Cuando las gemelas Pollock se convirtieron en objeto del culto a la reencarnación
Esta extraña historia de cuerpos cruzados sucedió hace más de medio siglo, cuando los padres de dos gemelas idénticas aseguraron que en el cuerpo de sus bebés estaban las almas de dos hijas fallecidas
Su historia apareció por primera vez en los periódicos de toda Inglaterra, y luego en los libros del investigador Ian Stevenson. Hasta el día de hoy, es un caso que sigue fascinando e inspirando a quienes transitan los pensamientos humanos más inherentes a la vida en forma de fantasía. Sin embargo, al otro lado de los personajes en que la sociedad las convirtió, las gemelas Pollock fueron dos niñas enfrentadas al tiempo.
La primera en nacer fue Joanna, en 1946. Más tarde llegó Jacqueline, en 1951. Por supuesto, no eran gemelas, pero sí las primeras protagonistas de un relato que retrató a toda la familia de la que provenían. Los cinco años de diferencia que las marcaban no les impidieron ser literalmente idénticas, aunque no exactamente entre ellas.
Esta extraña historia de cuerpos cruzados sucedió hace más de medio siglo en la ciudad inglesa de Hexham. Allí, Florence y John Pollock regentaban un negocio de leche y daban forma al típico núcleo familiar de bagaje católico de la época. Sus seis hijos, entre ellos Joanna y Jacqueline, a menudo debían pasar largas jornadas con su abuela mientras sus padres trabajaban. La edad y la situación establecieron en Joanna el rol de cuidadora de su hermana pequeña. Así fue como pasaron su primera década de vida.
Muerte en el acto
Aquella cotidianidad, no obstante, acabaría el 5 de mayo de 1957. Era por la mañana, y las niñas se dirigían a la iglesia con un amigo. Mientras caminaban por la acera, un coche se salió de la carretera y las atropelló. Los tres morían prácticamente en el acto. Joanna tenía 11 años, y Jacqueline solo seis.
El accidente cobró más relevancia a medida que pasaban los días, cuando la investigación constató que la conductora del vehículo que se llevó por delante a los menores había ingerido grandes cantidades de aspirina y otros medicamentos con la idea de suicidarse.
Contra todo pronóstico, meses después de la tragedia, Florence volvía a quedarse embarazada. El 4 de octubre de 1958, un año y medio tras el accidente, nacerían las gemelas Gillian y Jennifer. Ya entonces parecían marcadas por un destino sospechoso de provenir directamente del pasado, o eso decía su padre. Por supuesto, el marco social en el que crecieron tuvo mucho que ver.
Obsesiones paternas
Todo parecía un misterio en ellas, incluso antes de que nacieran. De hecho, los médicos solo llegaron a detectar el corazón de una de ellas durante el embarazo. Este asunto caló en John como una revelación divina, la constatación de algo que desde pequeño había ansiado: constatar que la reencarnación era posible. Desde la noticia del nuevo embarazo de su mujer, mantuvo que las pequeñas Joanna y Jacqueline iban a cobrar vida de nuevo bajo los nuevos seres que Florence estaba gestando.
John Pollock temía que la muerte de sus dos hijas fuera un castigo de dios por su fascinación infantil por la reencarnación
Aunque resulta tarea imposible, la existencia tras la muerte se convierte en un sinfín de misterios ansiados, quizás y muy probable por ese abismo que supone, el desconcierto siempre se impone en forma de teorías que a lo largo de los siglos se han ido proponiendo para aminorar tantas dudas.
La reencarnación solo es una de ellas, aunque más extendida de lo que pueda parecer a priori. Creer que el alma vivirá más allá del cuerpo, renaciendo en una nueva forma. Según apunta Evie Townend en 'Mirror', John temía que la muerte de sus dos hijas fuera un castigo de dios por su fascinación infantil por la reencarnación, lo que lo llevó a cuestionar su fe católica. Creía que las gemelas eran sus hijas muertas reencarnadas.
Las marcas de la sospecha
El profesor de psiquiatría Ian Stevenson, que para entonces se había convertido en una eminencia en la búsqueda de la reencarnación, quiso investigar el caso después de conocerlo a través de la cobertura periodística en 1963. Ese mismo año, cuando las gemelas ya tenían cuatro años, se reunió con la familia en su casa, entrevistó a los padres detenidamente y examinó a las niñas en busca de marcas de nacimiento.
Las sospechas se hicieron más convincentes cuando descubrió que una de las gemelas, Gillian, y una de las hermanas fallecidas, Joanna tenían una mancha cutánea más oscura, del tamaño y la forma de una huella dactilar, en sus caderas. Y la casualidad también aterrizó en la otra gemela, Jennifer, que tenía una marca de nacimiento en la frente que se parecía a una cicatriz que su hermana Jacqueline poseía fruto de una caída en 1954.
Stevenson volvió a encontrarse con la familia Pollock en 1967, y continuó en contacto con ellos hasta su siguiente y última visita en 1978, cuando las gemelas tenían veinte años. Supieron entonces, gracias a un análisis de sangre, que eran monocigóticas (idénticas).
Toda una vida analizadas
No obstante, más allá de lo físico, incluso de lo biológico, de pequeñas mostraron una especie de fobia tangible a los coches. No solo cuando iban por la calle, sino también a modo de pesadillas recurrentes, aseguraban sus padres. Según la prensa del momento, a las gemelas, además, les gustaba la misma ropa y canciones que a sus hermanas, identificaban a amigos y vecinos que nunca habían conocido, la gemela mayor cuidaba a la menor exactamente de la misma manera que Joanna había cuidado a Jacqueline, y reconocían lugares donde jamás habían estado.
Ante aquel relato, muchos académicos se interesaron por ellas en medio de un escenario donde el terror y lo extraño parecía afianzarse en la cotidianidad de un plan de futuro perfecto. Doctores e investigadores de medio mundo se acercaron a casa de los Pollock. Todos querían saber más sobre la mente a través de la mente de Gillian y Jennifer.
Como explicación alternativa, Ian Wilson escribe en 'Todo en la mente: reencarnación, regresión hipnótica, estigmas, personalidad múltiple y otros poderes de la mente poco comprendidos' que "difícilmente se puede dudar de que durante su embarazo con las gemelas, Florence Pollock debe haber reproducido una y otra vez en su mente los acontecimientos de la vida y muerte de sus hijas anteriores".
Este y otros especialistas, sostienen así que al menos de manera pasiva, los padres de las gemelas introdujeron en ellas un trasfondo de pensamientos que las ligaban irreversiblemente a sus hermanas aun sin conocerlas. Sin embargo, admite que otros casos investigados por Stevenson no pueden explicarse de esta manera, ya que la vida recordada es de una familia diferente y, a veces, de un lugar distante, lo que descarta cualquier posibilidad de que la madre tenga una conciencia normal de las circunstancias de la vida pasada.
Su historia apareció por primera vez en los periódicos de toda Inglaterra, y luego en los libros del investigador Ian Stevenson. Hasta el día de hoy, es un caso que sigue fascinando e inspirando a quienes transitan los pensamientos humanos más inherentes a la vida en forma de fantasía. Sin embargo, al otro lado de los personajes en que la sociedad las convirtió, las gemelas Pollock fueron dos niñas enfrentadas al tiempo.