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Antonio Pampliega: "¿Y si Eladio Pampliega, el que asesinó en 1936 al sacristán, era mi abuelo?"
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Antonio Pampliega: "¿Y si Eladio Pampliega, el que asesinó en 1936 al sacristán, era mi abuelo?"

Un Comité Revolucionario sacó de su casa a Tomás Martínez Negro y lo asesinó en una cuneta en octubre de 1936. Antonio Pampliega, nieto de uno de los miembros del comité, ha escrito 'El quinto nombre. El viaje a un pasado incómodo' (Península)

Foto: Milicianos del frente de Somosierra. Arriba a la derecha, Gregorio Pampliega. (A. Pampliega)
Milicianos del frente de Somosierra. Arriba a la derecha, Gregorio Pampliega. (A. Pampliega)

Hace tan sólo 87 años que asesinaron a sangre fría a Tomás Martínez Negro en Mejorada del Campo. Parecería mucho tiempo, de hecho una vida entera, la que no tuvieron ni el profesor de música y sacristán Tomás, ni tampoco tres de sus cinco asesinos. Pero hace poco tiempo que le mataron porque cuando se publique hoy El quinto nombre. Viaje a un pasado incómodo (Península) del periodista Antonio Pampliega, retratando los hechos y los nombres reales de los actores de la tragedia, de las víctimas, de los asesinos y de los delatores, seguirá doliendo, y mucho, en su pueblo natal. Acaso es un asesinato que sigue en el presente aunque no quede nadie ya con vida.

Muchos en el pueblo no quisieron hablar y otros sencillamente no quisieron que saliera su nombre en la investigación, pero para Antonio Pampliega este asesinato cometido a sangre fría, como otros miles en casi toda España, reventando cunetas a balazos y cadáveres en ambos bandos, le obsesionaba desde hacía unos años. El motivo: de los cinco asesinos del Comité Revolucionario que se llevaron a Tomás Martínez una madrugada del 5 de octubre de 1936, uno de ellos llevaba su apellido y él sabía que su abuelo, que luchó en el bando republicano y sobrevivió a la guerra, perteneció a ese comité.

El abuelo de Antonio se llamaba Gregorio, Gregorio Pampliega, y le decían El Moro en Mejorada del Campo: "en mi pueblo somos muy dados a esos sobrenombres" explica Antonio a El Confidencial, pero cuando su amigo Ildefonso González le dijo que había sabido de un asesinato terrible en su pueblo, otro de tantos durante la orgía de vileza, maldad y envidias del verano y el otoño malditos del 36, y que aparecía allí su apellido, le provocó la duda. ¿Y si se confundieron con el nombre? ¿Y si Eladio en realidad era Gregorio, su abuelo, el que nunca hablaba de la Guerra Civil, porque le "daba vergüenza, porque no quería recordar nada de aquello"?

placeholder Extracto del acta de nacimiento de Gregorio Pampliega. (Ministerio de Cultura)
Extracto del acta de nacimiento de Gregorio Pampliega. (Ministerio de Cultura)

A Tomás Martínez Negro un profesor de música y sacristán originario de Mota del Marqués (Valladolid) le sacaron de su casa para llevarle a que le juzgaran (sic) en una Cheka de Madrid acusado de ser una buena persona y de no meterse en política, pero como era de fuera y sacristán y además amigo del párroco, era sospechoso de ser derechista, de ser enemigo del pueblo. No llegó muy lejos porque a mitad de camino, en San Fernando de Henares, en la Yesería de Cuenca, le bajaron del coche y Anastasio Castell le pegó un tiró en el corazón y Eladio Pampliega, El Coleta, le remató ya muerto con un tiro en el ojo que le desfiguró la cara.

Antonio aborda el libro con una premisa que desarma: en su pueblo había diferencias pero se toleraban, lo mismo que explicó el catedrático Fernando del Rey, en su imprescindible Retaguardia roja. Violencia y Revolución en la Guerra Civil Española (Galaxia Gutenberg): "Para la mayoría de los españoles, la esfera de lo personal o íntimo era más importante que las organizaciones, la identidad de clase o los diversos proyectos sobre la sociedad futura". Es un poco el retrato que hace Pampliega de su pueblo y de la muerte de Tomás Martínez. ¿Y qué si Tomás era un derechista, que además no era?

