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Rosalía triunfa en Madrid ante 11.000 personas bajo una bandera gigante de España
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45 minutos de concierto

Rosalía triunfa en Madrid ante 11.000 personas bajo una bandera gigante de España

A dos días de la salida del disco el concierto gratuito en Colón fue el espacio en directo y en streaming online donde colisionaron las expectativas generadas en medios con la realidad

Foto: Rosalía durante su concierto en la plaza de Colón de Madrid. (EFE)
Rosalía durante su concierto en la plaza de Colón de Madrid. (EFE)

La primera y una de las imágenes más poderosas de la noche que reunió ayer a más de 11.000 personas en la Plaza de Colón para la presentación del nuevo disco de la artista catalana Rosalía, ha sido obviada en la mayoría de medios. En el escenario patrocinado por Redbull dos imágenes gigantescas de la portada de 'El Malquerer' a modo de efigies, en ellas, la cantante aparece caracterizada en algo que remite a cualquier Virgen de la Anunciación remixeada con simbología barata. Cercana a las que Zurbarán pintara con los brazos extendidos pese a que la pincelada de Photoshop remita más al afectado neoclasicismo francés que a nuestro realismo. El verdadero dramatismo, contundente y barroco lo aportaron los casi 300 metros cuadrados de bandera española que ondeaba sobre todos los allí presentes enmarcando la escena.

Vírgenes, algo que los medios han apodado flamenco millenial y banderas bien tochas resulta a primera vista un paisaje paradójico para presentar el futuro joven, feminista, experimental e internacional del pop español,como todo parece indicar, aquella parafernalia estética no era más que un provocativo disfraz de Halloween.

Foto: Rosalía en 'Malamente'

Con los accesos colapsados, la falta de baños públicos, las colas rodeando el museo Arqueológico de Madrid hasta bien entrada la calle Serrano y diversas estampidas donde el tener o no tener entrada constituía mero simulacro, comenzaba a ponerse en jaque una organización que ya contaba con cuarenta y cinco minutos de retraso, algo que sin embargo un público entregado se tomó con una paciencia inaudita. Rosalía aparecía escoltada por seguridad a las 19:55 en un paseillo frente a primeras filas hasta subir al escenario con un abrigo de cola, a medio camino entre una Coronación y un combate de boxeo. A dos días de la salida del disco, este concierto de exactamente 45 minutos fue el espacio en directo y en streaming online donde colisionaron las expectativas generadas en medios con la realidad; su extensa campaña de promoción con la puesta en escena.

placeholder GRAF9233. MADRID, 31 10 2018.- La cantante Rosalía actúa en un concierto gratuito en la madrileña plaza de Colón para presentar su segundo disco, 'El mal querer', cuyo primer sencillo, 'Malamente', ya tiene 34 millones de escuchas en Spotify y el segundo, 'Pienso en tu mirá', 16 millones. EFE J.P. Gandul
GRAF9233. MADRID, 31 10 2018.- La cantante Rosalía actúa en un concierto gratuito en la madrileña plaza de Colón para presentar su segundo disco, 'El mal querer', cuyo primer sencillo, 'Malamente', ya tiene 34 millones de escuchas en Spotify y el segundo, 'Pienso en tu mirá', 16 millones. EFE J.P. Gandul

Enfiló el primer bloque del concierto con una entrada más fría de lo esperado, por fandangos, ligeramente fuera de tono, recuperándose rápidamente en 'De madrugá' donde la coreografía de sus doce bailarinas comenzó a crear la magia que aquella pantalla que parecía rota con animaciones no lograba legitimar. 'Bagdad' una cuidada y deliciosa producción a varias voces para ser escuchada en casa ya que no deja disfrutarse del todo en directo samplea 'Cry Me a River' de Justin Timberlake, momento que comenzó a aflojar las sonrisas, comentarios y codazos del público más joven. Un público en su mayoría veinteañeros de clase media, ataviados con vaqueros, bufandas de cuadros, plumas y abrigos Napapijiri, estudiantes los de mi alrededor de Empresariales y Farmacia. Ni rastro de riñoneras Gucci, ni rastro de chandals, ni rastro de ese extrarradio que caracteriza al imaginario de sus videoclips: ni rastro de trap.

