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"Sin los bloqueos que hacía Reino Unido, las decisiones en la UE serán ahora más fáciles"
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"Sin los bloqueos que hacía Reino Unido, las decisiones en la UE serán ahora más fáciles"

La traductora, novelista y ensayista checa Monika Zgustova, afincada en Barcelona desde los ochenta, continúa con su triple eje de intereses: el exilio, la mujer y la Europa del Este

Foto: Monika Zgustova, el pasado miércoles, en la Casa Gerald Brenan de Málaga (Agustín Rivera).
Monika Zgustova, el pasado miércoles, en la Casa Gerald Brenan de Málaga (Agustín Rivera).

Stalin y "el otro Holocausto". Así arranca Monica Zgustova su brillante libro 'Vestidas para un baile en la nieve' (Galaxia Gutenberg) sobre los testimonios de mujeres en el gulag estalinista. Zgustova, nacida en Praga y refugiada en Estados Unidos, es la traductora al checo de Milan Kundera y Bohumil Hrabal. Escribe novelas, libros de no ficción y le apasiona dialogar de Europa y de literatura. De ello habló esta semana en un encuentro nacional de traducción literaria organizado por los escritores Alfredo Taján y Ben Clark en la Casa Gerald Brenan de Málaga. Zgustova atiende a El Confidencial durante una hora en la cafetería de un hotel de la ciudad andaluza.

PREGUNTA. ¿Cuánto tiene de traidora como traductora (el famoso adagio italiano de 'traduttore, traditore') o más bien se considera una contadora de historias?

RESPUESTA. No sé qué decir, la verdad. Es una pregunta difícil. Tengo la sensación de que soy un poco de todo. Mi identidad es múltiple. Nací en un sitio, me crié en otro, fui a la Universidad y cuando estuve en Estados Unidos quería estar en Europa. Quizá me definiría realmente como una europea y empecé a sentirme así cuando vivía en Estados Unidos. Allí me di cuenta de que en el fondo podría vivir en cualquier país europeo mientras fuera Europa. Para mí toda Europa es mi casa.

Foto: Monika Zgustova,una escritora docta en checo, ruso, inglés, español y catalán

P. ¿Por qué su familia tuvo que huir de Praga?

R. Mi padre era lingüista y se dedicaba a las lenguas muertas, a las civilizaciones antiguas, como la de los sumerios, en concreto la de la civilización entre el Éufrates y el Tigris. Él quería seguir viviendo en Praga, pero después de la invasión soviética las cosas se le complicaron mucho porque había participado en la Primavera de Praga y por esta razón le amenazaron con persecuciones. Tuvo que marcharse del país, escogió Estados Unidos, y le dieron un buen trabajo. Mi padre era conocido mundialmente, pero pensó que para sus hijos era más fácil acostumbrarnos en una tierra de refugiados como Estados Unidos que en algún país europeo. Al final mis padres se quedaron en Estados Unidos, yo volví a Europa, y mi hermano se fue a Japón. Para un refugiado es muy fácil irte a cualquier país del mundo. Una vez que te vas de tu país, ya puedes vivir en cualquier sitio.

P. ¿Se siente tan ciudadana del mundo que podría vivir lo mismo en Barcelona que en Kioto?

R. Seguramente sí. Me acostumbraría porque una vez que das el paso y te acostumbras a una cultura que es muy diferente (y la estadounidense es mucho más distinta de lo que los europeos generalmente pensamos) es cuando piensas que tienes que vivir allí el resto de tus días. El primer año se hace muy difícil. Mientras mi hermano vive entre Kioto y Malasia, yo prefiero vivir en Europa porque siempre he sido muy europeísta.

Los que somos europeístas somos muy impacientes y quisiéramos que todo en la Unión Europea fuera mucho más deprisa

P. ¿Cómo valora la construcción de Europa?

R. Sin ninguna duda es un magnífico e importantísimo proyecto político, el mejor occidental que ha tenido lugar. ¿Que ha habido errores? Evidentemente que sí y habrá que ir corrigiéndolos poco a poco. Los que somos europeístas somos muy impacientes y quisiéramos que todo fuera mucho más deprisa. Pero cuando pensamos en la Historia a largo plazo posiblemente es mejor que vayamos a pasitos y que no sea una revolución rápida: a veces estas revoluciones van mal. Hay gente que se puede quedar fuera de juego y gente que no lo acaba de entender.

