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EL DESASTRE ECOLÓGICO DE FILOMENA

No sufra por los árboles caídos hoy, sino este verano cuando se asfixie de calor

Filomena ha afectado a un millón de árboles solo en Madrid. La catástrofe será pasajera si se podan con urgencia. Los ciudadanos notarán la pérdida cuando apriete el calor en verano

Brigadas contra incendios retiran ramas rotas por la nieve en Madrid. (EFE)

El primer balance de la catástrofe forestal provocada por la tormenta de nieve en Madrid es impactante. Según el ayuntamiento de Madrid, Filomena ha dañado en un 60-70% el arbolado de parques emblemáticos como el Retiro o la Dehesa de la Villa y el del mayor bosque urbano de España, la Casa de Campo. La afectación sobre las calles y plazas, el llamado arbolado de alineación, asciende a un 20%. La cifra total puede rondar el millón de árboles heridos y muertos, del total de 5,7 millones que tiene la capital. El panorama es sin duda dramático, pero los ciudadanos no sentirán los efectos de la masacre de forma inmediata. Será en verano, cuando apriete fuerte el calor, cuando de verdad se acordarán de esta pérdida.

“La sensación de calor este verano será mayor, porque Madrid va a perder muchísima sombra”, explica Luis Gil, catedrático de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural (ETSI) de la Universidad Politécnica de Madrid. “Ya no podremos refugiarnos bajo la copa de esos árboles que han caído o que han perdido sus ramas. Antes de la nevada, veníamos de uno de los años más calurosos de la historia, y si el próximo verano sigue en la misma línea, puede ser más duro sin la presencia de esos árboles”.

Adrián Fernández, responsable del área de Contaminación y Calidad del Aire en Greenpeace, también señala el calor insoportable como la mayor secuela forestal de la borrasca Filomena en Madrid y en aquellas ciudades españolas que hayan perdido gran parte de su arbolado. “Los árboles urbanos tienen la función de mitigadores del clima, en especial el calor. Compensan los extremos de temperatura y amortiguan las olas de calor en cualquier ciudad dominada por el asfalto y el hormigón. Si la pérdida salvaje de arbolado de Madrid impide el crecimiento de las hojas como en cualquier primavera, la incidencia del sol en verano será mayor”.

Filomena ha dañado cerca de un millón de árboles en Madrid. (EFE)

También existe otra amenaza, pero esta tiene solución si el Ayuntamiento de Madrid y los distintos municipios españoles afectados invierten el dinero necesario: hay que limpiar toda la masa forestal y podar todos los árboles heridos antes de que llegue el calor. Difícilmente estas labores se podrán pagar con la partida ordinaria de parques y jardines de este año, así que los ayuntamientos deberán tomarse la masacre arbórea en serio. De lo contrario, el riesgo de enfermedades en los árboles y la pérdida de ejemplares se multiplica.

Como explica Luis Gil, “hay que sanear los árboles para evitar infecciones por hongos cuanto antes, ya que empiezan a brotar en abril y las heridas son puntos de entrada. Las repoblaciones tampoco se pueden hacer en verano. Si nos viene una primavera cálida y hacemos plantaciones tardías, o viene una ola de calor repentina, todo el trabajo de replantación se va al traste. Por eso, hay que limpiar bien cuanto antes y dejar los árboles preparados. Al Ayuntamiento de Madrid le viene encima una cantidad de trabajo ingente”.

Dos personas, junto a un árbol caído en Madrid.


Una catástrofe pasajera

La buena noticia es que el impacto será grande solo a corto plazo. Porque más allá de la escasez de sombras y el impacto visual, los expertos no están preocupados por el futuro de la masa forestal de Madrid, ya sea en el Retiro, en la Casa de Campo o en cualquier calle o parque de tamaño medio. “Es muy impresionante ver las ramas y los troncos caídos por la nieve, pero en principio no parece que haya un volumen tan crítico de árboles muertos”, señala Eduardo Rojas, decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes (COIM). “Los que solo tienen ramas caídas rebrotarán con rapidez. La previsión es hacer una poda masiva hasta la primavera y luego, quizás el año que viene o el otro, ir reponiendo los huecos a medida que los viveros tengan ejemplares. En cuatro o cinco años, los árboles heridos se habrán regenerado y Madrid recuperará gran parte de la pérdida en un periodo de 10 a 20 años”.

