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Las corporaciones te quitan tus derechos y tú (también) tienes la culpa
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'corporate' se ha estrenado este 25 de mayo

Las corporaciones te quitan tus derechos y tú (también) tienes la culpa

El francés Nicolas Silhol se estrena en la dirección de largometraje con 'Corporate', una historia basada en la ola de suicidos que sufrieron los trabajadores de France Télécom

Foto: Céline Sallette protagoniza este 'thriller' empresarial basado en los casos de suicidio de France Télecom. (VerCine)
Céline Sallette protagoniza este 'thriller' empresarial basado en los casos de suicidio de France Télecom. (VerCine)

"Me suicido debido a mi trabajo en France Télécom. Es la única causa". En la noche del 13 al 14 de julio de 2009, un arquitecto que formaba parte de la plantilla de France Télécom de Marsella decidió acabar con su vida. Antes había dejado una carta en la que denunciaba una "sobrecarga de trabajo" y una "gestión basada en el terror" en la que entonces era la mayor operadora de telecomunicaciones francesa, adquirida en 2013 por Orange. Pero no fue el único; entre 2007 y 2010, otros 59 compañeros suyos también se suicidaron. Una inspección de trabajo descubrió que desde 2006 —el Estado francés había privatizado la empresa en 1998— la dirección había implementado un sistema para recortar hasta 22.000 puestos de trabajo sin tener que pagar indemnizaciones. ¿Cómo? Aplicando una política de condiciones estresantes, traslados fulminantes y acoso moral para obligar a que fueran los propios trabajadores quienes dejaran sus puestos de trabajo. El caso de Fránce Télécom conmocionó a la sociedad francesa y en 2016 la fiscalía gala estudió procesar a la corporación, aunque hoy sigue sin juicio.

El padre de Nicolas Silhol formó parte durante años de la plantilla de France Télécom como consultor de recursos humanos. Y el año pasado su hijo debutó en el largometraje con 'Corporate', un thriller empresaria en el que Silhol que recrea el caso desde el punto de vista de una directiva (interpretada por Céline Sallette) y que se ha estrenado este fin de semana en España. Su pequeña contribución a denunciar la desprotección de los trabajadores frente a un sistema capitalista que da a luz formas de opresión cada vez más sofisticadas y retorcidas, pero también la responsabilidad de cada uno de nosotros en la reafirmación de unas prácticas que, tarde o temprano, se volverán en nuestra contra. Perro come perro y el último que se muera de hambre.

PREGUNTA. Si en las películas de los años 80 los villanos solían ser terroristas, comunistas, dictadores de varios pelajes, últimamente en muchas películas el malo a batir es una gran corporación. ¿Qué dice eso de nuestra sociedad?

RESPUESTA. Afortunadamente en la representación de la sociedad los malos de las películas evolucionan también. Nosotros lo que queríamos hacer en la película era que los supervillanos no estuvieran identificados para que la película no fuera demasiado maniquea. Lo que se plantea es la relación del individuo con un sistema. Y lo que intentamos recordar es que, de hecho, detrás, delante o dentro de todos los sistemas hay individuos. Y lo que queríamos subrayas es la cuestión de la responsabilidad individual, precisamente, porque aunque sin duda hay movimientos que pueden estar empujados por la ideología, mucha gente acepta estos sistemas como si fuera el orden divino. Y eso es una fatalidad. No existen los grandes villanos. Existe la responsabilidad compartida. Y la película intenta custionar esta responsabilidad compartida.

P. ¿Por qué elegiste la ola de suicidios que asoló France Télécom hará alrededor de diez años para comenzar a escribir el guión de tu primera película?

R. En Francia la cuestión del sufrimiento del trabajo y los casos de suicidios de France Télécom se presentaron diciendo que como estamos en un momento de transición económica, de guerra económica, las cosas son así, porque en todas las guerras hay víctimas entre los más débiles. En la época en la que France Télécom ya contaba con unos 30 suicidios a sus espaldas, había como una especie de recuento macabro con un nuevo suicidio cada semana y la gente casi acabó acostumbrándose a ello. Y el que era director general de France Télécom entonces incluso dijo que ya era el momento de "acabar con esa moda". Y esto fue lo que realmente nos impactó y nos llevó a escribir esta película.

placeholder Nicolas Silhol junto al actor Lambert Wilson en la presentación de 'Corporate' en Karlovy Vary. (Efe)
Nicolas Silhol junto al actor Lambert Wilson en la presentación de 'Corporate' en Karlovy Vary. (Efe)

P. ¿Y en este tiempo ha cambiado la percepción de la sociedad francesa sobre este tipo de prácticas empresariales? ¿Es algo que ha dejado poso o de lo que ya nadie se acuerda?