Yo creo que vamos bien, aunque tendremos que corregir muchísimas cosas del diseño de Europa que ahora estamos pagando. Nos han venido dos países del Este que no están de acuerdo con que Europa quiera censurar a los que no son democráticos y solo quieren repartir el fondo del covid entre los países que realmente tienen una buena estructura democrática. Ellos protestan y esto se tiene que solucionar porque entiendo que no debería haber países como Hungría dentro de la UE. Es como tener un Caballo de Troya dentro de nuestras fronteras.

placeholder Monika Zgustova, en Barcelona, en 2016 (EFE).
Monika Zgustova, en Barcelona, en 2016 (EFE).

P. ¿Abrió la Unión Europea demasiado la mano para una Europa de los 27? ¿Debería haber sido una Europa más compacta y no incluir a países que habían formado parte de la Unión Soviética?

R. Desde luego que si esto hubiera pasado todo hubiera sido más fácil. Estos países, aunque han aportado una interesante riqueza de pensamiento y de culturas, desde que entraron en la Unión Europa han aportado también caos, pero Europa no podría dejar a estos países fuera de juego. ¿Qué habría pasado? A estas alturas ya estarían bajo la órbita de Putin, que tiene las manos muy largas, y que ya ha manifestado en varias ocasiones que le hubiera gustado renovar la Unión Soviética desde el punto de vista como mínimo geográfico, volver al Imperio Soviético. Estos países son muy vulnerables y tienen debilidades. Allí la democracia es muy reciente. España sabe perfectamente que un país que tiene una democracia reciente es vulnerable a muchísimas influencias de fuera y, sobre todo, de dentro.

En estos países incluso piensan en reducir la democracia y creen que les iba mejor y todo estaba mucho más claro en la dictadura, del totalitarismo, porque las cosas eran más blancas y negras. La democracia es un caos y uno tiene que ser un individuo muy maduro en todos los sentidos para vivir en el caos de la democracia y orientarse dentro de ese caos.

La UE hace cosas maravillosas como por ejemplo el fondo de cohesión del covid. Vivimos en un continente que cuida a cada país

P. Europa vive en una gran encrucijada con el crecimiento de los partidos de ultraderecha, de los populismos de izquierdas y de los nacionalismos (muchos se sienten más de su región que de su país), con el añadido del Brexit de Reino Unido. ¿No pueden todos estos condicionantes lastrar el gran proyecto europeo?

R. A primera vista puede parecer que estemos buscando nuestra identidad más próxima, pero luego vemos cosas que hace la UE que son maravillosas como por ejemplo el fondo de cohesión del covid. Tenemos que estar muy contentos de que vivimos en un continente que cuida a cada país. Esto no pasa en otras partes del mundo. Hay cosas que no se hicieron bien durante la crisis financiera y del euro, que duró seis años, cuando parecía que Europa se iba a dividir entre los países del Norte y del Sur.

placeholder Monika Zgustova, en Barcelona, en 2016 (EFE).
Monika Zgustova, en Barcelona, en 2016 (EFE).

P. Las célebres dos velocidades.

R. Para mí esto era responsabilidad del que era ministro de finanzas de Alemania, Wolfgang Schäuble. Después de su salida del Gobierno alemán en 2017, las cosas han ido mejor en su país y se ha consolidado Angela Merkel como una líder europeísta. Tenemos la suerte de que Francia y Alemania, el eje europeo, con Merkel y Macron a la cabeza, crean de forma decidida en Europa. Por suerte, en España no notamos el antieuropeísmo tanto como en otros países. Me da pena que en Reino Unido se hiciera tan mal la fórmula del referéndum del Brexit. Se tendría que haber votado con una segunda vuelta, como hacen los franceses.

P. ¿Ve viable adaptar esa norma del sistema electoral francés al resto de países europeos?

R. Sería muy interesante hacer dos rondas. Si tú ves que has votado de una forma que da lugar a lo que no te gusta tienes la oportunidad de corregirlo. Hay un dicho alemán que dice: “La primera vez no significa nada”. Una persona, un Estado, una sociedad y un continente debería tener la posibilidad de corregirse. Tampoco creo que sea bueno un resultado con 50/50 porque entonces lo que tienes es una sociedad dividida. Como mínimo, debería de ser 40/60 o 30/70, sobre todo si Cameron no era partidario de que Reino Unido saliera de la UE. Son errores que se pagan muy caros. También muchos piensan que para algo nos servirá porque era un auténtico suplicio tomar cualquier decisión en la UE con la presencia de Reino Unido. Ahora las resoluciones son mucho más fáciles sin sus constantes bloqueos.

placeholder Monika Zgustova, en Barcelona, en 2013 (EFE).
Monika Zgustova, en Barcelona, en 2013 (EFE).

