Atentado de Cuatro Caminos en 1945: el día en que Franco (realmente) ganó la guerra
Andrés Trapiello publica 'Madrid, 1945', un trabajo en el que recupera su investigación sobre el asesinato de dos falangistas a cargo del maquis con más datos e imágenes
El 1 de abril de 1939, el día del famoso parte de guerra del “cautivo y desarmado ejército rojo”, no acabó el conflicto bélico. Al menos no para mucha parte de la población. Desde entonces, el Partido Comunista a través de sus guerrilleros, había organizado toda una guerra de guerrillas para hacer caer el régimen franquista mediante la lucha armada. Por su parte, la dictadura había desplegado todo su aparato represor -cárceles, torturas, juicios, persecuciones, penas de muerte- con muchas más armas que sus antagonistas, para acabar con cualquier tipo de voz disidente. El enfrentamiento, que tenía lugar a la vez que la II Guerra Mundial, era encarnizado y doloroso. Hasta finales de febrero de 1945.
El día 26, cinco comunistas entraron en la subdelegación de Falange -un pequeño chalet hacia la calle Ávila en el barrio de Cuatro Caminos, cerca de unas barcas-columpio, muy habituales en los cuarenta- y mataron a dos falangistas llevándose además todos los documentos que pudieron. La idea era hacer daño, continuar con estas guerrillas. Pero no les salió bien. Además de ser detenidos, torturados y condenados a pena de muerte -además de otros miembros del PC que no habían participado directamente- el atentado provocó una reacción de la opinión pública inesperada. Más de 300.000 personas salieron a la calle…, pero para condenar los atentados y refrendar a Franco en el poder. Hay fotos en la hemeroteca de la agencia EFE que registran esta manifestación de la multitud, muchos de ellos con la mano alzada. Paradójicamente, algunos comunistas detenidos eran considerados héroes en París -y estaban condecorados- por su lucha antifascista.
Tal acontecimiento -y toda esta tesis- lo relató hace veinte años el escritor Andrés Trapiello en su libro ‘
"En Mundo Obrero apenas salieron cinco líneas y media en una columna. Se quería esconder porque el atentado había sido un fracaso para ellos"
“Aquel libro lo saqué a falta de cuatro figuras porque entonces los archivos no estaban digitalizados. En estos veinte años se han ido digitalizando también los archivos del Partido Comunista”, contaba ayer el escritor en una rueda de prensa en la Junta del distrito de Tetuán, muy cerca de donde se cometieron los hechos.
Entre las historias se cuenta, por ejemplo, la de cuatro personas que aun estando implicados en los atentados, salvaron sus vidas. El escritor pensó durante mucho tiempo que quizá eran policías o que llegaron a un acuerdo con el juez, lo cual tampoco era tan raro. Su sorpresa fue descubrir que eran agentes dobles: trabajan para el PC y para los servicios secretos de la embajada americana, que en esos años, como ocurría con Reino Unido, todavía estaba del lado de la oposición a Franco. Y fue esta embajada la que les sacó de la Dirección General de Seguridad, les llevó a Lisboa y en un hidroavión hasta Nueva York y de ahí a México, donde se pusieron a salvo.
Propaganda para Franco
¿Fue este atentado el que asentó definitivamente a Franco en el poder? Es una pregunta que otea bastante este ensayo porque el propio Trapiello da algunas claves: mientras que toda la prensa franquista dio amplia cancha a esta información con portadas continuas -se dieron cuenta de que era una propaganda excepcional- en Mundo Obrero “apenas salieron cinco líneas y media en una columna. Se quería esconder. Fue algo como lo que le ocurrió a ETA con los de Hipercor o Miguel Ángel Blanco, que se les volvieron en contra”, afirma el escritor quien también señala cómo el régimen supo mover muy bien sus fichas para convencer a Reino Unido y Estados Unidos de lo que podía suceder si seguían apoyando a los comunistas (y por ende, a Stalin, mientras tenía lugar la II Guerra Mundial).
“Este fue el primer hecho que visibiliza los apoyos con los que cuenta Franco. Lo que indica es que sus partidarios no estaban dispuestos a ceder ni un milímetro y que derrotar a Franco no iba a ser tan fácil para los comunistas como les habían hecho pensar la embajada americana y la inglesa”, sostiene Trapiello.
