Buzón de libros: cuatro periodistas y cuatro historias
Cuatro periodistas españoles de distintas generaciones han publicado recientemente obras de ensayo o de ficción
El periodismo es un género literario desde que algunas grandes figuras de la profesión en Estados Unidos y en otros países hispanos inauguraron el llamado 'Nuevo Periodismo'. Convirtieron en literatura de gran envergadura el relato de un hecho, de un acontecimiento o de una mera noticia. Y equilibraron los términos de la ecuación periodística: eficacia en la descripción y excelencia en la prosa.
Cuatro periodistas españoles de distintas generaciones, pero signados por una trayectoria meritoria y reconocida han publicado recientemente obras de ensayo o de ficción verdaderamente interesantes en las que su faceta periodística se combina con la literaria, bien para fabular, bien para novelar realidades históricas, bien para, desde el ensayo y la narrativa de proyección retrospectiva, ofrecer, de nuevo, la garantía de que el periodismo no conoce límites.
Diego Carcedo es una referencia profesional. Ha sido, y lo sigue siendo, un periodista que constituye por sí mismo una marca personal. El asturiano es sinónimo de buen hacer profesional (corresponsal, director de servicios informativos de RNE, presidente de la Asociación de Periodistas Europeos y, en su momento, presidente de la Comisión de Expertos sobre la reformulación de RTVE).
Nos regala ahora una novela más después de otras anteriores y exitosas y también de ensayos quirúrgicos. O sea, no es nuevo en la plaza de la ficción. Con su última obra
Lo hace también Emilio Alfaro, periodista vasco que es, posiblemente, uno de los más respetados y reconocidos. Trabajó en ‘El Correo’ y en ‘El País’ y cuando los que fuimos sus compañeros en ambos medios suponíamos que su opera prima sería un ensayo -es una analista aritmético y ecuánime- se ha lanzado a la novela:
Alfaro los tiene. En línea con la nueva ficción vasca sobre el post terrorismo de ETA -a la que no menciona en una obra de magistrales sobreentendidos- el autor hace verosímil y apasionante un relato que parecía imposible que lo fuera: el amor trágico entre la viuda de un guardia civil asesinado por ETA y el asesino de su marido. ¿Increíble? Lo es… hasta que se lee el libro y la tragedia adquiere proporciones extraordinarias.
Alfaro reformula el papel de la víctima y del victimario, pero ateniéndose a un orden ético, o moral, en el que cabe la disidencia de un amor imposible. Es, además, una novela, que trasluce el ingente conocimiento que el autor tiene del País Vasco acumulado en años de trabajo profesional lleno de rigor y entrega. Soledad Gallego, exdirectora de ‘El País’ y el firmante, que contó con la colaboración de Alfaro en los momentos duros de ‘El Correo’, sentimos una íntima satisfacción cuando presentamos su novela en el Ateneo de Madrid el pasado día 11 de octubre.
Fernando Jáuregui, otro referente del oficio periodístico, acaba de demostrar su sentido de la oportunidad con
Efectivamente, y como se dice en la contra de este volumen interesantísimo, “esta es una obra que culmina la carrera profesional -más de cincuenta años, más de once mil artículos y crónicas, cuarenta libros- de un periodista imprescindible, que aún hoy se mantiene al pie del cañón”.
Con un sentido crítico lapidario, o sea, de pedrada dialéctica, Peio H Riaño, otro periodista notorio y que a nadie deja indiferente, ha confeccionado un libro híbrido (¿ensayo?, ¿panfleto?, ¿histórico?) titulado 'Borbones y membrillos. La familia irreal de Antonio López' (Lengua de trapo), una digresión dura, contundente, sobre las sugerencias, críticas, ácidas, que al autor le llegan de la observación del cuadro 'La familia de Juan Carlos I' que el gran pintor realista tardó dos décadas en entregar tras el encargo de Patrimonio Nacional.
Riaño es historiador del arte además de periodista y esa doble condición le cualifica para el examen crítico de esa imagen y, a modo de recurso paralelo, nos habla de la trayectoria de López. Es este un libro inclemente con Juan Carlos I, pero también un interesante ejercicio de indagación de la historia a través de la pintura. No es nueva esa técnica de enhebrar una narrativa a través de las imágenes que cuelgan en las pinacotecas más importantes, pero adquiere en esta obra, que por activista ha de ser breve, 135 páginas, una significación urgente.
Podría escribirse un contra libro al de Riaño para iniciar un debate entre visiones diferentes, aunque después del goyesco 'La familia de Carlos IV', un cuadro hipnótico, cabe un elogio a los monarcas: tanto los Austrias de Velázquez, como los Borbones de Goya ya demostraron una extraña magnanimidad en mostrarse tal como eran. Ocurre, sin embargo, que Riaño tendría que contestarse a algunas preguntas para que su inclemencia en el juicio se contraste con una realidad incontestable: los Borbones no han sido membrillos porque la fruta se pasa y pudre y ellos ahí siguen; y no hay familia real que sea real porque si lo fuese la normalidad acabaría con ella. Las familias reales perduran, precisamente, porque son irreales. Riaño es un provocador que admite controversia y ese es un valor de excelencia porque entiende la convivencia en la discrepancia. Y eso tiene mérito.
El periodismo es un género literario desde que algunas grandes figuras de la profesión en Estados Unidos y en otros países hispanos inauguraron el llamado 'Nuevo Periodismo'. Convirtieron en literatura de gran envergadura el relato de un hecho, de un acontecimiento o de una mera noticia. Y equilibraron los términos de la ecuación periodística: eficacia en la descripción y excelencia en la prosa.