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El regreso de Benito Zambrano: "A algunos los de la cultura no les parecemos españoles"
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ENTREVISTA

El regreso de Benito Zambrano: "A algunos los de la cultura no les parecemos españoles"

Ocho años después de estrenar su anterior largometraje, 'La voz dormida', Benito Zambrano se pone al frente de esta adaptación al cine de la novela 'Intemperie', de Jesús Carrasco

Foto: Benito Zambrano en la pasada Seminci. (Efe)
Benito Zambrano en la pasada Seminci. (Efe)

La comparan con 'Los santos inocentes' o 'La familia de Pascual Duarte' porque, es verdad, 'Intemperie' viaja de vuelta a esa España seca y agrietada de sirvientes y señoritos, de esa infinitud poco agradecida de matojos y polvo seco bajo el sol que, sin la épica —involuntaria, pero épica al fin y al cabo— de Leone o de Corbucci, se queda en un trozo de pan rancio, un burro famélico y las plantas de los pies negras y callosas. Fue un tipo de apenas cuarenta años y nacido en Badajoz, Jesús Carrasco, quien en 2013 convirtió en tendencia capitalina la mala vida de la Castilla profunda —que en realidad es un estado mental que se desborda por Extremadura, por Aragón e incluso por algunas regiones de Andalucía— con su primera novela, esa huida a la intemperie de un chico acompañado de un cabrero tan seco como el paisaje.

Entre sus páginas, el productor Juan Gordon de Morena Films olfateó una película. Los hermanos Remón, Daniel y Pablo, recibieron el encargo de transcribir a imágenes la rugosidad de una historia de autodescubrimiento y madurez impuesta. Y ha sido el sevillano Benito Zambrano quien, ocho años después de 'La voz dormida', ganadora de tres goyas, vuelve a la posguerra con esta adaptación que se ha estrenado en salas este fin de semana y que cuenta con Luis Tosar y Jaime López en los papeles protagonistas.

PREGUNTA. Después de tanto tiempo sin embarcarse en un largometraje, ¿cómo ha sido la vuelta a la dinámica de rodaje? ¿Le ha dado miedo? ¿Recordaba lo que era hacer la promoción?

RESPUESTA. Cuando uno se pasa un tiempo sin rodar, volver a coger la dinámica de equipo es complicado. Te desentrenas y tienes que engrasar la máquina creativa y cuesta. Pero los equipos que tenemos en España son muy buenos y enseguida te llevan en volandas. Lo que peor llevo es tener que vestirme para las fotos. Hablar no me cuesta y disfruto compartiendo la película con la gente en coloquios o donde sea, pero cuando tengo que pensar en qué traje me pongo… ¡qué coñazo! Además me tengo que gastar en ropa que no uso en mi día a día y luego ni me la pongo. Todo eso es un coñazo que te cagas.

P. Muchos directores que también han pasado más de cinco años fuera de la industria dicen que se han encontrado todo patas arriba, muy diferente de como era antes.

R. Ha cambiado la manera de verse las historias audiovisuales. Mi primera película, ‘Solas’, salió en VHS. Cuando vino el DVD era, ‘¡ostras! Que vamos a ver películas en versión original, con subtítulos...’. Y ahora con las plataformas e internet las películas no necesitan ningún soporte. Ahora lo que hace falta es meter a la gente en los cines, porque hay muchísima oferta y existen muchas maneras de ver una película.

placeholder Jaime López y Luis Tosar en 'Intemperie'. (A Contracorriente)
Jaime López y Luis Tosar en 'Intemperie'. (A Contracorriente)

P. Su versión de 'Intemperie' es más un 'western' que un drama rural. ¿Cómo fue virando hacia ese género?

R. En la novela el paisaje ya era muy importante. Jesús Carrasco contaba que, aunque su familia es extremeña, vive en Torrijos (Toledo), y su paisaje era ese: el secarral, el sol, el polvo. Pero cuando fuimos a hacer la película, Juan Gordon, productor de Morena Fims, que vive en la Puebla de Don Fadrique (Granada), nos propuso esa zona, a la que llaman el altiplano granadino. Y allí teníamos montaña y barrancos y hondanadas. Una naturaleza dura, bella y muy cinematográfica. Y al tener esa presencia del paisaje y esa historia de la huida, del deambular y gente montada a caballo, poco a poco se ha ido convirtiendo en un western.

