaquia en la economía española en 4.150 millones de euros. Desde el sector, aseguran que los ingresos provienen principalmente de la venta de entradas.

"Aquí hay tres patas: la ganadería, los espectadores y los toreros", asegura Ordóñez con tono desesperanzador. Aun así, el decrecimiento del sector es indudable. Lo sabe y lo ha vivido. Aunque se sigan viendo corridas, crezca el número de profesionales o aumente el número de escuelas, el sector vive, desde hace años, inmerso en una crisis constante. "Son tiempos difíciles para el toreo", zanja.

Ya no son buenos tiempos para el toreo. Aunque llevan sin serlo unos 20 años. Desde principios de los 2000, este espectáculo en tierra amarilla ha perdido interés y reputación. Según los últimos datos publicados de la Estadística de asuntos taurinos, publicada por el Ministerio de Cultura y Deporte, en 2002 un 8,6% de la población acudió a algún festejo taurino mientras que en 2022 fueron un 1,9%.

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