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De la polémica al desastre: ¿qué ocurre con los monumentos a las víctimas del covid?
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De la polémica al desastre: ¿qué ocurre con los monumentos a las víctimas del covid?

Un pebetero que se apaga el día después de la inauguración. Una escultura que aparece escondida debajo de unas escaleras después de la foto. Este monumento es una ruina

Foto: Inauguración del monumento a las víctimas del coronavirus.
Inauguración del monumento a las víctimas del coronavirus.

Ya ocurrió con la escultura de Víctor Ochoa 'en honor a las víctimas del covid-19'. La obra, una especie de fauno saltarín de dos metros esculpido en bronce y resinas, no fue del agrado de muchos cuando la presentó como donación a la Comunidad de Madrid. Al evento acudieron el artista y la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Convocaron a la prensa. Se hicieron fotos. Posaron con las mascarillas puestas. Después se supo que Ochoa había diseñado la escultura originalmente en 1995 y que, posteriormente, la había resignificado. "Aquella escultura que había empezado en 1995, de repente, encajaba con el covid. Mis amigos me han preguntado si es una premonición. No, no lo es. El artista decide cuál es el momento para una pieza, pero no es oportunismo", defendió Ochoa en una entrevista con 'El País'. Apenas una semana después, la obra, donada a condición de que permaneciese en la Real Casa de Correos en Puerta del Sol, apareció envuelta en unas mantas y escondida debajo de unas escaleras de la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

placeholder Víctor Ochoa e Isabel Díaz Ayuso, en la inauguración de la escultura. (Comunidad de Madrid)
Víctor Ochoa e Isabel Díaz Ayuso, en la inauguración de la escultura. (Comunidad de Madrid)

Apenas una semana antes, el 15 de mayo, Día de San Isidro, la calle Alcalá amaneció con un pebetero instalado frente al Palacio de Cibeles para recordar "a los fallecidos durante la pandemia del covid-19". El alcalde, José Luis Martínez-Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, depositaron una corona de laurel a los pies del pebetero, diseñado por el arquitecto Carlos Rubio. Recordaron a las víctimas. Vargas Llosa leyó un discurso de agradecimiento a la actitud "heroica" de Madrid ante una plaga "medieval". Convocaron a la prensa. Se hicieron fotos. El día después, la llama del pebetero se apagó. Operarios del ayuntamiento volvieron a encenderla. Y este fin de semana, la escultura apareció rodeada de vallas de obra.

Ambos casos recuerdan al desastre del Monumento a las Víctimas del 11-M, inaugurado por los Reyes el 11 de marzo de 2007 y que en 2015 tuvo que cerrar tras descubrirse que la estructura interna se había desplomado por falta de mantenimiento —el ayuntamiento dejó de pagar los gastos entre 2008 y 2013— y por la disputa del consistorio con Renfe y Adif —los otros dos organismos dependientes de Fomento encargados del cuidado, que exigieron al ayuntamiento su parte—. Finalmente, ha reabierto el pasado marzo, tras una inversión de 300.000 euros. ¿Qué pasa con los monumentos encargados por las administraciones? ¿Por qué acaban envueltos en polémicas sobre su ejecución, su calidad o su abandono?

Paloma Sobrini es directora general de Arquitectura y Conservación del Ayuntamiento de Madrid y defiende el pebetero en honor a las víctimas del covid. "Me encargaron que hiciera un pebetero. Entiendo la urgencia —el alcalde lo que quería era que ese día de San Isidro, en el que le daban medalla al pueblo de Madrid por ese sufrimiento, estuviese inaugurado—, o al menos yo lo interpreté así, y que tenía que ser un símbolo de un dolor permanente y no debería ser ostentoso ni llamativo, ni recargado, ni intentar ser el mayor monumento del mundo, sino algo recogido que incite un poco a la meditación y a recogerse en el dolor. La gente cuando pasa, se para y se les ve recogidos. Es bonito ver cómo se paran", admite.