P. En la novela no hay referencias temporales ni geográficas y no se dan nombres. ¿Supo desde el principio que había que traicionar al libro en este sentido?

R. En una novela puedes jugar a que tus recursos narrativos no ubiquen. Pero en una película no le puedes pedir a la jefa de vestuario que te confeccione una ropa indefinida o al que te va a ambientar la localización pedirle una época indefinida. Hay que concretar el contexto. Y nosotros lo hicimos a través del sidecar que aparece en la novela. Decidimos situarla después de la Guerra Civil y de la Segunda Guerra Mundial, entre los años 45-50. Más en concreto 1946, siete años después de la Guerra Civil, uno de Segunda Guerra Mundial. Y a partir de ahí construyes a un hombre de unos cincuenta años, nacido a finales del XIX, que hizo la mili a los 20 años en Marruecos… y así reconstruyes su historia, que no aparece en la novela.

"Hemos ambientado la historia en 1946, siete años después de la Guerra Civil, uno de Segunda Guerra Mundial"

P. 'Intemperie' es un proyecto de encargo, un término que no gusta mucho entre los cineastas. Pero 'La semilla del diablo' también fue un encargo para Polanski, por ejemplo. ¿Cómo se ha llevado a su terreno la película?

R. Llegué cuando el guión ya estaba hecho, y a los tres meses ya teníamos que estar rodando. Yo cogí el proyecto a finales de marzo y nos pusimos a rodar a mediados de julio. En esos tres meses tuve que reescribir el guión, localizar, hacer castings y de todo. Cuando escribes el guión durante un año o más te sirve para pensar la película, para metabolizar los temas, para anticiparte a los problemas. En mis anteriores películas tuve más de dos años para prepararlo todo. En esta, con poco más de tres meses, la tenía muy insegura, y aquí es donde he sentido la importancia de un equipo, en trabajar con tan poco tiempo de margen.

P. ¿Por qué pensó en Tosar para el personaje del cabrero? A priori uno hubiese pensado en alguien de mayor edad...

R. El proyecto me llegó con la maravillosa imposición de Luis Tosar. ¿Dónde hay que firmar para trabajar con Luis Tosar? Por eso hemos construido la historia, el personaje, en base a él. Construimos la película como un traje a medida para él y luego los demás personajes pivotan a su alrededor. Para el niño, que era fundamental, hicimos un cásting muy duro, eso sí, del que salió Jaime López. Necesitábamos a un niño capaz de asumir un personaje que viene ya con todo el daño hecho. Dar esa angustia era muy difícil, y lo consigue.

placeholder Otro momento de 'Intemperie'. (A Contracorriente)
Otro momento de 'Intemperie'. (A Contracorriente)

P. 'Intemperie' coincide este 2019 con otras dos películas ambientadas en el entorno de la Guerra Civil. ¿Cree que el clima político ha favorecido esta coincidencia?

R. No, porque en el cine se tarda mucho en hacer las cosas y estos proyectos tienen un desarrollo de tres, cuatro o cinco años. Las historias nuestras que tienen que ver con la Segunda República, la Guerra Civil y la Posguerra están ahí porque nos afectan mucho. La España de ahora es una consecuencia de todo eso, sobre todo de los primeros setenta y cinco años del siglo XX. España es un país pobre cuando pierde las colonias, cuando se recrudecen los conflictos con Marruecos, cuando se produce el golpe de Estado de Primo de Rivera, con las primeras elecciones democráticas que dan el triunfo a la Conjunción Republicano-socialista, que da como consecuencia la Segunda República y ésta a su vez el golpe de Estado y la Guerra Civil, el Franquismo… Es pasado, pero también presente, y marcará el futuro.

P. ¿Qué responsabilidad tienen el cine y las otras artes en dar a conocer, aunque sea a través de la ficción, el pasado?

R. El arte, la cultura, la filosofía, los científicos, los sociólogos tenemos la necesidad de contar el pasado para entender el presente y que en el futuro construyamos sociedades mejores para la mayoría, no para las minorías.

P. En 'Intemperie' está muy presente esa distancia social entre el poder y los ciudadanos de a pie, que todavía se mantiene casi intacta en algunas zonas rurales. ¿Cree que es inherente a España?

