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Cuando el pleno empleo es malo: qué está pasando en los países donde no hay paro
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EL AUGE DE LOS PTWFT

Cuando el pleno empleo es malo: qué está pasando en los países donde no hay paro

El anhelo de una sociedad en la que todo el que quiera trabajar pueda hacerlo se ha cumplido en algunos países, pero a costa de derechos y poder adquisitivo del trabajador

Foto: El aumento del empleo a tiempo parcial involuntario se ha forjado en el sector servicios. (Reuters/Jon Nazca)
El aumento del empleo a tiempo parcial involuntario se ha forjado en el sector servicios. (Reuters/Jon Nazca)

¿Quién tiene miedo al pleno empleo? ¿Quién puede decir no a esa situación aparentemente ideal en la que todo ciudadano que desee trabajar puede hacerlo, dejando a un lado una pequeña tasa de desempleo friccional imposible de eliminar? Fue una de las promesas (polémicas) de Rodríguez Zapatero, pero su atractivo la ha hecho figurar en los programas de partidos de todo tipo de adscripción ideológica. Durante el último año, el 'empleo garantizado' ha reaparecido en los informes de 'think tanks', en los discursos de políticos demócratas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez o, en nuestro país, en el Plan de Trabajo Garantizado de Izquierda Unida, inspirado por el economista Hyman Minsky.

Fuera de nuestras fronteras, cada vez son más los países desarrollados que pueden presumir de haber alcanzado algo parecido al pleno empleo, eliminando la economía sumergida y dando un sueldo a todos sus ciudadanos. Mientras que España concluyó el pasado año con una tasa de paro del 14,14%, en EEUU la cifra fue del 4,85% y Reino Unido concluyó el ejercicio en un 3,8%. El paro en la Unión Europea se encuentra en un 6,6% a causa de los países menos aventajados, y los dos grandes motores económicos anglosajones pueden alardear de haber alcanzado el sueño dorado de la erradicación del paro. Pero un escrutinio un poco más detallado de esos datos puede desvelar que lo que parece un sueño es en realidad una pesadilla.

El paro se ha erradicado gracias a los “trabajadores involuntarios a tiempo parcial”, que son alrededor de un 10% en Reino Unido y un 9,3% en España

Lo recuerda un análisis de los datos británicos realizado por Jim Edwards, uno de los editores de la edición británica de 'Business Insider': si se ha conseguido algo parecido al pleno empleo, ha sido a costa de la estabilidad de los trabajadores, su poder adquisitivo y su seguridad laboral. Para que el aparente pleno empleo haya sido posible, ha sido necesario un aumento sustancial del trabajo temporal y a tiempo parcial, que ya conforman más de una cuarta parte de todos los empleos británicos (en España, la temporalidad se encuentra en el 25,9% y la parcialidad, en el 11%).

Dentro de este panorama destaca una peculiar figura, que es la del acrónimo PTWFT ('part-time wants full time', es decir, trabajador a tiempo parcial que desea hacerlo a tiempo completo) o “trabajador involuntario a tiempo parcial”, que da la medida de la nueva precariedad. En Reino Unido, la tasa de estos trabajadores ha aumentado desde un 7% en el año 2003 hasta el 11% actual, y en EEUU hasta un 40% desde 2000. En España, los datos son más bajos: un 3,1% en aquel año y un 5,5% en 2017. Forman parte de “un ejército de reserva de trabajadores a los que las empresas pueden recurrir cuando quieran, lo que garantiza que sus sueldo sean bajos y asegura que los trabajadores fijos sepan que pueden ser reemplazados en cualquier momento”.

No es casualidad que utilice el término acuñado por Karl Marx, para el que el 'ejército industrial de reserva' era ese excedente de población desempleada necesario en las sociedades capitalistas para el funcionamiento del sistema y la acumulación del capital. La aplicación parece hacer cambiado en el siglo XXI. La precariedad ya no viene garantizada por una amplia masa de desempleados estructurales que dependen de un sueldo para su supervivencia, por lo que están dispuestos a aceptar cualquier trabajo, sino por una creciente cantidad de asalariados en el subempleo que pueden perder su puesto en cualquier momento y que constantemente recuerdan a los también cada vez más precarios trabajadores fijos que son prescindibles.

¿Y en España?

Podría pensarse que España, cuyo nivel de paro triplica el de Reino Unido o EEUU, se encuentra muy lejos de dicho escenario, pero la tendencia resulta sospechosamente parecida. El último informe sobre empleo publicado por la OCDE recordaba, por ejemplo, que la tasa de empleo involuntario a tiempo parcial había aumentado en dos tercios de los países (Polonia, Islandia o Suecia eran excepciones), entre los que se encontraban naciones como Portugal, Italia, Grecia o España. Según los datos proporcionados por la organización, un 62% de los trabajadores a tiempo parcial en España preferiría hacerlo a tiempo completo, pero no puede. El informe recordaba que “a menudo la elección de esta clase de contrato se debe a la preferencia del empleador y no la del trabajador”.

