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Manuel Indiano, el asesinado por ETA en los tiempos en los que no se podía hablar (de nada)
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Manuel Indiano, el asesinado por ETA en los tiempos en los que no se podía hablar (de nada)

El ensayo 'Cuando no se podía', de Ana Useros, es el testimonio personal de una época que muestra la cerrazón gubernamental para negociar y el silencio coactivo que había también en la izquierda

Foto: Manuel Indiano durante uno de los plenos del Ayuntamiento de Zumárraga. Esta es la foto que publicaron los medios tras su asesinato.
Manuel Indiano durante uno de los plenos del Ayuntamiento de Zumárraga. Esta es la foto que publicaron los medios tras su asesinato.

A Manuel Indiano (Madrid, 1970) ETA le asesinó el 29 de agosto de 2000. Recibió trece tiros mientras se encontraba detrás del mostrador de su tienda de pan y chuches en Zumárraga. Tenía 29 años y su mujer, Encarna, estaba embarazada de siete meses. Y era, también, concejal del PP.

A cientos de kilómetros de allí, en Madrid, Ana Useros, de su edad, estudiante y activista política de una izquierda que entonces ni siquiera estaba representada en el parlamento, que se movía en ambientes okupas, quedaba impactada por aquel asesinato y, sobre todo, por aquella familia que asistía al sepelio en un autocar cerca de la colegiata de San Isidro en la capital.

"La madre tuvo que recibir asistencia psicológica porque se acababa de enterar, el día de su asesinato, de que su hijo era concejal del PP y tampoco sabía que iba a ser abuela. Pensé, qué rebeldía lleva a un tipo de 28 años a no decirle a su madre que es concejal del PP en Euskadi. No me sonó que fuera por no preocuparla, sino que fue algo que yo podría haber hecho. Me podría haber comportado así. Ahí hay algo muy inconsciente que no te pasa con todo el mundo. Sí hubo una sensación muy fuerte de que Manuel podría ser yo. Yo le veía con mucha épica y hasta heroísmo porque ser concejal del PP y renunciar a la escolta como él hizo en aquellos años era tremendo", relata Useros hoy a El Confidencial.

Nos encontramos así con una historia que rompe con todos los mimbres de la polarización: ella e Indiano eran dos personas a priori muy opuestas en cuanto a ideas, pero, sin embargo, hubo un hilo que los unió.

placeholder 'Cuando no se podía', de Ana Useros.
'Cuando no se podía', de Ana Useros.

Ella ahora es traductora, documentalista y programadora de cine y acaba de publicar Cuando no se podía (Lengua de Trapo), un ensayo en el que, gracias a la investigación que ahora se puede hacer de artículos y textos en Internet, narra esa afinidad con Indiano que también supone mucho más. Primero, un ejercicio de memoria, ya que la escritora, a modo de Galdós en los Episodios Nacionales, nos traslada a los años noventa y principios de los 2000 en los que ETA mataba con saña y había una izquierda que se consumía en abstracciones de café. Y, segundo, nos refleja lo que hemos cambiado (y en buena parte, para mejor).

Porque ya ese título, Cuando no se podía, alude a muy diferentes cosas."Por una parte, estaba esa sensación de impotencia política por parte de la izquierda no parlamentaria. Pensábamos que no se iban a producir cambios de ningún tipo", rememora Useros. Y por otra, quizá la más relevante, la que señala a una sociedad que no dialogaba sobre según qué temas y/o casi miraba para otro lado ante determinadas víctimas.

"Sí, refleja por qué no se podía hablar de Manuel o de cualquier otra víctima de una manera que no fuera, ni desde el silencio desde una parte, ni desde una cierta utilización de la víctima que se hacía desde la otra. Entre un bloque y otro estas víctimas quedaban reducidas a un número", manifiesta la escritora, que añade que Cuando no se podía es pura y llanamente cuando la posibilidad de hablar no existía: "La cortó ETA por su actividad criminal y por esa frialdad enorme del sufrimiento social y luego por el Gobierno español que presumía de no hablar y de no negociar. Y entre medias, mucha gente atrapada de todas las posturas, mucha gente amenazada… Y uno se preguntaba, ¿en serio? ¿Es por orgullo? ¿Por qué no se va a poder hablar?".

