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La Sexta no pone ni quita presidentes y otros mitos televisivos de esta campaña
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EL GANADOR DEL DEBATE, EL GRAN PERDEDOR

La Sexta no pone ni quita presidentes y otros mitos televisivos de esta campaña

La campaña y el resultado del 26-J han desmontado varios mitos televisivos. El primero, el del poder de La Sexta para encumbrar a los cielos a Pablo Iglesias y Podemos

Foto: García Ferreras, en el especial electoral de 'Al rojo vivo' de La Sexta. (EC)
García Ferreras, en el especial electoral de 'Al rojo vivo' de La Sexta. (EC)

“Podemos no se explica sin la televisión, pero no solo por la televisión”. Pablo Iglesias lo decía a las claras en una entrevista reciente con el diario 'El País' y el tiempo le ha dado la razón. Antonio García Ferreras, El Gran Wyoming y la maquinaria informativa de La Sexta puede ser crucial -e indispensable- para entender los 71 diputados que ha sumado la coalición morada en su segundo y fallido asalto a los cielos. Pero la cadena de Planeta ni pone ni quita presidentes, ni es el cañón Bertha de los morados ni su pactómetro es la clave del tapete político que han arrojado las urnas en esta calurosa jornada de votaciones.

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La cadena más ideológicamente alejada de La Moncloa no ha logrado ni que Mariano Rajoy sea desalojado del poder ni que Pablo Iglesias se convierta en el referente indiscutible de la nueva izquierda por obra y gracia del 'sorpasso'. Como tampoco han logrado encumbrar a Albert Rivera aquellos otros medios que, en sentido contrario, remaron a favor de construir un nuevo liderazgo capaz de frenar a Podemos.

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Es esta quizás una de las grandes paradojas de esta repetición electoral, que hace añicos el mito del poder real de La Sexta para erosionar al PP -como se lamentan en las filas del banco azul- y para encumbrar a Pablo Iglesias. El gigante mediático, por tanto, era menos fiero de lo que lo pintaban. Hay que recordar que hasta el diario 'El País', en otro tiempo emblema de la izquierda, llegó a cargar en un editorial de domingo contra la cadena de Planeta por plegarse a la estrategia de Podemos.

“Su estrategia es clara -decía el periódico sobre la formación de Iglesias-: asfixiar a los socialistas negándoles el acceso al Gobierno y dominar la agenda mediática, para lo cual ha contado con el inestimable apoyo de un canal de televisión perteneciente a Atresmedia, grupo empresarial que juega a todas las barajas -es el mismo que edita 'La Razón'- y que sabe estar al lado del Gobierno cuando la situación lo requiere”. En la misma línea se han posicionado estos días otros columnistas de derechas como Ramón Pérez Maura, en 'ABC'. “No hará falta que recuerde el papel que juegan las cadenas de televisión en España y la influencia que han tenido en que lleguemos a estar donde estamos”, escribía la semana pasada, desde Londres. “En Reino Unido simplemente no existe una cadena otorgada por el Gobierno que haya intentado promover un partido cuyo objetivo sea dinamitar el sistema”.

La gente no acude a Mediaset para informarse

El consejero delegado de Mediaset España, Paolo Vasile, tampoco escapó a esta dialéctica y, en una rueda de prensa con periodistas para hacer balance del primer semestre del año, llegó a decir que La Sexta tiene “afiliados”. "La Sexta tiene una línea editorial absolutamente legítima de propaganda política, por lo tanto tiene una serie de afiliados que Telecinco no tiene”, explicó. “La gente viene a Telecinco para informarse y va a La Sexta para formarse".

Los datos, sin embargo, han vuelto a dar un baño de realidad al imperio televisivo del italiano. Porque en las grandes citas electorales, el espectador se caracteriza por darle la espalda una y otra vez. La Sexta volvió a llevarse el gato al agua, congregando a 2.134.000 personas y el 14,9% de la cuota de pantalla. Su cadena hermana, Antena 3, quedó en segundo lugar con 1.676.000 espectadores y el 10,4%. La televisión pública, TVE, sumó 1.609.000 y el 10,3%, mientras que Mediaset salvó la noche con el fútbol pero sus programas electorales quedaron relegados a las últimas posiciones.

