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El alto coste psicológico de colgar toda tu vida en redes (especialmente si eres joven)
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PELIGROS DE HOY EN DÍA

El alto coste psicológico de colgar toda tu vida en redes (especialmente si eres joven)

Muchas personas anhelan la vida de la que presumen 'influencers', 'youtubers' y demás estrellas de Internet. Hoy vemos algunos de los principales riesgos del uso y abuso de las tecnologías

Foto: Foto: iStock.
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En una era en la que tanta gente comparte su vida a través de redes sociales, conviene reflexionar sobre los prejuicios causados por una acusada sobreexposición de la misma en estas plataformas. Muchos, seguramente, empezaron a publicar aspectos de su vida sin llegar a saber muy bien por qué. De un día para otro, el 'feedback' de los demás comienza a llegar cargado de "Me gustas" y comentarios positivos. Pero, como Internet es tremendamente voluble, en cualquier momento esa retroalimentación buena puede convertirse en una campaña de desprestigio fruto de un error sin mala intención o de una opinión que se te va de las manos.

Está claro que dedicar mucho tiempo a usar las redes sociales acaba contribuyendo a que los síntomas de depresión o ansiedad se agraven entre la población. Sobre todo entre los más jóvenes; hace poco, diversos expertos de psicología advirtieron del gran número de adolescentes que acudían a sus consultas enganchados al Tik Tok, llegando a compararlo con un trastorno de adicción a ciertas drogas. En cambio, usar demasiado el móvil o de una forma compulsiva no está contemplado en ningún diagnóstico de salud mental como adicción.

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A fin de cuentas, este objeto se ha convertido en una parte de nosotros mismos, ya que podría decirse que casi lo llevamos implantado en el cuerpo: si no es dentro del bolsillo, en la palma de la mano. Siempre con él. Por tanto, hacer un uso responsable del mismo es de vital importancia, ya que no es algo que podamos dejar. A no ser que tomes la situación desde un punto de vista extremadamente crítico, vas a tener que vivir conectado si quieres pertenecer a la sociedad, trabajar, disponer de un entorno social o solucionar problemas cotidianos, desde guiarte por las calles de tu ciudad hasta saber el tiempo exacto que tarda en hacerse el arroz.

En espera de una notificación constante

Una de las personas que más saben a nivel internacional de lo que él llama "epidemia digital" es Larry Rosen, profesor emérito de psicología en la State University de California. "Incluso cuando no estás frente a la pantalla, esta está en tu cabeza", asegura en un reciente artículo de la revista 'Wired'. Evidentemente, como avisa, no es la cantidad de notificaciones que te llegan al día, que ya son bastantes, sino las que crees que te van a llegar. No en vano seguro que alguien se siente reconocido cuando está tan acostumbrado a la vibración del móvil que la confunde con una sensación física. De pronto, notas que te vibra el bolso donde guardas el móvil, lo abres y no hay nada.

Parece que lo que muestras te define, lo cual es muy injusto, tanto si es bueno como si es malo

Otro factor importante a reseñar es que en Internet todo el mundo puede ser alguien que realmente no es, lo cual puede llegar a producir una desrealización con su propia identidad. Sobre todo aquellos que construyen su 'yo' cibernético en torno a los demás. Al principio, parece que recae sobre el individuo la potestad de elegir de qué quiere hablar, pero más adelante, el algoritmo manda: si quieres que tus visitas sigan creciendo, más te vale hablar de este tema o subir contenido sobre determinada marca de ropa...

Otro aspecto que hay que tener en cuenta es la facilidad con la que la gente opina y juzga en redes sociales. Parece que lo que muestras te define, lo cual es muy injusto, tanto si es bueno como si es malo. No hemos nacido para estar constantemente buscando una validación externa. Antes de la irrupción de la Web 2.0, la gente tenía una lista de amigos y conocidos muy ajustada, pero ahora cualquier desconocido puede saber quién eres, qué haces, qué te gusta y a qué te dedicas.

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Seguramente en el futuro se sienta como un privilegio el hecho de tener a alguien que lleve por ti tus redes sociales. Por tanto, no hay que verlas como unas enemigas, al fin y al cabo son herramientas que dependen del uso que les demos para que se pongan de nuestro lado. Pero sin duda, lo que no dejan de advertir expertos que trabajan con personas con problemas es que debería instruirse más a las jóvenes generaciones sobre un uso y consumo adecuados de estos servicios cibernéticos.

En una era en la que tanta gente comparte su vida a través de redes sociales, conviene reflexionar sobre los prejuicios causados por una acusada sobreexposición de la misma en estas plataformas. Muchos, seguramente, empezaron a publicar aspectos de su vida sin llegar a saber muy bien por qué. De un día para otro, el 'feedback' de los demás comienza a llegar cargado de "Me gustas" y comentarios positivos. Pero, como Internet es tremendamente voluble, en cualquier momento esa retroalimentación buena puede convertirse en una campaña de desprestigio fruto de un error sin mala intención o de una opinión que se te va de las manos.

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