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El aeropuerto de una remota región de Canadá por el que pasaron todos los famosos
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El aeropuerto de una remota región de Canadá por el que pasaron todos los famosos

Gander se convirtió en parada obligatoria para todo aquel que trataba de cruzar el Atlántico en los comienzos de la aviación comercial

Foto: Fuente: iStock
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Volar hoy desde Nueva York hasta Londres cuesta unas 7 horas de media, aunque en los últimos meses se ha completado ese trayecto en menos de 5 horas. Sin embargo, antiguamente, en los albores de la aviación comercial, no solo se tardaba mucho más tiempo en volar entre esos dos lados del Atlántico sino que, además, era imposible hacerlo sin parar a repostar.

Así nació el aeropuerto de Gander, una pequeña localidad de apenas 10.000 habitantes en la región canadiense de Terranova, que se convirtió en clave para la aviación de mediados del siglo XX. Todos los vuelos que partían desde Estados Unidos con destino al Viejo Continente paraban a repostar en este pequeño enclave del noreste de Canadá, que comenzó a recibir visitantes ilustres muy pronto.

Reg Wright, director del aeropuerto de Gander, reconoce a la BBC que la población de este pequeño enclave era realmente peculiar porque "en esencia, la aviación fundó la ciudad. Gander es el aeropuerto y el aeropuerto es Gander. No pueden vivir el uno sin el otro". Pocos saben que, cuando fue construido en 1939, el aeropuerto de Gander era el más grande del mundo.

De la II Guerra Mundial a la aviación comercial

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas aéreas canadienses se trasladaron a Gander, que también tuvo que abastecer de combustible miles de viajes de los bombarderos que entraban en combate. Pero tras el conflicto bélico llegó el momento de la aviación comercial y Gander se convirtió en el epicentro del tráfico aéreo entre Europa y América, lo que llevó a que se ampliara y se modernizara el aeropuerto.

placeholder El aeropuerto de Gander llegó a ser el más grande del mundo (Reuters)
El aeropuerto de Gander llegó a ser el más grande del mundo (Reuters)

La propia reina Isabel II inauguró la nueva terminal en 1959, una muestra de la importancia que tuvo Gander en aquel entonces. No escatimaron en gastos y a los muebles modernistas se unieron zonas de paso y de descanso en las que se podía observar el mejor arte de la época. Incluso importaron el suelo desde Italia para que todo aquel que desembarcara en Gander pudiera ver a Canadá como un país adelantado a su tiempo.

La importancia del aeropuerto fue tal que los habitantes de la zona lo convirtieron en un lugar habitual para salir a cenar o a tomar una copa. Pero, además, se podían cruzar en cualquier momento con una estrella de cine, el presidente de un gobierno o cualquier otro famoso de todo el mundo que tenía que hacer parada en Gander para que su avión repostara. Incluso se recuerda a Fidel Castro tirándose en tobogán por la nieve durante una parada.

Personajes de la talla de Frank Sinatra o Marilyn Monroe eran habituales del aeropuerto de Gander a causa de sus frecuentes viajes. Uno de los conserjes del recinto en aquel entonces, Jerry Cramm, recuerda cómo John Travolta siempre tenía tiempo para charlar con él y otros trabajadores, o cómo Sinatra se metió en algún lío por quererse saltar alguna cola por ser quien era.

Con el avance de la aviación comercial, Gander dejó de tener importancia en el tráfico aéreo. Sin embargo, durante el 11-S volvió a la primera plana ya que muchos de los aviones que procedían de Europa fueron desviados allí durante los ataques a las Torres Gemelas. Hasta 38 aviones con 6.600 pasajeros tuvieron que pasar cinco días en esta ciudad hasta que pudieron seguir su ruta, una historia que inspiró un musical, 'Come from Away', que se convirtió en un éxito en Broadway.

Volar hoy desde Nueva York hasta Londres cuesta unas 7 horas de media, aunque en los últimos meses se ha completado ese trayecto en menos de 5 horas. Sin embargo, antiguamente, en los albores de la aviación comercial, no solo se tardaba mucho más tiempo en volar entre esos dos lados del Atlántico sino que, además, era imposible hacerlo sin parar a repostar.

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