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¿No dejas de tener los pies fríos? Cuándo deberías preocuparte
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¿No dejas de tener los pies fríos? Cuándo deberías preocuparte

Aunque solo en muy raros casos es un signo de un problema grave de salud (habiendo otros síntomas más notorios), siempre está bien consultarlo con los expertos

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Todos los inviernos se produce el mismo síntoma entre la población a causa del frío: manos y pies gélidas. Estas articulaciones, al ser las más visibles o expuestas a los elementos, tienden a enfriarse con suma facilidad cuando la temperatura exterior es baja. Ello no quiere decir que exista un problema grave de salud, pues es completamente normal que suceda al haber un alto contraste entre la temperatura ambiental (a veces bajo cero en las épocas de frío más intenso) y la temperatura interna corporal (siempre en torno a los 35 y 36 grados).

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Si lo piensas bien, es un milagro que mantengamos la temperatura corporal estable por el alto contraste que tiene con el exterior. No hay que preocuparse de tener los pies siempre fríos, pero si no te quitas los calcetines gordos para nada y por más que te tapes estos no dejan de estar casi congelados, puede que la causa sea algo más que el frío invernal. De hecho, sentir muchísimo frío en los pies y de manera constante está relacionado con otro tipo de enfermedades. La revista Best Life ha reunido algunas de ellas agrupándolas en torno a sus síntomas.

Hipotiroidismo

"La glándula de la tiroides es muy importante de cara a regular las funciones metabólicas de nuestro organismo", asegura Kelly Johnson-Arbor, médica estadounidense. "Si tienes los pies fríos de manera persistente, puede que tu tiroides no pueda estar produciendo suficientes hormonas, lo que derivaría en un caso de hipotiroidismo. Las personas con una tiroides hipoactiva pueden experimentar fatiga recurrente, aumento de peso repentino o intolerancia a las bajas temperaturas. Afortunadamente, esto puede diagnosticarse con un simple análisis de sangre". En cuanto al tratamiento, se suele administrar hormonas tiroideas de por vida para reducir o eliminar los síntomas.

Diabetes

A pesar de ser una enfermedad muy frecuente, puede pasar desapercibida durante mucho tiempo, habiendo millones de casos en el mundo sin diagnosticar. ¿Qué tiene que ver con los pies fríos? "Los diabéticos son muy propensos a desarrollar una enfermedad vascular periférica, una afección en la que el suministro de sangre arterial a las extremidades se reduce o, en casos muy extremos, se bloquea por completo", señala David Beatty, médico de urgencias. "Las grasas, el colesterol y otras sustancias forman placas que obstruyen las arterias, reduciendo el flujo sanguíneo a los pies y, como consecuencia, la circulación en estas extremidades puede verse afectada".

Anemia

Otra de las enfermedades asociadas a un frío persistente en los pies es la anemia, la cual deriva de una falta de hierro o vitamina B12, lo que provoca una circulación sanguínea deficiente, que produce síntomas de fatiga o palidez en el rostro. Como explica Johnson-Arbor, "se suele producir cuando disminuye drásticamente el número de glóbulos rojos en el organismo", lo cual puede comprobarse también con un simple análisis de sangre. El tratamiento es sencillo: tomar suplementos vitamínicos o de hierro.

EPOC o hipertensión pulmonar

"Los pies fríos pueden ser síntoma de problemas como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), la hipertensión pulmonar y la embolia pulmonar", asegura John Landry, terapeuta estadounidense. Como ya bien sabrás, la EPOC es una enfermedad crónica que dificulta la respiración y viene causada sobre todo por fumar después de varios años. En cuanto a la hipertensión pulmonar, los vasos sanguíneos de los pulmones se estrechan, lo que dificulta que fluya la sangre rápido por ellos, haciendo que "el cuerpo no reciba suficiente oxígeno".

Todos los inviernos se produce el mismo síntoma entre la población a causa del frío: manos y pies gélidas. Estas articulaciones, al ser las más visibles o expuestas a los elementos, tienden a enfriarse con suma facilidad cuando la temperatura exterior es baja. Ello no quiere decir que exista un problema grave de salud, pues es completamente normal que suceda al haber un alto contraste entre la temperatura ambiental (a veces bajo cero en las épocas de frío más intenso) y la temperatura interna corporal (siempre en torno a los 35 y 36 grados).

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