"Teniendo en cuenta ciertos monumentos funerarios que hay por el mundo, decidimos hacer algo austero y sencillo", explica. "Yo soy ejecutora, no soy política, y pensé en un arquitecto, que es Carlos Rubio, que es capaz de dar una respuesta rápida —teníamos 10 días para hacerlo—, y le pedí que hiciese algo sencillo que simbolizase el dolor de una manera reposada. Hizo el diseño y yo contraté una empresa con la que hemos trabajado mucho y que es capaz de ponerlo en marcha rápido, un cerrajero en Valdemoro que lo confeccionó y una alimentación por gas. Y ahí está. Tampoco ha querido ganar el premio mundial de nada. Simplemente simboliza un dolor que tenemos todos los madrileños".

Sobrini: "Tampoco ha querido ganar el premio mundial de nada. Simplemente simboliza un dolor que tenemos todos los madrileños"

Sobrini defiende que el apagón del pebetero se debió a que la instalación definitiva de gas, por motivos de urgencia, no se había implementado todavía. "Una conducción de gas ciudad no se hace de un día para otro. Necesita un corte de calles, unas zanjas, una acometida", prosigue. "Mientras se tramita —que puede ser días o semana—, hay que alimentarlo con botellas de gas propano —por eso esa base es un diseño especial para poder albergar esas botellas—; se hizo en una semana, se colocó y el primer día se vio que igual se acababa la llama porque estaba previsto una duración limitada de las botellas. Ese primer día, encima, cayó una granizada y la llama se apagó. Desde entonces han cambiado la botella y no se ha vuelto a apagar".

También explica el porqué de las vallas que hoy cercan la escultura de Carlos Rubio. "Ahora son vallas de obra. Se está haciendo la zanja en la acera para la acometida de la conexión de gas. Eso ya se está haciendo desde el Departamento de Intervención del Paisaje Urbano y hay que protegerlo para que la gente no se tire a la zanja. Eso en dos días lo han quitado y ya está". Y, preguntada por la elección de Rubio para diseñar el monumento, responde: "Yo he sido decana del Colegio de Arquitectos y tengo relación con muchísimos arquitectos. Para mí Carlos aúna una sensibilidad y es un profesional de reconocido prestigio. Eso no se hace con tu primo ni con tu hermano. Hay que ir a alguien que sepas que lo puede hacer rápido o muy rápido y que tenga esa sensibilidad, esa madurez y ese buen criterio". Entre los edificios más conocidos diseñados por Rubio se encuentran la Torre SyV del conjunto Cuatro Torres Business Área de la Castellana en Madrid y las sedes de Indra en Alcobendas y Torrejón de Ardoz

placeholder Martínez-Almeida y Villacís realizan una ofrenda floral en el monumento a las víctimas del coronavirus. (EFE)
Martínez-Almeida y Villacís realizan una ofrenda floral en el monumento a las víctimas del coronavirus. (EFE)

Desde el PSOE, Mar Espinosa, portavoz adjunta de la Comisión Permanente Ordinaria de Desarrollo Urbano y de Obras y Equipamientos del Ayuntamiento de Madrid, tampoco quiere hacer sangre. "Los monumentos son gestos e iconos que hay que hacer en esta ciudad para recordar lo que hemos pasado, pero también es verdad que hay que cuidarlos. No podemos erigir un monumento para recordar la memoria de las personas que nos han dejado en esta tremenda crisis sanitaria y luego hacernos la foto y olvidarnos", advierte. "Para honrar su memoria realmente hay que tener más cuidado y no dejarlas caer en el olvido. Es obvio que hacer las cosas tan precipitadas no salen bien. Hacer un concurso no nos parece mal, por supuesto, pero que lo que se haga se haga para que perdure en el tiempo y recordar a todas las personas que nos han dejado en esta situación".

La opinión de los expertos

Sin embargo, en el mundo del arte, las voces son mucho más críticas. Apuntan a un problema sistémico que empieza por la falta de formación cultural y artística de los políticos, sigue por las concesiones muchas veces a dedo y acaba con proyectos chapuceros acometidos a todo correr para hacer la 'photo opportunity' de turno gracias a la que políticos y artistas afines consiguen un espacio mediático.

placeholder Monumento al cantaor Pepe Perejil, de José Antonio Navarro Arteaga. (navarroarteaga.com)
Monumento al cantaor Pepe Perejil, de José Antonio Navarro Arteaga. (navarroarteaga.com)