El partido de la Eurocopa (Hungría-Bélgica) fue seguido por 2.874.00 personas (17,3%). El especial de Piqueras solo tuvo 1.238.000 televidentes (7,6%) y el de Cuatro, 720.000 espectadores (4,8%). La gente fue a Mediaset a ver el fútbol pero no, precisamente, a informarse.

Ganar el debate… para nada

Al margen de la paradoja del papel de La Sexta, el segundo gran mito que ha quedado por tierra en esta campaña es el papel que juegan los debates electorales en televisión. El celebrado el 13 de junio en el Palacio Municipal de Congresos fue cualquier cosa menos decisivo. Quizás un producto hecho más para el espectáculo televisivo que para la movilización del electorado. Lo ganó, según el criterio unánime de todas las encuestas de opinión publicadas, el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, seguido por Pablo Iglesias, Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, que fue el peor valorado.

Lejos de obtener rédito político alguno de esa cita a cuatro, Rivera se ha dejado en las urnas unos 376.000 votos y una quinta parte de sus escaños. Sánchez, por su parte, pese a salir peor parado de aquel programa, apenas ha perdido 106.000 votos, que se traducen en cinco escaños. El factor Inés Arrimadas, ganadora virtual del debate femenino de Antena 3, tampoco ha tenido premio especial en las urnas. Quizás, el miedo a los debates no debería tener tanto sentido o, quizás, estas elecciones han sido anormales en todos los sentidos.

A Rajoy le sienta bien la televisión

Si el 'bertinazo' de Rajoy en la campaña de diciembre sirvió para mostrar a un candidato más cercano y con mucha retranca gallega, lo cierto es que cada vez que el presidente se anima a probar nuevas experiencias en el 'prime time', como en 'El Hormiguero', el resultado es más que satisfactorio para el PP. Quizá Rajoy no tenga la telegenia de Pedro Sánchez o de Albert Rivera, pero tampoco la necesita. Mostrándose al natural, y no como el hombre gris del plasma o como el que huye de los periodistas en los pasillos del Senado, logra salir reforzado de los platós. A su jefe de campaña, Jorge Moragas, se le puede atribuir este tanto.

El catálogo Ikea: gran idea, pocos compradores

Por último, si un partido ha demostrado ser arriesgado en su 'marketing' electoral, ese ha sido Unidos Podemos. A la delantera con sus lemas simpáticos (“la sonrisa de un país”), con su idea de convertir el programa electoral en un catálogo de Ikea para que sea el más leído de la historia o sus 'spots' de campaña con la voz de José Sacristán y los guiños a la cultura y al teatro. Estos ejemplos se podrán estudiar en las clases universitarias de comunicación política pero, una vez más, han demostrado tener más de fuego de artificio que efecto real sobre el votante. Desde diciembre, Iglesias se ha dejado por el camino más de 1.100.000 votos. Además, el documental de Fernando León de Aranoa solo ha movilizado a los más decididos entre los más politizados. Según los últimos datos provisionales facilitados por Mediapro, la cinta ha sido vista por unas 12.500 personas. Su distribución ha bajado de las 21 copias iniciales a solo nueve en la actualidad.

“Podemos no se explica sin la televisión, pero no solo por la televisión”. Pablo Iglesias lo decía a las claras en una entrevista reciente con el diario 'El País' y el tiempo le ha dado la razón. Antonio García Ferreras, El Gran Wyoming y la maquinaria informativa de La Sexta puede ser crucial -e indispensable- para entender los 71 diputados que ha sumado la coalición morada en su segundo y fallido asalto a los cielos. Pero la cadena de Planeta ni pone ni quita presidentes, ni es el cañón Bertha de los morados ni su pactómetro es la clave del tapete político que han arrojado las urnas en esta calurosa jornada de votaciones.

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