P. ¿Qué piensa del independentismo que se reclama desde algunas regiones europeas y en concreto el caso catalán que conoce tan bien? ¿Es partidaria de un referéndum en Cataluña o que ese referéndum debería organizarse en toda España?

R. Se tendría que poder opinar. Las cosas no se tenían que haber dejado ir tan lejos. En aquel momento quizá a las dos partes les convenía el enfrentamiento, pero el enfrentamiento no lleva a ninguna parte. Eso malo a cualquier nivel. Es muchísimo más sensato sentarse en la mesa y ponerse a hablar. Si la sociedad pide a gritos un referéndum debería hacerse una concesión. Es la manera más democrática de solucionar un problema. Reitero en que no debería ser 50/50, sino al menos 40/60, como se hizo en Quebec.

P. ¿Deberían opinar sobre una hipotética independencia catalana solo los residentes en Cataluña o toda España mediante un referéndum en todo el país?

R. Bueno… esto es cuestión de gustos. Distintas personas piensan de distintas maneras y yo lo viví en Cataluña no como independentista, que nunca lo he sido, pero vi que la gente tenía muchísimas ganas de votar. Si había la mismas ganas de votar en España, pues quizá también. En Québec y en Escocia se votó únicamente en el territorio y no en todo el país. Tal y como conozco a Cataluña, estoy segura de que hubieran aceptado claramente los resultados y lo más seguro es que no hubieran llegado al 65%. Creo que ahora es un poco tarde porque el independentismo va a menos.

Foto: Milan Kundera. (EFE)

P. ¿Por qué?

R. La gente se ha cansado y además los políticos de aquel momento lo hicieron muy mal. El partido de Mas y luego Puigdemont es prácticamente inexistente. Ha tenido cuatro o cinco nombres. Todo suena un poco a broma. Ellos saben perfectamente que no van a tener posibilidades en las elecciones catalanas de febrero de 2021.

P. ¿Qué es una patria?

R. No es una palabra que yo use. Patria puede ser mi familia y mi lengua. Es algo que me arropa. La novela de Fernando Aramburu la usa como burlándose de lo altisonante que es y estoy de acuerdo. Es una palabra ridícula.

La memoria histórica es lo que somos. Si no tenemos memoria, incluso como personas, no somos nada; no tendríamos ninguna identidad

P. Adorno ya dijo: “¿Qué escribir después de Auschwitz?" ¿Hace falta una ley de memoria histórica armonizada en todo el continente para recordar lo que pasó en el nazismo y el totalitarismo soviético?

R. Sería ideal que se definiera lo que representó el nazismo, el fascismo y el comunismo. Los niños europeos deberían aprender ya en la escuela y diferenciar entre un totalitarismo, el autoritarismo y una dictadura. Estos conceptos deberían estar homologados de tal manera de que fueran lo mismo para un holandés, un sueco, un español y un rumano. Si hubiera unas directrices muy claras por parte de la UE sería muy interesante para que luego no se pudieran mover según el partido que gobierne.

P. Quizá haya que profundizar en el concepto mismo de memoria histórica.

R. La memoria histórica es lo que somos. Si no tenemos memoria, incluso como personas, no somos nada; no tendríamos ninguna identidad. La memoria histórica de un Estado, una región o un país o un continente es igual que la memoria personal de un individuo. Si no la tuviéramos, nos perderíamos a nosotros mismos y nuestra identidad.

placeholder Monika Zgustova, en Barcelona, en 2016 (EFE).
Monika Zgustova, en Barcelona, en 2016 (EFE).