La crítica de arte Elena Vozmediano, habitual de 'El Cultural', y licenciada en Historia del Arte por la Complutense, señala la falta de sistemas de control a la hora de adjudicar este tipo de proyectos. "Esos encargos me parecen muy poco aceptables. Bueno, en el caso de Ochoa es un 'mix' de encargo, donación y, sobre todo, de capricho de un político que, sin consultar a nadie, decide que eso es lo que hay que hacer de una manera precipitada —antes de que acabemos de salir de la crisis ya tenemos un monumento—", lamenta. "Son operaciones completamente políticas, de imagen de sus responsables". También apunta al encargo de la Juanma Moreno para la Junta de Andalucía, que pretende instalar copias de una escultura diseñada por el imaginero José Antonio Navarro Arteaga para evocar los aplausos diarios dirigidos a los sanitarios durante la pandemia.

Vozmediano: "El objetivo no debería ser que salga gratis, que uno tenga una ocurrencia y ya está"

"Se supone que es un homenaje al aplauso y los empresarios del mármol de Macael aportan el material y la ejecución. Muy bien, que salga gratis. Pero el objetivo no debería ser que salga gratis, que uno tenga una ocurrencia y ya está", afea. "Si hablamos de temas que tienen un peso en la percepción social de los acontecimientos y que deberían tener un valor y una memoria histórica no puedes racanear y poner la obra artística de alguien sin ninguna relevancia. Debería establecerse un presupuesto lo suficientemente ambicioso como para que te permita convocar a los mejores artistas que se interesen por participar en una convocatoria abierta y que pueda recibir propuestas verdaderamente interesantes y que sean valoradas por una comisión en la que participen no solo representantes políticos, que también, pero fundamentalmente expertos en la materia".

La obra de Víctor Ochoa la describe como "espantosa". "Nunca ha tenido una exposición digna ni una crítica. Es un artista que bebe de los gobiernos, en gran parte del PP, para los que hace encargos y retratos. Es una cosa anacrónica. Por no hablar del imaginero andaluz, que está muy bien que tenga sus clientes, que son las cofradías, pero que pase a la esfera pública de esa manera no me parece correcto. Mientras, a las asociaciones de artistas no dejan de hacerles desprecios".

placeholder Imagen del interior del Monumento a las Víctimas del 11-M.
Imagen del interior del Monumento a las Víctimas del 11-M.

El crítico de arte especializado en Arte Monumental Miguel Cereceda, profesor titular de Estética y Teoría de las Artes en la Universidad Autónoma, también critica la precipitación de los encargos para homenajear a las víctimas del covid. "Históricamente, el monumento tiene un carácter conmemorativo y funerario. Pero siempre ha habido una distancia respecto a la conmemoración, y aquí hemos visto que se han conmemorado algo que todavía está sucediendo", relata. "Todavía no hemos salido de la epidemia, ni siquiera del confinamiento. Ha resultado ridículo por apresurarse, tanto el regalo de Víctor Ochoa a la Comunidad de Madrid, que luego se ha visto que era una obra antigua y que él ha reciclado con este tema —lo que es una torpeza y ha mostrado cierto oportunismo por parte del artista—, como el infausto pebetero del Ayuntamiento de Madrid, que también se ha demostrado una chapuza".

"Históricamente, los monumentos se dan después de que se haya establecido una comisión para un concurso público. Eso se hizo para el monumento del 11M, que era un proyecto muy bonito sobre el papel, pero que luego resultó una pequeña chapuza, un monumento muy insatisfactorio y muy deficiente. Pero es cierto que es el modo en el que se debería proceder", explica. "Carlos Reyero, especialista en monumentos del siglo XIX, cuenta que se hacen eminentemente en materiales nobles pensados para la eternidad —bronces, mármoles, piedras de granito— y, luego, su vida media viene a ser de unos 30 años, porque se identifican con una serie de valores que o pasan de moda y se interpretan de otro modo o tienen que sobrevivir a regímenes políticos. En Barcelona, la propia alcaldesa Ada Colau está pensando en retirar la estatua de Colón. O, en el caso del marqués de Comillas, Antonio López, que se empieza a cuestionar si es la figura de un mecenas o un gran protector o, como se sabe actualmente, su fortuna procede del tráfico de esclavos. ¿Es una figura que tiene que ser conmemorada o sus monumentos retirados?".