“Este fue el primer hecho que visibiliza los apoyos con los que cuenta Franco. Indica que sus partidarios no estaban dispuestos a ceder"
No mucho después de aquello se vieron los primeros movimientos. El Partido Comunista, cuenta el escritor, “decide en 1947 parar la guerra de guerrillas porque ven que no tiene sentido. Había habido 2.000 muertos entre guerrilleros, guardias civiles, colaboradores del régimen… Y más de 20.000 personas encarceladas. Se dan cuenta de que combatir al franquismo no pasa por la lucha armada. Es una guerra que habían perdido desde el primer momento”. Al año siguiente, Franco levantaría por fin el Estado de Guerra. “Habían pasado unos años criminales. Además, el que estaba en el poder asesinaba más que el otro”, ratifica.
Unos años cuarenta que fueron “siniestros”, pero en los que, a la vez, según recordaba recordaba el escritor “la mitad había ganado la guerra y también quería disfrutar. Había verbenas, tabernas… y los comunistas también iban a esas verbenas”. Aquel era un Madrid con música de caballitos en las calles y con un soterrado ambiente tenso, con muertos, torturados y con cero atisbo para la libertad de expresión. Porque las guerras nunca acaban de un día para otro. “Es un aspecto deplorable de la historia de España, peor para mí que la guerra”, insiste.
Debate moral
Para Trapiello cabe hacerse algunas preguntas a raíz de estos hechos. Por ejemplo, “¿qué hacemos hoy con la guerrilla”. Esto es, ¿qué papel se le reserva hoy al maquis?¿Cabe la romantización, la de establecer al movimiento guerrillero como luchadores por la libertad? ¿Fue una lucha justa, pero innecesaria? ¿Innecesaria e injusta? “No tomo partido en elibro por nada, dejo que el lector saque sus conclusiones”, afirma.
No obstante, sí cree que debe haber un debate sobre la significación política y moral de lo que ocurrió en relación a nuestra Memoria Histórica y que lleva al famoso memorial que se construyó en el cementerio de la Almudena durante la legislatura de Manuela Carmena (y cuyas obras paró el ayuntamiento de José Luis Martínez Almeida en 2019) “Si se considera que los siete guerrilleros encausados ejecutaron a los falangistas en nombre de la libertad, deben estar en el memorial; pero si lo que hicieron fueron asesinatos no deben estar porque es un memorial para casos de ejemplaridad democrática. Los que quieren que estén en el memorial tendrán que explicar que los dos asesinados están bien asesinados”, comenta el escritor, quien además insiste en que “a muchas de las víctimas del franquismo se les juzgó [en los cuarenta] por actos cometidos durante la guerra civil e incluso antes, pero en este caso fue por un hecho que ocurrió después. Ni siquiera se les juzgó por su trabajo en las checas”.
"Los que quieren que estos comunistas estén en el memorial tendrán que explicar que los dos asesinados están bien asesinados"
Para toda la documentación, Trapiello ha hablado -como ya hizo entonces- con herederos de las víctimas y victimarios del atentado como los de Mercedes Gómez Otero, histórica dirigente comunista. De todos los relatos, el escritor también resalta cómo la memoria es caprichosa y traicionera. “Recuerda lo que quiere. Pero a la verdad nos podemos acercar entre todos. Hay gente que hablaba con admiración de lo que se hizo y otros que no”.
Hace veinte años, el cineasta José Luis Cuerda -creador de ‘Amanece que no es poco’, entre otras películas- quiso haber llevado esta historia al cine. Trapiello confiesa que no encontró financiación por ninguna de las televisiones. Sin embargo, “ahora que la historia está casi terminada, que casi tiene un final y en la que no hay un átomo de ficción”, cree que sería carne de cañón total para una serie de Netflix. Ayer lo dejó caer varias veces. A ver quién le recoge el guante.
El 1 de abril de 1939, el día del famoso parte de guerra del “cautivo y desarmado ejército rojo”, no acabó el conflicto bélico. Al menos no para mucha parte de la población. Desde entonces, el Partido Comunista a través de sus guerrilleros, había organizado toda una guerra de guerrillas para hacer caer el régimen franquista mediante la lucha armada. Por su parte, la dictadura había desplegado todo su aparato represor -cárceles, torturas, juicios, persecuciones, penas de muerte- con muchas más armas que sus antagonistas, para acabar con cualquier tipo de voz disidente. El enfrentamiento, que tenía lugar a la vez que la II Guerra Mundial, era encarnizado y doloroso. Hasta finales de febrero de 1945.