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¿A la caza de un yacimiento 'hippie'? Un equipo de arqueólogos en Woodstock 69
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se cumplen 50 años del festival

¿A la caza de un yacimiento 'hippie'? Un equipo de arqueólogos en Woodstock 69

Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Bringhamton (Nueva York) recibió el encargo de una excavación en la granja donde se celebró el mítico festival

Foto: Arqueología en Woodstock. (James M. Shelley/Public Archaeology Facility. Bringhamton University)
Arqueología en Woodstock. (James M. Shelley/Public Archaeology Facility. Bringhamton University)

Un lunes 18 de agosto de 1969, cerca de las nueve de la mañana, Jimi Hendrix subió al escenario de Woodstock. El guitarrista legendario insistió en cerrar el festival y sólo quedaban unas 40.000 personas de las 400.000 que se habían congregado en aquella granja de Bethel. Hendrix llevaba tres días despierto y tocó durante dos horas, el concierto más largo de su carrera.

Su Himno Nacional a primera hora de un lunes, distorsionado hasta el expresionismo, se convirtió en la manifestación musical de una generación. La juventud estadounidense clamó como nunca contra la política de Richard Nixon en la Guerra de Vietnam. Todo retrato del movimiento ‘hippie’ de los 60 tiene una parada obligatoria en el escenario Woodstock. Por él pasaron Hendrix, Joan Báez, The Who o Janis Joplin. La multitud colapsó los caminos de la granja. El gobernador de Nueva York la declaró zona de desastre. El Ejército envió suministros médicos en helicóptero. Hubo 5.162 atenciones médicas, dos muertes por sobredosis de heroína y una por el atropello de un tractor. Las crónicas hablan, incluso, de dos nacimientos no confirmados. Si el prado de Bethel hablara… Las incógnitas siguen rondando al festival más importante de la historia. Ni siquiera se sabe con exactitud en qué parte de la granja se colocaron los escenarios principales ni el Bindy Bazaar, el mercado del festival. Por eso, el Bethel Wood Center for the Arts encargó una excavación arqueológica en el recinto de Woodstock 69.

placeholder Ceremonia de apertura de Woodstock 69. (Mark Goff)
Ceremonia de apertura de Woodstock 69. (Mark Goff)

“Lo afrontamos como cualquier proyecto arqueológico, considerando qué métodos nos ayudarían a alcanzar los objetivos de la investigación”, cuenta a El Confidencial Maria O’Donovan, la directora del proyecto. La institución elegida para la excavación de Woodstock, realizada entre 2017 y 2018, fue la Public Archaeology Facility de la Universidad de Binghamton. En 2017, realizaron una investigación similar en la que determinaron en qué puntos se instaló el Bindy Bazaar, donde los asistentes de Woodstock se encontraban, compraban, vendían o se refugiaban de la lluvia.

Descubrieron que los puestos no se distribuyeron según lo planeado. “Esta es una prueba más de que el festival cobró una vida que los organizadores no pudieron controlar”, declaró O’Donovan. “El Bindy Bazaar era un punto de encuentro donde tuvieron lugar transacciones e interacciones culturales. Ejemplifica el carácter informal y espontáneo de la contracultura”. Los arqueólogos encontraron piedras apiladas y otras señales de intervención humana en la vegetación de Bethel. Como un Stonehenge de los 60.

placeholder Una de las famosas torres de Woodstock. (Baron Wolman)
Una de las famosas torres de Woodstock. (Baron Wolman)

Para determinar dónde se encontraban los escenarios, las torres de sonido y la zona de público, la excavación se trasladó al prado en el que, hace 50 años, se escribió la historia del rock. El festival iba a celebrarse en la localidad de Woodstock (Nueva York), pero los lugareños temían la llegada de una horda ‘hippie’ en busca de conciertos masivos y consumo de drogas. Finalmente, los organizadores del festival alquilaron una gran granja a las afueras de Bethel. Allí transcurrieron los “tres días de música y paz” que se convirtieron en leyenda.