placeholder Escultura de Víctor Ochoa. (Comunidad de Madrid)
Escultura de Víctor Ochoa. (Comunidad de Madrid)

Por último, Fernando Castro, filósofo y crítico de arte, es mucho más duro con este sistema de autobombo perpetuado por Administraciones y artistas beneficiarios. "Estas obras son pavorosas. Me parece que encarnan una mezcla de factores. Por un lado, la enorme precipitación, casi rayana en el oportunismo escandaloso que tienen los políticos en el manejo de lo que llamaríamos la ‘política de la memoria’. Tienen una especie de necesidad de imponer unos elementos conmemorativos que muchas ocasiones, principalmente, evitan la reflexión y el pensamiento crítico. Vale más hacer una conmemoración vacía o un gesto patético que, realmente, plantearse qué es lo que se debe hacer frente a ciertas situaciones", señala. "Tenemos la enorme tristeza de que los políticos tienen un punto de analfabetismo vocacional. Pueden haber estudiado para ser universitarios o doctores, pero en temas culturales o artísticos son de un cutre que da miedo. ¿Qué sentido tiene, en plena epidemia del covid, cuando estábamos todavía confinados, la escultura de Ochoa? Eso no hay que lo entienda".

Para Castro, el espacio público debería ser democrático, y también propone protocolos mucho más transparentes en las concesiones. "Deberían intervenir especialistas y crear un comité para analizar qué es lo que tiene sentido hacer. Responden al oportunismo y cortoplacismo. Somos un país con una dificultad impresionante para asumir sus traumas históricos. Estas son obras que revelan la miseria intelectual y la estulticia conceptual de los políticos y el oportunismo de algunos artistas para que les hagan un encargo". Sobre Ochoa, su opinión tampoco es demasiado benigna. "Vale que digas que has regalado algo, pero es que eres un artista cuya obra ha estado vinculada, la mayor parte, a los ayuntamientos. ¿De qué se le conoce? De hacer encargo tras encargo tras encargo. de repente le da por aparecer como el rey de la honorabilidad por regalar una pieza y encima es tan cutre de sacar una antigua y decir que la has hecho con motivo del covid… Yo creo que este hombre ha quedado bastante perjudicado. Es un monumento al despropósito".

Castro: "Se tiende a hacer algo muy sórdido, de bronce —no hay nada que guste más en este país que el bronce—, y colocarlas como una cagarruta"

Castro se queja de que los políticos utilicen a los artistas como "bufones cortesanos" para dar respuestas rápidas, y que consideren a los ciudadanos "amnésicos" que no se dan cuenta de "la cantidad de actos ridículos que se perpetran". "En estas cuestiones hay que ir más allá del patetismo, de la respuesta emocional. Hay una tendencia que llaman algunos 'kitsch-patético' que empezó con la muerte de Lady Di y con las Torres Gemelas que, afortunadamente, todavía no han llegado a la expresión de un peluche gigante, pero se tiende a hacer algo muy sórdido, de bronce —que no hay nada que guste más en este país que el bronce— y colocarlas como una cagarruta. Estamos viviendo una regresión cultural. Hay artistas amigos de los políticos, al político de turno se le ocurre poner unas palmas, un pebetero, aceptar una donación… pero se puede ir a peor".

Ya ocurrió con la escultura de Víctor Ochoa 'en honor a las víctimas del covid-19'. La obra, una especie de fauno saltarín de dos metros esculpido en bronce y resinas, no fue del agrado de muchos cuando la presentó como donación a la Comunidad de Madrid. Al evento acudieron el artista y la presidenta Isabel Díaz Ayuso. Convocaron a la prensa. Se hicieron fotos. Posaron con las mascarillas puestas. Después se supo que Ochoa había diseñado la escultura originalmente en 1995 y que, posteriormente, la había resignificado. "Aquella escultura que había empezado en 1995, de repente, encajaba con el covid. Mis amigos me han preguntado si es una premonición. No, no lo es. El artista decide cuál es el momento para una pieza, pero no es oportunismo", defendió Ochoa en una entrevista con 'El País'. Apenas una semana después, la obra, donada a condición de que permaneciese en la Real Casa de Correos en Puerta del Sol, apareció envuelta en unas mantas y escondida debajo de unas escaleras de la sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

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