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Las olvidadas navarras que escandalizaron a Cataluña y lucharon contra los nazis
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"VANGUARDISTAS, FEMINISTAS Y REVOLUCIONARIAS"

Las olvidadas navarras que escandalizaron a Cataluña y lucharon contra los nazis

El periodista e historiador Manuel Martorell publica la biografía de Josefa y Elisa Úriz Pi, pioneras feministas y educadoras, que combatieron al fascismo dos veces seguidas

Foto: Las hermanas navarras Úriz Pi. (Olga Domínguez)
Las hermanas navarras Úriz Pi. (Olga Domínguez)

Vanguardistas, feministas y revolucionarias”. Estas son las tres palabras que usa el periodista e historiador Manuel Martorell a la hora de definir a Josefa y Elisa Úriz Pi, dos hermanas navarras cuyo protagonismo fue decisivo en la Resistencia francesa contra la invasión nazi. Hoy, su historia revive gracias a un nuevo libro, 'Pioneras: Historia y compromiso de las hermanas Úriz Pi' (Txalaparta), en el que el historiador relata con sumo detalle la vida de estas dos heroínas que defendieron a ultranza de los derechos de la mujer e instauraron una profunda renovación pedagógica en la España de comienzos del sigo XX, adelantándose más de 50 años a los métodos de enseñanza que se implantarían en los años 70.

Josefa y Elisa Úriz Pi nacieron en los últimos coletazos del siglo XIX, en las verdes praderas del Valle del Egüés navarro, colindante con el término municipal de Pamplona. Por toda esta parte de la Comunidad Foral estaba distribuida la familia de Benito Úriz, su padre. Con tan solo 19 años, se alistó en el Ejército, lo que le llevó a combatir en importantes contiendas históricas, como en la Revolución Gloriosa de 1868 o en las batallas contra el carlismo. A pesar de su vida militar, las hermanas Úriz crecieron en un ambiente mucho más liberal de lo que se podía pensar para la época. Por aquel entonces, no estaba bien visto que un padre permitiera a sus hijas realizar una carrera universitaria. En 1903, recién cumplidos los 20 años, Josefa ya cursa Magisterio, mientras su hermana, diez años menor que ella, acude al Centro Instructor de Obreros Republicanos. Ambas se decantaron por la enseñanza como vocación vital y profesional.

Después de la Segunda Guerra Mundial, tuvieron que refugiarse en Berlín Oriental, donde murieron sin volver a ver su Navarra natal

Un ideal: la escuela; una pasión: el niño; un amigo: el maestro; un compañero: el trabajador”. Este es el hermoso lema que aplicaron como motor de su actividad profesional, basada en el “método Freinet”, el cual buscaba una relación más estrecha entre Escuela y Sociedad. Por ello, realizaron las conocidas como “misiones pedagógicas”, financiadas por la II República, que tenían como objetivo instruir a la población analfabeta en las zonas rurales aisladas de distintos puntos del país; en concreto, en Lleida y Girona. Pero sus radicales propuestas no gustaron a todo el mundo, sobre todo a los poderes eclesiásticos del momento. En la dictadura de Primo de Rivera fueron denunciadas y perseguidas por su defensa de la emancipación de la mujer y su simpatía hacia la causa obrera. Luego, con el alzamiento nacional de 1936, tomaron puestos de responsabilidad para la República. Exiliadas en Francia, no dudaron en engrosar los primeros grupos de la Resistencia contra la ocupación alemana en París. Después de la guerra, tuvieron que volver a refugiarse, esta vez en el Berlín Oriental de la República Democrática Alemana, ciudad en la que murieron, ya que nunca pudieron regresar a su querida Navarra natal.

Una corazonada

Sus muertes pasaron desapercibidas en España y, con ellas, sus nombres y apellidos, tanto es así que la pista surge en una investigación sobre el líder comunista Jesús Monzón, conocido por ser uno de los cabecillas de la Resistencia francesa contra la ocupación nazi en París. “Sentí una corazonada”, afirma Manuel Martorell a El Confidencial. Por aquel entonces, se encontraba escribiendo su libro, 'Jesús Monzón: el líder comunista olvidado por la historia', cuando se topó con el apellido que le retrotrajo de inmediato a su Navarra natal. “Tenía algunas referencias sobre estas dos mujeres y su importante papel en la lucha contra el nazismo”. Por ello, Martorell se sumergió en una investigación sobre estos dos personajes históricos olvidados y escribió a la embajada española en Berlín para confirmar los indicios que apuntaban que las hermanas Úriz pasaron allí el resto de su vida una vez terminó la Segunda Guerra Mundial.

placeholder Portada del libro 'Pioneras'.
Portada del libro 'Pioneras'.

