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Y cuando muera el capitalismo, ¿qué? Elija su propio futuro entre estos cuatro
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Y cuando muera el capitalismo, ¿qué? Elija su propio futuro entre estos cuatro

El escritor estadounidense Peter Frase imagina en su nueva obra, publicada en España por Blackie Books, cuatro horizontes posibles —buenos, malos y terribles— por si el capital dice adiós

Foto: Detalle de portada de 'Cuatro futuros', de Peter Frase. (Blackie Books)
Detalle de portada de 'Cuatro futuros', de Peter Frase. (Blackie Books)

Apostar por el final del capitalismo es una de nuestras grandes pasiones, tanto, que sorprende que no incluyan esta opción las tristemente célebres casas de apuestas. Pero, ya sea desde el miedo o desde la esperanza, los resultados nunca acompañan. Casi desde su nacimiento —de fecha disputada, por otra parte— no han faltado profetas milenaristas —economistas incluidos— augurando su inminente fin. En los años veinte del pasado siglo, cuando aún un velo oscurecía lo que realmente estaba ocurriendo en la joven URSS, el derrotismo cundió en Occidente. Era imposible que el capitalismo resistiera, no había nada que hacer, el mapa del mundo estaría pronto teñido por completo de rojo. Hay incluso quien defiende hoy que nos estamos debatiendo inútilmente con un fantasma, que el capitalismo ya murió y que la alianza entre Estado y mercado forjada tras la Segunda Guerra Mundial por los llamados regímenes socialdemócratas creó 'de facto' un nuevo sistema socioeconómico.

Pongamos que, con todos sus matices, aún podemos adjetivar nuestras sociedades como 'capitalistas'. Pongamos, además, que los dos grandes retos de nuestro siglo —la automatización y la catástrofe ecológica— abrirán una brecha insalvable para el capitalismo después de la cual llegará algo completamente distinto. ¿Qué opciones se le ocurren? ¿Cuáles le apetecen más? ¿Alguna de ellas podría superar en horrores la peor de sus pesadillas? El escritor estadounidense Peter Frase se ha puesto manos a la obra en su nuevo y fascinante libro: 'Cuatro futuros. Ecología, robótica, trabajo y lucha de clases para después del capitalismo' (Blackie Books).

placeholder 'Cuatro futuros' (Blackie Books).
'Cuatro futuros' (Blackie Books).

Frase imagina sus cuatro futuros en otros tantos capítulos de su ensayo que dependen de cómo se combinen los pares abundancia/escasez e igualdad/jerarquía. En dos de esos futuros, el ser humano se elevaría a algo muy parecido al paraíso celestial. En otros dos, nos hundiríamos en las profundas simas del infierno. A continuación, los examinamos uno por uno, pero desconfíen de los nombres por mucho que les suenen: para el imaginativo e irónico autor de este libro a caballo entre la ciencia ficción y el futurismo más o menos científico, nada es lo que parece.

Los cuatro futuros

¿El trabajo, por muy miserable que sea, da sentido a nuestra vida? ¿O podemos encontrar otras fuentes de identidad, valía y reconocimiento social más allá de la celda laboral? Para este primer modelo, Frase imagina que sí y busca recuperar el sentido teóricamente originario de un 'comunismo' (igualdad y abundancia) que, en lugar de asemejarse a la distopía estajanovista, reivindicara el elogio a la pereza que acuñó Paul Lafargue, el yerno de Marx: una vida de ocio y abundancia en la que, libres e iguales, podremos dedicarnos a hacer el amor o a leer a Plinio sin miedo a una subsistencia garantizada gracias a nuestros esclavos mecánicos.

Este tipo de 'comunismo' es malinterpretado, tanto por sus críticos como por sus defensores, como una sociedad sin jerarquía ni conflictos

Advierte Frase: "¿Y qué hacemos todo el día? El tipo de comunismo que he descrito a veces es malinterpretado, tanto por sus críticos como por sus defensores, como una sociedad en la que la jerarquía y el conflicto están totalmente ausentes. Pero en vez de la abolición de la relación capital-salario como una solución rápida a todos los problemas sociales, tal vez sea mejor pensar en ella en los términos usados por el politólogo Corey Robin, como una manera de 'convertir el misterio histérico en infelicidad ordinaria'. Pues está claro que no todas las jerarquías y los conflictos, incluso actuales, se pueden reducir a la lógica del capital".

En 'Cuatro futuros' abundan las referencias exquisitas a la mejor ciencia ficción, esa que cifra, como ningún otro producto del ingenio humano, las esperanzas y miedos de su tiempo. Para abrir boca en su segundo modelo, el 'rentismo' (jerarquía y abundancia), Frase cita la gran novela fetiche de los adalides de la singularidad, ese momento en el futuro próximo en que los humanos se fusionen con las máquinas y alboree una nueva edad de oro. En uno de los capítulos de 'Accelerando', la fantástica y enloquecida novela de Charles Stross, el protagonista, Manfred Macx, huye de una suerte de mafia policial de matones armados que persigue a todos aquellos que difunden datos no autorizados en la red. ¿Qué ocurre cuando la abundancia queda bloqueada por estructuras y poderes anquilosados —estatales o privados— que solo se defienden a sí mismos?

Quienes controlan más patentes y derechos de autor son la nueva clase dominante. Pero ya no es capitalismo, es 'rentismo'

"Por lo tanto", prosigue el autor, "la alternativa a la sociedad comunista del anterior capítulo es aquella en la que las técnicas para producir abundancia son monopolizadas por una pequeña élite. Quien es dueño de los robots es dueño del mundo. Y no solo estamos hablando de controlar un artefacto de metal sino también 'softwares', algoritmos, planos y todo tipo de información necesaria para producir y reproducir el mundo en que vivimos. (...) Quienes controlan más patentes y derechos de autor se convierten en la nueva clase dominante. Pero este sistema ya no es el capitalismo como lo entendemos tradicionalmente. Debido a que se basa en la extracción de rentas más que en la acumulación de capital a través de la producción de productos básicos, me refiero a él como 'rentismo".

