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Doctora Glas, la feminista antifeminista: "Hay hostilidad contra los hombres"
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Doctora Glas, la feminista antifeminista: "Hay hostilidad contra los hombres"

Una de las voces españolas más jóvenes y polémicas en los debates sobre género, sexo, prostitución...

Foto: Lola Pérez (Doctora Glas)
Lola Pérez (Doctora Glas)

A pesar de su juventud, la española Lola Pérez (1991), conocida en redes como Doctora Glas, se está convirtiendo en un referente en los debates sobre sexo y género. Graduada en Filosofía e Integración Social, ahora estudia Sexología y Psicología. El pasado junio, desató una intensa polémica con su artículo 'Follar con empatía: otra lección puritana que se disfraza de feminismo'. Escogemos un fragmento: “¿Tanto cuesta entender que cada persona es responsable de su placer? ¿Tan difícil es asumir que el hecho de que un tío tenga iniciativa sexual no es sinónimo de abuso, violación o actitud de dominio? ¿Por qué nos deberíamos sentir agredidas y ofendidas ante la evidencia de que hay amantes hábiles y otros sumamente torpes? ¿Tan débiles somos las mujeres que no podemos lidiar con una experiencia incómoda en nuestra intimidad? ¿Necesitamos protección hasta cuando no nos corremos?”, se preguntaba.

Las reacciones hostiles que provocan algunas de sus posturas no son casuales. Responden a un ambiente social, político y cultural. “La fractura en el movimiento feminista es cada vez más evidente, pero echo de menos el espíritu crítico y el compromiso social más allá de los códigos de los partidos. Solo a través de este podremos ser independientes y huir de la ideologización de quienes solo están interesados en crear guerras y bandos”, explica. Además de sus estudios e investigaciones, colabora en la web Código Nuevo y prepara la reedición de su novela autobiográfica ‘Suicida (no profesional) busca puente’ (2016), que publicará Marca Negra Ediciones. “Al tener tintes autobiográficos, el libro se convirtió en una vomitera emocional: autodestrucción, sexo pulcro, amor sucio, la libertad como última voluntad, las sesiones clínicas… No ha sido terapéutico, pero sí liberador".

Foto: Ilustración: Raúl Arias.
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Cuando le preguntas cómo quiere enfocar su carrera, responde con tremendo realismo. “Ser millennial es una mierda, con tanta precariedad e inestabilidad laboral, no sabes en qué momento va a empezar realmente tu vida…”. Ni los jóvenes más despiertos tienen el futuro fácil.

PREGUNTA. En redes sociales aborda conflictos feministas y sexuales, pero su mirada no es convencional.

RESPUESTA. Cuando empecé a participar en el movimiento feminista pude conocer a autoras de las que jamás me hablaron en el ámbito académico, como fue el caso de Virginie Despentes, Paul Preciado, Anne Fausto-Stearling, Mary Douglas o Camille Paglia. Eso fue revelador. Luego, en algún momento que no sabría decirte, empecé a tener pensamiento propio. Pienso que tanto las diferencias biológicas como los efectos de la socialización pueden explicar qué significa ser hombre y qué significa ser mujer en nuestra sociedad actual. La educación y la igualdad de oportunidades también juegan un papel importante en todo esto, pero cada vez me chirría más que el eslogan “lo personal es político” se aplique a todo fenómeno social en clave de género. Creo que la intervención estatal o política debe garantizar y proteger los derechos civiles, pero no inmiscuirse en nuestras decisiones personales. El papel del feminismo en este sentido debería ser cuidar de que los agentes sociales implicados cumplan con su parte.

La intervención estatal o política debe garantizar y proteger los derechos civiles, pero no inmiscuirse en nuestras decisiones personales

P. ¿Fue Camille Paglia la primera feminista en chocar a lo grande con el discurso dominante?

R. Beauvoir, Badinter, Paglia… Todas se han enfrentado al discurso del feminismo hegemónico de su época. ¿O es que acaso nadie recuerda a Beauvoir defendiendo a Sade? No creo que la sociedad hoy esté preparada para que una mujer defienda públicamente el sadomasoquismo en la literatura, no faltarían las voces que la señalasen por “erotizar la violencia”. Nos hemos vuelto unos mojigatos. ¿También hemos olvidado algunos de sus más polémicos posicionamientos sobre la sexualidad infantil en plano mayo del 68? Al menos los franceses hablan de estas cosas. Paglia es un soplo de aire fresco. Al ser amante del arte y de la buena crítica cultural, supo predecir el puritanismo que encorsetaría al feminismo actual. A veces la gente la cita sin haberla leído y en cierta forma, no sé si es desinformación es más divertida que peligrosa. Los de ultraderecha la aclaman por sus críticas al feminismo mayoritario, luego descubren sus comentarios sobre el aborto y ya no la aman tanto… Otros no son capaces de mirar más allá de lo que ella plantea sobre la naturaleza como agente dominador y la tratan como un ídolo pop.