“Durante cinco años, veremos los árboles de Madrid totalmente desequilibrados, algo feúchos, sobre todo aquellos de copa perenne, que son los que más han sufrido”, adelanta a su vez Gil. “Pero no peligra la diversidad del arbolado ni la continuidad de las especies autóctonas. Los que han caído eran árboles de copas grandes y perennes, y la nieve en muchos casos ha hecho el trabajo de la naturaleza”. Según datos oficiales, las especies más dañadas son las coníferas de gran porte (pinos piñoneros, cedros y cipreses) y las frondosas de hoja perenne (encinas, aligustres, laureles y madroños).

Un hombre camina entre ramas y troncos caídos en Madrid. (EFE)

El decano del COIM coincide en que la nieve ha hecho una labor de limpieza masiva de toda la masa forestal en Madrid y las ciudades afectadas. En muchos lugares, apunta el decano, había un exceso de ejemplares que no hay por qué reponer en su totalidad. “Hay zonas donde hay que hacer una poda fuerte cada 10 años, y esto ha sido una poda caótica y muy espectacular, pero el grado real de daño es limitado. Del 70% de árboles afectados, el porcentaje de árboles muertos es muy inferior, y el resto rebrotarán sin mayores problemas si se hace una buena poda".

"Sería bueno replantearnos si merece la pena repoblar las calles con la misma densidad o tener menos densidad de árboles, pero en mejor estado", prosigue. "A lo mejor hemos plantado demasiados árboles en las ciudades para que se vea que hay vegetación, o hemos plantado especies que crecen demasiado en calles pequeñas, molestan a los vecinos y son poco estables. Tal vez es el momento de plantar un árbol cada 10 metros ocupando una plaza de 'parking' en vez de cada cinco metros apretados sobre la acera, y que ese árbol esté en buenas condiciones, sea de la especie adecuada y tenga unas raíces más resistentes”.

El 70% de los árboles de la Casa de Campo, afectado por la gran nevada

Sin impacto en la polución

Otra de los efectos colaterales es la pérdida de parte del pulmón verde de la capital, la ciudad con mayor polución del país. Casualmente, una boina de polución sobrevuela estos días la capital de España. ¿Tiene algo que ver? Los expertos lo niegan.

Lo explica el responsable de Contaminación de Greenpeace: “Las sustancias que condicionan la mala calidad del aire de Madrid, las partículas de la famosa boina, como el dióxido de nitrógeno que hace saltar el protocolo anticontaminación, no son sustancias que el arbolado ayude a limpiar. Cuando se limpia la atmósfera, es por las condiciones meteorológicas que favorecen la dispersión de los contaminantes, como el viento o la lluvia. Ciertas especies de árboles sí filtran determinadas sustancias del aire, pero esta pérdida por el temporal no es relevante en términos de polución”.

Boina de polución en Madrid tras el paso del temporal Filomena. (Greenpeace/Pedro Armestre)

Los árboles de Madrid captan 673 toneladas de contaminantes al año, según datos del ayuntamiento, evitando principalmente casos de asma y otros síntomas respiratorios agudos. Las especies más beneficiosas son el plátano de sombra, la encina y el pino piñonero. Así, los árboles favorecen el intercambio de dióxido de carbono por oxígeno y limpian el aire de polvo y partículas, no hay discusión en que son muy necesarios en cualquier ciudad, pero no son un arma efectiva en la lucha contra la polución por gases contaminantes.

Como contrapunto a la sensación de calor de este verano y al desastre ecológico, las nevadas han traído un pequeño efecto positivo: la erradicación de las enfermedades que afectan a la vegetación cuando suban las temperaturas. “La nieve las ha machacado”, indica Gil. “Ha erradicado casi todos los insectos que hibernan y no soportan estas temperaturas tan duras. Solo aguantarán los hongos, porque viven protegidos en los árboles, y por eso es tan importante el saneamiento”.

A cambio de perder miles de árboles, la masa forestal de Madrid y de todas las zonas afectadas, desde Castilla-La Mancha al Bajo Aragón, disfrutará de un año casi libre de parásitos. Esta es la nueva realidad, a falta de una evaluación de daños más profunda una vez se derrita el hielo y se pueda acometer la inspección del millón de árboles afectados en Madrid. Una tarea titánica y urgente.

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