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La niñera de los hijos de los ricos se confiesa por primera vez
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La niñera de los hijos de los ricos se confiesa por primera vez

Las aplicaciones para cuidar niños están aquí y los super ricos son los que las están usando. ¿Cómo es ser el único adulto responsable a cargo en los hogares de los millonarios?

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

No está en la imaginación de algún guionista con tendencia a escribir sobre utopías futuristas, ha llegado. Era el orden natural de las cosas. Pronto todos tendremos una idea suficientemente buena como para convertirla en una aplicación. Teníamos taxis que se alquilan, comida a domicilio, casas donde alojarnos en vacaciones, maneras de buscar trabajo e incluso de encontrar pareja, solo faltaba esto: alguien que te cuide a tus hijos.

Lo que en las películas siempre es un cliché de la vecina de quince años que quiere ganarse un sustento, o que a veces llega gracias a una entrevista (y tienes la suerte de encontrarte a una maniática del orden como Mary Poppins o a una suerte de padre-abuela como la señora Doubtfire) ahora ha dado un paso más. Con solo echar un vistazo en internet encontraremos un sinfin de páginas web donde podremos registrarnos o bien como cuidadores o como padres que buscan al candidato o candidata perfecto.

Niñera de los ricos

Así cuenta su experiencia en 'The Cut' la americana Margaret Grace Myers: "puedes tener varios trabajos a medio tiempo, o incluso a tiempo completo, y no tener dinero suficiente, es por eso que decidí meterme en este mundo que es como el de Uber, pero con el cuidado de los niños. En Nueva York hay varias y, desde que me registré, no paran de sonar en mi teléfono reservas. Son padres suficientemente pudientes como para poder 'reservarme'. Por regla normal siempre es igual, me reciben madres muy bien peinadas y padres con relojes enormes que se marchan de fiesta y vuelven unas horas después. En cuanto regresan, desconecto la aplicación y unos días más tarde llega una pequeña suma a mi cuenta corriente" (entre 14 y 17 euros).

Foto: Londres y su distrito financiero. (Reuters)

Como cuenta Myers, estas familias felices, citando a Tolstoi, son todas misteriosamente iguales. "Quizá por eso todas sus casas se han fusionado en mi cabeza. Todas tienen mueble bar, alguna cámara de vigilancia para tenerme controlada, portero que me abre la puerta del portal, sofá donde me siento con televisor gigante y un cajón con cremas valoradas en miles de dólares que a mí me costaría mucho esfuerzo ganar", cuenta que en una ocasión el portero no la indicó bien cómo subir, aunque ya de paso le dio la comida que la madre había pedido también mediante otra aplicación, y esperó sentada durante más de media hora, en las escaleras del portal, a que aquella madre recordara que había encargado comida, y también una persona que fuera a velar por la seguridad de su hijo.

Los padres no recuerdan que ya he cuidado a sus hijos, para ellos soy una transacción

"Es como sentirse parte del set de una película. En las paredes hay fotografías de viajes en playas paradisíacas donde han estado, en las neveras hay botellas de agua con gas y sin gas, yo siempre pienso: 'eso es lo que haría si tuviera dinero'. Una pareja con un ascensor propio, que abría las puertas directamente a su loft, me dijo que además de cuidar a los bebés también tenía que lavar los platos, porque era lo que solían pedirle a sus niñeras, así que me pasé toda la noche fregando tazas y platos".

Diferencias

¿Tanta diferencia hay con una niñera de toda la vida? Nos guste o no, las transacciones via aplicación se han impuesto en nuestra vida diaria y las hemos aceptado. Incluso nos han facilitado la vida. ¿Qué escandaliza de todo esto? Quizá el hecho de que estos extraños son solo una mercancía más, algo que alquilas y que luego olvidas para siempre, como un juguete con el que no vas a volver a jugar. Puede que desde el punto de vista de el desconocido que te trae la comida a casa suene atractivo, pero parece mucho más frívolo y terrorífico cuando esa persona es la que se encarga del cuidado de tus hijos. Antes, conocías a la persona que se encargaba de ellos, ahora es como una cara más en Tinder, que deslizas para olvidar rápidamente.

"Todo es bastante impersonal", explica Myers. "De igual manera, los niños están dormidos la mayoría de las veces y yo me limito a ver la televisión. Probablemente yo pienso en esa gente mucho más de lo que ellos piensan en mí, solo soy una de esas mujeres jóvenes que les brindan sus servicios. Una vez, de hecho, tuve una conversación estupenda con un padre sobre libros, entonces llegó su esposa y me ofreció la contraseña del WiFi. Ninguno de ellos parecía recordar que yo había estado en su casa solo unas semanas antes. Había sido, durante unas horas, el adulto responsable al cuidado de su único hijo. Sonreí al estrechar la mano de la madre por segunda vez y escuché de nuevo las instrucciones para conectarse a internet, como si fuera una nueva experiencia para mí también. Solo soy un ser en su hogar, recuerdo que pensé. Un cuerpo. Una transacción".

No está en la imaginación de algún guionista con tendencia a escribir sobre utopías futuristas, ha llegado. Era el orden natural de las cosas. Pronto todos tendremos una idea suficientemente buena como para convertirla en una aplicación. Teníamos taxis que se alquilan, comida a domicilio, casas donde alojarnos en vacaciones, maneras de buscar trabajo e incluso de encontrar pareja, solo faltaba esto: alguien que te cuide a tus hijos.

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