¿Y si lo que nos espera al final del camino es una utopía ecológica poscapitalista que, en lugar de tener que distribuir la abundancia entre todos, se viera abocada a la mucho más ingrata tarea de organizar la escasez en un mundo de recursos agotados, en medio de una naturaleza exánime? A eso lo llama Peter Frase 'socialismo' (igualdad y escasez). Y es curioso, porque el mantra histórico del capitalismo y sus sacerdotes malthusianos ha sido precisamente la escasez, hasta el punto de acabar definiendo la economía de un modo definitivamente 'económico': la disciplina que se ocupa de la escasez. "En la actualidad, la verdadera pregunta no sería tanto si nuestra civilización puede sobrevivir a las sucesivas crisis ecológicas que vendrán, sino si todos podremos sobrevivir juntos de una forma razonablemente igualitaria. La extinción de la raza humana es posible pero improbable, más plausible es el colapso social y el advenimiento de una nueva Edad Media".

A organizar la escasez en un mundo de recursos agotados, en una naturaleza exánime, Peter Frase lo llama 'socialismo'

"Por ello", recuerda el autor, "no debemos tomar en serio el ridículo debate sobre la existencia del cambio climático que persiste en los principales medios y en la política, particularmente en los Estados Unidos. Debatir la realidad del cambio climático causado por el ser humano ya no es relevante ni productivo. Quienes niegan la ciencia del clima en realidad no rechazan sus afirmaciones, sino que se muestran indiferentes a sus impactos. En otras palabras, son personas tan ricas y poderosas que creen que pueden escapar incluso de los peores escenarios, mientras imponen sus costes al resto de la población, siempre y cuando nuestra estructura social se mantenga. (...) Puesto que el cambio climático y la destrucción ecológica son inevitables, la única cuestión importante es cómo organizar la respuesta".

La última opción es, claro está, matarnos a todos. O a casi todos. ¿Por qué no? Tal vez dentro de poco solo quede lo suficiente para una élite. Y si las máquinas hacen todo el trabajo... ¿quién necesitará frágiles obreros de carne y sangre? La mayor parte de la humanidad sería superflua y se la podría abandonar a su suerte o, si fuera necesario para evitar líos, exterminarla. Bienvenidos al 'exterminismo' (jerarquía y escasez).

El objetivo final del 'exterminismo' sería, literalmente, el exterminio de los pobres para olvidarse definitivamente de ellos

El peligro es real: "Un mundo donde la clase dominante ya no depende de la explotación de la clase trabajadora es un mundo donde los pobres suponen un peligro y un inconveniente. Vigilarlos y reprimirlos al final parece un esfuerzo más grande de lo que se puede justificar. Y es aquí donde se origina el impulso hacia 'el exterminio de multitudes'. Su objetivo final es, literalmente, el exterminio de los pobres, para poder olvidarse definitivamente de ellos y que los ricos puedan vivir en paz y tranquilidad en su 'Elysium'. (...) Por fortuna, incluso los ricos han desarrollado normas morales que dificultan considerar esta Solución Final como primera solución. Su tendencia inicial es simplemente esconderse de los pobres, al igual que los personajes de 'Elysium'. Pero a nuestro alrededor podemos ver cómo gradualmente se pasa de acorralar y controlar las poblaciones 'sobrantes' a justificaciones para eliminarlas correctamente".

El abismo y el monstruo

Sería injusto reducir un libro como 'Cuatro futuros' a un catálogo juguetón de escenarios antagónicos. En las páginas finales, Frase confiesa que ninguno de los modelos descritos va a estar listo para el próximo lunes y que, en realidad, lo razonable es pensar que el resultado final en un mundo inevitablemente caótico contenga partes de todos ellos. Las utopías valen para lo que valen, tal vez para caminar pero nunca para embelesarse con ellas. Más que el resultado, lo importante es la senda a recorrer plagada de los conflictos y violencias que persiguen a nuestra especie. Ya lo alertó Nietzsche, "Quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo al abismo, también este te mira a ti".

"No pretendo predecir el curso preciso del desarrollo social", concluye el autor, "porque estas predicciones no sólo suelen fracasar estrepitosamente, sino que se rodean de un aura de inevitabilidad que nos tienta a sentarnos y aceptar de forma pasiva nuestro destino. La razón por la que hay cuatro futuros, y no sólo uno, es porque nada sucede de manera automática. Somos nosotros quienes debemos determinar el rumbo a seguir".

Apostar por el final del capitalismo es una de nuestras grandes pasiones, tanto, que sorprende que no incluyan esta opción las tristemente célebres casas de apuestas. Pero, ya sea desde el miedo o desde la esperanza, los resultados nunca acompañan. Casi desde su nacimiento —de fecha disputada, por otra parte— no han faltado profetas milenaristas —economistas incluidos— augurando su inminente fin. En los años veinte del pasado siglo, cuando aún un velo oscurecía lo que realmente estaba ocurriendo en la joven URSS, el derrotismo cundió en Occidente. Era imposible que el capitalismo resistiera, no había nada que hacer, el mapa del mundo estaría pronto teñido por completo de rojo. Hay incluso quien defiende hoy que nos estamos debatiendo inútilmente con un fantasma, que el capitalismo ya murió y que la alianza entre Estado y mercado forjada tras la Segunda Guerra Mundial por los llamados regímenes socialdemócratas creó 'de facto' un nuevo sistema socioeconómico.

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