Es noticia
¿Por qué nos siguen haciendo tanta gracia chistes antiguos o que oímos hace mucho tiempo?
  1. Alma, Corazón, Vida
CUÉNTALO OTRA VEZ

¿Por qué nos siguen haciendo tanta gracia chistes antiguos o que oímos hace mucho tiempo?

El humor nos hace humanos. Y, por ello, lo que nos hizo gracia ayer también sigue teniendo vigencia a día de hoy. Hoy repasamos algunas teorías sobre la hilaridad a lo largo de la historia

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Había una vez un payaso que, plantándose ante una audiencia llena de gente, contó un chiste. Todos se rieron, como era de esperar. A continuación, lo volvió a contar y produjo el mismo efecto. Así, hasta tres veces. A la cuarta, ya nadie se rio. Entonces, el payaso alegó: "¿Si no eres capaz de reírte una y otra vez sobre lo mismo, por qué sigues lamentándote por algo malo que te pasó hace tiempo?" Aunque esto no sea precisamente un chiste, sirve de ejemplo para exponer el corto tiempo de vida que muchas veces tiene el humor en comparación con los problemas o preocupaciones que podemos tener en un momento determinado.

Sin embargo, probablemente una de aquellas personas acabe acordándose del momento y contando el chiste del payaso a un conocido, provocando que la risa se vuelva a materializar en sus mejillas. ¿Acaso tienen fecha de caducidad los chistes que contamos a la gente que nos rodea? ¿Son como los refranes y pasan de generación en generación sin llegar a atisbar la autoría o una fecha aproximada de su invención? Hay chistes que perduran durante años, si no milenios. Lo esencial es saber encontrar el momento para contarlos, para que así 'vengan a cuento' (nunca mejor dicho) y el que los expresa no sienta miedo de hacer el ridículo o peor aún, ser cancelado.

"Los primeros chistes eran bromas sucias, la gente de la época no podía resistirse a ellos"

"¿Cómo entretienes a un faraón aburrido? Navegas por el Nilo con una barca llena de mujeres jóvenes vestidas solo con redes de pesca y le dices que vaya a pescar". Este chiste, de corte machista, se contaba en el 1600 a. C. en el Antiguo Egipto. Una broma que, evidente y afortunadamente, ha dejado de hacernos gracia. Es por ello que el sentido del humor siempre depende de la época histórica en la que está enmarcado y también, y no en menor medida, la capacidad que tienes de confrontar o violar ciertas normas sociales adquiridas. No en vano el que se dice que es el chiste más antiguo de la historia proviene de Sumeria y habla sobre una joven que se tira un pedo en el regazo de su novio.

Foto: Fuente: iStock

"Los primeros chistes eran todo bromas sucias, la gente de la época no podía resistirse a ellos", afirma Martha Bayless, profesora de la Universidad de Oregón, quien ha investigado a fondo el humor de hace siglos, comparándolos con los de la actualidad, en un reciente artículo de la 'BBC'. El ejemplo anteriormente expuesto es una muestra clara de algo que nos lleva haciendo gracia durante miles de años: un hecho tan fisiológico y natural como tirarse un pedo, pero que está tan condenado socialmente, en especial si te lo tiras delante de alguien a quien quieres conquistar, seducir o simplemente caer bien de alguna forma. Los chistes aluden a lo universal, y algo que une a todos los seres humanos entre sí es el sentimiento de vergüenza que aparece si de pronto no puedes controlar la presión y sueltas un poco de gas metanopor tu agujero inferior...

La humanidad en un solo chiste

El humor, una cualidad esencialmente humana, es una materia sobre la que científicos y filósofos pasados de ayer y de hoy han escrito ríos de tinta. Algunos estudios han investigado sobre ciertos comportamientos bromistas en chimpancés como prueba de un humor incipiente en nuestra condición evolutiva; sin embargo, bien es cierto que, como sucede con el eterno debate de si los perros tienen sentimientos, podría ser una actitud que emulan de nosotros sin saber muy bien por qué al estar en cautiverio.