Una historia de amor

De un modo fragmentado, Useros va recopilando recuerdos suyos y también diversos detalles de la vida de Manuel Indiano y de Encarna que esta reveló en varias entrevistas tras el asesinato. Y lo que relata, al fin y al cabo, es una historia de amor "arrebatadora", según sus palabras. Eso es lo que hace también muy interesante este libro, ya que, como la propia Useros apunta, quizá de una víctima de mayor relevancia apenas se hubieran conocido aspectos más íntimos como que Manuel fumaba, le gustaba el cocido, los perros y el monte.

Useros nos cuenta que el amor que surgió entre Indiano y Encarna fue absolutamente apasionado. Ella era mayor que él, ella ya tenía una hija y eran primos. Ella vivía en Zumárraga, era hija de inmigrantes, y él en Madrid. Y, tras conocerse en un entierro familiar, ya no se pudieron separar. Él se marchó al norte, se enamoró de ella y del País Vasco y acabó militando en el Partido Popular mientras obtenía sus ingresos gracias a una pequeña tienda de chucherías y pan enfrente del colegio La Salle. Y de todo esto no les dijo ni una palabra a sus padres.

Tras conocerse en un entierro familiar, ya no se pudieron separar. Él se marchó al norte, se enamoró de ella y del País Vasco

Se afanó, además, por integrarse, por hacer amigos. Useros relata también la amistad entre Encarna y Usua Busca, que militaba en Eusko Alkartasuna, un partido nacionalista, lo que quizá refleja que la polarización entre vecinos no siempre era tan cortante.

"Esa polarización se crea más fuera de Euskadi que en la propia Euskadi. Claro que había un conflicto y que ese conflicto atraviesa una sociedad, pero todo conflicto es complejo, nunca es blanco o negro. Todas las familias de este país tenemos un tío de derechas y un tío de izquierdas y hay que buscar estrategias para convivir y negociar constantemente", comenta Useros.

Encarna, se nos dice, trabajaba en el ayuntamiento y conocía a mucha gente. Y sabía en qué partido militaba cada uno. "La amistad con Usua Busca me conmovió. Esa permeabilidad. No solo porque Usua fuera de EA, sino porque era vasca desde el XIX, es de otra clase social y tiene en el pueblo una posición muy distinta. Encarna llega como hija de inmigrantes", manifiesta Useros. Busca tuvo que dimitir tras el asesinato por el hostigamiento que empezó a recibir en el pueblo por su relación con Encarna y Manuel.

placeholder La hija del concejal del PP de Zumárraga asesinado por ETA, Manuel Indiano, coloca un ramo de flores durante el homenaje a las víctimas del terrorismo organizado por el consistorio de la localidad en 2010. (EFE/Juan Herrero)
La hija del concejal del PP de Zumárraga asesinado por ETA, Manuel Indiano, coloca un ramo de flores durante el homenaje a las víctimas del terrorismo organizado por el consistorio de la localidad en 2010. (EFE/Juan Herrero)

Otro caso es el de Montse Bernal, de Euskal Herritarrok y antes en HB, que se presenta cuando surge la tregua de 1999 y que también dimite meses después del asesinato "incapaz de sentir el asiento vacío de Manuel y la tienda cerrada", escribe Useros. Bernal, en las antípodas de las ideas de Manuel, era profesora en el colegio La Salle. Pasaba cada día por aquella tienda. "Me imagino otro tipo de cercanía y diciendo, esto no es para lo que yo estoy aquí, yo vine aquí a construir un país, no para este enfrentamiento", comenta la escritora.

