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La agenda de la UE vuelve a infectarse de coronavirus
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La agenda de la UE vuelve a infectarse de coronavirus

La segunda ola del coronavirus devuelve al Covid-19 a lo alto de la agenda de prioridades europeas. Los líderes celebran una nueva reunión esta semana

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Al menos durante unas semanas, la agenda europea se desarrolló como si un virus no hubiera frenado al continente y su economía durante varios meses. Pero la realidad ha tocado a la puerta de los jefes de Estado y de Gobierno, como quedó demostrado en el encuentro que celebraron el 15 y 16 de octubre, un Consejo Europeo en el que tres sillas acabaron vacías: la del primer ministro polaco, que no pudo acudir por un contacto estrecho con un infectado, la de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, que debieron abandonar la reunión por el mismo motivo, un contacto con un positivo.

El coronavirus vuelve de lleno a la agenda con una vídeollamada extraordinaria convocada por Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, para el próximo 29 de octubre. “Necesitamos reforzar nuestro esfuerzo colectivo”, escribió el belga en la red social Twitter cuando anunció la convocatoria del encuentro. Los líderes europeos decidieron durante sus últimas reuniones que en cada encuentro habría un punto dedicado al covid-19, en previsión de que el asunto recuperaría actualidad y urgencia.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en rueda de prensa en el Palacio de La Moncloa. (EFE)

Todo lo que se puede hacer ahora mismo a nivel europeo es mejorar y reforzar la coordinación. Aunque la Comisión Europea pidió una batería de restricciones comunes para los viajes intraeuropeos, los Veintisiete solamente fueron capaces de pactar un mapa común de colores siguiendo criterios conjuntos. Así que, en cuanto a la respuesta sanitaria a nivel europeo, se pueden esperar pocas sorpresas. La prioridad del Ejecutivo comunitario es que la libertad de movimiento y Schengen sufran lo menos posible evitando a toda costa el cierre de fronteras.

Tsunami en Europa

La situación es grave. A principios de la semana pasada el ministro de Salud belga avisaba de que lo que está ocurriendo, más que una segunda ola, podría ser un “tsunami”: una nueva oleada pero fuera de control. A finales de semana ese condicional caía: nadie duda de que se trata de un tsunami, y a medida que eso va quedando claro los Estados miembros van tomando medidas.

Foto: Una terraza de la céntrica plaza Universidad de Barcelona permanece cerrada este lunes. (EFE)

En Francia hace semanas que se va cerrando, poco a poco, el cerco sobre las actividades permitidas, e Irlanda ha vuelto ya, al menos hasta diciembre, a un confinamiento total, un escenario que las autoridades belgas también barajan, aunque por el momento intentan retrasar con toques de queda, cierres de bares y restaurantes, y limitaciones en el mundo de la cultura y el deporte. En República Checa se han cerrado algunas escuelas, así como restaurantes, y eso ha provocado algunas protestas en Praga.

En general, toda Europa afronta de nuevo el dilema: salud o economía. En España llevamos varios días viviendo ese debate. Lo que sabemos es que no se puede tener ambas. En el caso francés ya se espera que el rebote del tercer trimestre quede ensombrecido por un mal último trimestre. El caso español no será muy distinto: aunque el departamento de Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno, espera un repunte del 13,5% del PIB en el tercer trimestre, en el último ya solo espera un crecimiento ligeramente superior al 4%.

Foto: La ministra de Economía, Nadia Calviño. (EFE)

Salvar la economía

La respuesta están siendo los toques de queda: se intenta mantener una parte de la actividad económica viva, mientras se cierran los sectores que representan un mayor riesgo de contagio. Pero incluso los toques de queda tienen un impacto económico, aunque sea menor que el de un confinamiento general. Además, los consumidores son sensibles al contexto en el que se mueven. Mantener las tiendas abiertas no es garantía de que los ciudadanos vayan a gastar.

Por eso en las próximas semanas volverá a ponerse el foco sobre los efectos económicos que esta segunda ola podría tener sobre la Unión Europea. El impacto de la primera oleada, que trajo un confinamiento duro, llevó a acordar un Fondo de Recuperación de 750.000 millones de euros financiado por la emisión de deuda conjunta, así como una “triple red de seguridad” de medio billón de euros que incluye el instrumento SURE de 100.000 millones de euros para el apoyo a los esquemas de regulación temporal de empleo, 200.000 millones en garantías paneuropeas del Banco Europeo de Inversiones (BEI) y 240.000 millones de euros en una línea de emergencia del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE).

Algunos Estados miembros defenderán en las próximas semanas la necesidad de seguir actuando en el frente económico, especialmente después del rotundo éxito de la primera emisión de deuda de la Comisión Europea para financiar SURE, una colocación de 17.000 millones de euros a 10 y 20 años, que ha recibido una demanda de 233.000 millones de euros que demuestra que los eurobonos tienen futuro en los mercados.

Si al shock económico de la primera ola hay que sumar uno nuevo este invierno, las medidas tomadas hasta ahora pueden resultar muy insuficientes, y seguirá aumentando la diferencia entre los Estados miembros que pueden bombear miles de millones de euros a su economía sin pestañear, como Alemania, y los que sufren para hacerlo, como España o Italia. Seguirán aumentando las diferencias dentro del mercado interior.

Foto: El catedrático Juan José Dolado. (EC)

Si alguno de los países sureños se muestra con el agua al cuello, la primera respuesta que puede esperar es que se haga uso del MEDE, que ofrece hasta un 2% del PIB del Estado miembro que solicite ayuda para financiar gastos sanitarios directos e indirectos. Todo el mundo mira a España e Italia como los dos principales candidatos a solicitar ayuda al fondo europeo de rescate para la línea especial acordada en abril, que no tiene ni condicionalidad macroeconómica ni los temidos “hombres de negro”. Sin embargo, ni el Gobierno español ni el italiano quieren pedir esa ayuda: se financian barato y nadie quiere comprobar cómo reaccionan los mercados al uso del MEDE.

Al mismo tiempo se acaba el tiempo para salvar el acuerdo alcanzado en julio: Parlamento Europeo y Consejo necesitan ponerse ya de acuerdo de manera que el 1 de enero de 2021 pueda comenzar el próximo Marco Financiero Plurianual (2021-2027) en el que se incluirá el Fondo de Recuperación. Se sabe ya que los fondos, de los que España obtendrá 140.000 millones, no van a llegar en ningún momento pronto, lo que está aumentando el nerviosismo en la capital comunitaria. Antes de proceder a la emisión masiva de deuda necesita la aprobación de la decisión de recursos propios por parte de todos los Estados miembros, y ese proceso puede resultar bastante espinoso.

Al menos durante unas semanas, la agenda europea se desarrolló como si un virus no hubiera frenado al continente y su economía durante varios meses. Pero la realidad ha tocado a la puerta de los jefes de Estado y de Gobierno, como quedó demostrado en el encuentro que celebraron el 15 y 16 de octubre, un Consejo Europeo en el que tres sillas acabaron vacías: la del primer ministro polaco, que no pudo acudir por un contacto estrecho con un infectado, la de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y Sanna Marin, primera ministra de Finlandia, que debieron abandonar la reunión por el mismo motivo, un contacto con un positivo.

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