El principal objetivo de la excavación era descubrir dónde se encontraban el escenario y la célebre “Valla de la Paz”, que delimitaba la zona del público. Los arqueólogos de Binghamton comenzaron a buscar en la granja los restos del festival: “Si la basura estaba todavía incrustada en el suelo, nos podía ayudar a demarcar la zona de escenario y de público”. Para encontrarla, utilizaron detectores de metales: “En aquella época, los restos de metal como latas y anillas eran más comunes que el plástico”. La distribución de la basura en la pradera podría dar pistas sobre la estructura de Woodstock 69.

placeholder Modelo preliminar del área del escenario principal y la colocación de las torres. (Public Archaeology Facility, Binghamton University)
Modelo preliminar del área del escenario principal y la colocación de las torres. (Public Archaeology Facility, Binghamton University)

Se encontraron 117 objetos, mucho más de lo esperado. Pero muchos de ellos pertenecían a las décadas posteriores al festival. Maria O’Donovan reconoce que no se puede afirmar con seguridad que la basura proviniera de Woodstock 69. “Es muy difícil, si no imposible, datar algo en una horquilla de tiempo tan estrecha. Estamos hablando de tres días de conciertos… Encontramos algunos objetos que sí pertenecen al rango de 1969”. Y es que en la granja de Bethel se celebraron otras cinco ediciones de Woodstock.

Un pedazo de plástico que podría pertenecer a un peine, la tapa de un rotulador ‘Paper Mate’ de los 70, el cierre ‘Stay-tab’ de una lata que no llegó hasta finales de los 80, una barra de carbono que perteneció a una pila… “El lugar donde se celebraron los conciertos estaba muy limpio. Hicieron un gran trabajo en lo que fue un área de desastre”, apunta O’Donovan. Aunque no encontraron restos del festival, la detección de metales y las fotografías de entonces llevaron a los arqueólogos al siguiente paso de la investigación: reconstruir el paisaje de Woodstock 69.

placeholder El resultado de la prueba de detección de metales en relación con el modelo preliminar del escenario principal. (Public Archaeology Facility, Binghamton University)
El resultado de la prueba de detección de metales en relación con el modelo preliminar del escenario principal. (Public Archaeology Facility, Binghamton University)

Gracias a los restos encontrados de las seis torres de altavoces y los puntos de anclaje de las vallas, los investigadores pudieron estimar dónde se colocaron el resto de elementos del festival. “La excavación ayudó a clarificar las localizaciones potenciales de las instalaciones y la valla del escenario”, cuenta O’Donovan. Las colinas del prado "creaban el efecto de un anfiteatro natural", detalla el informe de la excavación.

Arqueología en un festival de música

Es difícil imaginar un equipo de arqueólogos a la caza de una especie de yacimiento 'hippie'. La llamada arqueología contemporánea es una disciplina prácticamente ausente en España, pero incipiente en el mundo anglosajón. No se trata de trasladar el estudio de un fósil a una lata de cerveza de los sesenta. Según razona el investigador Pablo Alonso, la teoría arqueológica bebe de un equilibrio entre las ciencias naturales, como la Geología o la Química, y las explicaciones del hábito social, la cultura o el comportamiento humano.

placeholder Unidad de excavación en Woodstock. (Public Archaeology Facility, Bringhamton University)
Unidad de excavación en Woodstock. (Public Archaeology Facility, Bringhamton University)

En el caso de hitos como Woodstock 69, la segunda parte de la balanza, el recuerdo colectivo del pasado, es un ingrediente principal: “Hay que trabajar en un contexto en el que la memoria colectiva y los relatos orales pueden resultar un factor importante en la investigación”, explica O’Donovan. “En las últimas dos décadas, los arqueólogos han empezado a aplicar sus métodos para el estudio de la cultura material a contextos contemporáneos. Este tipo de arqueología es una tendencia importante de investigación en nuestra disciplina”.

Un lunes 18 de agosto de 1969, cerca de las nueve de la mañana, Jimi Hendrix subió al escenario de Woodstock. El guitarrista legendario insistió en cerrar el festival y sólo quedaban unas 40.000 personas de las 400.000 que se habían congregado en aquella granja de Bethel. Hendrix llevaba tres días despierto y tocó durante dos horas, el concierto más largo de su carrera.

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