Visiblemente nerviosa y con la voz entrecortada saludó, dio las gracias y con un "Madrid os quiero” comenzaría la única concesión flamenca de la noche: un a capella de 'Catalina' seguido del 'Testamento Gitano' de Miguel de Molina. Con ello se ganó a la otra mitad del público allí presente: treintañeros alcanzados más por las revistas musicales y que por Youtube, revistas donde señores entrevistadores caricaturizan a Rosalía como un ángel de luz y dulzura caída del cielo y que ante su sorpresa y bien de paternalismo puede citar a Federico Mompou y Kanye West en el mismo párrafo.

A partir de ahí lloró Rosalía, lloró el público, cesaron los guapas, los reinas, los oles y durante unos minutos en torno a un silencio sepulcral ocurrió algo a lo que el público está muy poco habituado en este país, una artista de pop con un producto original y además buen directo. Una puesta en escena sobria y minimalista que poco o nada tiene que ver con el flamenco, por un lado o con Beyonce como muchos han querido ver, si hay que emparentarla forzosamente al clan que sea a Solange Knowles. Tampoco el directo nos remite al batiburrillo de imágenes huecas e iconografía asociada al imaginario coectivo español ya sean toros o nazarenos que aparecen en sus primeros videoclips y que le han puesto en varios aprietos sobre los que la cantante no ha querido ni ha sabido posicionarse, temas como la independencia de Cataluña, la tauromaquia, el apropiacionismo o la romantización de la clase obrera .

Lo demás como suele decirse es historia. Apareció el famoso quad que vimos en aquel primer bolo del Sonar donde todo sonaba regulero aunque todos lo obviaron. Rosalía presentó a sus bailarinas como si de un cuadro flamenco se tratase, a lo que ellas respondían a las palmas y los jaleillos con pasos de dancehall. Hubo un par de puntos interesantes en el concierto que curiosamente no se corresponden con las actuaciones de 'Pienso en tu Mirá' o 'Malamente' en formación. Rosalía entonó un hit que no encontraremos dentro del disco y brilló especialmente 'A ningún hombre' un trabajo de texturas pasada por el filtro indiscutible de Pablo Díaz Reixa, el productor que ha acompañado en este disco a la catalana y que tras una carrera impecable pero en ocasiones infravalorada se encontraba ayer por fin en el lugar que le corresponde. En otro lugar y quizá también el correspondiente como anécdota la zona vip o palco reservado para los invitados al contrario que solemos ver en muchos conciertos se encontraba en un lateral bastante alejado del escenario por lo que la visión de las primeras filas y centro del público resultaba mejor que la de los invitados.

Hace diez años los conciertos de pop gratuitos en la plaza de Colón estaban encabezados por Pereza y Celtas Cortos, hombres, heterosexuales con canciones plagadas de machismo y 4 acordes. Es innegable el abismo, en términos musicales e ideológicos, que una propuesta como 'El Malquerer' supone, con 15 mujeres en el escenario y la posibilidad de que miles de chavales conozcan quién es La Repompa de Málaga a un solo click de distancia. Es indudable también que la industria española no está preparada para seguir el ritmo a este tipo de propuestas, por suerte -y ayer quedó cristalino- lo que sí hay es un público a la altura. Solo nos queda esperar a que en su próximo disco y ya cuando el triunfo internacional no obligue a tirar de clichés, Rosalia encuentre un equilibrio entre imagen y directo; a medio camino entre sentarse en una silla hierática vestida de negro, para el gusto de Indies como en su disco de 2017, y limpiarle el sudor a un estudiante de la escuela taurina de Jaén o ser imagen del más satánico turbocapitalismo con Apple en 2018.

La primera y una de las imágenes más poderosas de la noche que reunió ayer a más de 11.000 personas en la Plaza de Colón para la presentación del nuevo disco de la artista catalana Rosalía, ha sido obviada en la mayoría de medios. En el escenario patrocinado por Redbull dos imágenes gigantescas de la portada de 'El Malquerer' a modo de efigies, en ellas, la cantante aparece caracterizada en algo que remite a cualquier Virgen de la Anunciación remixeada con simbología barata. Cercana a las que Zurbarán pintara con los brazos extendidos pese a que la pincelada de Photoshop remita más al afectado neoclasicismo francés que a nuestro realismo. El verdadero dramatismo, contundente y barroco lo aportaron los casi 300 metros cuadrados de bandera española que ondeaba sobre todos los allí presentes enmarcando la escena.

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