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Desnudos, fusilamientos, asesinatos y copla: la fascinante vida secreta de las folclóricas
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Desnudos, fusilamientos, asesinatos y copla: la fascinante vida secreta de las folclóricas

La antología 'Pena negra' (InLimbo, 2022) ficciona historias de terror a partir de las vidas de algunas de las folclóricas más importantes de nuestro país

Foto: Bella Dorita. (Documentos RNE)
Bella Dorita. (Documentos RNE)

"Vengo a darle a usté un bombón, vengo a endulzar su paladar. Son de plátano, de nuez o de melón. ¿No lo sabe usted comer? ¿No? Póngaselo aquí y apriete. Notará en el paladar un no sé qué que yo sí sé", cantaba Tina de Jarque en su espectáculo de revista La orgía dorada en 1928. Nacida en Barcelona, hija del payaso Tonitoff y criada dentro del circo, De Jarque fue una de las vedettes más famosas de principio del siglo XX, pionera del jazz y la bossa nova en España y polémica por desnudarse en escena. Rodó Bigamie (1922) en Alemania, a las órdenes de Rudolf Walther-Fein, el austriaco que dirigió la primera película sonora en alemán, Dich hab ich geliebt (1929). En Carne de fieras (1936), el primer desnudo del cine español a cargo de la francesa Marlène Grey, De Jarque interpreta un pequeño papel con número de canto y baile.

Ese mismo año, a De Jarque la detiene Abel Domínguez, secretario de la Federación Regional Andaluza de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La acusaron, en un principio, de haber tenido contactos como meretriz con oficiales del bando nacional. Domínguez acabó enamorándose de ella y planeando una fuga fuera de la España en guerra con un botín de oro y joyas requisadas por los anarquistas. Pero los sorprendieron en plena huida y acabaron en el paredón. Según la Real Academia de la Historia, "en los archivos de la Causa General —proceso impulsado por el régimen después de la Guerra Civil para instruir 'los hechos delictivos cometidos en todo el territorio nacional durante la dominación roja'— existen unas declaraciones de una prima y una criada de la vedette que afirman que la pareja fue fusilada en enero de 1937 por milicianos anarquistas en Castellón". Enterraron sus cuerpos en una fosa común.

De Jarque fue una de las varias sicalípticas que se hicieron muy populares a principios del siglo XX cantando canciones subidas de tono en un momento de revolución sexual. Erotismo, política y revolución agitadas en un cóctel populachero de aspecto inocuo —entre el sainete, la zarzuela, el cuplé y la copla—, corrientes de cambio justo antes de que la Guerra Civil cerrase de golpe las puertas. La antología Pena negra (inLimbo, 2022) recupera del ostracismo las vidas de algunas de estas mujeres, con textos de una decena de escritores, como Juan Soto Ivars y Jimina Sabadú. "Las sicalípticas, como Tina de Jarque, eran mujeres que ganaban dinero propio, mujeres autónomas y, por lo tanto, mujeres muy libres. Ella no tenía escapatoria", explica la escritora María Zaragoza, coordinadora de la selección de relatos. "De Jarque era una republicana reconocida, muy liberada, y tenía ese punto sicalíptico de enseñar e insinuar. Los anarquistas, a los que, probablemente, ella gustaba, pero con los que no quiso tener nada, la acusaron de haber robado. Al final, fueron aquellos con los que tenía algunas vinculaciones políticas los que se la cargaron. Aunque es bastante probable que nunca sepamos qué pasó. Es curioso, porque hay muchas historias relacionadas con esta gente y con algunas muertes, propias o de gente alrededor, de las que nunca sabremos la verdad, como el caso de Concha Piquer, quien, supuestamente, se cargó a un señor".

En Retrato de una mujer moderna (Alfaguara, 2022), Manuel Vicent novela este episodio: a principios de los años 20 del siglo XX, Concha Piquer triunfaba en Nueva York con la copla El florero, compuesta para ella por Manuel Penella. Una tarde, un trabajador del teatro intentó violarla y Piquer se defendió golpeándolo con una barra de hierro. La valenciana, que no tenía más de 16 años, se lo contó a sus jefes —entonces la mafia era dueña de muchas salas de Broadway— y estos prometieron encargarse del asunto. La policía encontró el cuerpo del agresor flotando en el río Hudson. En Pena negra, la escritora Gemma Solsona, "que tiene una obsesión con Concha Piquer", se imagina la búsqueda de uno de los baúles de la Piquer, uno muy especial, "verde, de madera pintada y remates de piel", y que guarda dentro el terrible destino de Esmeralda, la protagonista de su relato.

placeholder Concha Piquer en una imagen de los años 20 del siglo pasado.
Concha Piquer en una imagen de los años 20 del siglo pasado.

