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¿Te acuerdas de los dispensadores PEZ? El famoso caramelo nació con otro propósito
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¿Te acuerdas de los dispensadores PEZ? El famoso caramelo nació con otro propósito

Estamos en 1927, y el austriaco Eduard Haas crea un caramelo de menta redondo y muy fino. Lo deposita con otros muchos en cajas de metal. Los llama "gotas PEZ"

Foto: Foto: Getty/William Thomas Cain.
Foto: Getty/William Thomas Cain.

Para quienes crecieron en los ochenta y noventa, la palabra PEZ les recuerda a algo más que un animal acuático. Ni siquiera se parecían mucho. Si unos se encuentran en el agua, estos estaban en las vitrinas de tu tienda de golosinas de confianza, al otro lado de la barra de los bares, en la estantería de tu habitación, mirando siempre a un punto fijo. PEZ, así, en mayúscula, significa algo pequeño, muy pequeño, una pieza de plástico cabezuda que expulsaba caramelos con forma de pastilla si la apretabas hasta que ya no le quedaban. Tenía la cara de Mickey Mouse, o de Spiderman, de Cenicienta o del gato Garfield, quizás de Piolín o incluso de Mario Bros. Los querías todos.

Primero se trataba de conseguirlos: eran bastante baratos, pero se acumulaban como el polvo sobre ellos. A tus padres aquello no les hacía demasiada gracia, pero conseguían callarte un rato. Sin embargo, cuando dejaban de ser útiles para saciarte el ansia de dulce (aunque tampoco es que fueran demasiado dulces), acababan de la misma forma que empezaron, uno tras otro, en un afán inconsciente que algunos adultos hicieron consciente: acumularlos se convirtió en un auténtico oficio de coleccionista.

Foto: Fuente: Elaboración propia

De una u otra forma, PEZ lleva décadas deleitando a niños y mayores de todo el mundo, pero resulta que en su historia nada es lo que parece. Cuando el pastelero austriaco Eduard Haas III los inventó en la década de 1930, buscaba llegar a un mercado completamente diferente. ¿Un juguete? ¿Un coleccionable? Nada que ver. PEZ empezó siendo un utensilio antitabaco.

Un único sabor y objetivo

Para explicar esta curiosa transformación, en realidad, hay que remontarse algo más atrás. Estamos en 1927, y Eduard Haas III crea un caramelo de menta redondo y muy fino. Aquellos caramelos llegaron a las tiendas de la época en latas pequeñas bajo el nombre de "gotas PEZ". Fruto de la palabra alemana para menta, "Pfefferminz", tomando la P de la primera letra, la E de la letra del medio y la Z de la última letra, no tardó en ponerse de moda.

Primeras cajas originales de metal de

Por entonces, Haas ya era conocido en la industria panadera de Austria como la tercera generación de una familia acomodada de médicos y comerciantes, por parte de padre dedicada a la repostería. Eduard Haas II había fundado en 1894 la Ed. Haas Company para vender el polvo de hornear inventado por su padre, Eduard Haas I. Cuando cumplió 18 años, Eduard Haas III asumió la dirección de aquella empresa, y siguiendo la estela familiar buscó nuevas fórmulas.

Según explica Shawn Peterson, historiador de la compañía en PEZ Candy, Inc. en el libro PEZ: De la invención austriaca al icono estadounidense, Haas se propuso crear un producto que "no solo refrescara el aliento, sino que también pudiera ayudar a los consumidores que estaban ansiosos por dejar de fumar o comer en exceso". Como lo de mezclar ingredientes lo conocía bien, descubrió que el azúcar prensada con aceite de menta podría funcionar.

Llegó el dispensador

Sin embargo, como señala Theresa Machemer en Smithsonian, el aceite de menta era en aquel momento costoso y solo se usaba en farmacias. "Los productos con sabor a menta generalmente se elaboraban hirviendo ingredientes, lo que desperdiciaba el sabor a menta porque se evaporaba con el calor. Entonces, los químicos de Haas Company desarrollaron un proceso de fabricación de tabletas en frío".

placeholder Caramelos PEZ con el primer diseño de dispensador en forma de mechero. (Wikimedia)
Caramelos PEZ con el primer diseño de dispensador en forma de mechero. (Wikimedia)

Su fabricación se aceleró al ritmo de la demanda, tanto que en 1935 la empresa abrió una nueva fábrica de caramelos PEZ en Checoslovaquia para ampliar su escala. Cada caramelo estaba envuelto en papel de aluminio dentro de las pequeñas latas de bolsillo hasta que el inventor Oscar Uxa patentó un mecanismo más práctico. Era ya 1949 cuando se presentó oficialmente el primer dispensador en la Feria Comercial de Viena. Solo había que apretar y una a una iban deslizándose las 12 pastillas dulces que incluía.

