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"Hay quien se cree feminista y consume ropa hecha por mujeres esclavas"
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ENTREVISTA

"Hay quien se cree feminista y consume ropa hecha por mujeres esclavas"

La doctora en Filosofía Aimé Tapia publica 'Mujeres indígenas en defensa de la tierra' sobre la opresión de estas mujeres y las diferencias con el feminismo occidental

Foto: Aimé Tapia publica 'Mujeres indígenas en defensa de la tierra' (Marian Ruiz)
Aimé Tapia publica 'Mujeres indígenas en defensa de la tierra' (Marian Ruiz)

Simone de Beauvoir se refería a las mujeres como el segundo sexo ante el varón, recuerda la doctora en Filosofía Aimé Tapia. “Esa concepción de alteridad también se sostiene sobre los pueblos indígenas. Lo humano sería lo occidentalizado, blanco y masculino”, explica. Ambos, mujeres y pueblos, en un segundo plano. Tapia firma ‘Mujeres indígenas en defensa de la tierra’, un ensayo en el que combina análisis teórico y testimonios de mujeres indígenas y campesinas para profundizar en los llamados feminismos indígenas y sus vínculos con el feminismo occidental.

Durante su visita a Madrid desde México, Tapia arroja luz sobre un feminismo casi olvidado por Europa. “El de las mujeres indígenas es una opresión interseccional, porque son varios elementos los que agudizan esa opresión”, asegura. “Opresión por pertenencia étnica, por desigualdad de género y por empobrecimiento”. Una situación agravada por la llegada de procesos extractivistas a estos territorios. Por eso son las mujeres quienes encabezan las luchas en su defensa. “Están en un estado de vulnerabilidad extremo. O encabezan estas luchas o mueren”.

placeholder 'Mujeres indígenas en defensa de la tierra' (Cátedra)
'Mujeres indígenas en defensa de la tierra' (Cátedra)

Uno de los casos más destacados ocurrió después de que Cola Cola se instalara en el municipio de Nejapa, cerca de la ciudad de San Salvador, a principios de los años 90. Entonces fueron las mujeres quienes se levantaron como defensoras del agua para evitar que succionara sin control el acuífero de Nejapa, “poniendo en peligro el derecho humano al agua de aproximadamente treinta mil personas”. Tapia destaca el nombre de Milagros Guevara, la mujer que se enfrentó a Coca Cola. “Mientras la multinacional succionaba el agua sin ningún control, Guevara, al igual que muchas otras mujeres de la región, ni siquiera tenía un grifo en su casa y debía caminar hasta el río más cercano”, escribe la filósofa. Cuando los medios de subsistencia se ven amenazados por los procesos extractivistas, “para muchas no hay más alternativa que la resistencia para subsistir”.

“Vienen a decirnos”

Tapia comenzó formándose en la teoría feminista occidental, después llegó a los feminismos latinoamericanos y, por último, a los indígenas. “Las visiones del mundo de los pueblos indígenas son diferentes, más centradas en lo comunitario”, analiza respecto a sus diferencias. “Eso plantea problemas para los derechos de las mujeres, ya que muchas veces se privilegian las necesidades de las comunidades.”

Aunque la eclosión del movimiento #MeToo significó un golpe importante en Europa o Estados Unidos, Tapia explica que las problemáticas centrales para los feminismos urbanos no tienen tanto peso en los mundos indígenas. “En las universidades de México hay un movimiento muy fuerte de denuncia contra el hostigamiento sexual, que estaba naturalizado”, explica respecto al #MeToo. Pero para algunas comunidades indígenas, sus prioridades tienen que ver con las condiciones de pobreza a las que se enfrentan. “Las muertes por cuestiones relacionadas con la maternidad siguen siendo muy elevadas, necesitan clínicas para no morir en los partos”, cuenta Tapia. “Para ellas lo principal es la lucha contra el empobrecimiento, todo lo que tiene que ver con alimentación y salud. Cuando esto se gane, los planteamientos irán cambiando”.