P. Ocurre con los más jóvenes.

R. Exacto. Muchos no saben lo que es el franquismo. Quizá hayan leído alguna novela o hayan visto alguna película. Les cuentan algo de una tragedia de su bisabuelo, pero les suena a algo remoto, como raro o incluso que no tiene nada que ver con ellos, pero tiene todo que ver. Son las raíces de la sociedad. De ahí han crecido y es como un árbol que crece y tiene ramas. Es importante saber las raíces del árbol. Tenemos que saber de dónde venimos y no puede ser que según cómo sopla el viento vayamos interpretando y reinterpretando la Historia de España de distintas formas.

Hablando de España no sé por qué algunas personas no quieren entender el hecho de que en España haya varias culturas y varios idiomas. Muchas personas lo ven como un enriquecimiento, pero no todos y es lo que nunca he entendido. Es una riqueza fabulosa y no se tendrían que apagar estas lenguas. En las escuelas de todo el país se debería enseñar todas las lenguas, al menos saberla leer, conocer unas palabras y conocer su cultura. La cultura siempre une y en cambio es la mala política la que separa.

P. Supongo que le influyó mucho el bilingüismo que vivió en la Praga de su infancia.

R. Yo nací en un Estado que estaba podrido, era comunista, pero algunas cosas estaban bien en la Checoslovaquia que yo conocí. Se hablaban el checo y el eslovaco. El 50% de la programación de la radio y de la televisión estaba en los dos idiomas. Si yo iba a Eslovaquia, todos me entendían. Ahora esto se ha perdido desde que fueron dos países. No hay que rechazar al otro y hay que tener ganas de sumar. El mosaico es lo interesante, no lo liso.

El debate de la Monarquía

P. ¿Cuál es la salud del catalán?

R. El catalán tiene ahora mismo muy buena infraestructura y la gente lo habla con ganas, todo el mundo lo entiende y se ha mantenido una sociedad bilingüe. Lo que sí ha pasado es que la fuerza independentista ha provocado un cierto rechazo al catalán por los mismos catalanes. Los niños y adolescentes que ahora crecen muchas veces hablan catalán con muchos castellanismos (sin olvidar los anglicismos), porque les parece más interesante que un catalán puro, que de alguna manera es la imposición que ellos rechazaban.

P. ¿Monarquía o República en España?

R. Desde su destacada actuación en el intento Golpe del Estado de 1981 para salvaguardar la democracia en España, no recuerdo nada bueno de la Monarquía española [espero que no me pongan en la cárcel como a un cantante cuya letra no gustó y se tuvo que exiliar, ironiza]. Está claro que últimamente la Monarquía no ha dado buenos resultados y por lo tanto creo que España se debería empezar a plantear cómo serían las cosas con una República, aunque sé que es algo complejo. Nunca está mal dar un paso hacia la modernización.

placeholder Monika Zgustova (EFE).
Monika Zgustova (EFE).

P. ¿Llegará a reinar la infanta Leonor?

R. Pienso que no veremos una República porque el debate que está habiendo en España es mínimo de momento y en el fondo no hay un planteamiento serio y profundo para cambiar el orden del Estado.

P. ¿Debería cambiar la Constitución de 1978?

R. En algunos puntos la Constitución siempre es retocable. No es como un convidado de piedra. Debería ser flexible y viva. Los ciudadanos deberíamos tener la sensación de que con nuestras opiniones podemos influir en unas nuevas leyes y una nueva forma de la Constitución. La UE ya le ha dado a España un ultimátum para reformar su poder judicial y eso es importante.

Foto: Celebraciones en el aniversario de la revolución bolchevique. (Efe)

P. En una entrevista concedida a El Cultural, comentó: “Mi lección de Historia ya la he dado”. Se mostraba dispuesta a explorar nuevos caminos y temas en su obra narrativa.

R. Quizá dije eso en un momento de cansancio, pero creo que cada persona tiene su discurso y el mío es el que es: se funde en tres temas (exilio, vivencias en la Europa del Este y mujer). Ahora mismo estoy trabajando en un dúo de novelas y estos tres temas están absolutamente presentes como en el resto de mis ficciones. No estarán basadas en ningún personaje histórico.

P. ¿Se ha revindicado en los últimos años la mujer en la Europa del Este?

R. No. Se tiene que reivindicar mucho más. Es curioso porque en la época del comunismo nos decían que la mujer tenía el mismo estatus que el hombre. Lo tenía, pero hacia abajo. La mujer nunca llegaba a los puestos directivos, lo mismo que pasaba en la política. En cambio, las mujeres eran secretarias y maestras. Trabajaban en el campo y en las fábricas. Muchas mujeres nos creímos lo que nos decían las autoridades comunistas de que era una sociedad donde el hombre y la mujer eran iguales, pero cuando lo comparo con otras sociedades veo que no es así y que la mujer tendría que luchar más por sus derechos.