Con forma de mechero, el diseño de Uxa, llamado "Box Regular", era una metáfora de su propósito mismo. Pero además, permitió que el caramelo empezara a ser cuadrado como lo conocemos hoy. Así llegó a comienzos de 1950 a Estados Unidos.

De adultos a niños

Todo parecía el comienzo de un enorme imperio en la línea de otro de la época, el del catalán Enric Bernat y su Chupa Chups. Pero entre la sociedad norteamericana el caramelo de Haas no se consolidó como pensaba que lo haría. ¿Qué hacer cuando un producto antitabaco no llega al público fumador? Claro que sí, convertirlo en juguete.

placeholder Carteles publicitarios de los cincuenta y sesenta. (Flickr)
Carteles publicitarios de los cincuenta y sesenta. (Flickr)

Más pronto que tarde, al empresario se le ocurrió cambiar de táctica y de target. Mientras la bola de caramelo pegada a un palo llamaba al paladar de miles y miles de niños, los primeros dispensadores PEZ orientados a estos aparecieron. Tenían tres formas, apuntan desde la propia web de la empresa: un Papá Noel, un robot y una pistola espacial. Por supuesto, su sabor pasó de menta a afrutado porque los nuevos consumidores no eran muy fans de la primera.

Se repusieron así las máquinas de 'vending' o expendedoras de caramelos Pez que llevaban funcionando entre los años 1950 y 1980, especialmente en Austria y Alemania, ahora con colores más vistosos y pronto con juguetes en su interior. Para cuando el nuevo objetivo de Haas se consolidó, llegó a haber hasta 36.000 máquinas repartidas por diferentes países.

La expansión de un curioso juguete

En 1962 ya había despuntado: fue el año en que se asoció con Walt Disney Studios para abrir paso a la fabricación de PEZ con diseños de los más famosos personajes de la pequeña y gran pantalla. En este sentido, se considera la primera golosina interactiva.

Llegados los setenta, se construyó una fábrica y almacén en Orange, en el estado de Connecticut. La fábrica ahora fabrica todos los caramelos PEZ para Estados Unidos y Canadá (alrededor de 12 millones de tabletas por día, cinco días a la semana). A partir de 2011, el campus incluye un museo abierto al público donde cualquiera puede ver el dispensador PEZ más grande del mundo y aprender cómo se hacen sus caramelos.

Haas murió en 1986. Unos años más tarde, a los dispensadores PEZ se les añadieron pies en la base para ayudar a que se mantuvieran cuando estaban en exhibición. Es precisamente la presencia o falta de pies la que distingue ahora a los diseños modernos de los antiguos entre coleccionistas. Curiosamente, aunque sus comienzos en Estados Unidos no fueron inmediatos, muchos de los coleccionistas más destacados de la marca residen hoy en dicho país.

placeholder Caramelos PEZ actuales. (Wikimedia)
Caramelos PEZ actuales. (Wikimedia)

De píldoras para dejar de fumar a juguete a auténtico tesoro como recoge el documental The Pez Outlaw. En él se narra la historia de Glew, un hombre de un pueblo de Michigan que ganó millones de dólares contrabandeando diseños raros de estos dispensadores procedentes de Europa del Este. "En 11 años, gané más de 4 millones de dólares", explicaba en una entrevista para ABC News Prime. Un solo PEZ puede alcanzar el valor de hasta 500.000 dólares.

Para quienes crecieron en los ochenta y noventa, la palabra PEZ les recuerda a algo más que un animal acuático. Ni siquiera se parecían mucho. Si unos se encuentran en el agua, estos estaban en las vitrinas de tu tienda de golosinas de confianza, al otro lado de la barra de los bares, en la estantería de tu habitación, mirando siempre a un punto fijo. PEZ, así, en mayúscula, significa algo pequeño, muy pequeño, una pieza de plástico cabezuda que expulsaba caramelos con forma de pastilla si la apretabas hasta que ya no le quedaban. Tenía la cara de Mickey Mouse, o de Spiderman, de Cenicienta o del gato Garfield, quizás de Piolín o incluso de Mario Bros. Los querías todos.

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