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Más felices aunque no lleguen a fin de mes: los efectos de la renta básica finlandesa
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NUEVA OLEADA DE RESULTADOS

Más felices aunque no lleguen a fin de mes: los efectos de la renta básica finlandesa

Poco a poco, vamos conociendo más detalles sobre el gran experimento realizado por el país nórdico para estudiar las consecuencias de la implantación de una renta básica universal

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Con cuentagotas. Así es como el Instituto de Seguridad Social de Finlandia, conocido como Kela, está publicando los resultados del programa de renta básica que puso en marcha entre 2017 y 2018, algo que le garantiza aparecer con cierta frecuencia en los periódicos de todo el mundo. Si a principios de febrero sus resultados daban una de cal y otra de arena —la renta disparaba el bienestar de sus ciudadanos pero no ofrecía mejores perspectivas laborales—, en esta ocasión, todo es arena.

Según la nueva oleada de resultados del experimento realizado con 2.000 parados, los que percibieron la renta básica manifestaron que su situación financiera era más positiva que el grupo de control, incluso en el caso de que tuvieran dificultades para llegar a fin de mes. Recibir una cantidad fija de dinero —en el caso finlandés, alrededor de 560 euros— reducía significativamente los niveles de estrés y las preocupaciones económicas de los receptores, ya que los situaba más cerca de alcanzar ese ingreso mínimo que todo hogar necesita para salir adelante.

Si este resultado es importante es porque, como explica Signe Jauhiainen, una de las responsables del programa, las preocupaciones financieras son uno de los principales factores de estrés para la población. La renta básica, en ese sentido, cumple una función continuada a lo largo del tiempo, ya que no solo sirve para complementar los ingresos de una unidad familiar en un mes determinado, sino que los hogares que la perciben saben que podrán contar con un dinero mínimo en el próximo mes. Así, por lo tanto, se convierte en un arma que alivia los efectos negativos de la precariedad, la carga mental constante que supone vivir mes tras mes en la incertidumbre.

Una herramienta para aliviar el descontento

Los resultados arrojan otra lectura positiva para los partidos políticos, enfrentados a una crisis de credibilidad. Los parados que recibieron el ingreso no solo sufrían menos estrés, sino que también confiaban más en la sociedad y en el resto de ciudadanos que el grupo de control. En definitiva, políticos, policías y partidos se ven con mejores ojos si percibes de forma garantizada 560 euros al mes. La confianza en los demás aumentaba de un 6,3 a un 6,8, de un 4 a un 4,5 en los políticos y de un 6,9 a un 7,2 en la Justicia y la policía, dos ámbitos que, en principio, nada tienen que ver con el mundo laboral o la protección social. No solo eso, sino que los receptores también consideraban que ahora tenían una mayor capacidad de influencia en la vida de los demás y en la suya propia.

Si una sociedad dispone del dinero suficiente para cubrir sus necesidad básicas, tendrá una mayor confianza en sus instituciones

¿Un mundo de color de rosa pero dependiente de la percepción de un subsidio o un aumento poco significativo del bienestar personal? Parece razonable pensar que el alivio de las constricciones materiales favorezca una visión más amable del entorno inmediato. Como recuerda en 'Vox' Sigal Samuel, “parece lógico que si una sociedad le da a la gente el dinero suficiente para cubrir sus necesidades básicas, tendrá una mayor confianza en sus instituciones, porque dispondrá de razones para pensar que dichas instituciones se preocupan por ellos de verdad”. Una lección que tomarán en cuenta los políticos en tiempos de desafección.

Estas conclusiones pueden añadirse a las que ya conocíamos sobre el programa de renta básica finlandés. En primer lugar, que mostraron “menos síntomas de estrés, menor dificultad para concentrarse y menos problemas de salud, además de una mayor confianza en el futuro y capacidad de influir en los problemas sociales”. Por otra parte, aunque las personas que recibieron la renta básica durante el experimento no tenían la obligación de participar en los programas ofrecidos por las agencias de trabajo (al contrario de lo que ocurre, por ejemplo, en Italia), la mayoría de ellos no dejaron de hacerlo, lo que una vez más confirma que es un mito que la renta básica disuada de buscar empleo.

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Que el programa no aumente las posibilidades de los receptores de encontrar un empleo hace pensar, al menos a partir de lo que se deduce de estos resultados preliminares, que su influencia es más interna, en lo que concierne a felicidad y bienestar, que externa, a la hora de influir en la oferta y demanda del mercado laboral. Con una importante salvedad, que es que se trata tan solo de un experimento limitado a 2.000 parados, por lo que su potencial influencia en el mercado laboral es mínima. Es la gran pregunta de la renta básica, a la que no pueden dar respuesta ni este ni otros programas: hasta que no se implante por completo, no se podrán conocer las consecuencias exactas que puede tener.

Una garantía para la autonomía personal

Una de las razones que justifican la existencia de esta clase de subsidios es la rápida evolución del mercado laboral, que provocará que los términos en los que se entienden hoy las políticas sociales tengan que evolucionar. Durante las últimas décadas, el anhelo de toda economía capitalista liberal era llegar a algo parecido al pleno empleo, donde la sociedad será tanto más eficiente cuantas más personas en edad de trabajar puedan conseguir un empleo. La realidad, no obstante, sugiere que los niveles de paro serán cada vez mayores y el empleo restante, precario y mal pagado, lo que provocará un aumento de la inseguridad financiera experimentada por los trabajadores.

Si las tendencias de futuro se consolidan, el trabajo remunerado va a dejar de tener la centralidad que ha tenido en las sociedades del productivismo

Como recuerda Juan Torres en su libro ' La renta básica' citando a Robert E. Goodin, profesor de gobernanza en la Universidad de Essex, las concepciones vigentes sobre el bienestar lo ligan casi siempre al trabajo. Sin embargo, el nuevo panorama que se ha abierto ante nuestros ojos exige una nueva visión: “Si las tendencias que se advierten para el futuro se consolidan, el trabajo remunerado va a dejar de tener la centralidad que ha tenido en las sociedades del productivismo capaz de generar empleo masivo”. El pleno empleo, recuerda, ni es “posible ni deseable”.

Lo que los últimos resultados muestran es que la renta básica podría paliar gran parte de los problemas que surgirán en ese nuevo panorama, dando lugar a una era de “bienestar sin trabajo” ('welfare without work'), donde el bienestar y el trabajo sean complementarios. Pero eso requiere cambiar la forma de entender el empleo, ya que, aunque se parta de que “el bienestar sin trabajo es un ideal imposible, puesto que sin él no habría nada para distribuir”, esta clase de medidas conceden una mayor autonomía a cada individuo para organizar su tiempo sin verse sometido a la presión y estrés de la centralidad del trabajo. Los últimos resultados sugieren que es posible.

Con cuentagotas. Así es como el Instituto de Seguridad Social de Finlandia, conocido como Kela, está publicando los resultados del programa de renta básica que puso en marcha entre 2017 y 2018, algo que le garantiza aparecer con cierta frecuencia en los periódicos de todo el mundo. Si a principios de febrero sus resultados daban una de cal y otra de arena —la renta disparaba el bienestar de sus ciudadanos pero no ofrecía mejores perspectivas laborales—, en esta ocasión, todo es arena.

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