Un chiste no es como una canción o una película, que pueden gustarte 'sin más'; un chiste o te gusta muchísimo o es tan malo que querrías olvidarlo

El sentido cómico de la vida fue analizado de manera magistral por el filósofo francés Henri Bergson en su ensayo 'La risa', publicado por primera vez en 1900, según el cual, hay tres rasgos que dan pie a la burla, la chanza, la parodia: la humanidad (atribuir rasgos humanos a seres inanimados o animales), la indiferencia (sobrepasar ciertos límites morales o de lo políticamente correcto) y el 'eco grupal', es decir, que aluda a ciertos conceptos o situaciones que todo el mundo entiende y por las que ha pasado en algún momento de su vida, de tal forma que se produzca una identificación cómica al vernos en las propias carnes de 'eso' que nos da risa: tal vez una flatulencia mal contenida mientras tienes un momento romántico con tu pareja, como le ocurría a los sumerios.

Foto: Henri Bergson, autor de ensayo 'La risa'

Incluso, en las sociedades antiguas más disciplinadas o jerarquizadas, en las que había un muy pequeño porcentaje de la población alfabetizada, el humor emerge de lo más escatológico en legajos serios y severos, como bien puede ser la Biblia. Así lo descubrió Bayless, quien confirma que hubo monjes copistas en épocas medievales que anotaban pequeñas chanzas en los márgenes de este libro sagrado.

En ocasiones, contar un chiste podía costarte la vida. Los bufones del medievo se jugaban su cabeza en caso de no congratular a su señor. "Dos hombres borrachos habían estado ridiculizando al rey Ricardo I en un festín", cuenta la académica. "El rey, furioso, les convocó. El final para ellos estaba por llegar, pero entonces uno de ellos respondió: '¡Sí, dijimos esas cosas, pero no eran nada comparado a lo que iríamos a decir si el vino no se hubiese terminado!'. Si no se les hubiera ocurrido una respuesta tan ingeniosa, su destino habría sido realmente terrible".

Foto: Fotograma de 'La vida de Brian'.

Esta anécdota nos hace comprender que para ser un buen contador de chistes lo primero, ante todo, es saber interpretar a tu audiencia. En algún momento, uno de estos dos vasallos 'borrachines' debieron pensar que puestos a morir ajusticiados por sus burlas al rey, había que jugárselo todo a una carta y seguir con la broma: de forma inesperada, consiguieron salvarse. No importa lo muy gracioso que te parezca a ti, el buen humorista es aquel que sabe dirigir su bala cómica al centro de la diana. Esta es la razón por la que quizás hay cómicos que nos gustan o nos desagradan, sin medias tintas. Un chiste no es como una canción o una película, que pueden gustarte 'sin más'; un chiste o te gusta muchísimo hasta el punto de esperar el momento para contárselo a otra persona, o es tan malo y te desagrada tanto que solo querrías olvidarlo.

Los buenos chistes, al fin y al cabo, son un respiro de aire fresco en un mundo inundado de malas noticias y enfrentamientos ideológicos. Hay que saber hacerlos y encontrar el momento adecuado, pues en caso contrario alguien darse por aludido y herirse. Pero en todo caso, lo que está claro es que tener un buen sentido del humor nos hace mejores personas, no solo a nosotros mismos, sino al entorno que nos rodea. Por muy mal que vayan a las cosas, nos queda el humor para rebajar la tensión, saber que aquello que nos preocupa, como decía el payaso al inicio del artículo, no es para tanto y, sobre todo, para destapar la alegría de estar juntos y compartir un mundo de significados y dobles sentidos que en algún momento nos provoquen la risa.

Había una vez un payaso que, plantándose ante una audiencia llena de gente, contó un chiste. Todos se rieron, como era de esperar. A continuación, lo volvió a contar y produjo el mismo efecto. Así, hasta tres veces. A la cuarta, ya nadie se rio. Entonces, el payaso alegó: "¿Si no eres capaz de reírte una y otra vez sobre lo mismo, por qué sigues lamentándote por algo malo que te pasó hace tiempo?" Aunque esto no sea precisamente un chiste, sirve de ejemplo para exponer el corto tiempo de vida que muchas veces tiene el humor en comparación con los problemas o preocupaciones que podemos tener en un momento determinado.

Historia Pesca
El redactor recomienda