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Los silencios de Galiano y el fracaso de su política de apaciguamiento con Pedro J.
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ramírez pide amparo a asociaciones de prensa

Los silencios de Galiano y el fracaso de su política de apaciguamiento con Pedro J.

“Cualquiera sabía que iba a estallar”, explican fuentes del sector. Solo ha tardado nueve meses. Unidad Editorial destituía a Pedro J.Ramírez en enero.

Foto: Antonio Fernández-Galiano, presidente ejecutivo de Unidad Editorial (Foto: E. Villarino)
Antonio Fernández-Galiano, presidente ejecutivo de Unidad Editorial (Foto: E. Villarino)

“Cualquiera sabía que era una locura llamada a estallar”, explica una fuente del sector. Sólo ha tardado nueve meses. Arrancaba el año y Unidad Editorial destituía como director de El Mundo a su fundador y alma máter, Pedro J. Ramírez. En lugar de rescindir la relación y mandarle a su casa, la compañía le ubicaba inopinadamente en la segunda planta de Avenida de San Luis, en un despacho contiguo al del presidente ejecutivo, Antonio Fernández-Galiano, con sus secretarias mesa con mesa. ¿Sus nuevas tareas? Escribir una colaboración semanal y dirigir La Aventura de la Historia. Un cometido de mínimos hasta para un arponero ingenuo. Especialmente para este arponero ingenuo, que aún no ha renegado de la mar.

Cuentan los que lo frecuentaron que no tardó el periodista riojano en colocar en su nuevo redil una gran fotografía panorámica del día de su despedida, rodeado de la plantilla de El Mundo. Y que la exhibía con orgullo a sus visitantes. “Nunca haré nada contra ellos”, repetía a quien quería escucharle señalando a sus redactores. Desde ayer, sin embargo, esa gran instantánea reposará en otros lares, después de que los administradores de Unidad Editorial comunicaran al exdirector de su buque insignia nuevas penalizaciones –por su gravedad tal vez las últimas–, entre ellas la pérdida de ese pequeño cubículo, por lo que entienden un incumplimiento del contrato de salida pactado tras su relevo al frente del diario.

Los gestores reprochan a Ramírez sus tuits, su demoledor artículo dirigido a Casimiro García-Abadillo, su réplica al editorial posterior a la gala del 25 aniversario del diario… Le piden incluso una indemnización de 400.000 euros por esas vulneraciones. No hace demasiado tiempo, en septiembre de 2013, Pedro J. Ramírez se deshacía en elogios hacia Fernández-Galiano, su hasta ahora vecino de despacho y, por organigrama y cargo, responsable junto a Italia de esas sanciones. “Antonio es el único ejecutivo que ha sido pretendido por Prisa y Vocento. Y está aquí por sintonía con el proyecto. Como yo, los dos somos de UCD 20 años después, él democristiano y yo liberal”, exponía el exdirector.

Incluso durante los momentos de furia que han jalonado los últimos meses, nunca salió de boca de Ramírez una palabra –o un tuit– contra Galiano. Su diana podían ser los dueños italianos –con matices– o en las últimas semanas su otrora vicedirector –sin matiz alguno–. Y es que, según aseguran fuentes próximas al periodista, el presidente ejecutivo le habría tendido la mano en más de una ocasión, consciente de la necesidad de llegar a un acuerdo para evitar la montaña rusa en que amenazaba con convertirse la compañía. Incluso afirman que, para deshacer el entuerto, no hubiera visto con malos ojos un recorte en la duración del lock-up de dos años que incorporan los pactos de salida y que impiden a Ramírez entrar en competencia con El Mundo hasta 2016. Aunque la compañía declina oficialmente entrar en el detalle de los acuerdos, quienes hablan con Pedro J. atisban su decepción en este punto.

