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Grandes misterios sin resolver (y que sería mejor que no se resolviesen)
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Grandes misterios sin resolver (y que sería mejor que no se resolviesen)

Todo sobre las grandes preguntas de la humanidad cuyas respuestas parece que nunca obtendremos y que la ciencia está empeñada en desvelar

Foto: ¿Un planeta habitable o ya habitado? ¿Realmente quieres descubrirlo? (Efe/NASA)
¿Un planeta habitable o ya habitado? ¿Realmente quieres descubrirlo? (Efe/NASA)

¿Hay vida después de la muerte? ¿Y en otros planetas? ¿Qué hay dentro de un agujero negro? ¿Qué ocurrió en antiguas civilizaciones como Egipto o Sumeria? ¿Por qué los mayas desaparecieron de repente? ¿Existe Dios? ¿Y si existe, por qué existe el mal en el mundo? Todas estas preguntas, dignas de un filósofo, son las grandes barreras de pensamiento con las que la humanidad se ha estrellado a lo largo de los siglos. La lista sería tan interminable como para pensar que no sabemos casi nada y, que a pesar de todos los avances científicos, nos quedan tantos enigmas por resolver que estamos solo al principio de nuestro conocimiento del mundo y de la vida.

"No es para que nos contesten a una pregunta por lo que nos hemos puesto en camino, sino para que, en el silencio del lugar de los antiguos oráculos, cada uno descubra cuál es su pregunta". Esta bien podría ser la mejor y más bella frase que decir ante tal aluvión de incógnitas. Su autor, el escritor austríaco Peter Handke, la incluyó en una de sus más grandes obras, 'El juego de las preguntas', en la que sacaba a relucir la teoría de que todas y cada una de estas grandes cuestiones sobre lo divino y lo humano podrían quedar reducidas a una sola si se efectuara la adecuada, la más esencial de todas que incluiría todas las respuestas habidas y por haber. ¿Podría ser posible?

No quiero saber lo que hay dentro de un agujero negro. ¿El fin de los tiempos? ¿Otro universo? ¿Mis calcetines perdidos?

A decir verdad, nuestra vida podría ser el resultado de las preguntas que hacemos y no hacemos, ya que desde tiempos inmemoriales, al ser humano no le ha quedado otra opción que vivir pegado a su entorno y relacionarse con él. Una suerte de extrañamiento que arranca desde las primeras civilizaciones de Gregia o Egipto, cuando se realizaron los primeros estudios astronómicos, así como los primeros avances industriales y científicos que dieron lugar a ese concepto llamado "sociedad". Uno de los mayores expertos del mundo en el arte de hacerse preguntas a medio camino entre la física, la divulgación y la filosofía es Dennis Overbye, cuyo amplio recorrido le ha llevado a trabajar en la sección de ciencia del periódico estadounidense 'The Times' desde 1998.

Siempre pegado a las últimas novedades en el campo de la astrofísica, Overbye tiene infinidad de preguntas que sinceramente no quiere responder. "No es que no quiera resolverlas, me preocupa que me acaben decepcionando", escribe en un artículo de 'The New York Times'. Bonita reflexión para una persona que siempre ha intentado ver a través de la bola de cristal. "Realmente no quiero saber lo que hay en un agujero negro: ¿el fin de los tiempos? ¿Otro universo? ¿Todas tus pesadillas reunidas? ¿Mis calcetines perdidos? Odiaría que cualquiera de estas intrigantes posibilidades fuera descartada", admite con humor.

Foto: Foto: iStock.
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"Tampoco quiero saber lo que nos depara la evolución", afirma. "Si supiera cómo funciona, y tratara de intervenir en ella, probablemente lo echaría todo a perder. No soy tan inteligente ni innovador como la naturaleza, que bajara aleatoriamente el mazo genético. ¿El destino del universo? Siento lo mismo respecto al futuro del mercado bursátil: si me confían demasiados conocimientos, acabaré cometiendo graves errores". Una peculiar forma de definir a la humanidad y su incansable búsqueda e investigación: demasiado curiosos pero a la vez naturalmente diseñados para errar.

La paradoja de Peebles

Overbye cita una paradoja formulada por Jim Peebles, experto cosmólogo de la Universidad de Princeton. "Si alguien me ofreciese una tabla de piedra con todas las respuestas a los misterios del universo, cuál es su edad y hacia dónde se dirige, la tiraría. Lo divertido es la pretensión y el intento de averiguarlo. Así que no lo pensaría ni un segundo y la tiraría". Probablemente la ciencia solo consista en esto, en el camino al conocimiento, y no la acumulación de contenidos o verdades descubiertas.

Si no somos lo suficientemente inteligentes como para descubrir los misterios por nosotros mismos, no merecemos sobrevivir

Grandes científicos y especialistas del mundo de la genética y las tecnologías de la información, como Juan Enríquez, director y fundador del Proyecto de Ciencias de la Vida en Harvard, creen que este siglo será el del descubrimiento de nuevos mundos más allá de la Tierra, es decir, el de los hallazgos palpables de vida extraterrestre. Así lo expresó en su reciente intervención en el World Business Forum de Madrid, ante una sala abarrotada de los empresarios más importantes del mundo. Pero frente a esta visión tan esperanzada de que encontremos vida en otros planetas, Overbye tiene una teoría radicalmente distinta: "Si alguna vez nos topamos con una civilización extraterrestre, no quiero saber qué dice. Ser consciente de que existen e imaginar lo que han estado haciendo todo este tiempo sería un enigma ya suficiente de por sí como para mantenernos ocupados durante siglos", confiesa.

Foto: Juan Enríquez. (EC)

"¿Qué pasaría si nos revelaran los secretos de la paz mundial o la la teoría de cuerdas?", cuestiona. "Eso sería hacer trampa. Si no somos lo suficientemente inteligentes para descubrir estas cosas por nosotros mismos, no merecemos sobrevivir". Pero nada comparado a la pregunta de las preguntas, la madre de las interrogaciones que todos los seres humanos sin distinción se hacen al menos una vez en la vida: evidentemente, todo lo relacionado con la muerte. "Definitivamente, no quiero saber cómo voy a morir".

¿Hay vida después de la muerte? ¿Y en otros planetas? ¿Qué hay dentro de un agujero negro? ¿Qué ocurrió en antiguas civilizaciones como Egipto o Sumeria? ¿Por qué los mayas desaparecieron de repente? ¿Existe Dios? ¿Y si existe, por qué existe el mal en el mundo? Todas estas preguntas, dignas de un filósofo, son las grandes barreras de pensamiento con las que la humanidad se ha estrellado a lo largo de los siglos. La lista sería tan interminable como para pensar que no sabemos casi nada y, que a pesar de todos los avances científicos, nos quedan tantos enigmas por resolver que estamos solo al principio de nuestro conocimiento del mundo y de la vida.

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