El frente de la Guerra Civil no llegó a Mejorada del Campo, lo que significa que podían morir muchos más, ya que la mayor parte de las víctimas se produjeron en la retaguardia y a pesar de que "víctimas y victimarios, directos o indirectos, constituyeron una minoría dentro del conjunto social, sin que eso suponga negar que su protagonismo traumático conmocionara las comunidades rurales". (F. Del Rey, Retaguardia roja. Violencia y Revolución en la Guerra Civil Española)

Es lo que ocurrió en Mejorada del Campo, una historia de las dos Españas "contada por gente de izquierdas, sobre los asesinatos y tropelías de la izquierda contra los de derechas", según Antonio. "Lo que ha hecho la izquierda en este país, es apropiarse del relato de la Guerra Civil, es obviar ese dolor de muchas familias de derechas que también sufrieron mucho. Tomás sigue, de hecho, desaparecido en una cuneta; estará por aquí entre Mejorada y San Fernando".

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Extracto de la declaración del testigo. (Ministerio de Cultura)

PREGUNTA. El libro está escrito desde la perspectiva de una familia de izquierdas, sobre un asesinato cometido contra un sacristán en la retaguardia roja en el 36… Me parece una bofetada contra la idea de Memoria Histórica que ha enarbolado la izquierda. ¿Por qué reabrir con tu historia las heridas de la Guerra Civil en Mejorada del Campo?

RESPUESTA. Yo llego a esta historia por casualidad. Un amigo me explica cómo fusilan a los mejoreños presos en Alcalá de Henares por los franquistas y resulta que uno de los involucrados en el asesinato, cuya pena se conmuta, se apellida Pampliega y me decido a averiguar quién es. Mi abuelo, Gregorio, El Moro, formaba parte del comité, aunque no había participado en principio en nada de eso, y hay un momento en el que pienSO que igual hubo una confusión y es uno de los que participa, a pesar de que el apellido es muy común allí.

Tenía que saber y contar la verdad fuera como fuera. Por otra parte, resulta que uno de los que le dan el paseo a Tomás, el jefe de ese comité, Justo Basanta, tiene actualmente una calle en Mejorada del Campo… y la tiene porque lo fusilan los franquistas después de la guerra. Ya, pero que es que él había participado en el secuestro y asesinato de Tomás Martínez Negro. ¿Por que uno sí puede tener un reconocimiento público y los del otro bando, —que ni siquiera era del otro bando— no? ¿Por qué de esto de esto no se puede hablar? Mi padre es de Mejorada de toda la vida, tiene 68 años y mientras estaba leyendo el libro —yo le iba pasando los capítulos—, no sabía de que le estaba hablando. Conocía a los verdugos —sin saberlo— porque eran amigos de mi abuelo, y por tanto iban con él de vinos. Yo creo que la represión franquista —y se explica también en la segunda parte del libro— ha ensombrecido de repente una realidad y es que en los dos bandos se mataron y se mataron mucho.

P. Bueno, en ese aspecto la verdad es que tu historia cumple por punto el relato de la derecha sobre el terror rojo: apropiación de fincas, incautación de bienes aleatoriamente, mafias de milicianos, violaciones, daños contra la propiedad de la Iglesia, asesinatos, marquesas que tiene que huir…

R. Mi familia es de izquierdas y el relato está construido sobre todo con gente de izquierdas. Sus padres son de izquierdas y sus padres acabaron en la cárcel con la represión. Esto es la realidad, pero no nos engañemos, los comités revolucionarios fueron terribles, y eso hay que contarlo así. De un tiempo a esta parte la izquierda se ha ocupado de montar un relato que no es real, no podemos obviar toda la gente que hay en las cunetas. Pero lo que ha hecho la izquierda en este país, por ejemplo, es eliminar directamente el dolor de muchas familias de derechas, como es el caso de Tomás Martínez Negro.

Conozco a la nieta de Tomás y le enseñé el libro antes que a nadie —exceptuando a mi padre que me ayudó a reconstruir algunos aspectos— y cuando lo leyó me dijo: "Nos ha gustado mucho porque recuperas la memoria de mi abuelo. En mi pueblo —Mota del Marqués— no se conoce, lo que nos gustaría es encontrarlo". Me quedé de piedra, resulta que las cunetas no son solo de fusilados por los franquistas: que lo tenemos en Mejorada, que lo tendremos tirado en alguna fosa común o vete a saber, qué este señor está allí y nadie ha movido un dedo, ni nadie ha preguntado ni nada. Hombre, si es Memoria Histórica es para los dos, no puede ser solamente para un bando. Cuando me lo dijo Clara el otro día de verdad que no me lo podía creer. Yo pensaba que lo había enterrado en Mota del Marqués pero nunca recuperaron el cadáver. Pues vamos a intentar recuperar el cadáver de Tomás.