La muerte por cuestiones relacionadas con la maternidad siguen siendo muy elevadas, necesitan clínicas para no morir en los partos

Existe una gran diversidad de mujeres indígenas y no todas viven los mismos problemas. Mientras algunas de ellas no pueden autodenominarse feministas porque les implicaría ser arrojadas de sus comunidades, otras, como las zapatistas, “articulan muy bien la vindicación de derechos individuales con lo comunitario”. Tapia destaca la figura de María de Jesús Patricio Martínez, perteneciente a la comunidad nahua de Tuxpan, Jalisco, donde desde hace años ha sido reconocida como médica tradicional. En 2017, fue nombrada portavoz del Concejo Indígena de Gobierno. La autora recuerda sus palabras sobre las feministas urbanas: “Vienen a decirnos lo que yo he visto toda la vida: que si trabajamos muchas horas, que si nos pagan menos… Es bueno que lo digan pero estamos enfrentando otro tipo de problemas como mujeres, como que llegan las minerías o las diferentes formas del extractivismo. Si como mujeres ya estamos en situación de desigualdad, cuando esto llega a destruir nuestras comunidades para nosotras la destrucción es más grande”.

Patricio Martínez no desestima los feminismos occidentales, pero sí muestra que hay más allá de lo que vemos desde el otro lado del charco. “Las mujeres del sur están interpelando el feminismo desde sus experiencias: marginación, pobreza, estar abajo en la huella ecológica… Así que plantean cuestiones éticas de lo que comemos, lo que usamos, dónde se produce y qué están pagando las mujeres por eso”, compara Tapia. “Son cuestiones que el feminismo no se había planteado”.

“Las olas solo son de las mujeres occidentales”

No es nada nuevo que el feminismo se divide en olas, aunque como apunta Aimé Tapia, son unas olas que solo corresponden a las experiencias de las mujeres occidentales. “Las experiencias históricas de las latinoamericanas y de otras mujeres del sur son distintas”, insiste. “Necesitamos mencionar también cómo se vivieron estos momentos en América Latina, qué estaba pasando, si hubo reivindicaciones… incluir estas historias de los otros pueblos en la historia del feminismo. Falta representación”.

Me da tristeza la dificultad de muchas feministas para comprender el ecofeminismo

Tapia ve un fallo en el feminismo occidental. “Me da tristeza la dificultad de muchas feministas para comprender el ecofeminismo”, asegura. Insiste en que este movimiento es fundamental para el feminismo porque también implica la solidaridad con las mujeres del llamado “tercer mundo”. “Uno de los mayores retos del feminismo occidental es mirar hacia allá. Si no lo hace no responderá a los grandes problemas que tenemos”.

Para Tapia, es necesaria una solidaridad feminista transcultural para que las mujeres del “primer mundo”, -con comillas, insiste- piensen en las condiciones de marginación y de empobrecimiento de las mujeres del sur. “Hay quien se puede considerar feminista pero consume una ropa confeccionada por mujeres en condiciones de esclavitud”, comenta, aunque asegura que en la mayoría de los casos, se hace por “ignorancia”. “También se deben tomar más en serio a las pensadoras del sur”, concluye. “Todavía no veo que haya un diálogo donde se considere a estas mujeres como interlocutoras”.

Simone de Beauvoir se refería a las mujeres como el segundo sexo ante el varón, recuerda la doctora en Filosofía Aimé Tapia. “Esa concepción de alteridad también se sostiene sobre los pueblos indígenas. Lo humano sería lo occidentalizado, blanco y masculino”, explica. Ambos, mujeres y pueblos, en un segundo plano. Tapia firma ‘Mujeres indígenas en defensa de la tierra’, un ensayo en el que combina análisis teórico y testimonios de mujeres indígenas y campesinas para profundizar en los llamados feminismos indígenas y sus vínculos con el feminismo occidental.

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