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Por qué no está nada bien eso de ser "el mejor amigo" de tus hijos
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Por qué no está nada bien eso de ser "el mejor amigo" de tus hijos

Tras los cambios en los modelos de crianza de los últimos años, quizá se ha impuesto la creencia de que, para educar bien a un niño o adolescente, hay que ser su colega. Craso error

Foto: Imagen: CSA-Archive/EC Diseño.
Imagen: CSA-Archive/EC Diseño.

Desde que los modelos de crianza vivieron una gran transformación debido a las condiciones socioculturales de la mayor parte de la población, pasando de un férreo carácter tradicionalmente autoritario a uno más relajadamente posmoderno, se han podido cometer muchos errores a la hora de dar con la fórmula adecuada para esa nueva relación entre padres, madres e hijos. Una relación ya de por sí compleja, debido a que en nuestra etapa de desarrollo y evolución personal, las figuras paterna y materna siguen siendo la máxima autoridad, afectando de manera sustancial en nuestra forma de entender, amar a los demás o relacionarnos con el mundo.

En los últimos años, hemos asistido a profundos cambios en los modelos de crianza. El imparable uso y consumo de redes sociales por parte de los adolescentes ha provocado un desplazamiento del papel de máxima autoridad, que antes estaba en los padres o el profesor, para virar hacia sus propios contactos sociales en Internet y amigos íntimos. Ante esta tesitura, los popes en el ámbito educativo no dudan en usar palabras como "acompañamiento" para definir ese nuevo papel que deben asumir los padres; posiblemente, todo lo que le intentes enseñar, él ya lo sabe debido a todo lo que ha visto, leído o escuchado en Internet.

"Debido a que la amistad es condicional, los niños pueden acabar evitando acudir a sus padres en busca de ayuda porque no quieren ser rechazados"

Y, en este sentido, hay distintas formas de "acompañar" dependiendo de cada caso y relación. Puede ser un acompañamiento más o menos cercano, casi a tientas. Otros, sin embargo, lo harán de una manera más intrusiva. Y algunos acompañarán simplemente en cuerpo y no en alma, es decir, no queriendo enterarse del todo sobre lo que sus hijos ya saben y ellos desconocen. Seguramente, la mayoría pensará que lo mejor es acompañar en un tono amigable para que el niño o el adolescente sienta la confianza necesaria como para querer abrirse y contar las cosas. A este respecto, uno de los mayores errores o riesgos puede estar en el hecho de hacerse pasar por su mejor amigo.

Foto: Foto: iStock.

Y no, no es lo mismo un padre que un amigo. Ambas categorías nunca deberían tocarse. Los amigos los elegimos y establecemos con ellos una relación de igual a igual. Aunque esté descompensada dependiendo del momento vital de cada uno, se produce un sentido de reconocimiento entre ellos en el que impera la empatía y la identificación del uno con el otro. En cambio, las relaciones paternofiliales o maternofiliales no se eligen y hay una clara figura de autoridad que sitúa a una parte por encima de la otra.

Los amigos lo permiten todo, los padres no deberían

En psicología infantil, hay cuatro modelos de crianza bastante fáciles de diferenciar: el totalitario (exigente y estricto), el de autoridad (aquel en el que los padres establecen las expectativas y hacen responsables a sus hijos bajo un razonamiento), el permisivo (el que no se ponen límites al pequeño ni control) y el pasivo (en el que el padre o la madre no se involucran para nada). El más recomendable de los cuatro, obviamente, es el segundo: no es lo mismo criar a un hijo según un modelo autoritario en el que impera la orden y mando, a enseñarle con autoridad. ¿En dónde encajaría el hecho de pretender hacerte el amigo de tu hijo? Como es lógico en el tercero, ya que podemos dar muchos consejos a nuestros amigos, pero no podemos obligarles a nada ya que cada uno de nosotros mantenemos nuestra independencia y libre albedrío en nuestras decisiones.

"Ser accesible para tus hijos no consiste en vestirte como ellos o divertirte con ellos, sino estar ahí cuando tienen un conflicto o cuando están asustados"

"Actuar como si fueras un amigo con tu hijo socava tu autoridad", asegura Kenneth Ginsburg, director de un centro de orientación para padres con hijos adolescentes de Estados Unidos, en un artículo reciente publicado en la revista Vox. "Debido a que la amistad es condicional, ya que los compañeros pueden rechazarse de manera mutua llegado el momento y terminar su relación, los niños pueden acabar evitando acudir a sus padres en busca de ayuda porque no quieren ser rechazados al hacer algo que creen que es malo o imperfecto".

"Durante la adolescencia, las amistades pueden cambiar fácilmente y los jóvenes se preocupan mucho de encajar, no decepcionar o no perder a sus amigos", prosigue Ginsburg. "Si colocan a sus padres en esa categoría, no acudirán a ellos cuando les necesiten. Los padres pertenecen a una categoría muy diferente a la de los amigos, ya que siempre les van a apoyar o seguir ahí". En este sentido, "ser accesible para tus hijos no consiste en vestirte como ellos o divertirte, sino estar ahí cuando tienen un conflicto con un amigo o cuando están asustados por un tema de su vida escolar".

Foto: Jóvenes comprometidos por el clima en el 'Fridays for Future', celebrado en Madrid en 2021. (EFE)

Querer que tu hijo sea tu mejor amigo puede mostrarse, por ejemplo, con el hecho de compartir demasiados aspectos de tu vida privada o de tus pensamientos. Esto podría hacer que el niño sienta que sus padres necesitan cuidado y atención, lo cual sería invertir el papel tradicional de la crianza, algo que, por cierto, algunos autores como Ricardo Fandiño y Vanessa Rodríguez Pousada hablan de ello como si fuera una tendencia social creciente. Ante todo, un padre o una madre debe mostrar seguridad en los momentos difíciles, sin duda uno de los rasgos que más definen y distinguen el mundo adulto del infantil o del adolescente.

Desde que los modelos de crianza vivieron una gran transformación debido a las condiciones socioculturales de la mayor parte de la población, pasando de un férreo carácter tradicionalmente autoritario a uno más relajadamente posmoderno, se han podido cometer muchos errores a la hora de dar con la fórmula adecuada para esa nueva relación entre padres, madres e hijos. Una relación ya de por sí compleja, debido a que en nuestra etapa de desarrollo y evolución personal, las figuras paterna y materna siguen siendo la máxima autoridad, afectando de manera sustancial en nuestra forma de entender, amar a los demás o relacionarnos con el mundo.

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