P. ¿Cómo ha sido de difícil con tu familia? En Mejorada seguramente levante ampollas ¿cómo ha sido en tu propia casa?

R. Me ha gustado mucho escribir este libro por dos motivos. Uno, descubrir quién era mi abuelo. Murió cuando yo tenía 15 años y no se hablaba de la Guerra Civil. Me lo contó mi padre a posteriori, para hacer este libro, lo que significó también reencontrarme con él, porque durante muchos años, debido a mi profesión, viajaba mucho. En fin, realmente tampoco hemos estado muy conectados. En estos años se había jubilado ya y tenía más tiempo y le enganchó venir conmigo de la mano e irme enseñando quién era su padre y todo lo que había pasado en el pueblo, donde actualmente vive. Para mí ha sido ha sido bastante bonito. Nunca me ha dicho que no le gustase nada, todo lo contrario: que escribiera las cosas como como ocurrieron: "Si tú descubres que tu abuelo ha matado a alguien, lo pones y punto. Porque es que es lo que ha pasado".

Mi padre dijo: "Si tú descubres que tu abuelo ha matado a alguien, lo pones y punto. Porque es que es lo que ha pasado"

P. Es una investigación sobre testimonios orales de familiares del pueblo y sobre lo que en realidad se conocía, pero que no se quería remover. Aunque es un relato real está novelado. ¿Cómo has reconstruido los hechos?

R. Está basado en testimonios orales de los que entonces eran niños y que ahora son obviamente ancianos. Claro que se acuerdan de lo que ocurrió en esos años. Se lo contaron sus padres e incluso lo han vivido por ellos mismos. Ahora son tenían 80 y tantos. Y luego sí que hay un relato que es original, original. Además, está el relato de Antonio Baeza, que cuando le entrevisté tenía 98 años. Él salía todos los días a pasear por Mejorada y tenía una memoria prodigiosa. Tenía 16 años cuando estalló la Guerra Civil entonces, era un adolescente pero, para esa época, debido a la Guerra Civil era ya era un hombre. Obviamente hay mucho novelado porque hay cosas que yo no he podido reconstruir porque era imposible, pero siempre a partir de eso datos.

P. ¿Cómo crees que va a sentar esta historia en Mejorada? Hay un momento e el que incluso señalas al delator —si se puede aplicar así— de los asesinos de Tomás…¿No es un poco la misma dinámica por tu parte, un cierto revanchismo?

R. Dudé en poner el nombre de Diego Barral. La familia sigue viviendo en el pueblo. Es señalarlo directamente, pero en todas las entrevistas que hice, incluso en la de Juan José, hijo de Anastasio Castello —el asesino de Tomás—, y uno de los tres fusilados, apuntaban a Dionisio. Todos lo hacen: blanco y en botella. En los pueblos, todo era por señalamiento. A Dionisio le faltó tiempo para ir a la Guardia Civil y decir "este, este, este y este". Seguramente denunció a más de la mitad del comité revolucionario, seguramente denunció a mi abuelo —que también acabó en la cárcel al terminar la guerra—. ¿Por qué denunció, por ejemplo, a los Basanta? Según me cuentan resultaba que desde el frente mandaban cartas de amor a su mujer. Entonces el tipo tenía un ataque de cuernos increíble y les fue con la historia a los Guardias Civiles, y era verdad.

Hace tan sólo 87 años que asesinaron a sangre fría a Tomás Martínez Negro en Mejorada del Campo. Parecería mucho tiempo, de hecho una vida entera, la que no tuvieron ni el profesor de música y sacristán Tomás, ni tampoco tres de sus cinco asesinos. Pero hace poco tiempo que le mataron porque cuando se publique hoy El quinto nombre. Viaje a un pasado incómodo (Península) del periodista Antonio Pampliega, retratando los hechos y los nombres reales de los actores de la tragedia, de las víctimas, de los asesinos y de los delatores, seguirá doliendo, y mucho, en su pueblo natal. Acaso es un asesinato que sigue en el presente aunque no quede nadie ya con vida.

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