Según los datos de la Encuesta de Población de Empleo, alrededor de un 80% de trabajadores no llega a los 1.000 euros al mes (el equivalente al SIM). Por si fuera poco, su salario medio se redujo un 0,4% en 2017 a pesar de que el del total aumentase un 0,6%. Si esta tendencia hacia un pleno empleo (pero precario) señala en alguna dirección, esa es la de un aumento de la desigualdad ya no entre trabajadores y parados, sino entre unos trabajadores y otros. Como recordaba un trabajo de los economistas Florentino Felgueroso y Marcel Jansen, el aumento de la desigualdad en salarios se debe en gran parte a estos ajustes de jornada.

La temporalidad de España, además, dobla la de la Unión Europea, con un 26% frente al 13%. Aunque según la Encuesta de Población Activa del primer trimestre de 2019 el empleo indefinido ha alcanzado máximos históricos con más de 12 millones de trabajadores, un crecimiento imparable desde que se aprobase la reforma laboral en 2012, en realidad esta no ha creado empleo pero sí ha provocado que aumente la precariedad, debido a la flexibilización. Además, el número de los falsos indefinidos ha aumentado un 48% durante la última década, lo que ha servido para maquillar la temporalidad en las estadísticas laborales.

No es solo consecuencia de la crisis. Aunque el crecimiento se atenúa en los periodos prósperos, la tendencia es a que los PTWFT aumenten

La consecuencia más obvia de esta situación es la pérdida de poder adquisitivo por parte de dichos trabajadores, que se refleja en la desconfianza de los consumidores. Como recordaba el informe 'Bajo presión: la exprimida clase media', el coste de la salud, la vivienda o la educación ha aumentado en los países de la OCDE más rápido que la inflación. En los últimos años, por ejemplo, la clase media ha visto cómo su músculo económico aumentaba un 33% menos que el del 10% más rico. Como denunciaba UGT, los salarios de los españoles siguen perdiendo poder adquisitivo; en 2018 lo hicieron en un 0,7%, y en 2017, en un 1,9%. Desde 2010, han perdido un 7,8% de poder de compra.

Aunque en apariencia estas tendencias parecen consecuencia directa de la última crisis económica, no es necesariamente así. Como recuerda Edwards, “cada recesión desde los años sesenta ha dado lugar a un pico en la creación de trabajos a tiempo parcial involuntario”. Si bien el crecimiento suele atenuarse cuando la economía se estabiliza, como está ocurriendo ahora mismo en Reino Unido o España, la tendencia a largo plazo es que los empleos a tiempo completo sean sustituidos por otros a tiempo parcial. La propia OCDE añadía en su informe que el crecimiento del subempleo reflejaba cambios estructurales, animado por la expansión del sector servicios.

Viejas perdedoras, nuevos precarios

¿Qué sector de la población es el más afectado por esta tendencia? Si bien los empleos a tiempo parcial suelen ser ocupados por mujeres e inmigrantes, la tendencia es que cada vez más hombres caigan dentro de este grupo. Como recordaba un trabajo realizado por el 'think tank' británico Resolution Foundation, cuyo objetivo es mejorar el nivel de vida de las familias de clase media y baja, el gran aumento en el empleo a tiempo parcial (y otros contratos 'atípicos') se debe al acceso de los varones a dichos perfiles: “Sí, aún es mucho más probable que las mujeres trabajen en roles atípicos, pero la tendencia está dirigida por los hombres”.

Algo que también ocurre con el paro involuntario, que aunque se ha mantenido constante durante los últimos años, afecta en una mayor proporción a los hombres —sea cual sea su formación o edad— que a las mujeres (aunque a todos los jóvenes por igual). Todo ello apunta a que uno de los grandes retos del mercado laboral en el futuro no será tanto el desempleo como el subempleo, que, como recordaba la OCDE, “ha aumentado durante la última década más para los hombres que para las mujeres, pero aún es mucho más elevado para ellas”. La gran amenaza en el horizonte quizá no sea el desempleo masivo, sino niveles intolerables de subempleo que, bajo la imagen plácida de una sociedad donde todo el mundo tiene posibilidad de trabajar, oculten grandes y crecientes diferencias entre individuos.

¿Quién tiene miedo al pleno empleo? ¿Quién puede decir no a esa situación aparentemente ideal en la que todo ciudadano que desee trabajar puede hacerlo, dejando a un lado una pequeña tasa de desempleo friccional imposible de eliminar? Fue una de las promesas (polémicas) de Rodríguez Zapatero, pero su atractivo la ha hecho figurar en los programas de partidos de todo tipo de adscripción ideológica. Durante el último año, el 'empleo garantizado' ha reaparecido en los informes de 'think tanks', en los discursos de políticos demócratas como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez o, en nuestro país, en el Plan de Trabajo Garantizado de Izquierda Unida, inspirado por el economista Hyman Minsky.

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