'Fragmentos de una mujer': una durísima cinta sobre la muerte de un bebé
Lo nuevo de ese director magnético y genial que es el húngaro Kornél Mundruczó se estrena ahora en Netflix y es hermoso y triste
El primer día que me dirigía al trabajo para reintegrarme después de mi baja de paternidad, escuché en la radio del coche la noticia de la muerte de un bebé en no sé qué horribles circunstancias y me provocó tal ataque de pánico que me salí de la autovía y a punto estuve de matarme yo también. Antes de ser padre sabes que los niños se mueren, pero solo es una más de las tan desagradables como difusas amenazas del mundo de los adultos en el que, sin descendencia, aún no has sido completamente aceptado. Y mejor así. Ahora, el día en que la especie prosigue su incierta aventura con tu ayuda en forma de dos mellizas sonrosadas, el terror ya nunca te abandona. El terror a que se mueran, cosa que a un padre primerizo le parece casi inevitable al comprobar la extrema fragilidad de sus criaturas. Ya sabías que los niños de los demás podían morirse: ahora son los tuyos.
Por eso debemos en primer lugar advertir que 'Fragmentos de una mujer' es una película excepcional, pero también durísima que, especialmente los padres recientes, solo deben ver bajo su estricta responsabilidad. Una pareja de Boston tiene un bebé en un parto casero atendido por una matrona negligente y el bebé no sale adelante. Todo es muy rápido y esa fugacidad multiplica el dolor al despojarlo de todo aquello que necesitamos para dotarle de sentido al mundo y seguir adelante: control, tiempo, comprensión. Un rayo parte en dos a Martha y Sean Carson y los hace pedazos, fragmentos, casi sin que se den cuenta. ¿Y qué haces con un amor en pedazos?
Lo nuevo de ese director magnético y alegórico que es el húngaro Kornél Mundruczó se acaba de estrenar en Netflix y es hermoso y triste. Se llevó dos leones en el pasado Festival de Venecia, uno para su director y otro para la increíble Vanessa Kirby como Mejor actriz por su papel de madre doliente. Su arranque es espectacular, media hora en la que toda pasa -el amor, el embarazo, el parto, la muerte- y después de la que ya nada queda nada. De hecho el resto de sus dos horas largas, el filme se devana entre un montón de ruinas, errabundo por momentos también para el espectador, excesivo incluso. Pero nada amenaza en serio su poder.
Diversificaciones Netflix
En su corto tiempo de vida, Netflix es ya tan predecible como un hijo tonto. Sus películas rezan a dios y al diablo, diversificándose por la ciencia ficción palomitera con tantas ínfulas como vacía como 'Cielo de medianoche', basuras para el desventurado público infantil como 'Superniños' o productos de altura prefabricados para el óscar como 'Roma', 'El irlandés', 'Historia de un matrimonio' o este 'Fragmentos de un matrimonio'. Buenas películas de las que no logra pese a todo disiparse un persistente aroma de artificio calculado hasta la enésima potencia. Predecible Netflix, sí, también adictiva e inevitable.
Tal vez le sobran minutos y grandilocuencia, pero la película bien merece el mal trago
Tras la muerte del apenas nacido llegará un juicio que la propia madre no está segura para nada de querer afrontar -si es que puede afrontar algo convertida en una sombra que vaga por la ciudad- pero a la que se ve obligada por su propia madre, una suerte de abuela coraje que canaliza su dolor particular en la búsqueda de justicia. Mientras su marido sufre en silencio en el tajo como un hombre, como un pobre hombre. Tal vez le sobran minutos, tal vez también cierta grandilocuencia y, sin duda, como ya dijimos, no conviene verla con el estómago lleno, pero 'Fragmentos de una mujer', con su drama inmenso y sus grandes actores, bien merece la pena penita pena de un mal trago.
El primer día que me dirigía al trabajo para reintegrarme después de mi baja de paternidad, escuché en la radio del coche la noticia de la muerte de un bebé en no sé qué horribles circunstancias y me provocó tal ataque de pánico que me salí de la autovía y a punto estuve de matarme yo también. Antes de ser padre sabes que los niños se mueren, pero solo es una más de las tan desagradables como difusas amenazas del mundo de los adultos en el que, sin descendencia, aún no has sido completamente aceptado. Y mejor así. Ahora, el día en que la especie prosigue su incierta aventura con tu ayuda en forma de dos mellizas sonrosadas, el terror ya nunca te abandona. El terror a que se mueran, cosa que a un padre primerizo le parece casi inevitable al comprobar la extrema fragilidad de sus criaturas. Ya sabías que los niños de los demás podían morirse: ahora son los tuyos.
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