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Las 700 cartas de Picasso y Sabartés: una historia de amistad, humor y sexo
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EN EL MUSEu PICASSO

Las 700 cartas de Picasso y Sabartés: una historia de amistad, humor y sexo

Una muestra recupera la correspondencia que intecambiaron durante años, en la que se plasma la relación de confianza que mantuvieron pintor y representante

Foto: Pablo Picasso y Jaume Sabartés en 1946 (Michel Sima/Ayuntamiento de Barcelona)
Pablo Picasso y Jaume Sabartés en 1946 (Michel Sima/Ayuntamiento de Barcelona)

Se dice que Jaume Sabartés (Barcelona, 1881 - París, 1968), poeta y periodista, era alguien sometido por Pablo Picasso, una suerte de esclavo del artista que asumió el papel de representante a partir de 1935. Ahora, en cambio, relación que floreció entre ellos se reconoce como una historia “de amistad y de trabajo”, plasmada en las 700 cartas que el pintor envió a Sabartés entre 1927 y 1967.

Sabartés guardaba en su domicilio una caja que contenía las casi 700 cartas que había recibido de puño y letra de Picasso. Se encontró tras su muerte, en febrero de 1968, con instrucciones explícitas: las cartas no podrían trascender hasta cincuenta años después. Este año se cumple el aniversario y, por fin, su legado despierta al mundo. La muestra ‘Sabartés per Picasso per sabartés’ arroja luz sobre estas “joyas” inéditas en el Museu Picasso de Barcelona.

placeholder 'Retrato de Jaime Sabartés - Le Bock', Picasso, 1901
'Retrato de Jaime Sabartés - Le Bock', Picasso, 1901

Picasso y Sabartés nacieron en el mismo año, en 1881. Se conocieron cuando estudiaban en la Llotja de Barcelona y ambos eran clientes habituales del local Els Quatre Gats, donde se reunía el círculo artístico barcelonés más joven. Como explica el propio Sabartés en su libro de memorias 'Picasso, retratos y recuerdos', la sintonía con el joven Picasso fue inmediata. A lo largo de su vida, Sabartés escribió más de veinte textos sobre el pintor, estudiando su biografía y procesos de trabajo: estaba convencido de que Picasso era y sería el genio más grande que vería el siglo XX.

El cruce epistolar entre artista y representante da cuenta de varias anécdotas y recrea bromas y el humor sexual del que ambos hacían gala cuando rozaban los ochenta años. “A partir de las cartas se desprende la historia de una amistad por igual”, dijo la comisaria de la muestra, Margarida Cortadella.

A partir de las cartas se desprende la historia de una amistad por igual

Este intercambio de misivas, que comenzó cuando Sabartés partió a Guatemala y Picasso a París, mantuvo viva su amistad durante años. Si bien el pintor le envió unas 700, las firmadas por Sabartés superan las mil cartas, tanto en castellano como en catalán. En algunas de ellas se escriben casi en clave cuando tocan temas políticos o que incluyen a amigos en común.

placeholder 'Retrato de Jaume Sabartés con gorguera y sombrero', Picasso, 1939
'Retrato de Jaume Sabartés con gorguera y sombrero', Picasso, 1939

Picasso retrató a su amigo y secretario personal en varios cuadros, como ‘Retrato de Jaume Sabartés con gorguera y sombrero’ o en ‘Retrato de Jaime Sabartés - Le Bock’, al que Sabartés definiría como “el espectro de mi soledad visto desde el exterior”. A lo largo de los años, Picasso lo inmortalizó en una colección en la que Sabartés se convierte en monje o sátiro. En muchos de los dibujos, el artista se sirve de caricaturas de Sabartés, a quien utiliza como objeto de broma: en algunas ocasiones lo coloca en mitad de escenas picantes o lo incluye junto a fotografías de jóvenes actrices de los cincuenta. “Los dos son ya unos señores que bromean sobre mujeres guapas”, comentó Cortadella.

Los comentarios sexuales muchas veces eran encajados con bromas. Cuando Picasso mencionó a Sabartés su supuesta actividad sexual, éste no tuvo problemas en responderle: “A la pija triste ni el diablo la endereza”.

Se dice que Jaume Sabartés (Barcelona, 1881 - París, 1968), poeta y periodista, era alguien sometido por Pablo Picasso, una suerte de esclavo del artista que asumió el papel de representante a partir de 1935. Ahora, en cambio, relación que floreció entre ellos se reconoce como una historia “de amistad y de trabajo”, plasmada en las 700 cartas que el pintor envió a Sabartés entre 1927 y 1967.

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