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¡Tampones gratis ya! ¿Qué hace un tío como yo hablando de la regla?
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¡Tampones gratis ya! ¿Qué hace un tío como yo hablando de la regla?

Hay libros que te interesan, libros que te aburren, que te adulan porque te cuentan lo que ya pensabas, y también unos cuantos libros que te

Foto: ¿Qué sabes de la higiene íntima de tu pareja. (iStock)
¿Qué sabes de la higiene íntima de tu pareja. (iStock)

Hay libros que te interesan, libros que te aburren, que te adulan porque te cuentan lo que ya pensabas, y también unos cuantos libros que te pillan por sorpresa y cambian tu forma de ver ciertas cosas. 'Es solo sangre', de Anna Dahlqvist, pertenece para mí al cuarto grupo. Lo edita Navona y tiene como subtítulo 'Rompiendo el tabú de la menstruación'. Fue la palabra “tabú” la que dirigió mi curiosidad a esta obra, cuyo tema central me provocaba una pereza monumental. Sin embargo tengo comprobado que la pereza, en mi caso, le sirve de disfraz a otras sensaciones como el miedo, el asco o la tristeza. Es decir, que me pone, intelectualmente, a la defensiva. De manera que me sacudí la (ejem) pereza y me puse a leer.

Me apuesto mi futura dentadura postiza a que la mayor parte de los lectores masculinos de este artículo ignoran qué productos de higiene femenina consumen sus parejas. Me juego el sueldo de mis hijos a que la mayor parte, si les dan el encargo de comprar tampones o compresas, recibirán de su compañera órdenes técnicas pormenorizadas, y aún así dudarán ante el muestrario de productos para la menstruación del supermercado. Esto, claro, en el caso improbable de que sus parejas femeninas les encarguen la tarea y no la asuman, como la mayor parte de las mujeres españolas, con discreción y personalmente.

placeholder 'Es solo sangre' (Navona)
'Es solo sangre' (Navona)

Siempre había percibido la regla como un asunto de mujeres, es decir, como algo que no tenía que ver conmigo. Los tabúes funcionan de esta forma: separan a grupos de personas de determinados ámbitos de la realidad. Sin darme cuenta estaba cayendo en lo que siempre critico: las políticas de la identidad. Para mí, la regla era básicamente un motivo de chiste o la explicación cómoda, liberadora de culpa, para cabreos o melancolías imprevistos de mi pareja. Pero la menstruación es un asunto humano y en la mayor parte del planeta, como explica Dahlqvist, el foco de graves problemas humanitarios. Resumiendo: no se pueden criticar las políticas de la identidad y despachar la regla como “cosas de mujeres”.

¿Cosas de mujeres? Atención a esto: “las alumnas de Sierra Leona han confesado que evitan responder a las preguntas que se plantean en el aula cuando están con la regla, para no tener que levantarse. En un estudio keniano se cita a una niña que dice que durante la regla “todos los pensamientos giran en trono a ella” y no puede sentirse libre”. El enfoque de Anna Dahlqvist, que ha viajado por los países del Tercer Mundo indagando sobre la regla, es extremadamente convincente. La menstruación no es una cuestión femenina, sino humana. Y en muchos lugares, además, el germen de una crisis humanitaria.

La menstruación no es una cuestión femenina, sino humana. Y en muchos lugares, además, el germen de una crisis humanitaria

“Germen” no es una palabra que haya elegido al azar. La carencia de productos sanitarios desechables provoca problemas de salud a las mujeres pobres. Las que, por vivir en un país subdesarrollado no tienen acceso a productos adecuados, utilizan trapos que no pueden lavar ni poner a secar en lugares públicos debido a los tabúes culturales. En Kenia se ven obligadas a secar las tiras de retales en lugares oscuros, alejados de los ojos de los hombres, lo que provocará toda clase de infecciones urinarias. En las fábricas textiles de Bangladés, que producen buena parte de la ropa que llevamos puesta, el 90% de los trabajadores son mujeres. Allí recogen los retales del suelo de la fábrica para usarlos como compresas.

Ante la falta de aseos privados y lavabos en las escuelas de muchos países, las niñas sencillamente dejan de asistir a clase cuando están menstruando. Las que asisten, esconden trapos y compresas entre los ladrillos de los edificios, puesto que no siempre hay papeleras. El motivo no es sólo la vergüenza (las manchas de regla provocan el escarnio en las escuelas) sino también creencias y supersticiones asociadas a la menstruación, como que si alguien ve tu compresa usada te quedarás estéril. La lista de dificultades para las adolescentes durante la menstruación en todo el mundo explica que la regla tenga según la ONU un grave impacto en la educación. Y por tanto, sea una fuente objetiva de desigualdad.

placeholder Anna Dahlqvist
Anna Dahlqvist

Incluso en países desarrollados como el nuestro hay mujeres incapaces de asumir el coste de los productos de higiene, y prolongan más allá de lo recomendable la vida útil de sus apósitos y tampones. Una mujer occidental gastará entre 1.000 y 5.000 euros en productos desechables a lo largo de su vida, y si esto te parece poco dinero es, sin duda, porque tienes suficiente. El impacto ecológico tampoco es pequeño: cada año van a parar a los vertederos españoles tres mil millones de compresas y tampones. Pese a que Anna Dahlqvist se centra en las regiones donde la higiene menstrual es una maldición paralizante, las ramificaciones afectan a todas las mujeres de la tierra. Y, por tanto, a todos.

Las supersticiones asociadas a la menstruación están imbricadas en el esqueleto de casi todas las culturas. El hecho de que algunas abuelas crean que la presencia de una mujer con la regla corta la mayonesa es sólo un vestigio de una compleja maraña de viejas creencias que siguen convirtiendo la regla en un tabú. Una prueba de primera mano es que no he dejado de notar el pudor mientras escribía esto, y que tampoco dejé de notarlo con la lectura de 'Solo es sangre'. Lo que me lleva a pensar que no solo es sangre y, según la autora, a que ni siquiera en sociedades avanzadas se le otorgue al asunto la importancia que merece.

Hay libros que te interesan, libros que te aburren, que te adulan porque te cuentan lo que ya pensabas, y también unos cuantos libros que te pillan por sorpresa y cambian tu forma de ver ciertas cosas. 'Es solo sangre', de Anna Dahlqvist, pertenece para mí al cuarto grupo. Lo edita Navona y tiene como subtítulo 'Rompiendo el tabú de la menstruación'. Fue la palabra “tabú” la que dirigió mi curiosidad a esta obra, cuyo tema central me provocaba una pereza monumental. Sin embargo tengo comprobado que la pereza, en mi caso, le sirve de disfraz a otras sensaciones como el miedo, el asco o la tristeza. Es decir, que me pone, intelectualmente, a la defensiva. De manera que me sacudí la (ejem) pereza y me puse a leer.

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