Paglia define la violación como delito de poder, no sexual, y señala la responsabilidad de las mujeres en sus encuentros sexuales

P. ¿Qué le interesa más del discurso de Paglia?

R. Tiene planteamientos muy interesantes: definir la violación como un delito de poder y no como un delito sexual o hablar de la responsabilidad que tenemos las mujeres en nuestros encuentros sexuales, pero conviene también aprender a distanciarse de ella. Al fin y al cabo, es una crítica cultural y su misión no es plantear una genealogía sobre el pensamiento feminista. Personalmente, desprecio cualquier actitud que nos quiera hacer creer que un autor o autora sea la panacea, la verdad absoluta, el becerro de oro. Ella también suena muy categórica y sensacionalista. Somos feministas, así que, con respecto a estos fines, creo que lo más sano es que intercambiamos ideas, exploremos nuevas estrategias de incidencia política y dejemos de aplicar el complejo de groupie de Mick Jagger.

P. ¿Cómo se definiría? ¿Feminista heterodoxa? ¿No feminista?

R. Rotundamente soy feminista. Me gusta la expresión “mala feminista” de Roxane Gay, me recuerda mucho a esa frase de Spinoza que decía algo así como que solo se recompensa por buena conducta a los esclavos y no a los hombres libres… No nos podemos permitir renunciar a la igualdad entre mujeres y hombres, pero tampoco caer en el continuo victimismo, sensacionalismo o pánico moral con el que de un tiempo a esta parte se hace feminismo. Tampoco creo que el mujerismo o una actitud continuamente neurótica y hostil hacia los hombres nos favorezca. El movimiento #MeToo, por ejemplo, ha sido alucinante, un trampolín para poder denunciar el acoso y las agresiones sexuales contra mujeres, pero tristemente también se ha desvirtuado: hay quien pretende usar esto para criminalizar la seducción o para hacernos creer que las mujeres somos débiles damiselas, que no podemos contestar aireadamente a un baboso.

El #MeToo se ha desvirtuado: hay quien lo ha usado para criminalizar la seducción o para mostrar a las mujeres como débiles damiselas

P. ¿De qué autoras o enfoques se siente más alejada?

R. El feminismo radical norteamericano al estilo de Andrea Dworkin, Catherine Mackinnon o Robin Morgan me parece un peñazo y sus alianzas con la derecha para prohibir la pornografía de lo más irrisorio: ¿la pornografía es la teoría y la violación, la práctica? ¡Por favor, en la Biblia se describen multitud de violaciones y el porno está ausente! No creo que sus teorías puedan tomarse en serio. Muchas teóricas españolas están influenciadas por esta corriente y hablan de “dominación sexual”, considerando la sexualidad como un constructo social exclusivo del poder masculino. Así, el sexo se convierte en el elemento imprescindible de la dominación, de la relación de poder ejercida del varón sobre la mujer y el deseo de éste es un mecanismo de objetivización. Este tipo de pensamientos confía ciegamente en las teorías postmodernas y el constructivismo social. Tiene una visión heterosexista, reduccionista y anticientífica. Es ruidoso, pero creo que está abocado a la inmovilidad y al fracaso. Diría que esto ya lo estamos viviendo en la ley de violencia de género española, una ley que no ha conseguido que el número de asesinadas disminuya. Creer que el asesinato de un hombre a una mujer se produce exclusivamente por el motivo de la dominación masculina es reduccionista, una negación de las bases de la criminología.

El feminismo radical es un peñazo y sus alianzas con la derecha para prohibir la pornografía, de lo más irrisorio

P. ¿Cómo podemos ampliar nuestra visión?

R. No quiero decir que no existan desigualdades en razón de sexo o género, de lo que hablo es que nuestros marcos de interpretación de la realidad están obsoletos. Hablar de patriarcado o heteropatriarcado como estructura de dominación, es algo demasiado abstracto, no hay un referente ontológico. Ni siquiera existe un consenso entre las propias teóricas feministas con respecto a la definición de patriarcado, por ejemplo, mientras que para Gerda Lerner es una estructura social primitiva para Kate Mitllet es una política sexual. También recelo de las voces feministas que niegan la historia evolutiva y la validez científica de la diferencia sexual, que no respetan la presunción de inocencia o que abusan del proteccionismo de “Papi Estado”. Las feministas de la primera ola lucharon para que las mujeres no fuéramos tuteladas, ¿por qué estamos contradiciendo ahora esto? La igualdad jurídica no puede suponer la vuelta al paternalismo y al decoro burgués. Creo que educación, investigación y prevención son quehaceres sociopolíticos que hemos sustituido por maniqueísmo, dogmatismo y venganza. Tampoco soporto el pensamiento único y la demonización de la belleza: ya no puedes decir que Kim Kardashian está buena sin que te llamen machista. Me gusta el arte, me gusta el sexo y adoro la belleza femenina, ¿en serio debo sentirme culpable o una hereje? Bueno, también me gustan las series de Shonda Rhimes, pero creo que ese ya es otro tema… Jajaja.