"Una de las cosas por las que me interesaba juntar el género del terror y las historias de las folclóricas es porque el régimen franquista hizo mucho daño a ambas cosas. A las folclóricas se las asocia al régimen porque era el género oficial de la época, pero muchas eran abiertamente de izquierdas. Cuando se acabó el franquismo, se las seguía asociando con el régimen", explica Zaragoza. Muchos de los nombres que protagonizan los relatos de Pena negra acabaron sus días en el más profundo de los olvidos, como el caso de Teresa Saavedra. Saavedra fue una de las grandes estrellas de la revista en los años 10 y 20 del siglo XX, y fue la primera mujer travestida en un escenario en la obra El príncipe del carnaval (1920), en el Teatro Reina Victoria. En 1984, El País publicó su obituario más de un mes después de su muerte: "La esquela da noticia retrasada de la muerte de alguien que llevaba años y años en el olvido". La noticia cuenta que murió en una residencia de ancianos, nonagenaria, y que en su habitación encontraron "las fotografías de su juventud gloriosa y el álbum de autógrafos de generales, ministros, escritores y alguna persona de sangre real; muy acrecentado durante la Guerra Civil, porque Teresita fue nacional".

"Dicen que Teresita Saavedra fue nacional, pero tampoco sabemos mucho, porque es el personaje más misterioso de todos", reconoce Zaragoza. "En los sitios en los que se habla de ella como un personaje afín al franquismo obvian que fue la primera mujer travestida en un espectáculo, haciendo un papel absolutamente masculino. Esto lo hace después Concha Piquer. Tuvo todos los apoyos del régimen, supongo que porque obviarían la parte del travestismo".

placeholder Imagen de Teresa Saavedra. (Wikimedia Commons)
Imagen de Teresa Saavedra. (Wikimedia Commons)

Otras folclóricas sí fueron abiertamente afines no ya al régimen, sino a los regímenes. Imperio Argentina, por ejemplo, viajó en 1937 a la Alemania nazi a rodar el clásico Carmen, la de Triana (1938), que tuvo su versión alemana, Andalusishe Nächte, en un rodaje que luego inspiró la película de Fernando Trueba y Rafael Azcona La niña de tus ojos. Adolf Hitler se había quedado prendado de la actriz al descubrirla en Nobleza Baturra, y la invitó junto al director Florián Rey —que era también amante de Argentina, pero al que dejó por su coprotagonista, Rafael Rivelles— para que rodasen una película en los estudios berlineses de la UFA. De su relación con Rivelles, en una entrevista con Vicente Molina Foix, la cantante recordaba cómo el actor ligaba con otras mujeres con ella delante. "Yo me levanté y me fui al Ritz, donde estaba entonces hospedada, y me quise suicidar: me tomé media botella de whisky, unas pastillas y salí desnuda al balcón". Mientras a Imperio Argentina la reivindicaron hasta su muerte, Florián Rey dejó de hacer cine en los años 50 y pasó sus últimos años regentando un negocio hostelero en Benidorm. Como cuenta José Madrid en este artículo de El Confidencial, "cuando una década después de su muerte nadie reclamó su cadáver, este fue sepultado en una fosa común. Un triste final para alguien que lo fue todo en una cinematografía primitiva y necesitada de talento".

Estrellita Castro fue otra de las que hizo carrera en la Alemania nazi y la Italia fascista, y es la protagonista del relato Año de cucaña, de Jimina Sabadú. Castro fue otra de las que murió "en precaria situación", como resume su obituario en El País, en 1983, y pidió que la enterrasen con la bata de cola y el caracolillo en la frente que la hizo famosa en los años 30 y 40. En Alemania rodó con Benito Perojo, otro de los directores más importantes de la época, destacan Suspiros de España, El barbero de Sevilla y Mariquilla Terremoto. Con Perojo también rodó en 1939 en Cinecittá Los hijos de la noche, la primera película de un proyecto de coproducciones hispanoitalianas. En su tesis Coproducción y colaboración cinematográfica hispano-italiana durante los años 1939-1943, el historiador del Arte Félix Monguelot Benzal, escribe: "Estrellita se integró perfectamente en el nuevo país de acogida y sabemos que, con la mediación del Marqués Dusmet, llegó incluso a actuar frente a Benito Mussolini. Además de deleitarnos con su gracejo natural, Estrellita Castro interpretó para nuestro largometraje el villancico flamenco Niño que estás en la cuna, La canción de los pájaros, Campanilleros y el chotis Los hijos de la noche".