R. Yo vengo de pueblo y, cuando pasaba por delante del casino, que era donde estaban no los señoritos, sino los más potentados del pueblo, pasábamos sin levantar la cabeza y no nos atrevíamos a entrar. Yo soy de familia de jornaleros. Mi padre era analfabeto. Yo he trabajado en los cortijos. Y he recogido algodón y he estado en la vendimia en el Marco de Jerez… y no veas el respeto que se le tenía al capataz, al cura de pueblo y al guardiacivil. Era la autoridad. Cuando a mí me pasaron la novela de ‘Intemperie’, para mí fue muy fácil entenderla.

placeholder Benito Zambrano durante el rodaje de 'Intemperie'. (A Contracorriente)
Benito Zambrano durante el rodaje de 'Intemperie'. (A Contracorriente)

P. ¿Tan modesta era su familia?

R. Vivíamos en una casa de cuarenta metros cuadrados. Éramos siete hermanos, padre, madre y, algunas veces, mi abuelo. Llegamos a vivir diez personas en un espacio enano. No teníamos agua corriente y la sacábamos del pozo. Teníamos un retrete en el patio. Con once años, a mí familia le dieron un pisito con una de las últimas promociones del franquismo. Y fue cuando me pude bañar por primera vez en una bañera con agua corriente. Y tener una habitación para mí y mis hermanos, porque hasta entonces dormíamos en un sofá cama en el salón. Yo conozco algo de esa España.

P. Volviendo al presente y a esas dinámicas de poder que se mantienen, ¿qué opina, como andaluz, de la resolución de los ERE?

R. No tengo una opinión muy clara, pero entiendo cuando se dice que esta es la consecuencia de muy largo atrás. En España la política se ha entendido siempre como la manera de apropiarse de algo, de medrar. Antes, el que tenía hijos, a uno lo metía al ejército, otro a cura, otro a político y otro a cuidar el patrimonio. Se utiliza la política para utilizar las prebendas de los cargos. Da igual si tengo que aportar algo o no. Y voy a hacer lo que digan mis superiores para que no me quiten de mi puesto. Hay un refrán que dice: ‘Dios me libre de donde hay’. Porque a lo mejor empiezas con buena intención, pero cuando te pasas dos o tres legislaturas en el poder… ¡uf! La tentación es muy fuerte.

La gente que ama mucho un país y que, sin embargo, torpedea la cultura de un país tiene que hacérselo mirar

P. Y como andaluz también y como cineasta, ¿tiene miedo de que, como ha prometido algún partido, acaben con las subvenciones al cine?

R. Venimos de una tradición de enfrentamiento. Parece que los que formamos parte de la industria cultural no somos españoles. La cultura de este país es mucho más amplia: la cultura popular, la folclórica, la académica. Todo es cultura. La gente que ama mucho un país y que, sin embargo, torpedea la cultura de un país tiene que hacérselo mirar. Mira, esta película ha costado en torno a tres millones de euros. Las Junta de Andalucía habrá puesto alrededor de 280.000 como mucho. Canal Sur otro tanto. Canal Sur se queda con los derechos de explotación para poder emitirla, por lo tanto no lo da a fondo perdido, La Junta, esos 300.000, sí. Pero de esos tres millones que ha costado la película, por haberse rodado en Andalucía —además hay que cumplir una serie de normas de contratación del personal para que te den el dinero— nosotros habremos dejado allí en torno a 1,5 millones de euros. Más ciento y pico trabajos directos e indirectos. Ahora, de ese 1,5 millones, calcula el iva que vas a dejar. Ese iva, ese irpf, todo eso revierte a la Junta de Andalucía. Así que, primero, que se informen.

La comparan con 'Los santos inocentes' o 'La familia de Pascual Duarte' porque, es verdad, 'Intemperie' viaja de vuelta a esa España seca y agrietada de sirvientes y señoritos, de esa infinitud poco agradecida de matojos y polvo seco bajo el sol que, sin la épica —involuntaria, pero épica al fin y al cabo— de Leone o de Corbucci, se queda en un trozo de pan rancio, un burro famélico y las plantas de los pies negras y callosas. Fue un tipo de apenas cuarenta años y nacido en Badajoz, Jesús Carrasco, quien en 2013 convirtió en tendencia capitalina la mala vida de la Castilla profunda —que en realidad es un estado mental que se desborda por Extremadura, por Aragón e incluso por algunas regiones de Andalucía— con su primera novela, esa huida a la intemperie de un chico acompañado de un cabrero tan seco como el paisaje.

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