Qué le pasa a tu cuerpo una hora después de tomar un refresco
Sabes de sobra que las bebidas carbonatadas no son especialmente beneficiosas para tu organismo pero nos hemos acostumbrado a tomarlas como agua. ¿Por qué son malas?
Estás en la oficina, te entra sed y vas a la máquina a por un refresco. Sales a comer fuera con unos amigos y pides otro para acompañar los platos. Vas a visitar a alguien y te ofrece uno de cola. No nos damos cuenta, pero día a día tomanos muchas bebidas carbonatadas. Socialmente las hemos adoptado como si fuera agua y nuestro cuerpo se resiente al tomarlas.
Da igual que sea light, zero o normal. Estos líquidos embotellados o enlatados son una bomba que deteriora tu organismo poco a poco. Aunque eso ya lo sabías te vamos a contar lo que le pasa a tu cuerpo una hora después de haberlo consumido. Seguramente después de leerlo querrás beber agua siempre que quieras hidratarte.
Lo echas en un vaso, escuchas su esfervescencia y cómo los hielos se golpean entre sí mientras lo viertes, te lo llevas a la boca y bebes. Piensas: ¡Qué rica y fresquita! Das otro trago y cuando te quieres dar cuenta ya no queda nada.
Carbohidratos líquidos
Dentro de los primeros 10 a 15 minutos, tu intestino transmite el azúcar a tu sangre aumentando los niveles de glucosa. Eso es demasiada energía, y para controlar el ataque, varios órganos de tu cuerpo funcionan a toda marcha para que puedas procesarlo. Tu páncreas libera insulina para ayudar a transportar el azúcar (que es un carbohidrato) a tus músculos y obtener fuerza. Pero ese refresco contiene mucha más cantidad del que necesitas.
Tomar uno ocasionalmente no tendrá un impacto significativo en tu salud. Es cuando se convierte en un hábito lo que conduce a tener un problema
"Cuando un individuo toma un lata de cola, obtiene una cantidad completa de carbohidratos a través de líquidos", explica Meltem Zeytinoglu, endocrinólogo y profesor asistente de medicina en la Universidad de Medicina de Chicago. "En la mayoría de los casos, se consume junto con una comida, por lo que los hidratos de carbono adicionales deberán procesarse. Este azúcar de más, en lugar de almacenarse en el tejido muscular, se convierte en grasa en el hígado", añade.
Tu riñón también entra en juego para deshacerse del exceso de glucosa a través de la orina. Eso significa que tu organismo pierde agua, lo que, junto con el efecto diurético de la cafeína de la bebida, aumenta el riesgo de deshidratación. Ambas sutancias juntas son "una combinación poco saludable", afirma Zeytinoglu.
Quiero más
La realidad y el problema está en que tomar una sola nunca es suficiente: según un estudio de la Universidad de Princeton, cuando los investigadores alimentaron a ratones hambrientos con una solución azucarada, sus cerebros liberaron dopamina, una sustancia química que desencadena la motivación y la recompensa y que puede volverse adictiva. Y según una investigación de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, el azúcar tiene el mismo efecto en los humanos. "La teoría es que hemos evolucionado como una especie que valora instintivamente los alimentos rápidos, ricos en carbohidratos y altos en calorías", explican los investigadores.
Da igual que sea light, zero o normal. Estos líquidos embotellados o enlatados son una bomba que deteriora tu organismo poco a poco
Justo a la hora de tomarlo, el ácido fosfórico se une al calcio, magnesio y zinc en el intestino grueso, lo que proporciona un impulso adicional en el metabolismo. Esto se ve agravado por altas dosis de azúcar y edulcorantes artificiales que también aumentan la excreción urinaria de calcio.
La buena noticia es que no tienes que desterrarlos por completo. "Lo más importante que se debes recordar es el control de las porciones", asegura Cordialis Msora-Kasago, nutricionista y portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética. "Tomar uno ocasionalmente no tendrá un impacto significativo en tu salud. Es cuando se convierte en un hábito regular lo que conduce a tener un problema. Busca otras bebidas no calóricas como el té helado o el agua", concluye.
Estás en la oficina, te entra sed y vas a la máquina a por un refresco. Sales a comer fuera con unos amigos y pides otro para acompañar los platos. Vas a visitar a alguien y te ofrece uno de cola. No nos damos cuenta, pero día a día tomanos muchas bebidas carbonatadas. Socialmente las hemos adoptado como si fuera agua y nuestro cuerpo se resiente al tomarlas.