Martorell se desplazó hasta la capital alemana para recabar información sobre Pepita y Elisa. “Fue muy difícil y frustrante, ya que no había datos, tan solo el parte de defunción de Elisa, la mayor”, explica. “Por otro lado, la ciudad había cambiado tanto demográficamente desde la unificación que ya nadie vivía en el mismo sitio”. Cuando ya estaba a punto de rendirse, la embajada le facilitó un dato que salvó la investigación: la identidad de Olga García Domínguez, la hija de la vecina de Elisa que se encargó de realizar los trámites funerarios tras su defunción, Isabel García. Olga vivía ahora en Madrid.

En las cartas de Elisa, se menciona a una joven mujer que vivía “puerta con puerta” y que había ido a estudiar Medicina al Berlín Oriental. Olga estuvo presente en los últimos días de vida de Elisa, ya que trabajaba en el hospital en el que exhaló su último suspiro. Después de todo, era la única familia que le quedaba y que formó en el exilio por no poder volver a su querida Navarra. De esta forma, quizás fuera la única persona de todo Berlín que tenía datos e información sobre las hermanas Úriz; pero no solo eso, sino también fotos, cartas, recuerdos y libros almacenados en una maleta. Así, el investigador y la médica concertaron una cita en Madrid, en una cafetería cercana a la estación de Atocha. Olga apareció cargada con la maleta que más tarde serviría para dar a conocer la historia de las Úriz. “El encuentro fue mágico”, afirma emocionado Martorell. “En ese momento tan solo queríamos hacer una exposición gráfica, todavía no había pensado en el libro”.

Pioneras del movimiento feminista

Josefa y Pepita fueron dos de las responsables de que se comenzara a debatir eso que ahora llamamos “feminismo” en tiempos pretéritos del movimiento que hoy en día todos conocemos. Ellas impulsaron el 1934 la asociación de Mujeres Antifascistas Españolas (MAE) y el 8 de agosto de ese mismo año acuden al Congreso Mundial de Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, celebrado en París y al que asistieron figuras tan importantes como Dolores Ibárruri, La Pasionaria, o Irene Falcón. Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, en agosto de 1946, la MAE funda la Unión de Mujeres Españolas (UME), con sede y despacho en el número 21 en la famosa avenida parisina de los Campos Elíseos, de forma clandestina. Pero eso solo fue el principio, ya que unos pocos años más tarde, Elisa representa a dicha asociación en la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM), presidida por la científica francesa Eugenie Cotton, considerada la mayor organización de la historia dedicada a la defensa de los derechos sociales de la mujer, contando con millones de inscritas en más de 50 países.

Los movimientos feministas actuales han perdido la crítica a la estructura familiar que abundaba antes de la Guerra Civil

En este sentido, el movimiento feminista da un giro respecto al germen que surgió en el proceso reformista de la Segunda República. “El primer movimiento de mujeres se crea en el año 1935 y presume de ser muy revolucionario, ya que incluso pone en cuestión la estructura familiar, la cual perseguía el amor libre y la liberación de la mujer en todos los sentidos”, aduce Martorell. “Después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se pone en marcha la UME y la FDIM, el movimiento funciona como una rama política antifranquista del Partido Comunista de España. A partir de ahí se difumina bastante en sus ideas radicales para convertirse en un instrumento político del Partido. Sin embargo, por los testimonios que tenemos de Olga Domínguez, ellas mantuvieron esa actitud feminista original hasta el final”.

Al final, la FDIM acabó dividida debido a sus debates y crisis internas. “Uno de ellos, el más importante, fue la introducción del lesbianismo, en el que las hermanas Úriz se encontraban a favor”. ¿Qué ha quedado ahora de todo ese movimiento revolucionario en pleno siglo XXI? “Los movimientos feministas actuales han perdido ese rasgo radical anterior a la Guerra Civil”, opina el historiador. “Ahora, una de las mayores reivindicaciones es el matrimonio, cuando antes la idea de familia era una de las cuestiones más criticadas, pero no solo la heterosexual, sino la concepción de familia como elemento central del sistema social. Por lo general, este movimiento feminista actual no pone tanto en duda el papel de la familia; es más, forma parte de sus reivindicaciones”.

Monzón y su lucha contra el fascismo

La obra de Martorell obedece a una razón historiográfica por rescatar personajes históricos que quedaron sepultados por el olvido a pesar de haber sido protagonistas de grandes epopeyas. Tanto la biografía de Jesús Monzón como de las hermanas Úriz Pi muestran el enorme papel que jugaron los exiliados españoles al término de la Guerra Civil en la resolución de la Segunda Guerra Mundial y la derrota del nazismo. “Un papel mucho mayor del que habíamos pensado hasta ahora”, reconoce el historiador. “Con este libro, el exilio republicano español entra en el cuadro de honor de la lucha contra el nazismo. Monzón y las hermanas Úriz fueron los primeros en iniciar la lucha contra la ocupación alemana, en un momento en el que el Partido Comunista francés y el gobierno de Charles de Gaulle todavía tenían muchas reticencias a atacar a los oficiales alemanes. Al final, el ejército de la Resistencia francesa se unió a la guerra que iniciaron los exiliados”.

