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No es igual que la artrosis (y otras falsas creencias en torno a la artritis reumatoide)
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SALUD SIN MITOS

No es igual que la artrosis (y otras falsas creencias en torno a la artritis reumatoide)

Tampoco es hereditaria, una enfermedad de ancianos o necesariamente invalidante. Los nuevos tratamientos permiten a los pacientes una mejor calidad de vida

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Entre las creencias erróneas que suelen rodear a la artritis reumatoide, la más extendida es que se trata de una enfermedad que solo afecta a los ancianos. Pero lo cierto es que, aun cuando suele aparecer en personas adultas mayores, esta enfermedad de origen autoinmune "puede aparecer en cualquier momento, desde el primer año de vida hasta los 80", explica el jefe de servicio de Reumatología del Hospital Quirónsalud Córdoba, Manuel Romero. Además, es más frecuente en mujeres, siendo la edad más usual de inicio alrededor de los 40 años.

Muy ligado a este mito está el de confundir la artritis con la artrosis. Es verdad que ambas son enfermedades reumáticas y que en las dos hay dolor articular, pero, mientras la artrosis se ocasiona como consecuencia de un desgaste de los cartílagos —bien por edad, bien por un exceso de ejercicio—; la artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica que no solo ataca de forma destructiva a las articulaciones (muñecas, nudillos y rodillas), sino que también puede dañar órganos como pulmones, corazón, piel o riñones. Por eso se considera que es une enfermedad sistémica.

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También es habitual pensar que se trata de una enfermedad hereditaria. Como explica el doctor Romero, "es una patología de origen desconocido, aunque se sabe que existe cierta predisposición genética a padecerla, sin ser esta causa suficiente para su desarrollo". Es decir, no se trata de una enfermedad que pase de padres a hijos, sino que algunas variantes en determinados genes pueden predisponer a desarrollarla.

En su desarrollo hay que tener en cuenta también "la aparición de factores ambientales desencadenantes y, dentro de estos, el tabaquismo y el papel de la microbiota". En este sentido, puntualiza, "la población bacteriana de nuestro intestino puede ser determinante en el desarrollo de enfermedades como la artritis reumatoide: cuando se produce un factor externo, capaz de producir un desequilibro que altere su proporción —conocido como disbiosis—, pueden desencadenarse enfermedades reumáticas autoinmunes".

Diagnóstico precoz

Como en muchas otras patologías, es de vital importancia el diagnóstico precoz de la enfermedad para impedir la progresión y daños articulares en el futuro, ya que, al detectarla en fase temprana, aumenta la probabilidad de controlar la inflamación de las articulaciones, evitar el daño en las mismas e, incluso, conseguir la remisión de la enfermedad.

Hay que entender que se trata de "una patología inflamatoria crónica que provoca un gran impacto en la calidad de vida de quien lo sufre, en su entorno y en el sistema sanitario", explica el especialista. Entender esos tres aspectos —inflamación, cronicidad e impacto en la calidad de vida— es crucial para tener una perspectiva realista tanto de la enfermedad como de las posibilidades que brindan las distintas opciones terapéuticas.

Además, la enfermedad en jóvenes y niños, conocida como artritis idiopática juvenil, influye en diferentes esferas: “La principal consecuencia en los jóvenes es que afecta a una etapa de la vida en la que no solo es crucial mantener una plena actividad física, sino que puede influir negativamente en el proyecto vital de las personas. En el caso de los niños y adolescentes, puede repercutir en el crecimiento y el desarrollo normal del niño, tanto a nivel físico como psíquico”.

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En cuanto a los síntomas que nos pueden hacer sospechar de una artritis reumatoide, tenemos los siguientes:

  • Dolor e hinchazón en las articulaciones.
  • Sensación de rigidez en ellas al despertar.
  • Dificultad para abrir un frasco, una puerta o usar la llave de la puerta.
  • Afecta especialmente a las articulaciones más móviles, como las de las manos y los pies, así como muñecas, hombros, codos, caderas y rodillas.

Para establecer el diagnóstico, se hace un análisis de sangre para comprobar si hay ciertas partículas proteínicas en sangre (como la proteína C reactiva) elevadas que indican la presencia de inflamación.

¿Me quedaré inválido?

Otro mito relacionado con la artritis reumatoide es el de que conduce inexorablemente a la deformidad, discapacidad e invalidez. Si bien esto era cierto en el pasado, cuando no había tratamientos eficaces, hoy la situación es muy diferente. No se puede negar que es una enfermedad crónica que resta calidad de vida, pero, si se enfrenta con un enfoque positivo y se sigue el tratamiento adecuado es más sencillo convivir con ella. “De hecho, con los últimos avances terapéuticos muchos pacientes apenas notan los síntomas”.

Una vez diagnosticada la enfermedad, el deterioro se manifiesta generalmente a partir de los dos años. El diagnóstico precoz (durante los primeros dos o tres meses de su evolución) y seguir el tratamiento son elementos clave para disminuir e incluso evitar la aparición de lesiones irreversibles en las articulaciones. “Los FAME, es decir, los fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad, son el pilar básico en el tratamiento de la artritis reumatoide —explica el doctor Romero—. Frenan la enfermedad y enlentecen la destrucción y deformidad de las articulaciones, ya que interfieren sobre la producción de sustancias implicadas en la inflamación”. Su efecto beneficioso dura entre tres y 10 semanas a partir de su administración. Los efectos secundarios suelen ser leves y desaparecen al bajar o suspender la dosis.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Hospital Quirónsalud Córdoba.

Entre las creencias erróneas que suelen rodear a la artritis reumatoide, la más extendida es que se trata de una enfermedad que solo afecta a los ancianos. Pero lo cierto es que, aun cuando suele aparecer en personas adultas mayores, esta enfermedad de origen autoinmune "puede aparecer en cualquier momento, desde el primer año de vida hasta los 80", explica el jefe de servicio de Reumatología del Hospital Quirónsalud Córdoba, Manuel Romero. Además, es más frecuente en mujeres, siendo la edad más usual de inicio alrededor de los 40 años.

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