La igualdad real no ha llegado a la Europa del Este. Se ríen bastante, tanto hombres como mujeres, del ‘Me too’.

P. ¿Cómo está ahora el sueldo de la mujer en la Europa del Este?

R. En general está por debajo del sueldo del hombre en los mismos trabajos, aunque también es verdad que no hay un machismo claro a primera vista. En líneas generales la violencia machista se da en las zonas rurales. No van por aquí los tiros. Es más sutil y más en el nivel de que la mujer todavía no ha entendido que el hombre tiene que colaborar en el hogar igual que ella, que es la que cocina, hace la compra, cuida a los niños, además de trabajar fuera el hogar.

La igualdad real no ha llegado a la Europa del Este. Se ríen bastante, tanto hombres como mujeres, del ‘Me too’. En Polonia, donde ahora las mujeres tienen que luchar contra la dacroniana Ley del aborto, la mujer polaca, sobre todo las urbanitas, tienen más consciencia de los derechos que tiene que tener una mujer frente a otros países del entorno.

P. ¿Llegará un momento en el que haya una verdadera Igualdad en todo el mundo?

R. Creo que vamos en esa línea y se está llevando a cabo de maneras distintas. Hay gente que tiene ideas más radicales y otras que no, pero estoy hablando de las zonas urbanas y creo que el movimiento se va extendiendo. Al menos en la Europa Occidental ahora todas las mujeres son feministas de una manera u otra y muchos hombres también.

placeholder La escritora y traductora checa Monika Zgustova, en Ciudad de México en 2016 (EFE).
La escritora y traductora checa Monika Zgustova, en Ciudad de México en 2016 (EFE).

P. El feminismo necesita también símbolos políticos. ¿Ayudaría una Presidencia de Estados Unidos con Kamela Harris o tener una presidenta en España, donde nunca ha habido una jefa de Gobierno?

R. Claro, claro, todo eso ayudaría. No hay que olvidar a Merkel, que ha sido una líder con altibajos, pero que en general se puede decir que ha sabido hacer una obra buena como mujer y ha sido carismática. Esto hace mucho y es verdad que en algunos países asiáticos que han tenido a mujeres gobernando siguen siendo machistas. Es importante no ver siempre a los hombres en la política.

P. Regresamos al terreno literario. ¿Sufren los traductores el síndrome de Google Translate, esto es, que no hace falta ya tanto el trabajo de un traductor? Hay series como Black Mirror en la que en un futuro más o menos inmediato el conocimiento está integrado en un chip que se introduce en nuestro cerebro.

R. Siempre hace falta el factor humano en la traducción. Eso es segurísimo porque incluso las operaciones se pueden hacer por ordenador o llevar un avión con un piloto automático. No te digo que no se pueda llegar a tener una buena traducción con Google. Sí, pero después hará falta una revisión minuciosa del texto. Una verdadera creación de una obra de arte nunca la podrá hacer una máquina tan bien como si lo hiciera una persona.

¿Puede un ordenador traducir el ‘Ulises’ de James Joyce? No lo creo. Esos grandes duelos de la imaginación como puede ser ‘Las aventuras del buen soldado Svejk’ de Bohumil Hrabal con tantos registros distintos… ¿Cómo va a conseguir una máquina trasladar el sentido del humor de una obra? No se va a dar cuenta de nada. Realmente se necesita la exquisita inteligencia y sensibilidad del ser humano combinada con la imaginación y la creatividad para que tengamos buenas traducciones. Yo creo que una máquina puede conseguir muchas virguerías, pero creo que el arte desde luego que no. Lo veo imposible.

Lo más importante es traducir el ritmo y el espíritu de la novela, pero hay que tener claro que no se pueden traducir solo palabras

P. ¿Se pueden perder lectores clásicos de narrativa, no ficción y otros géneros con el auge de los audiolibros y los podcasts?