Estrellita Castro empezó a actuar con 10 años. A principios del siglo XX era muy común encontrar a niñas en espectáculos. "Si vas a la Biblioteca Nacional, hay artículos que hablan de espectáculos de mujeres que bailaban medio desnudas y, en algún momento de la crítica, lees que la mujer tenía 12 años. Te quedas completamente patidifusa", explica Zaragoza. "Eran niñas que, a saber. Iban con sus madres a todos lados. De ahí nace el personaje de la madre de la folclórica. Era la que las llevaba a todos sitios para vigilar. Aunque alguna seguro que actuó en el sentido contrario. Eran, en general, mujeres con vidas complicadas, pero también tenían la libertad que daba el dinero. Estas mujeres, cuando tenían dinero, tenían posibilidades y libertades que no tenía la mujer de a pie. Y, además, les daban un poco de cancha por dedicarse al espectáculo, porque se creía que podían tener una vida más licenciosa".

Sin embargo, también hubo exiliados y represaliados entre los folclóricos. En Pena negra, el narrador y poeta F. David Ruiz le dedica su relato a Miguel de Molina, el único folclórico hombre que aparece en la antología, que fue uno de los artistas más importantes de los años 30 y 40. Amigo de Jacinto Benavente y de Lorca, fue el primero en popularizar la copla Ojos verdes, que luego haría también famosa Concha Piquer, o La bien pagá. "En la época, había algunos que llevaban el tema de la homosexualidad mejor que otros. Miguel de Molina negó la mayor, pero está claro que le pegaron una paliza por ser homosexual, porque le dijo que no a alguien muy poderoso, al parecer". De Molina se exilió en Argentina y se volvió a exiliar en México por los rumores sobre su homosexualidad, hasta que Eva Perón intercedió por él y pudo volver a Buenos Aires, donde murió en 1993.

Resulta paradójico que, por un lado, a las folclóricas se las relacione con el régimen franquista y, por otro, al queer. "Durante los años en los que menos caso se le hacía a las folclóricas, la comunidad queer ha sido la que ha mantenido vivo su espíritu. Siempre había espectáculos en los que hombres se vestían de folclóricas. Y el colectivo siempre ha tenido mucha admiración por ellas. Y eso aparece reflejado en los relatos, sin que haya habido comunicación entre los autores".

De todas estas historias, sin embargo, la que más le ha sorprendido a Zaragoza es la de La Bella Dorita, a la que le dedica su capítulo Dimas Prychyslyy. "Me impactó que ella había sido la dueña del Bagdad [la sala de espectáculos eróticos de Barcelona]. Prychyslyy se basa en una historia que encontró en la que acusaron a un escritor de letras sicalípticas que escribía para La Bella Dorita. Al hombre lo habían llevado a juicio por, supuestamente, beber esperma de un efebo en un cáliz consagrado de iglesia. Entonces, el tipo se defendió diciendo: 'No, de ninguna manera. Todo el que me conozca sabe que a mí me gusta beber directamente de la fuente'. Son historias muy locas y muy tremendas. Por mucho que queramos ahondar en ellas, nunca nos haremos una idea completa de cómo era esta gente".

"Vengo a darle a usté un bombón, vengo a endulzar su paladar. Son de plátano, de nuez o de melón. ¿No lo sabe usted comer? ¿No? Póngaselo aquí y apriete. Notará en el paladar un no sé qué que yo sí sé", cantaba Tina de Jarque en su espectáculo de revista La orgía dorada en 1928. Nacida en Barcelona, hija del payaso Tonitoff y criada dentro del circo, De Jarque fue una de las vedettes más famosas de principio del siglo XX, pionera del jazz y la bossa nova en España y polémica por desnudarse en escena. Rodó Bigamie (1922) en Alemania, a las órdenes de Rudolf Walther-Fein, el austriaco que dirigió la primera película sonora en alemán, Dich hab ich geliebt (1929). En Carne de fieras (1936), el primer desnudo del cine español a cargo de la francesa Marlène Grey, De Jarque interpreta un pequeño papel con número de canto y baile.

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