No hay debate feminista en las redes. Solo confrontación y mala baba. No se puede debatir con quien insulta

P. ¿Es posible el debate feminista en redes hoy?

R. No hay debate. Solo hay confrontación y mala baba. Y no se puede debatir con quien insulta, menosprecia o distorsiona lo que dices. Si hablas de los derechos humanos de las trabajadoras sexuales se te acusa de defender el proxenetismo y la explotación, si crees que hay que regular la gestación subrogada bajo un sistema legal garantista y altruista te escupen que estás a favor de las granjas de mujeres, si dices que te gusta ‘Lolita’ de Navokov o las obras de Balthus es que eres mínimo pedófila… Es infantil, agotador, histriónico y bochornoso. La pobreza intelectual es apabullante y lo peor es que no hay ni el mínimo pudor para disimularlo. Ni siquiera fuera de las redes y los medios hay debates. Lo que está de moda es hacer una charla entre amigas o colegas, para darse la razón las unas a las otras o para alabar a la famosa que ha escrito un libro sobre feminismo, ahora que es pop y hasta Albert Rivera lo reivindica. Esto nos está conduciendo a un individualismo acojonante… La “revolución” es tan cínica: el feminismo se ha convertido en un producto de masas.

P. ¿Qué recursos podrían mejorar el debate feminista en redes y medios?

R. Un buen punto de partida sería dejar de usar cifras falsas para hablar sobre prostitución. Aquí los medios de comunicación tienen gran responsabilidad. Ya basta del mito de que el 80 o el 90 por ciento de mujeres que se dedican a la prostitución lo hacen explotadas (en la entrevista del enlace anterior, se recuerda que faltan datos fiables y que Naciones Unidas afirma que solo una de cada ocho prostitutas es víctima de la trata). Ser puta se considera algo sucio, no hay gobierno que no quiera limpiar la prostitución de las calles… Las condiciones sociales y de trabajo de las mujeres que se dedican a la prostitución no importan, ellos solo quieren imponer su moral. De todos modos, no creo tanto en la prostitución como en el mundo de las prostituciones: hay diversos contextos, distintos perfiles. El problema del gobierno y de la oposición con respecto a este tema es que niegan, de entrada, a las trabajadoras sexuales como sujeto político.

Estoy vetada en muchos espacios y medios. Mis amigos creen que es el precio a pagar por ejercer mi libertad de expresión

P. Llama la atención que no se arrugue ante asunto espinosos: prostitución, pedofilia, pederastia…¿Teme que le pase factura profesional?

R. Francamente, no. Aunque sé que estoy vetada en muchos espacios y medios. Mis amigos creen que es el precio a pagar por ejercer mi libertad de expresión o por atreverme a pensar más allá de lo que dicta el mediocre promedio. No sé si están en lo cierto, pero es aterrador que gran parte de ellos no se atrevan a decir lo que piensan por miedo a que les persigan, incluso en el ámbito laboral. Otra cosa distinta es que haya individuos que manipulen lo que escribo atribuyéndome opiniones que no tengo o descontextualizando mis comentarios a propósito de la posverdad. La mala fe está ahí y Twitter está lleno de lobos. Hablar de pedofilia, por ejemplo, es arriesgado, pero más allá de la fascinación intelectual que el tema me provoca, mi intención es clara. Es importante ampliar el conocimiento sexológico sobre la pedofilia, especialmente para estudiar o plantear nuevas formas de prevenir el abuso sexual infantil. Cuando explicas esto la gente que quiere entender, que es honesta, hasta te admira y te da las gracias.

P. ¿Compensa el esfuerzo?

R. Cuando han intentado hacerme daño me acuerdo especialmente de varias víctimas de abuso sexual en la infancia que me han escrito para recordarme de la importancia de mi trabajo. Pese a la cobardía de quien no se posiciona, eso es realmente bonito y al fin y es por esas personas por las que decidí investigar sobre pedofilia: para prevenir, en la medida de lo posible, con profesionalidad, pero sin soluciones mágicas, el abuso sexual. ¿De verdad eso puede ser escandaloso? ¿De verdad no sabemos distinguir deseo y práctica, en este caso delito? Por inmorales que sean, los deseos no delinquen. Conviene recordar un aforismo del derecho penal: “Cogitationis poenam nemo patitur”: el pensamiento no delinque.

A pesar de su juventud, la española Lola Pérez (1991), conocida en redes como Doctora Glas, se está convirtiendo en un referente en los debates sobre sexo y género. Graduada en Filosofía e Integración Social, ahora estudia Sexología y Psicología. El pasado junio, desató una intensa polémica con su artículo 'Follar con empatía: otra lección puritana que se disfraza de feminismo'. Escogemos un fragmento: “¿Tanto cuesta entender que cada persona es responsable de su placer? ¿Tan difícil es asumir que el hecho de que un tío tenga iniciativa sexual no es sinónimo de abuso, violación o actitud de dominio? ¿Por qué nos deberíamos sentir agredidas y ofendidas ante la evidencia de que hay amantes hábiles y otros sumamente torpes? ¿Tan débiles somos las mujeres que no podemos lidiar con una experiencia incómoda en nuestra intimidad? ¿Necesitamos protección hasta cuando no nos corremos?”, se preguntaba.

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