R. Es un suceso todavía de gran actualidad. En lo que se refiere a France Télécom todo empezó hace diez años, efectivamente, y todavía estamos esperando que haya una condena a la compañía. Esperamos que haya una condena, pero hay una gran lista de recursos para postponerla. Sin embargo, lo interesante es que es la primera vez que no sólo a la empresa la están enjuiciando como persona jurídica, sino que también siete altos cargos de France Télécom están imputados también. Yeso es realmente un gran progreso. Eso quizá haga cambiar la mentalidad de que no sólo las empresas son responsables a nivel jurídico, sino las personas también. Sin embargo, si France Télécom fue una de las primeras empresas públicas que utilizó estos métodos de gestión, pero después muchos otros servicios dependientes de la Administración se han contaminado con estas prácticas: desde Correos hasta los hospitales públicos. Así que sigue siendo un gran problema.

P. Y el problema es que tampoco se invierte en recursos para detectar estas prácticas, ¿no? Por ejemplo, en tu película, la inspectora de trabajo que debe vigilar que se respeten los derechos de los trabajadores tiene bajo su responsabilidad controlar más de 30.000 puestos de trabajo.

R. Son elecciones políticas. Hasta hace poco en Francia teníamos mucha suerte con las inspecciones de trabajo porque, lamentablemente, en otros países no existen. Pero desde hace alrededor de 10 años en mí país hemos visto como se el poder de los inspectores se reduce cada vez más, son responsables de cada vez más empresas y están desbordados. Cada vez tienen menos margen para hacer su trabajo de control a las empresas, de recordar la ley y de proteger a los trabajadores. Y desde hace un año que ha salido la película en Francia y que tenemos un nuevo presidente, además, hemos visto reducidos los derechos de los trabajadores. Vamos a una sociedad cada vez más flexibilizada.

P. ¡Ah, flexibilidad, qué bonito eufemismo!

R. Totamente. Se utilizan palabras como flexible o flexi-seguridad, pero el movimiento de fondo busca romper los derechos de los trabajadores. En Francia nosotros tenemos un presidente que viene del mundo empresarial. Un tipo que viene de la banca. Y los que critican su concepción de la política le echan en cara que maneja el país como si fuera una 'start up'. Estamos viviendo la 'uberización' de la sociedad. Ya no sólo la reducción de los derechos de los trabajadores, sino también de su seguridad y de su vida privada. Hemos vuelto a un estado anterior a que hubiera derechos laborales. Volvemos al siglo XIX, a un sistema destajista, cuando la gente vivía de la capacidad de su trabajo. Pienso, por ejemplo, en los repartidores que van en bici. Y usando estos servicios los estamos legitimando. Lo que luego revertirá en nuestras propias condiciones de trabajo. Por otro lado, estaría bien que estas empresas empezasen a pagar de una vez sus impuestos en los países en los que actúan.

P. Por mucho que 'Corporate' muestre el lado menos amable del mundo empresarial, no cae en el derrotismo. ¿Siempre tuviste claro el final?

R. Era importante para nosotros que la película no provocase una sensación de asfixia a la gente. Queríamos poner la transformación positiva del personaje protagonista como un ejemplo. Así que no había que ser demasiado simplista. No hay un final completamente feliz, porque todavía no ha salido del todo del sistema y va a tener que responder ante la justicia por lo que ha hecho. Pero queríamos que hubiese una elección final positiva como muestra de que, efectivamente, hay esperanza.

"Me suicido debido a mi trabajo en France Télécom. Es la única causa". En la noche del 13 al 14 de julio de 2009, un arquitecto que formaba parte de la plantilla de France Télécom de Marsella decidió acabar con su vida. Antes había dejado una carta en la que denunciaba una "sobrecarga de trabajo" y una "gestión basada en el terror" en la que entonces era la mayor operadora de telecomunicaciones francesa, adquirida en 2013 por Orange. Pero no fue el único; entre 2007 y 2010, otros 59 compañeros suyos también se suicidaron. Una inspección de trabajo descubrió que desde 2006 —el Estado francés había privatizado la empresa en 1998— la dirección había implementado un sistema para recortar hasta 22.000 puestos de trabajo sin tener que pagar indemnizaciones. ¿Cómo? Aplicando una política de condiciones estresantes, traslados fulminantes y acoso moral para obligar a que fueran los propios trabajadores quienes dejaran sus puestos de trabajo. El caso de Fránce Télécom conmocionó a la sociedad francesa y en 2016 la fiscalía gala estudió procesar a la corporación, aunque hoy sigue sin juicio.

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