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Feliz Vanidad
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Coba fina

Feliz Vanidad

No podemos decirle a un niño de seis años que juegue con el coche, pero ni mu de todo aquello que ha sustituido al turrón de Navidad por el simple cambio en el orden de las letras: Vanidad

Foto: Anuncio de un perfume
Anuncio de un perfume

Una mano pasea el culo de una moza bajo el dulce sol de Capri. El vaivén de la barca es un regalo, ella abre las piernas dejando que el pollo se frote y el sudor comienza a gotear, brotando el deseo que emanan sus cuerpos esbeltos, perfectos, arrebatadores y bellos. No hay vecinos de barco, ni lanchas ni motos acuáticas, con lo que el polvete está garantizado, y entonces, cuando uno se piensa que está mirando youporn, el tenor canta la nota final y termina con un frasco de perfume que huele a testosterona y que le hará sentirse Porfirio Rubirosa, aunque sólo le falte un barco, el billete a Capri, la tía buena, la Riva de caoba, su ahorros y vaciar de otros motores insoportables el Mediterráneo para que nadie le moleste mientras goza. Es Navidad y pelillos a la mar.

Otro anuncio destaca en primer plano otra tiarrona, rubia esta vez, que se introduce pelotari en un baño líquido de oro del que sale empapada y brillante como el sol. Uno se imagina apestando al aroma al que deben oler los más afortunados, esos que pueden permitirse una alberca de leche cruda dorada en el salón de su casa, porque la vida, o el lujo, debe oler así como nos cuentan. Así, uno tras otro, se repiten tantos anuncios como marcas y famosos tiene el foro. Parece que para ganarse la posteridad uno ha de vender ese aroma propio anunciado en desnudos de tías y tíos, pues se aprecian más culos que flores, y tratándose de perfumes, es sospechoso que no sean rosas, mariposas o matices de aromas primaverales —sin dejar fuera a quién prefiera que huela simplemente a culo, claro—, los que anuncien sus gotitas. Por eso no hay perfume que no se publicite enseñando un cuerpo desnudo, abdominales de cocodrilo, o directamente un polvo salvaje en alta mar. Y después de tantos milloncetes gastados por Garzón y Montero podemos confirmar que el estereotipo ha evolucionado a borbotones: cero gordas, ni un rechoncho fofito, todes noventa-sesenta-noventa y chitón, porque al mirarnos al espejo queremos que nos diga que el más guapo del mundo sea siempre, siempre, siempre, usted.

Después de tantos milloncetes gastados por Garzón y Montero podemos confirmar que el estereotipo ha evolucionado a borbotones: cero gordas

Luego viene el chorro de anuncios para la sociedad Peter Pan, que es la nuestra entera. Una crema para que no se noten las arrugas, otra de baba de serpiente con veneno de tarántula para que no pasen los días por delante, una sombra de ojos para que cumplan treinta años treinta veces más, el pintalabios que rompe el cerco de la entrada vip de cualquier discoteca navajera, esos polvos de moflete que paralizan la expresión engañando a la vida y al ex inexorable paso del tiempo…; no vayan a pensar que se trata de publicidad engañosa. Todo es tal cual. Uno se echa la crema en cuestión y zas, bienvenido al país de “Nunca jamais”, por situarlo en Galicia y no tan lejos. Cambio de canal, aturdido y apesadumbrado porque sigo comprando Gotas de Oro desde que tengo uso de razón. Ahora entiendo todo lo poco que se parecen mis días a los anuncios. Axe, al menos, tuvo la delicadeza de parodiar el asunto, aunque más de uno mirara hacia atrás convencido de que alguna tía se habría partido el cuello a su paso. La crisis de los cuarenta es toda una adolescencia servida en bandeja de botox por Navidad, pero si antes uno se pasaba la Nochebuena buscando un bar abierto donde comprar tabaco, ahora resulta que se emplean hasta punzones en los garitos de moda porque se celebra el nacimiento del Niño Jesús a machetazos.

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Anuncio de perfume

Pongo las noticias, tanto el que presenta el tiempo como el periodista continúan vendiéndome la moto: uno dice que hay que cambiar de coche cada cuatro años; el otro insiste en que salgamos a la calle y aprovechemos este viernes negro, sus rebajas previas, las postreras, lunes cibernético, martes total, miércoles hora feliz, jueves locos y viernes doble o nada. Y los niños que no saben si les gustan los coches y a las niñas las muñecas porque se ha prohibido que sigan siendo menores. Lo lógico, claro, es pensar que los días no pasan, que la gravedad la debió inventar Franco, pero Battiato, y que todo lo de hacerse mayor es un cuento que se han inventado los fachas que no permiten que sigamos siendo niños.

Los imberbes neutros que no supieron elegir coche o bebé porque se lo ha prohibido la publicidad sexista, pasan directamente del gogo a Torbe

Mientras, los menores miran el porno con nueve años porque todos los papis les enchufan un móvil para que dejen de dar el coñazo, y así, los imberbes neutros que no supieron elegir coche o bebé porque se lo ha prohibido la publicidad sexista, pasan directamente del gogo a Torbe para saber qué es eso del bukake. Pero todo va bien, no se alarmen. La sociedad va creciendo al mismo tiempo que los que piensan que tener cuarenta es lo mismo que tener veinte. No podemos decirle a un niño de seis años que juegue con el coche, no vaya a ser que prefiera jugar con una Nancy y estemos coartando sus libertades sexuales y de elección; eso sí, ni mu de los culos, las tetas, los pectorales, los pezones, los orgasmos y todo aquello que ha sustituido al turrón de Navidad por el simple cambio en el orden de las letras: Vanidad.

Y Feliz Año nuevo, queridos lectores.

Una mano pasea el culo de una moza bajo el dulce sol de Capri. El vaivén de la barca es un regalo, ella abre las piernas dejando que el pollo se frote y el sudor comienza a gotear, brotando el deseo que emanan sus cuerpos esbeltos, perfectos, arrebatadores y bellos. No hay vecinos de barco, ni lanchas ni motos acuáticas, con lo que el polvete está garantizado, y entonces, cuando uno se piensa que está mirando youporn, el tenor canta la nota final y termina con un frasco de perfume que huele a testosterona y que le hará sentirse Porfirio Rubirosa, aunque sólo le falte un barco, el billete a Capri, la tía buena, la Riva de caoba, su ahorros y vaciar de otros motores insoportables el Mediterráneo para que nadie le moleste mientras goza. Es Navidad y pelillos a la mar.

Irene Montero Alberto Garzón