Los primeros mandos de la Resistencia francesa contra Hitler eran españoles

“Cuando las tropas nazis invaden París, los franceses no tenían ninguna experiencia en el uso y manejo de explosivos, y piden ayuda a los refugiados españoles para que les instruyeran, ya que tan solo habían pasado dos años desde su combate contra las fuerzas franquistas”, argumenta Martorell. “Los primeros mandos de la Resistencia francesa eran españoles. Monzón estaba convencido desde el principio que ellos solo estaban continuando la guerra de España, y que al estallar la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas republicanas debían unirse con las fuerzas democráticas del resto del mundo para derrotar al fascismo”. De este modo, al terminar la contienda bélica y con Hitler y Mussolini derrotados, el líder comunista encabeza una gran coalición nacional contra Franco y la Falange, que se llamará “política de la Unión Nacional”. En este pacto, “Monzón llama a los carlistas, a los seguidores monárquicos de Don Juan, incluso a los antiguos miembros de la CEDA para acabar con el fascismo, independientemente del bando o el papel jugado en la Guerra Civil”.

El lejano Kurdistán: un recuerdo

Sería imperdonable hablar con Martorell y no mencionar al Kurdistán, ya que seguramente es uno de los mayores expertos españoles en todo lo referente a Oriente Medio. Sus años de experiencia lo avalan y sus tres libros dedicados al pueblo kurdo: 'Los kurdos: Historia de una resistencia' (1991), 'Kurdistán: Viaje al país prohibido' (2005) y 'Kurdos' (2016), este último en relación a la guerrilla kurda contra el Estado Islámico. “Los kurdos y las coaliciones que forman están siendo nuestro escudo frente al terrorismo internacional. Son el dique de contención que está frenando la expansión del yihadismo a Europa y a otras partes del mundo. Es una incongruencia acusar de 'terroristas' a personas que están ofreciendo y sacrificando su vida para apoyar a las fuerzas que, en definitiva, están defendiendo los valores de nuestra sociedad”.

Los kurdos han sufrido un genocidio muy semejante al de los judíos en el Holocausto

En sus primeros viajes a ese espacio no delimitado por fronteras que abarca cuatro estados (Turquía, Irán, Irak y Siria), de casi 400.000 kilómetros cuadrados y con 40 millones de habitantes, afirma que lo que más le impresionó fue darse de frente con una sociedad “con una abundante riqueza cultural, una gran diversidad religiosa, una participación femenina que no había podido imaginar que existiera en el corazón de Oriente Medio” y, sobre todo, “un pueblo con un gran sentido de pertenencia a una comunidad histórica y cultural con grandes ansias de conseguir su propio espacio político en el mundo”. Además, Martorell reconoce que “el problema sigue siendo el mismo”, y que “no ha cambiado con el paso de los años”.

“El mayor pueblo sin estado del planeta tiene muy difícil conseguir una entidad política propia, no digamos ya un estado independiente debido a las coyunturas y al valor geoestratégico de la zona”, advierte. “Eso sí”, incide, “ha dado un paso más allá hacia la búsqueda de alternativas políticas que hagan compatible su máxima aspiración de autonomía con el respeto a los actuales estados en los que vive”, y pone de ejemplo el actual confederalismo democrático que se está llevando a cabo en el norte de Siria, destinado a conseguir el máximo de autogobierno local pero sin romper las fronteras o la estructura unitaria del estado sirio. “El pueblo kurdo está dividido en cuatro países con regímenes totalitarios que han sufrido un genocidio muy semejante al sufrido por los judíos en el Holocausto”.

Vanguardistas, feministas y revolucionarias”. Estas son las tres palabras que usa el periodista e historiador Manuel Martorell a la hora de definir a Josefa y Elisa Úriz Pi, dos hermanas navarras cuyo protagonismo fue decisivo en la Resistencia francesa contra la invasión nazi. Hoy, su historia revive gracias a un nuevo libro, 'Pioneras: Historia y compromiso de las hermanas Úriz Pi' (Txalaparta), en el que el historiador relata con sumo detalle la vida de estas dos heroínas que defendieron a ultranza de los derechos de la mujer e instauraron una profunda renovación pedagógica en la España de comienzos del sigo XX, adelantándose más de 50 años a los métodos de enseñanza que se implantarían en los años 70.

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