Al final, lo que quedaba siempre son los vínculos emocionales. Como esa conversación que también trae a colación Useros en el libro —se puede rastrear por Internet— en la que una mujer de mediana edad y un hombre joven conversan tras un tenso pleno en el que unos vecinos increpan a otros —esto también pasaba— y ella le dice suavemente: "Joseba, tenéis que condenar, esto no puede seguir así". Y él responde, bajito, sin gritar: "No podemos, no lo entiendes. Es todo más complejo que eso". Ahí, insiste Useros, en esa pequeña conversación sin aspavientos, estaban esas ganas de hablar coartadas.

El cambio

Tardaron en verse esos vínculos. "La izquierda no vasca, la del resto de España, también imponía un manto de coacción y de silencio bastante desagradable", rememora Useros. El asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997, pero sobre todo los días que surgieron tras el 11-M de 2004 y el 15-M de 2011, cambiaron el rumbo de España y de las posiciones. Y ETA, muy mermada ya en 2008 con la crisis económica, se acabó disolviendo en octubre de 2011.

"Desde entonces hay cosas que han cambiado mogollón. Y que ETA no exista es un grandísimo cambio. Pero tampoco ha resuelto el dilema territorial y no ha creado especiales ganas de afrontarlo. Se ha visto que ETA no era el problema para esto. Era una enorme losa, lo peor que podíamos tener, pero no era la razón por la que esto no se solucionaba", señala.

Pero para la izquierda, afirma Useros, la gran transformación, que se había atisbado la noche del 13M de 2004, fue el 15M porque "bajó a la izquierda a la tierra" y "porque dio la sensación de que se podía. El 15-M hizo de caja de resonancias de un montón de deseos y de maneras de hacer política. Sale muy reforzado el movimiento de barrios, LGTBI, el movimiento de vivienda contra los desahucios… Y hay gente que interpretó que eso le daba una base electoral para construir un partido político, que era algo de lo que estábamos enormemente huérfanos, ya que lo que había no estaba funcionando", apostilla sin querer meterse mucho en los vericuetos de dónde está hoy ese partido político.

Para la izquierda, la gran transformación, que se había atisbado la noche del 13M de 2004, fue el 15-M porque "bajó a la izquierda a la tierra"

Al leer ahora Cuando no se podía se nos aparece una España antigua. Y distinta. Era una España en la que había atentados casi todos los meses. Solo aquel año 2000, además de a Indiano, ETA mató al teniente coronel Pedro Antonio Blanco; en febrero, al dirigente del PSE-EE Fernando Buesa y el ertzaina Jorge Díez; en mayo al columnista José Luis López de la Calle; en junio al concejal del PP de Durango Jesús María Pedrosa; en julio al edil popular de Málaga José María Martín Carpena y al socialista Juan María Jaúregui. En agosto fueron asesinados el empresario Joxe Mari Korta, el militar Francisco Casanova y los guardias civiles Irene Fernández y José Angel de Jesús, y en septiembre, el concejal popular de Sant Adriá del Besos José Luis Ruiz Casado.

Este pequeño libro intenta rescatar la figura de alguien que no tenía ningún peso político ni empresarial, ni estaba en las fuerzas de seguridad. Era un hombre que estaba viviendo una historia de amor y que fue asesinado. Intenta contar un tiempo, un lugar y los posicionamientos que había, los enfrentamientos. Y lo escribe alguien que estaba en las antípodas de su militancia política. "Claro que tenía que contarlo. Porque yo sentía ahí la mirada de Encarna diciéndome, pero tú de qué vas. No le quites presencia a Manuel Indiano, que quiso presentarse en una lista y presentarse de concejal", afirma Useros. Y por eso le quitaron la vida.

De lo que se trata, insiste Useros, no es, por tanto, cortar la palabra, sino darle su verdadera función: intentar encontrar espacios para los acuerdos.

A Manuel Indiano (Madrid, 1970) ETA le asesinó el 29 de agosto de 2000. Recibió trece tiros mientras se encontraba detrás del mostrador de su tienda de pan y chuches en Zumárraga. Tenía 29 años y su mujer, Encarna, estaba embarazada de siete meses. Y era, también, concejal del PP.

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