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Aprendiendo a reconocer las señales de nuestro sistema inmune: cómo saber si es débil o fuerte
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Aprendiendo a reconocer las señales de nuestro sistema inmune: cómo saber si es débil o fuerte

Permitir a las personas que por sí mismas puedan detectar y prevenir cuadros de infección o virus cuando los síntomas aún sean leves, incluso sin que estos lleguen al organismo es todo un reto para la ciencia

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Tal vez estés pasando por un resfriado, y no uno cualquiera, sino el segundo o el tercero o (quién sabe) el cuarto de esta temporada. Lo sabemos, no es fácil afrontar sus dolencias, hasta ahora más o menos leves, cuando apenas recuerdas cómo era la vida sin congestión. Llegados a este punto, preguntarse si nuestro sistema inmunológico está haciendo su trabajo se ha convertido en una cuestión popular.

¿Mis defensas están en buen estado o debería dejar el pañuelo y el mucolítico y hacer algo más por ellas? Es una pregunta que a todos nos encantaría responder, pero no parece fácil saberlo. Porque para empezar, oímos mucho sobre él, pero aún desconocemos qué es exactamente el sistema inmunológico. Ahora bien, una parte del campo de la inmunología está intentando hacer precisamente eso mediante pruebas que "calificarían" cada sistema inmunológico.

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La idea no es otra que la de permitir a las personas que por sí mismas puedan detectar y prevenir cuadros de infección o virus cuando los síntomas aún sean leves, incluso sin que estos lleguen al organismo, y así motivarlas también a realizar cambios en el estilo de vida que fomentan ese mecanismo natural de alerta que el cuerpo poner en marcha frente a los problemas de salud.

¿Qué es exactamente este sistema?

Para ir familiarizándonos con el concepto, lo primero que puedes hacer es imaginar que en tu interior existe un ejército microscópico, que recorriendo todo el organismo existen diferentes unidades de dicho ejército coordinadas para eliminar a los invasores enemigos, o sea, a todo aquello "extraño" que entra desde el exterior. Mientras nos adaptamos constantemente a ambientes, escenarios y nuevos desafíos, ese ejército trabaja sin frenos para evitar daños colaterales a tus propios tejidos.

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Como explica David Robson en New Scientist, al igual que un ejército real, tu sistema inmunológico también puede caer en desorden. Esto se produce cuando algunas de esas unidades que lo conforman comienzan a tener un rendimiento más bajo de lo habitual. No solo eso, pues cuando esto sucede, las otras unidades se vuelven rebeldes (en un giro instintivo de sustituir a las debilitadas). Aquí está el problema: cuando las defensas trabajan en desorden pueden causar enfermedades importantes.

Por tanto, lo más lógico es evitar que esto suceda. Pero, ¿es posible saber si tu ejército está en condiciones óptimas? La respuesta es que sí, aunque aún sea un asunto peliagudo y no todo esté en nuestras manos, existen formas de explorar nuestro sistema inmunológico y captar si no está queriendo mandar una señal de SOS.

Así te pide ayuda

Según apuntan desde Medical News Today, el principal síntoma de un sistema inmunitario debilitado es la susceptibilidad a las infecciones. Bingo. "Es probable que una persona con esta afección contraiga infecciones con más frecuencia que el resto de las personas, y estas enfermedades podrían ser más graves o más difíciles de tratar", señalan. Entre ellas, las infecciones que se suelen tener con un sistema inmunitario débil incluyen la neumonía, la meningitis, la bronquitis y las infecciones de la piel.

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Dicho esto, si te sientes identificado porque ya vayas por tu segundo resfriado o bien porque lleves tiempo sintiéndote algo débil, toca ponerse en acción. Comencemos considerando los diferentes componentes.

La primera línea de defensa proviene de las células inmunitarias innatas, como los macrófagos, que engullen bacterias y liberan sustancias químicas que desencadenan la inflamación, lo que hace que las células sean menos hospitalarias para los patógenos. Una vez que se ha identificado una amenaza, se activa una segunda línea de defensa llamada sistema inmunitario adaptativo, con herramientas más especializadas.

Lo mejor que puedes hacer

Lavarse las manos de manera adecuada reduce significativamente las enfermedades. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), el lavado de manos disminuye los casos de diarrea infecciosa en un 58% en personas con un sistema inmunitario débil. De la misma forma, también afirman que lavarse las manos con agua y jabón puede ayudar a proteger a los niños y minimizar el número de muertes por neumonía y enfermedad diarreica en menores de 5 años.

Otro factor clave a tener en cuenta es el estrés. Se trata de un gran enemigo silencioso de nuestro cuerpo, pues aunque no podamos palparlo, puede debilitar aún más el sistema inmunitario y hacer que una persona sea más susceptible a enfermarse. Algunas investigaciones, de hecho, ya han demostrado que una persona que está bajo niveles altos de estrés tiene más probabilidades de enfermarse.

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De acuerdo con National Sleep Foundation de Estados Unidos, la falta de sueño tiene un efecto similar al del estrés sobre el sistema inmunitario del cuerpo. La falta de sueño altera la producción normal de glóbulos blancos, un componente crucial del sistema inmunitario. Según los CDC, los adultos deben tratar de dormir al menos 7 horas por día, mientras que los bebés y los niños necesitan entre 8 y 17 horas de sueño, dependiendo de su edad.

Por supuesto, todo ello debe ir complementado con una dieta saludable y equilibrada. En este sentido, ya sabemos, los médicos generalmente recomiendan una dieta rica en vegetales y frutas, reducir las grasas saturadas, grandes ingestas de azúcares añadidos y sal, y optar en la medida de lo posible por alimentos de temporada y frescos (lavándolos bien antes de ser cocinados) porque proporcionarán muchos más nutrientes. Asimismo, el ejercicio habitual es otro plus de vitalidad y bienestar general para todas las personas.

Tal vez estés pasando por un resfriado, y no uno cualquiera, sino el segundo o el tercero o (quién sabe) el cuarto de esta temporada. Lo sabemos, no es fácil afrontar sus dolencias, hasta ahora más o menos leves, cuando apenas recuerdas cómo era la vida sin congestión. Llegados a este punto, preguntarse si nuestro sistema inmunológico está haciendo su trabajo se ha convertido en una cuestión popular.

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