El irónico tirón de orejas de una vecina que colocó papel higiénico en el ascensor de su casa

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En España, y en otros países del mundo, acostumbramos a convivir en edificios con diferentes familias. Estos edificios se dividen en plantas, que a su vez se dividen en viviendas. Para conectar todas las plantas, se hace uso de las escaleras y, en muchas ocasiones, también de un ascensor. Además, la convivencia sana entre vecinos es crucial para evitar conflictos.

Si bien el ascensor debería ser un medio de transporte breve, para subir y bajar, hay vecinos que no conocen lo que es la convivencia y lo utilizan como basurero, escupidero o, peor aún, para depositar sus mucosidades. Uno de estos casos es lo que comparte la cuenta de Instagram de Líos de Vecinos en una publicación con una fotografía muy reveladora.

En la fotografía adjunta, podemos ver el interior de un ascensor, perteneciente a una comunidad de vecinos de seis plantas. Así, nos podemos hacer una idea de la cantidad de vecinos que vive en ese edificio, sin contar los visitantes y los pisos vacacionales. Al lado de la botonera del ascensor, hay pegado un cartel dirigido a “quien se limpia los mocos en el ascensor”.

El clásico tablón vecinal de anuncios

Como es habitual, las paredes del ascensor sirven de tablero de anuncios, para que todos los vecinos se enteren de primera mano de los problemas en su comunidad. Casi podría decirse que se trata de un género literario por sí mismo, y se podrían escribir varios libros si recopilásemos todos los carteles de vecinos escritos y por escribir.

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Por otra parte, hay vecinos que, o bien no saben lo que es la educación, o bien quieren mandar una declaración de guerra a sus otros vecinos. Se podría llegar a entender, si quien se dedica a colocar sus mocos en el ascensor es un niño, pero pegar los mocos en el ascensor, si lo ha “hecho un adulto, es muy preocupante”, comentan algunos usuarios de la red social.

Lo que más llama la atención de la fotografía es el objeto agregado al lado del cartel: un trozo de papel higiénico. Por supuesto, el cartel acaba con un “gracias”, porque debemos intentar ser educados siempre, incluso con nuestros enemigos. No se conoce si la historia fue a más, si se delató al culpable, si el vecino entendió este tirón de orejas, o si ha sido un reincidente y el cartel no ha servido de nada, pero las historias que podría contar ese ascensor, no tienen precio.