"Los políticos de hoy luchan más por sus intereses que por los problemas del país"

Hay una forma de decir que la realidad supera la ficción sin tener que recurrir a la típica frase y esa es Subprime. Esta obra de teatro, que trata el tema de la corrupción política y empresarial y de cómo se teje dentro de los despachos, se ha visto sobrepasada por la actualidad. Poco sabía el malagueño Fernando Ramírez Baeza cuando la escribió en 2008 que su guión resultaría premonitorio. La realidad de este 'thriller' teatral, cuyo argumento tiene lugar en el Paseo de la Castellana, tiene su culmen ahora que se representa en el Teatro Fernando Fernán Gómez, situado en la misma plaza de Colón de Madrid, y que podrá verse hasta el 7 de abril. La obra está protagonizada por Chete Lera, que interpreta al Vicepresidente del Gobierno y Pep Munné, cuyo personaje es un alto directivo de la mayor petrolera de España. 

Subprime, cuyo nombre hace referencia a la caída de las hipotecas de alto riesgo que generó la crisis financiera actual, es una obra “política pero no partidista”, asegura su director Ricardo Campelo. Considera que la situación es límite y utilizar cualquier escaparate para expresar una reivindicación es válido, en referencia al debate generado con motivo de la gala de los Goya y a las críticas que expresaron los actores y otros premiados. Sin embargo, para Campelo “las obras son un medio mucho más fuerte de expresión que lo que se diga detrás de un atril”. Lo mismo aplica para el cine.  

Dice Chete Lera que poco tiene que ver su personaje con Soraya Sáenz de Santamaría, pero sí recoge un poco de todos los vicepresidentes de España. Algo que encuentra en común entre los políticos actuales es que “en vez de dedicarse a luchar por defender los problemas del país, luchan entre ellos y se apoltronan en el poder”. 

El actor pontevedrés, que ha participado en 34 películas y 43 obras de teatro, asegura no entender por qué en España se le da tanto bombo al hecho de que los actores expresen su opinión en los Goya: “Esto en Estados Unidos no pasaría”, afirma. Aprovecha para criticar la “rabieta de niño pequeño” del ministro de Hacienda, y desmiente la acusación de que algunos actores españoles no pagan impuestos. Sobre las palabras de Montoro también se pronunció recientemente el actor Alberto San Juan, que protagoniza en Madrid Recortes, una obra de teatro crítica con la actualidad política. San Juan aseguró que declaraciones como esa demuestran que el Gobierno “no controla la situación”.

Subprime es una historia que parece sacada de una transcripción de Wikileaks más que del guión de una obra de teatro. Su director, Ricardo Campelo, menciona las múltiples coincidencias del argumento de la obra con la actualidad: todo parte de un vídeo en el que el presidente del Gobierno (no Mariano Rajoy, sino uno ficticio) aparece con su mujer en un momento íntimo. Las imágenes son capturadas por cámara de seguridad de una gasolinera. A partir de ahí surge un entramado de estrategias y situaciones que a cualquiera le sonarán: luchas de poder, chantaje económico, extorsión, espionaje, engaño de los políticos en los medios de comunicación… Incluso se cuelan en el escenario temas como la reforma laboral o las prospecciones petrolíferas en Canarias.

La obra fue galardonada con el premio Carlos Arniches 2009, quizá porque se nota que su autor conoce muy bien los entresijos de las cuestiones económicas y financieras de entonces. Se ha ido acercando poco a poco a la realidad, pero los personajes son inventados: “El trabajo ha sido mezclar muchas referencias de los políticos actuales”, comenta Campelo. En Subprime se encuentran alusiones al populismo, al carácter de Berlusconi o a la figura del empresario “que puede ser desde Amancio Ortega hasta el presidente de Repsol. Hay muchos seres iguales y hemos querido reflejar un espectro general”, comenta el director de la obra.

El teatro, la mejor vía para la crítica

Campelo es un joven director de teatro venezolano que, según explica, se topó de repente con este texto cuando pretendía encontrar un vehículo para mostrar la situación política actual. No es un trabajo oportunista, pero tampoco casual, aclara, porque “ser artista va unido a crear una ruptura y siempre está arraigado a un pensamiento político”.

Las obras son un medio más fuerte de expresión que el atril

Es por ello que asegura que prefiere expresar su crítica desde el teatro. En esta obra ha traído un poco de Venezuela a través de la figura del político de corte caudillista encarnada en el Vicepresidente del Gobierno. El personaje que interpreta Chete Lera es la viva imagen del “encantador de serpientes”, tal y como expresa el propio actor. Pedro Riopérez es ese político que pronuncia discursos populistas y que deja entrever las ganas que tiene de ocupar la plaza de su superior con sentencias como la de “¿usted cree que es posible que un presidente de España no sepa hablar inglés?”. 

El discurso político y el empresarial se entremezclan en Subprime, donde el director general de la petrolera líder en España dice aquello de “tienes que entender los enormes esfuerzos que estamos haciendo”. Poco a poco, las fronteras de los personajes se diluyen, la tela de araña de la corrupción y la lucha interna se extiende por igual a todos, y el espectador se queda con la idea de que en los despachos se habla de todo menos de los intereses de la población. 

La obra ha llegado a Madrid, lugar donde suceden los hechos de la historia, tras pasar por otras siete provincias. La gira continuará por Córdoba, Gijón y Ferrol. El reparto de actores, que representa el mundo de los directivos protagonizado por hombres, se complementa con Federico Aguado, Daniel Huarte, Aitor Gaviria, Aure Sánchez, Antonio Salazar y Jorge Lora.

Subprime roza el cine y la televisión en sus 90 minutos de duración a través de un despliegue audiovisual al cual está poco acostumbrado el espectador de teatro. La obra representa sus escenas de exteriores en unas pantallas superiores en las que se ven las videoconferencias, imágenes de cámaras de seguridad y noticias de televisión. En la parte de abajo, los personajes y sus negocios ocultos vestidos de chaqueta y corbata; arriba, en pantalla, la forma en la que el pueblo es engañado. Y en ambos lados el desenlace, parte que tanto Lera como Campelo esperan que no sea también premonitoria de la realidad.