Pedro J. pensó que Antonio podía ejercer como ‘bróker’ de ese acuerdo. Al final resultó que no”, exponen estas fuentes. Puede que sólo fueran corteses palabras; puede que sólo intentara apaciguar y diera alas con sus silencios, puede, simplemente, que se quedara sin margen. El órdago lanzado por García-Abadillo el jueves por la tarde, que pasaba por la cancelación de la tribuna de Ramírez el domingo, exigió el apoyo incondicional de los administradores, al tiempo que les hacía imposible contemporizar. Había que tomar posición. También hacía inviable cualquier vuelta atrás y echaba por tierra la última esperanza que albergaba Ramírez para revertir su situación en la casa, esto es, un cambio a medio plazo en la cúpula de RCS Mediagroup, dueño de Unidad Editorial, o la llegada al poder de un nuevo Ejecutivo.

Ataque a la libertad de expresión

El movimiento de García-Abadillo se produjo precisamente horas después del consejo de administración donde en apariencia se pactaron las últimas penalizaciones. Fuentes próximas al exdirector de El Mundo dejan claro que su intención es reclamar las actas de ese cónclave para conocer en detalle cómo se acordaron. Por ahora, Ramírez entiende las disposiciones que le afectan como un ataque inédito a la libertad de expresión, en tanto su casa ha cancelado sus tribunas al tiempo que le impide publicarlas en otros periódicos o fundar uno nuevo. “¿Por qué va a desaparecer el lock-up? No ha habido ningún despido. No se puede despedir a quien ya no forma parte de una estructura. Simplemente se ha vulnerado un acuerdo y eso tiene consecuencias”, aseguran fuentes internas de la empresa.

A cambio de esos dos años en blanco y según explican fuentes conocedoras del contrato, estaba previsto que Pedro J. Ramírez recibiera 5,3 millones de euros netos –5,8 millones se los lleva el fisco–, además del importe destinado a sufragar los costes de seguridad, secretaria, coche, etc., del periodista. Todo sin contar el pago por sus colaboraciones semanales y su trabajo en la revista, así como el cobro –cuando se jubile- de un plan de pensiones similar al diseñado en su día para Alfonso de Salas, Balbino Fraga y Juan González, los otros fundadores del rotativo hace 25 años. Su cuantía, que en el caso de Ramírez supera los diez millones de euros, fue descontándose año tras año de su salario.

Puesto al habla con este diario, Pedro J. quiso desvincular el pago de la indemnización -que le correspondía en cualquier caso por la rescisión de su contrato- del lock-up de dos años -que se ligó a la publicacion de sus artículos dominicales-. En este sentido, denunció el "cinismo y la hipocresia de quienes establecen relación entre la indemnización y el pacto de no competencia". Para el exdirector de El Mundo, es precisamente esa distinción la que avala su libertad para escribir en otro medio o fundar uno propio, una vez que Unidad Editorial le ha comunicado su decisión de no publicar sus tribunas.

Los planes del periodista –que entiende podría tener caso ante los tribunales sólo por la no publicación de sus artículos– pasan por apelar en los próximos días a los lectores de El Mundo, a los suscriptores de Orbyt e incluso a asociaciones de la prensa para que Unidad Editorial publique sus artículos o le libere de cualquier compromiso. De emprenderse, el camino judicial –una vía no deseada en tanto el conflicto vería retrasada su solución– no afectaría sólo a la jurisdicción civil, sino también a la penal. Todo mientras RCS Mediagroup presenta los resultados hasta septiembre el próximo jueves. Un hito estupendo para medir –al menos en lo económico– el desempeño de la nueva dirección de El Mundo. Y para atar algunos cabos.

“Cualquiera sabía que era una locura llamada a estallar”, explica una fuente del sector. Sólo ha tardado nueve meses. Arrancaba el año y Unidad Editorial destituía como director de El Mundo a su fundador y alma máter, Pedro J. Ramírez. En lugar de rescindir la relación y mandarle a su casa, la compañía le ubicaba inopinadamente en la segunda planta de Avenida de San Luis, en un despacho contiguo al del presidente ejecutivo, Antonio Fernández-Galiano, con sus secretarias mesa con mesa. ¿Sus nuevas tareas? Escribir una colaboración semanal y dirigir La Aventura de la Historia. Un cometido de mínimos hasta para un arponero ingenuo. Especialmente para este arponero ingenuo, que aún no ha renegado de la mar.

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