R. Creo que no se va a perder nunca. Cada vez que vienen nuevas generaciones de lectores que prefieren leer en papel. Por estadísticas se lee más que el soporte digital. Yo soy partidaria de sumar y no de restar. Yo misma leo en mi iPad al igual que en papel. Lo importante es que se lea y no se pierda la costumbre de leer. Eso es lo básico. Quien sabe lo maravilloso que es leer no lo podrá prescindir. Ahora está la moda de las series, pero creo que es algo pasajero. Yo creo que una buena lectura concentrada de un libro no se va a perder nunca.

P. ¿No se quedará la lectura para un público mucho más reducido?

R. La gente muy joven con la que hablo me dice que prefieren tomar nota o subrayar directamente en el libro que en el iPad, que es un poquito más complicado y luego es más fácil ojear un libro y ver qué tienes subrayado. Creo que en el futuro van a convivir ambos soportes.

P. Kundera es partidario de una traducción exacta y fiel, mientras que Hrabal aboga por tener más cuenta el sentido de la obra, ¿Con qué aspecto se queda?

R. Depende del autor al cual traduces. Lo más importante es traducir el ritmo y el espíritu de la novela, pero hay que tener claro que no se pueden traducir solo palabras. Si solo tradujéramos palabras entonces sí que se podría hacer por Google. Los traductores necesitamos ver los matices de las palabras y de cada frase, de cada anécdota, de las distintas capas del texto. Como a Kafka, cuya obra parece algo trágico y terrible, pero luego cuando lo lees con atención te das cuenta que la obra llena de sentido del humor y de imágenes muy bellas y poéticas. En el final tan negro de ‘El Proceso’ se abre una ventana y eso es un símbolo de belleza y de esperanza al mismo tiempo. Hay que ser un ser humano sensible.

placeholder Monika Zgustova, el pasado miércoles, en la Casa Gerald Brenan de Málaga.
Monika Zgustova, el pasado miércoles, en la Casa Gerald Brenan de Málaga.

P. ¿En cuántos idiomas sueña Monika Zgustova?

R. Yo sueño más en imágenes que en palabras, pero creo que sueño en todos los idiomas que conozco. Distintos sueños me llevan a distancias experiencias de la vida y que van relacionadas con los idiomas y la cultura que en el aquel momento estaba frecuentando.

P. ¿El mundo va a mejor?

R. No, el mundo va siempre igual. No va ni a mejor ni a peor. No vamos nunca en línea recta. Es algo circular. Yo creo más en la visión que tienen los hindúes de ciclos vitales que pueden ser para un individuo o el mundo entero.

P. ¿En qué momento exacto estamos entonces?

R. Según los hindúes, estamos en el de la destrucción.

P. ¿Y hasta cuándo va a durar?

R. Todavía puede durar unas décadas.

P. ¿Hasta qué punto se va destruir?

R. Yo no soy hindú, ni tengo una creencia exacta. Es algo que se adapta a mi manera de ver el mundo. A mí gustaría ver el mundo que va a mejor como en el tema de la mujer si se compara con la Grecia antigua pero el mundo en el sentido global lo que es la felicidad e infelicidad, los sentimientos y la visión de la vida… esto no cambia mucho me parece a mí. Cuando leo novelas antiguas compruebo que les interesa lo mismo que lo que interesa hoy. Se nota cuando lees a los griegos, la 'Odisea' o las obras de teatro. Ves que tenían el mismo pensamiento que nosotros hoy. Su mundo no era muy distinto, era contemporáneo a nosotros.

P. Reclama trabajar siempre con pasión.

R. Todo lo que hacemos hay que hacerlo pasión y al mismo tiempo tener una buena dosis de racionalidad como también de sensibilidad, imaginación y sentido del humor. La racionalidad y el sentido común son muy importantes para no dejarnos llevar solo por el entusiasmo.

Stalin y "el otro Holocausto". Así arranca Monica Zgustova su brillante libro 'Vestidas para un baile en la nieve' (Galaxia Gutenberg) sobre los testimonios de mujeres en el gulag estalinista. Zgustova, nacida en Praga y refugiada en Estados Unidos, es la traductora al checo de Milan Kundera y Bohumil Hrabal. Escribe novelas, libros de no ficción y le apasiona dialogar de Europa y de literatura. De ello habló esta semana en un encuentro nacional de traducción literaria organizado por los escritores Alfredo Taján y Ben Clark en la Casa Gerald Brenan de Málaga. Zgustova atiende a El Confidencial durante una hora en la cafetería de un hotel de la ciudad andaluza.

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