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La regla del 3,5%: así logra cambiar el mundo una minoría
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La regla del 3,5%: así logra cambiar el mundo una minoría

Según una reciente investigación, las protestas no violentas tienen el doble de probabilidades de ser exitosas que los conflictos armados. Te contamos por qué

Foto: Foto: EFE/Javier Etxezarreta.
Foto: EFE/Javier Etxezarreta.

A lo largo de los años han existido numerosos ejemplos de levantamientos populares con consecuencias positivas y decisivas para la historia. El poder de la gente rediseña el mundo y si se organiza logra doblegar a las políticas gubernamentales.

La Marcha de la Sal (1930), cuando Gandhi caminó hasta el océano Índico por el monopolio estatal de Gran Bretaña sobre la distribución de la sal en la India; la Marcha sobre Washington (1963) organizada por Martin Luther King; la primavera árabe (2010) o el movimiento 15M (2011) son algunos de estos movimientos sociales donde la protesta pacífica se impuso por encima de la violencia.

Foto: Trabajadores: una sonrisa en los labios y una canción en el corazón. (iStock)

En cada caso, la resistencia civil superó a la política para lograr un cambio radical. Está claro que existen muchas razones éticas para que nuestras estrategias no sean violentas, pero un estudio realizado por Erica Chenoweth, politóloga de la Universidad de Harvard, confirma que la desobediencia no es solo la elección moral; también es la forma más poderosa de dar forma a la política mundial, aunque por un camino más lento.

Cambiar las cosas

Al observar cientos de campañas durante el siglo pasado, la experta descubrió que las manifestaciones pacíficas tienen el doble de probabilidades de alcanzar sus objetivos que las usan la fuerza. Y aunque la dinámica exacta dependerá de muchos factores, ha demostrado que se necesita alrededor del 3.5% de la población que participa activamente en las protestas para garantizar un cambio político serio.

En las manifestaciones pacíficas hay muchos más participantes de un grupo demográfico más amplio, lo que puede causar mayor trastorno en el día a día

¿Podríamos extrapolar esto a lo que está sucediendo en Cataluña? Durante las última semanas se han producido graves incidentes con centenares de heridos y detenidos, actos delictivos y vandalismo en las calles de Barcelona que manchaban la otra parte, miles de personas que se manifestaban y concentraban pacíficamente. ¿Cuál es la forma entonces de conseguir realmente algo?

La experta admite que cuando comenzó su investigación a mediados de la década de 2000, inicialmente era bastante cínica ante la idea de que las acciones no violentas podrían ser más poderosas que el conflicto armado en la mayoría de las situaciones. Anteriormente nadie había comparado las tasas de éxito de ninguno de los tipos de protestas. "Estaba realmente motivada por cierto escepticismo de que la resistencia sin fuerza podría ser un método efectivo para lograr grandes transformaciones en la sociedad", asegura en 'BBC'.

Violencia vs paz

Al final de un largo proceso de documentación, recopiló datos de 323 campañas y los resultados, publicados en su libro 'Why Civil Resistance Works: The Strategic Logic of Nonviolent Conflict, fueron sorprendentes. En general, las manifestaciones pacíficas tuvieron el doble de probabilidades de ser exitosas que las que fueron violentas: condujeron a un cambio político el 53% de las veces en comparación con el 26%.

placeholder Foto: EFE/Quique García.
Foto: EFE/Quique García.

¿Por qué? La explicación es muy simple: en las que no se usa la fuerza hay muchos más participantes de un grupo demográfico más amplio, lo que puede causar mayor trastorno y paralizar la vida urbana normal y el funcionamiento de la sociedad. De las 25 campañas más grandes, 20 fueron no violentas y 14 fueron de un éxito absoluto porque atrajeron alrededor de cuatro veces más participantes (200.000) que las violentas (50.000).

"Los números realmente importa para construir el poder de manera que de verdad pueda representar un serio desafío o amenaza para las autoridades", asegura la investigadora. Una vez que alrededor del 3.5% de toda la población ha comenzado a participar activamente, el triunfo parece ser inevitable.

Otros factores

Chenoweth señala que las protestas no violentas también tienen menos barreras físicas para la participación. No es necesario estar saludable para estar en una huelga, mientras que las manifestaciones que usan la fuerza tienden a apoyarse en hombres jóvenes en buena forma física. Además, también requieren suministros de "armas" y tienden a depender de operaciones clandestinas más secretas a las que la gente tiene más dificultades de enterarse.

Y no solo eso. En las campañas pacíficas con millones de personas, los miembros de las fuerzas de seguridad en los que se apoyan los gobiernos, también pueden tener más probabilidades de temer que sus familiares o amigos estén entre la multitud, lo que significa que no pueden tomar medidas enérgicas contra el movimiento. "En términos de las estrategias específicas que se utilizan, las huelgas generales son probablemente uno de los métodos más poderosos, si no el más, de resistencia no violenta", dice Chenoweth.

En general, las manifestaciones pacíficas tuvieron el doble de probabilidades de ser exitosas que las que fueron violentas: el 53% frente al 26%

Pero sí tienen un coste personal mientras que otras formas de protesta pueden ser completamente anónimas. La investigadora asegura que son patrones muy generales y que aun así, las manifestaciones sin fuerza fracasan en un 47%. A pesar de que sus hallazgos no convencen a algunos expertos, otros científicos creen que son resultados bastante convincentes.

¿Qué debe hacer una población entonces? "Es raro hacer una manifestación para cagarte en la puta y que te digan a qué hora la tienes que hacer, la calle donde tienes que ir y hasta donde puedes llegar. Las que están preparadas por el poder no sé para qué sirven. Tengo pruebas de que con una campaña pacífica nunca se ha solucionado nada”, aseguraba Albert Pla en 2013. Aunque sus palabras chocan contra las de Chenoweth, está claro que la violencia nunca es una opción.

A lo largo de los años han existido numerosos ejemplos de levantamientos populares con consecuencias positivas y decisivas para la historia. El poder de la gente rediseña el mundo y si se organiza logra doblegar a las políticas gubernamentales.

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