Los orcos eran los buenos y los elfos, los malos: la versión no oficial de 'El señor de los anillos'

Los rescoldos de los campos de batalla aún humean. La guerra terminó. La derrota es definitiva. El pueblo orco, amante de la paz, científico e industrioso, ha sido vencido por la Alianza del Norte entre elfos y hombres, un Eje supersticioso que, a base de engaños y ayudado por magos siniestros, se ha alzado como vencedor y se dispone ahora a iniciar una salvaje represión de los vencidos que busca eliminar a las familias de orcos dispersos que intentan regresar a casa aterrorizados, escondiéndose de las feroces patrullas de elfos que vigilan los caminos de la Tierra Media. ¿Y si el universo de 'El señor de los anillos' que se expande en 'Los anillos de poder' su precuela recién estrenada, no fuera como nos han contado? ¿Y si los orcos fueran los buenos y los elfos, los malos? ¿Y si, una vez más, la historia la han escrito los vencedores?

¿Y qué hace un biólogo ruso especializado en arañas escribiendo una continuación apócrifa de la gran obra de J.R.R. Tolkien en la que el mal y el bien intercambian los papeles? Kiril Yeskov nació en Moscú en 1956, estudio paleontología con especialidad en el reino Aranae, ha descrito 39 nuevas especies de arácnidos de Siberia y otras 13 han sido nombradas en su honor y en 2004 publicó 'El último anillo' (Bibliópolis), una obra hoy de culto, tan poco conocida como fascinante, en la que se atrevía a proseguir la historia de 'El señor de los anillos' solo que desde el punto de vista orco y que arranca justo después de Frodo Bolsón lograra arrojar el anillo único al Monte del Destino.

"Ahora comienza la carnicería: a los derrotados dispersos les espera el amargo camino de vuelta a casa, hostigados por las patrullas de elfos que buscan eliminar hasta al último orco, hombre, mujer y niño, designados por una propaganda perversa como raza caníbal, maldita y a exterminar. Pero de las cenizas de la catástrofe todavía puede extraerse un resquicio de esperanza. Si la misión encomendada a nuestros protagonistas tiene éxito, las tornas pueden volverse, y habrá llegado la hora de la revancha de los orcos".

La revancha de los orcos

El estreno de 'El señor de los anillos. Los anillos de poder', la serie más cara de la historia que emite Amazon Prime, en general bien acogida, ha vuelto a abrir el debate en torno al universo creador por aquel escritor inglés que ha vendido más de 150 millones de ejemplares. Por un lado, un artículo de Ramón González Férriz lamentaba en este periódico la falta de ideas de la actual ficción audiovisual, que regresa, una y otra vez, en una interminable secuencia de secuelas y precuelas que pretenden exprimir hasta la náusea las creaciones que marcaron la infancia de los últimos 'boomers': "¿Por qué demonios no logramos escapar de productos culturales brillantes, pero sobreexplotados? Hace unos meses escribí en este periódico que eso se debía a que los miembros de mi generación estábamos recreando las obras culturales que marcaron nuestra infancia y juventud y dándoles una nueva vida. Pero es posible que sea algo peor: ¿y si nos estamos quedando sin ideas?".

Por otra parte, la crítica de Jacinto Antón en 'El País' levantaba una tremenda polvareda en redes al señalar que Tolkien probablemente no viera con buen gusto la racialización y feminización de sus personajes que aplica la nueva serie. Es arriesgado asignar valoraciones a autores muertos, pero el conservadurismo de Tolkien no es ninguna novedad. El pasado 2021, el historiador británico Niall Ferguson recordó que la filosofía de 'El señor de los anillos' es profundamente conservadora y el citado González Férriz se planteaba aquí que el escritor, que inventó a los hobbits como un remedo del mediano propietario rural inglés preindustrial, probablemente habría votado sí al Brexit de estar vivo.

Pero el ataque más virulento contra la Tierra Media y su ideología subyacente lo realizó otro poderoso y muy leído escritor británico. Michael Moorcock publicó en 1987 un artículo en la British Science Fiction Association titulado "Pooh épico" en el que denunciaba la obra fantástica de Tolkien, pero también la de C.S. Lewis —a quien Tolkien convenció para convertirse al catolicismo— o Richard Adms. Moorcock los acusaba de estilo pobre y acriticismo político, de urdir una forma de 'romance tory' entre cuyos rasgos destacan la denostación de la tecnología y lo urbano y una misantropía que glorifica lo rural y el conservadurismo de una clase media burguesa temerosa del cambio y del progreso. Estos autores, en definitiva, muestran la misma finalidad, afirma Moorcock, que Winnie the Pooh, quien siempre opta por lo más cómodo antes de atreverse al más mínimo desafío.

Ojo, si Tolkien era un conservador, lo era a su manera, y en cualquier caso no pecó de esos males de cierta derecha populuista actual que se enfanga en el racismo o antisemitismo. Lean, por ejemplo, a continuación su maravillosa carta de respuesta al jerarca nazi que le preguntaba, ante la publicación de su obra en la Alemania del III Reich, si era judío. Pero no resulta así tan extraño, aunque sí deliciosamente extravagante, que alguien como Kiril Yeskov, que leyó la célebre trilogía de niño en la extinta época soviética, se decida a imaginar las guerras del anillo vistas por los orcos como homenaje, sin duda, pero también como parodia crítica y radical de una historia demasiado acomodaticia, tan del orden establecido.

Una misión de esperanza

'El último anillo' despliega su parodia con inteligencia, alterando sutilmente los nombres tolkinianos como en una suerte de peculiar realidad alternativa. La Tierra Media se rebautiza como 'Midgar', las topas de Gondor son aquí la de Pietror, el reino elfo de Lorien es Orien, Saurón se convierte en Aurón, Faramir en Aramir y Aragón en Altagorn. Dividida en cuatro partes, las mejores son las dos primeras, las más empapadas de referencias a la obra madre, en la que se desarrolla una divertidísima intriga cuasi policial que seguro les suena. El médico de campaña orco Haladdim recibe un encargo que le cambiará la vida: debe destruir un objeto mágico en poder de los elfos antes de cien días o el mundo se irá definitivamente al diablo. Y solo puede hacerlo arrojándolo al Fuego Eterno dónde fue creado. Entonces los orcos volverán a tener esperanza.

Además de 'El último anillo', en los ratos libres que le deja su infatigable búsqueda de arañas desconocidas por la estepa siberiana, Kiril Yesvov ha escrito además una segunda novela también imaginativa y sorprendente titulada 'El evangelio secreto', en la que ofrece una visión alternativa de las Sagradas Escrituras en la que Jesús es víctima de las cloacas del estado del Imperio romano.